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La víctima inesperada del Brexit: el caos amenaza los motores del 'milagro portugués'
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malas expectativas para el gobierno de costa

La víctima inesperada del Brexit: el caos amenaza los motores del 'milagro portugués'

Los dos pilares de la recuperación económica de Portugal, el turismo y las exportaciones, se verán mortalmente afectados por la salida británica de la UE. El mercado británico es esencial para ambos

Foto: Imanes con la forma de los emblemáticos tranvías de Lisboa en una tienda turística. (Reuters)
Imanes con la forma de los emblemáticos tranvías de Lisboa en una tienda turística. (Reuters)

De entre todos los damnificados por la salida del Reino Unido de la Unión Europea, sobresale uno al que, paradójicamente, todos daban como un sólido modelo a seguir ante la incertidumbre actual: la recuperación de Portugal, para unos “milagrosa” y para otros tímida a tenor de los pilares en los que se apoya, turismo y exportaciones, muy vulnerables a cambios externos, como está a punto de ponerse a prueba con el Brexit, su mayor amenaza.

La sensación de peligro, incrementada con el rechazo por parte de los comunes del acuerdo y la consiguiente posibilidad de que haya una salida no pactada el próximo 29 de marzo, empieza a ser palpable en Lisboa, donde la hábil y discreta diplomacia portuguesa ha conseguido traer en medio de la semana más complicada del divorcio al jefe negociador de Bruselas para el Brexit, Michel Barnier, para dar algunas pistas del futuro a diputados, primer ministro y hasta presidente de Portugal. El bullicio de los salones aumenta, y el Gobierno se prepara para el peor escenario: desaceleración del motor y fin del sueño con un Brexit sin acuerdo. Éstas son las claves del desafío que enfrenta António Costa.

El sector turístico y el de las exportaciones son los dos más afectados, como ha confirmado indirectamente el propio Costa este jueves, al presentar un “plan de contingencia” ante un posible Brexit sin acuerdo que se centra en proteger las llegadas de visitantes y la actividad de las empresas con actividad en el Reino Unido. Hay varias marcas imprescindibles en el mapa: Madeira y el Algarve, paraíso de los ingleses para vacaciones y jubilación, y Oporto, centro neurálgico del textil y de su célebre y homónimo vino dulce, estrella de las exportaciones agroalimentarias del país. El futuro de estos segmentos quita el sueño a las autoridades y empresarios de Portugal, nerviosos al constatar que los datos que recogen desde que las negociaciones del Brexit comenzaron no hacen sino empeorar.

Foto: Portugueses reunidos en la Plaza del Comercio, en Lisboa, para homenajear a las víctimas de los incendios en Portugal, el 21 de octubre de 2017. (Reuters)

Primer peligro: la llegada de turistas británicos, primer mercado emisor para Portugal –representa un cuarto del total de visitantes que recibe– ha caído un 8,7 % en los primeros diez meses de 2018, según los últimos datos disponibles del Instituto de Estadística luso. Todo un disparo a la línea de flotación del turismo, que ha pasado de generar ingresos por valor de 9.250 millones de euros en 2013 a 15.153 millones en 2017. Ya representa el 7 % de la economía nacional, y lo hace gracias al empuje fundamental de los británicos, que en 2017, según el último informe anual disponible de Turismo de Portugal, lideraron en pernoctaciones (9,3 millones del total de 57,5 contabilizadas) y fueron también los que más dinero dejaron. Sus vacaciones se tradujeron en ingresos para Portugal de 2.591 millones de euros. Los hoteleros, claro, están asustados. Tanto, que el 18 % de ellos ya ve al Brexit como una de las principales amenazas del sector para continuar el estado de gracia en el que vive.

Para frenar los temores, el Gobierno de Portugal ha avanzado como medida de crisis ante un Brexit sin acuerdo el lanzamiento de una nueva campaña en el Reino Unido y va a crear “corredores” específicos para ellos en los aeropuertos de Faro, capital del Algarve, y Funchal, capital de Madeira, por los que pasan el 80 % del total de los turistas británicos. La obsesión lusa es evitar filas en el control de documentación que conviertan la entrada al país en sinónimo de tedio y complejidad. Este, al menos, es el efecto que António Costa espera.

placeholder Un grupo de turistas se hace foto frente al famoso café Pastéis de Belem en Lisboa. (Reuters)
Un grupo de turistas se hace foto frente al famoso café Pastéis de Belem en Lisboa. (Reuters)

La desaceleración portuguesa, inevitable

Segundo peligro fundamental: las exportaciones. El Reino Unido es el cuarto mercado para las ventas de bienes portugueses y el primero para las exportaciones de servicios, algo que deja a los lusos en una delicadísima posición frente al Brexit. El divorcio Londres-Bruselas puede traducirse en una caída de las exportaciones lusas de entre el 15 y el 26 %, dependiendo de si se produce con o sin acuerdo. La estimación es de la Confederación Empresarial de Portugal, que señala como especialmente damnificados al automóvil, el textil y calzado, el agroalimentario y los productos informáticos. No son elucubraciones, agregan, ya que el sector textil ha perdido cerca de 50 millones de euros desde el referéndum de 2016, en el que venció el voto a favor de abandonar la UE; mientras, el calzado portugués crece en todos los principales mercados, menos el británico. Ambos segmentos se concentran en Oporto, donde también se hace el famoso vino dulce de mismo nombre. El Reino Unido es el sexto cliente de este licor, cuyas ventas a la isla se han desplomado un 24,7 % en el primer semestre de 2018, según el Instituto de los Vinos del Duero y Oporto.

El parche en este caso, también en principio para el escenario de salida sin acuerdo, es una línea de apoyo de 50 millones de euros “para empresas que trabajen en el Reino Unido”, además de crear una sección especial dedicada al Brexit dentro de la Agencia para la Inversión y Comercio Exterior de Portugal.

Foto: El primer ministro portugués, António Costa, habla durante el debate parlamentario sobre los presupuestos en Lisboa, el 29 de noviembre de 2018. (Reuters)

No es una locura pensar que estas medidas, presentadas como de “contingencia” el jueves, el mismo día que el jefe negociador de la UE, Michel Barnier, visitó Lisboa para reunirse con todas las autoridades del país, vendrían bien a Portugal aunque haya una salida pactada. El turismo y las exportaciones afrontan de por sí otros retos a corto plazo, como la recuperación del norte de África como destino seguro, en el primer caso, o las turbulencias en Europa que pueden ralentizar el comercio, en el segundo. Muchas complicaciones, en suma, para el panorama de Costa justo en año electoral; el golpe del Brexit puede ser devastador para sus cálculos.

Y es que las aspiraciones del socialista de ganar las elecciones del próximo octubre se fundamentan esencialmente en los éxitos macroeconómicos logrados en esta primera legislatura, en la que el desempleo acabará en el 6,3 % y el déficit se situará en el 0,2 %. Pero el cuento se acaba, dice el Banco de Portugal. En un reciente informe, el organismo advirtió de que la desaceleración es una realidad que aplica desde ya y durante los próximos tres años. De momento ha rebajado la previsión de crecimiento para 2018, que a falta de conocer datos oficiales se supone será del 2,3 %, según el Gobierno; 2,1 % según el Banco de Portugal.

El motivo de este ajuste es “la revisión a la baja de las exportaciones”, también responsables de que las previsiones se reduzcan hasta, al menos, 2021. En este escenario, el Brexit puede dar la estocada al “milagro” portugués.

De entre todos los damnificados por la salida del Reino Unido de la Unión Europea, sobresale uno al que, paradójicamente, todos daban como un sólido modelo a seguir ante la incertidumbre actual: la recuperación de Portugal, para unos “milagrosa” y para otros tímida a tenor de los pilares en los que se apoya, turismo y exportaciones, muy vulnerables a cambios externos, como está a punto de ponerse a prueba con el Brexit, su mayor amenaza.

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