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Estos hombres son la prueba de que Macron no ha parado la protesta de los chalecos
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el enero caliente que aguarda al presidente

Estos hombres son la prueba de que Macron no ha parado la protesta de los chalecos

Las medidas para calmar las protestas no han convencido a los chalecos amarillos. Habrá nuevas movilizaciones en enero. Como la marcha a pie desde Arles hasta París para cambiar la Constitución

Foto: Los cuatro chalecos amarillos que realizan una marcha a pie desde Arles hasta París (800 km). (Foto: Luis Carballo)
Los cuatro chalecos amarillos que realizan una marcha a pie desde Arles hasta París (800 km). (Foto: Luis Carballo)

Polo, Lolo, Manu y Franck. Cuatro chalecos amarillos que no encajan en la imagen que el Gobierno de Emmanuel Macron está tratando de vehicular sobre el movimiento que sacude los cimientos de la política francesa. No son los cuatro Jinetes del Apocalipsis. Por no tener, no tienen ni montura.

Todos son cuarentones y alguno de ellos rebasa el medio siglo con creces. La mayoría tiene hijos, décadas de trabajo a las espaldas y pocas manifestaciones en su activo. Hasta ahora.

El pasado 16 de diciembre empezaron en Arles (sur de Francia) una marcha a pie hasta París (800 km), recorriendo la geografía de los chalecos amarillos de sur a norte, visitando las rotondas, peajes de carretera o refinerías controladas por elmovimiento desde hace ya casi mes y medio.

Por el camino van recogiendo firmas para incluir en la Constitución el Referéndum Popular, el RIC. Este mecanismo de democracia directa participativa, ya aplicado en 30 países como Italia o Suiza, permitiría parar decretos, derogar leyes o la revocación de cargos públicos a través de una consulta popular. El RIC se ha convertido en una de las principales reivindicaciones de los chalecos amarillos.

Foto: Michel, 63 años, camionero ya jubilado en el peaje del TEO de Caluire. (Koldo Byka)

Tras 300 kilómetros en las piernas, Polo se emociona al relatar esta aventura iniciada con desconocidos que se han transformado en hermanos de sangre. “ Desde el inicio de las movilizaciones nunca había visto tantas pruebas de solidaridad y generosidad. Eso es lo que nos va a permitir ir hasta el final”, dice antes de lanzar una tremenda invectiva contra el morador del Eliseo. “ Tengo 56 años y nunca ningún dirigente había despreciado tanto al pueblo francés. Nos ha llamado de todo: analfabetos, vagos, cínicos, alcohólicos, galos refractarios. Para mí ni siquiera es el Presidente. No tiene legitimidad”.

A su lado, Franck apura un café en la cocina de Tania, la mujer chilena que ha ofrecido su casa para que los cuatro puedan pasar la noche durante su parada en la ciudad de Lyon. Y se pone a llorar cuando explica los motivos de su acción. “¿Cómo se explica que hombres ya de una cierta edad, que no practican deporte habitualmente, puedan recorrer andando 30 kilómetros diarios? El motor no es la cabeza, ni las piernas. Es el corazón. Lo hacemos por los 10 chalecos amarillos muertos en las rotondas de Francia. Por ellos llegaremos hasta París”.

placeholder Los cuatro chalecos amarillos en la cocina de Tania, la mujer chilena que les ha ofrecido su casa en Lyon. (L. Carballo)
Los cuatro chalecos amarillos en la cocina de Tania, la mujer chilena que les ha ofrecido su casa en Lyon. (L. Carballo)

Vuelve a sonar la Marsellesa

Laurent es el más callado de los cuatro, pero cuando habla lo hace con la contundencia de un puñetazo en la boca del estómago. “Esto ya ha pasado antes en nuestra historia. Esta marcha tiene un doble simbolismo: es la Francia de abajo que va hacia arriba. Geográficamente hablando, vamos del sur hacia el norte. Y cuando digo la Francia de abajo también me refiero a cómo nos perciben nuestros políticos, como a clases inferiores. Hay que recordar que durante la revolución de 1789 los batallones que se unieron al pueblo en armas en París salieron de Marsella y llegaron a pie hasta la capital. Cuando el sur marcha hacia el norte en Francia, acaba pasando algo importante. Durante esa marcha hace más de dos siglos se inventó la Marsellesa, que acabó siendo nuestro himno nacional. Ahora la cantamos nosotros”.

Tania da los últimos toques al chile con carne que ha preparado para sus improvisados invitados. En unas horas volverán a la carretera en su ruta hacia la capital. “Yo vivo en Francia desde hace 20 años y este país ya no es el mismo al que yo llegué. Es una nación dividida y herida. Yo viví la dictadura de Pinochet en Chile y estoy empezando a ver signos muy evidentes aquí que los que hemos sufrido un régimen como ese somos capaces de percibir. La gente está perdiendo libertades, tienen miedo y ya ni siquiera sonríe”.

Un torero con chaleco amarillo

Manu, alias Papá Noel, tiene 62 años y está enfermo de Parkinson. No puede marchar, pero echa una mano siguiendo al grupo con su caravana en cada etapa. Si no encuentran un voluntario que les abra su casa para pernoctar, entonces duermen allí. Un poco de confort en una maratón de 800 kilómetros en pleno invierno. Este corso, que era educador especial hasta jubilarse, prepara la llegada de uno de los iniciadores de la marcha, un extorero de origen español llamado José Manrubia.

Foto: Un chaleco amarillo colgado tras una vitrina rota en una tienda en París, el 2 de diciembre de 2018. (Reuters)

José se ha fracturado una falange del dedo del pie y no puede seguir el ritmo endiablado de sus compañeros, así que algunos de los tramos los hace ahora en tren. En Lyon se une al cortejo y se dirige a un acto en un peaje de autopista ocupado desde el 17 de noviembre. “La importancia de esta marcha es que llevábamos ya un mes de peajes cortados y necesitábamos dar un nuevo aliento al movimiento de los chalecos amarillos con un gesto simbólico. Nos han acusado de muchas cosas, pero no somos violentos. La idea de hacer una marcha pacífica hasta París me parecía evidente. Vamos a visitar todas las rotondas donde haya chalecos amarillos para dejar claro que no estamos solos, que somos una multitud. Y vamos a llevar esta petición para la inclusión del referéndum popular en la Constitución, que entregaremos elpróximo 21 de enero en la Asamblea Nacional”.

9 millones de firmas es la cifra que se han fijado, más que los votos que Emmanuel Macron consiguió en las elecciones de 2017, que le llevaron al poder.

1789, 1968…¿2019?

Todos los choques de placas tectónicas en la historia reciente de Francia han ocurrido en el mes de mayo, señala un comentario en uno de los innumerables foros de las redes sociales utilizados por los Chalecos Amarillos para comunicar. La Revolución Francesa, Mayo del 68…¿habrá otro mayo definitivo en 2019?

El atentado en el mercado de Navidad de Estrasburgo, la oficiosa (que no oficial) tregua de Navidad, el frío, el endurecimiento de la respuesta policial y otros factores parecen haber rebajado la presencia del movimiento en las calles. O al menos ese es el mensaje que las cadenas de información francesas martillean desde hace unas semanas, con constantes cifras de participación en las manifestaciones a la baja cada sábado, el día elegido por el movimiento para coordinar sus protestas a escala nacional.

Aunque, los manifestantes tienen otra versión y es que los medios de comunicación franceses están silenciando la revuelta y dando la vuelta a las estadísticas deliberadamente. “Es normal- dice Manu, alias Papá Noel- son los mismos que colocaron a Macron en el Eliseo, los que le ayudaron en la campaña. Macron, que es un puro producto de marketing, les ha beneficiado y ahora le están devolviendo el favor. BFM, Cnews, TF1…están todos a su servicio. Pero esto es solo el principio, en enero el movimiento se va a reforzar considerablemente”.

El ministerio del Interior francés acaba de lanzar un concurso público para renovar el stock policial antidisturbios con más de 1.200 nuevos disparadores de pelotas de goma.

Polo, Lolo, Manu y Franck. Cuatro chalecos amarillos que no encajan en la imagen que el Gobierno de Emmanuel Macron está tratando de vehicular sobre el movimiento que sacude los cimientos de la política francesa. No son los cuatro Jinetes del Apocalipsis. Por no tener, no tienen ni montura.

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