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Así entraron cientos de argelinos a España con un simple guiño en la frontera de Ceuta
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el número de argelinos ya alcanza al de subsaharianos

Así entraron cientos de argelinos a España con un simple guiño en la frontera de Ceuta

La policía española investiga una trama hispano-marroquí que ha introducido a más de mil migrantes irregulares de Argelia en la ciudad autónoma

Foto: Un coche de la Guardia Civil patrulla en Ceuta la frontera que separa España y Marruecos. (Reuters)
Un coche de la Guardia Civil patrulla en Ceuta la frontera que separa España y Marruecos. (Reuters)

Quizás un determinado gesto del policía marroquí a su colega español, a tan solo tres metros de distancia, anunciaba la llegada del inmigrante irregular argelino —a veces de una familia al completo— al que había que dejar entrar en Ceuta. Quizás no era el agente uniformado marroquí sino un transeúnte de la cola el que instaba con un guiño al policía español a hacer la vista gorda.

Asuntos Internos, una unidad del Cuerpo Nacional de Policía, lleva meses investigando una trama de corrupción hispano-marroquí que ha permitido la entrada en Ceuta de cerca de mil inmigrantes irregulares argelinos en 2018 y probablemente de varios centenares en años anteriores, según indican fuentes conocedoras de sus indagaciones.

Las cifras son apabullantes. Por primera vez, el número de argelinos (926) que ingresaron, a lo largo de 2018, en el Centro de Estancia Temporal de Inmigrantes (CETI) de Ceuta, es equiparable al de todos los subsaharianos (965). A finales de diciembre los argelinos (260) alojados en el CETI eran incluso más numerosos que los subsaharianos. Cada año desde 2011 son más los argelinos que se introducen irregularmente en la ciudad, pero el incremento registrado entre 2017 y 2018 (+71%) no tiene parangón.

Foto: Manifestación de pensionistas en Pamplona. (EFE)

Salvadora Mateos, la delegada del Gobierno, se topó de bruces con este problema el 29 de octubre pasado cuando regresaba a su despacho de la Plaza de los Reyes. Allí, detrás de una pancarta que rezaba "Por los derechos de las personas migrantes: ningún ser humano es ilegal", se había concentrado un centenar de argelinos hospedados en el CETI.

Reivindicaban su traslado a la Península que el Ministerio del Interior retrasa porque da prioridad a los subsaharianos a los que sabe que no puede expulsar a sus países. Por eso algunos argelinos se salen del CETI para preparar por su cuenta su salto a la Península. Enfundados en trajes de neopreno, ocho argelinos intentaron, por ejemplo, el 3 de enero, introducirse a nado en el buque Millenium de Transmediterránea que zarpaba rumbo a Algeciras, pero tuvieron que ser rescatados por agentes del Grupo de Actividades Subacuáticas de la Guardia Civil.

Mateos invitó a los manifestantes a elegir a cuatro representantes y los subió a su despacho para escuchar sus quejas y hacerles algunas preguntas. Cual no fue su sorpresa cuando le acabaron contando que habían entrado en Ceuta con auténticos pasaportes marroquíes expedidos en Tetuán —los marroquíes residentes en esa provincia no necesitan visado para cruzar a la ciudad autónoma— que alquilaban por unos 300 euros, según fuentes asistentes a la reunión.

Pese al agobio del Tarajal, aproximadamente media docena de inmigrantes de Argelia son rechazados a diario en la frontera

Cuando Mateos tuvo conocimiento del problema, la policía llevaba ya semanas investigando sobre la trama argelina. Al principio se pensó que, explotando el bullicio de la frontera ceutí, la más transitada de África junto con la de Melilla, los argelinos se colaban fácilmente. Aprovechaban su parecido con los marroquíes y el escaso tiempo del que dispone el agente español para comprobar que la foto del pasaporte se corresponde con la persona que tiene delante. Además, no todos lo lograban. Pese al agobio del Tarajal, el paso entre España y Marruecos, aproximadamente media docena de inmigrantes de Argelia son rechazados a diario en la frontera.

El elevado número de argelinos que conseguía cruzar a Ceuta hizo, no obstante, sospechar a la policía que el pasaporte alquilado no lo explicaba todo y que el inmigrante irregular contaba además con complicidades a ambos lados de la frontera. "Es más que probable que alguien del lado español, un agente de la escala básica, en un determinado horario y en una determinada cola de entrada, haga la vista gorda tras recibir una señal", resalta una fuente ceutí. "Por eso se abrió la investigación que está resultando muy difícil porque los contactos se establecen con móviles marroquíes y sospechamos que los pagos, que son en metálico, se efectúan en lugares alejados del lugar de trabajo", añade.

placeholder Migrantes en el CETI de Ceuta. (Reuters)
Migrantes en el CETI de Ceuta. (Reuters)

En otros tiempos, las sumas acordadas se entregaban en mano en la misma frontera. La Dirección General de la Seguridad Nacional de Marruecos desbarató, en febrero de 2006, una red criminal que introducía en Melilla a asiáticos escondidos en camiones. El conductor del vehículo pesado, Said Akarrat, regalaba sistemáticamente un bocadillo a un determinado guardia civil, según reveló la policía marroquí. Entre los dos panes no había nada comestible, ni siquiera miga, pero sí unos 1.400 euros en billetes. A cambio el escáner no detectaba a ningún ser humano dentro del camión. El Instituto Armado abrió entonces una investigación para completar la que desarrolló la DGSN marroquí.

Los 926 argelinos apuntados en 2018 en el CETI de Ceuta son solo una mínima parte (7,3%) de los 12.700 que en los diez primeros meses del año pasado intentaron emigrar y fueron apresados al poner pie en la Unión Europea, según un cálculo de la Liga Argelina de Defensa de los Derechos Humanos. Las autoridades de Argelia no facilitan estimaciones, pero deben de estar preocupadas por el auge del fenómeno. Por eso, el ministro de Asuntos Religiosos, Mohamed Aissa, instó a finales de diciembre a los imanes a "asesorar a los jóvenes durante los sermones de los viernes (…) para que no cedan a la tentación desastrosa" de emigrar a las bravas a Europa. "Las embarcaciones de la muerte arrebatan a las familias a sus hijos para arrojarles al mar o condenarles a una vida humillante en centros de internamiento para extranjeros", advirtió.

Quizás un determinado gesto del policía marroquí a su colega español, a tan solo tres metros de distancia, anunciaba la llegada del inmigrante irregular argelino —a veces de una familia al completo— al que había que dejar entrar en Ceuta. Quizás no era el agente uniformado marroquí sino un transeúnte de la cola el que instaba con un guiño al policía español a hacer la vista gorda.

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