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La crisis de Francia en un acto: blindaje a Macron en un pueblo de 3.500 personas
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lanza su debate asediado por los chalecos

La crisis de Francia en un acto: blindaje a Macron en un pueblo de 3.500 personas

Macron quiere escuchar al pueblo pero este no le devuelve el gesto. El modo en que se desarrolla el Gran Debate Nacional refleja el alcance de la crisis social que padece Francia

Foto: Agentes franceses ante manifestantes durante la visita de Macron a Grand Bourgtheroulde. (Reuters)
Agentes franceses ante manifestantes durante la visita de Macron a Grand Bourgtheroulde. (Reuters)

Emmanuel Macron quiere escuchar al pueblo pero los franceses no le devuelven el gesto. El modo en que se desarrolla el Gran Debate Nacional lanzado por el presidente para que la ciudadanía exponga sus reivindicaciones refleja el alcance de la crisis social y política que padece Francia, la más grave desde Mayo de 1968. Macron se dirigió al país el martes desde Grand Bourgtheroulde, una población de 3.500 habitantes, entre enormes medidas de seguridad, con el pueblo tomado por la policía y bajo el asedio de los chalecos amarillos.

Era la Francia rural, pero se lanzaron botes de gas lacrimógeno, tan habituales en las protestas del movimiento, para hacer retroceder a quienes rompieron el control policial. Antes, se había prohibido casi todo el tráfico en la zona y se había cacheado a aquellos que entraban en esta población de Normandía. Los furgones de la Policía 'decoraban' los bosques que rodean Grand Bourgtheroulde.

Aunque el presidente pide calma, en el país hay una sensación creciente de emergencia y amenaza. Un sector de los chalecos ha evolucionado hacia posiciones filofascitas y antisemitas mientras diputados del Parlamento son víctimas de agresiones, amenazas e intimidación. La violencia arbitraria y el vandalismo se suceden en las calles de París y otras ciudades y, pese a ello, el apoyo popular a los chalecos sigue siendo muy alto, por encima del 60%, según un sondeo de la cadena BFMTV. Hay algo aún peor para Macron: el 51% de los encuestados cree que las protestas deben continuar.

Por contra, la popularidad del presidente sigue en torno al 30% pese a haber registrado una subida de cinco puntos, la mayor desde noviembre de 2017. Macron es cada vez más un líder blindado, para el que las apariciones públicas se han convertido en una apuesta extremadamente arriesgada. La retirada de algunas de sus políticas económicas y el anuncio de medidas sociales por valor de 10.000 millones de euros no han reducido la cólera popular.

Foto: Los cuatro chalecos amarillos que realizan una marcha a pie desde Arles hasta París (800 km). (Foto: Luis Carballo)

Los chalecos amarillos tampoco parecen dispuestos a trasladar al terreno del debate el pulso contra Macron. Muy dividido y sin portavoces claros, el movimiento no ha mostrado ninguna intención de participar en el mismo, con excepción de algunos de sus miembros. En cambio sí ha dejado claro su molestia por el hecho de que el Elíseo haya asentado las bases del debate antes de empezar a hablar. Una crítica que comparten el resto de partidos, que no dan tregua a Macron ahora que las elecciones europeas están a la vuelta de la esquina.

Por el momento, el ejercicio de pacificación, con el que el presidente pretende convertir en leyes algunas de las reivindicaciones de los chalecos amarillos, no ha traído la paz. Los diputados de Macron en el Parlamento se han convertido en víctimas de primera línea para el odio de los chalecos hacia el presidente. Docenas de parlamentarios de La República en Marcha (LaREM) ha sido amenazados; sus casas y sus oficinas, vandalizadas.

El Gran Debate Nacional se vertebra en torno a cuatro ejes: fiscalidad, organización del Estado, transición ecológica, y democracia y ciudadanía. Aún así, el presidente sigue defendiendo la supresión parcial del Impuesto Sobre la Fortuna (ISF), una de las medidas más criticadas por los chalecos, asegurando que si rectifica no logrará el retorno a Francia de los millonarios que se han exiliado para evitar pagarlo.

Macron reconoció en Grand Bourgtheroulde que los chalecos no son "un nuevo tipo de movimiento social que haya que esperar a que se agote". Al contrario, señaló, "es una oportunidad para que se pueda reaccionar más fuerte y más profundamente". Mientras, la ultraderechista Marine Le Pen sigue ganando respaldo: después de subir dos puntos a principios de mes su popularidad aumenta otros cinco en la encuesta de Ifop-Fiducial para 'Paris Match' y Sud-Radio. Ya tiene un 33%.

Emmanuel Macron quiere escuchar al pueblo pero los franceses no le devuelven el gesto. El modo en que se desarrolla el Gran Debate Nacional lanzado por el presidente para que la ciudadanía exponga sus reivindicaciones refleja el alcance de la crisis social y política que padece Francia, la más grave desde Mayo de 1968. Macron se dirigió al país el martes desde Grand Bourgtheroulde, una población de 3.500 habitantes, entre enormes medidas de seguridad, con el pueblo tomado por la policía y bajo el asedio de los chalecos amarillos.

Emmanuel Macron Chalecos amarillos
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