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Un día con la milicia más poderosa de EEUU: ultras disfrazados de grupo vecinal
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dentro de una reunión de los 'Oath keepers'

Un día con la milicia más poderosa de EEUU: ultras disfrazados de grupo vecinal

"Vigilar" al Gobierno y ayudar ante emergencias. Son las metas de los Oath Keepers. También prepararse para una guerra civil. Un conflicto "que está en curso mientras estamos aquí sentados"

Foto: Charla del invitado, el locutor de radio David Hodges, en la First Baptist Church. (Guillermo Cervera)
Charla del invitado, el locutor de radio David Hodges, en la First Baptist Church. (Guillermo Cervera)

"Nuestros derechos como país están basados en dos documentos: la Constitución y los diez mandamientos. Cosas que no se pueden alterar", declara Rick Hochman, un señor de barba gris con dos pistolas en la sobaquera. Su atuendo negro con aire militar, lleno de correas y enganches, lo coloca en otra dimensión. Un lugar en el que no existen las dudas. "Si alguien con un cargo público viola esas leyes", continúa, "tiene que ser hecho responsable y la organización tiene que decírselo".

La organización se llama Oath Keepers ("aquellos que mantienen el juramento") y dice tener dos pilares. Uno es vigilar al Gobierno: cerciorarse de que respete esas leyes sagradas. Y dos, complementarlo: ayudar a las autoridades a gestionar emergencias, desde un accidente de coche al que todavía no ha llegado la ambulancia, pero sí un miembro de los Oath Keepers que estuviera cerca, a una catástrofe natural o humana. Por eso los Oath Keepers de Yavapai County, en Arizona, organizan dos veces al mes talleres gratuitos de supervivencia y primeros auxilios en esta iglesia de Chino Valley.

"Hoy estamos hablando de esas enfermedades que llegan a través de la frontera con México. Hay una avalancha, como ya sabéis"

Dado que Rick Hochman, además de veterano del ejército, es técnico sanitario, se encarga del taller de prevención y cura de enfermedades. También está el taller de seguridad, con sus heridas de bala y sus torniquetes, el de cómo almacenar comida de forma duradera y el taller de comunicaciones.

"Hoy estamos hablando de esas enfermedades que llegan a través de la frontera con México", dice Hochman a una docena de participantes. "Hay una avalancha, como probablemente sabéis. Y no se detienen en la frontera. Y son un grupo de gente que no ha sido inmunizada, que son pobres y que están trayendo enfermedades que no hemos tenido en este país desde hace una generación (...), muchas de las cuales no se pueden tratar con medicamentos: lepra, tuberculosis resistente a las bacterias, sífilis, gonorrea".

[Esta afirmación pudo haber sido sacada de páginas web como 'Puppet String News', donde, el 29 de noviembre, se podía leer este titular: "2.267 invasores de la caravana tienen tuberculosis, VIH, varicela y otras complicaciones de salud". El texto estaba basado en un artículo de Fox News, que sin embargo detallaba proporciones mucho más bajas. El portal de verificación de noticias Politifact habló con las autoridades de Tijuana y confirmó lo siguiente: de los aproximadamente 6.000 inmigrantes acampados en este estado mexicano, se dan cuatro casos de VIH, siete de varicela y ninguno de tuberculosis. La mayoría de complicaciones son respiratorias].

placeholder El 'grupo médico' de los Oath Keepers: taller sobre cómo prevenir enfermedades. (G. Cervera)
El 'grupo médico' de los Oath Keepers: taller sobre cómo prevenir enfermedades. (G. Cervera)

Si uno mira por la ventana de esta iglesia bautista, verá una fila de camionetas bañadas en el sol apacible, árboles, pájaros trinando, normalidad. Pero si uno cierra los ojos y escucha, percibirá un paisaje diferente. Un mundo lleno de peligros y minas a punto de explotar. Como si estuviéramos en una atalaya solitaria, esperando a los tártaros, o a la "invasión centroamericana". Rick Hochman lleva en la gorra un símbolo que reconozco: un tres en números romanos rodeado de estrellas. "¿Es usted un three percenter [tres-por-centista]?", le digo. Hochman se ilumina. "Buena pregunta".

"Los three percenters, durante la guerra de la independencia contra Inglaterra, cuando los echamos, fueron los patriotas que plantaron cara, que se enfrentaron a la posibilidad de ser ahorcados por la libertad", explica. "Sus reputaciones fueron destruidas, sus familias desalojadas de sus casas; eran un 3% de la población que plantó cara por los derechos del otro 97%. Se ven en cada conflicto. Bastantes personas de aquí han estado en el servicio militar o en el servicio público. Siempre hemos estado al servicio de otros. Somos three percenters. Aquí no puedes tener a un dictador que nos quite los derechos".

"¿Cómo podemos ser un grupo antigobierno si los oficiales de policía vienen aquí?"

En su discurso quizás haya una pizca de geografía. Hochman se refiere a las ciudades como nidos de epidemias y corrupción y se muestra agradecido de vivir en Arizona, cuyo espacio es tan abundante que dan ganas de recorrerlo a caballo con una tormenta urdiéndose en el horizonte. Hay tanto espacio que las viviendas se construyen apaisadas y hasta los Starbucks tienen hueco para sentarse; el estado, el Gobierno, queda lejos, y así, dice Hochman, debe seguir. "Tú vienes de Nueva York. No tienes derecho a llevar armas", añade, y se da dos golpecitos en la pistola izquierda. "En Arizona se pueden llevar abiertamente. Esta es la frontera original, ¿sabes?, donde los vaqueros y los indios, y todavía tenemos esa reputación. No estamos libres de la Constitución, pero somos gente libre, tan libre como se puede llegar a ser en EEUU".

Los talleres van acabando y un centenar de personas, muchas de ellas en matrimonios, prácticamente todos blancos y la mayoría de la tercera edad, se van sentando en las sillas plegables de la iglesia. Una gran bandera americana cuelga a la izquierda; mirando hacia ella, con la mano en el corazón, de pie y algunos apoyados en bastones y muletas, se reza el juramento. Acabada la instrucción práctica, llega la instrucción política.

"¿Somos una milicia?", pregunta Jim Arroyo, coordinador de los Oath Keepers del condado. "¡Noooo!", responde el público al unísono. "Somos una estructura corporativa, un grupo de voluntarios, sin rangos, y estamos aquí para ayudar al gobierno local. ¿Cómo podemos ser un grupo antigobierno, si los oficiales de policía vienen aquí todo el rato?".

placeholder Un participante del taller sobre prevención de enfermedades. (G. Cervera)
Un participante del taller sobre prevención de enfermedades. (G. Cervera)

A Jim Arroyo le molesta que los medios de comunicación se refieran a los Oath Keepers como una milicia radical, extremista, ultraderechista o antigobierno. Términos que utiliza el Southern Poverty Law Center, una organización sin ánimo de lucro que estudia el radicalismo desde los años setenta. Según Arroyo, ellos están ahí para ayudar, para salvar vidas. Muchos Oath Keepers, como él mismo, son miembros retirados o en activo del ejército y las fuerzas de seguridad, y tienen trato directo con la oficina del 'sheriff' local por si pueden echar una mano. Están orgullosos de haber enseñado a 120 personas a parar una hemorragia y de poder mantener el contacto con transistores de onda corta para comunicarse en caso de un apagón masivo.

Antes de presentar al invitado del día, Arroyo recuerda cuál es el objetivo de este grupo fundado en 2009. "¿Por qué creamos esto?", dice micrófono en mano. "Por un posible ataque a la red eléctrica, un colapso económico, un escenario de Tercera Guerra Mundial, o una desestabilización o guerra civil", y añade: "Esa guerra civil está en curso mientras estamos aquí sentados (...). El congresista Scalise, en ese partido de béisbol, esa fue la salva inicial". Arroyo se refiere al tiroteo donde fue herido, en 2017, el líder de la mayoría republicana en la Cámara de Representantes, Steve Scalise.

"¿Por qué creamos esto? Por un escenario de Tercera Guerra Mundial o guerra civil. Esa guerra civil está en curso mientras estamos aquí"

A continuación aparece el invitado, Dave Hodges, presentador del programa de radio "El show del sentido común". Alto y voluminoso, vestido de negro, Hodges habla un poco de sí mismo con la voz cálida y bondadosa de un confesor. Luego repasa en detalle los temibles complots que, según sus fuentes secretas, amenazan la mismísima existencia de Estados Unidos.

"Antes de que Obama dejase el puesto, él y John Kerry firmaron un acuerdo con la ONU. Un acuerdo de 29 naciones que dice que, basándose en el juicio de la ONU, no en el nuestro, no en el de América, se pueden enviar [a EEUU] fuerzas de mantenimiento de la paz". Un murmullo de preocupación llena la iglesia. "Cuando llegue el momento, la ONU no tendrá que traer aquí sus activos. Sus activos ya están aquí. China y Rusia tienen fuerzas desplegadas aquí (...). ¿Por qué se posicionarían cerca de bases de la Fuerza Aérea y de las autopistas interestatales? Pues por la movilidad y para destruir nuestro poder aéreo como preámbulo de una invasión tipo 'Amanecer Rojo' [título de una película de 1984 donde la Unión Soviética invadía Estados Unidos]".

Foto: Un miembro del Grupo de Supervivencia de Florida Norte espera con su rifle delante de sus hijos antes de un ejercicio paramilitar, en febrero de 2013. (Reuters)
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Después de dejar la presidencia, sin embargo, Barack Obama habría encontrado la manera de ocupar su tiempo trabajando por el Calexit, el movimiento secesionista de California. "La idea es destrozar América quitándole California", continúa Dave Hodges. Un proyecto de "la gente de Obama, los cárteles mexicanos de la droga, la M13 [Mara Salvatrucha] y los terroristas del ISIS". Dado que los ciudadanos de bien habrían logrado evitar, de momento, que California se independice, la gente del Calexit se dedicaría a sembrar el caos. "Eso es lo que estamos viendo ahora: si pensáis que los incendios de California son cosa de la naturaleza... Pensadlo mejor".

El locutor hace un amplio análisis de la actualidad, desde la tecnología móvil 5G que estaría siendo desarrollada para controlar el comportamiento de los ciudadanos, hasta la violencia de las armas: "Mirad a lo que ocurrió en [el tiroteo de] Thousand Oaks . ¿Quiénes eran las víctimas? Las mismas que en el de Las Vegas: gente blanca, música country... Van a por el corazón y el alma de este país", advierte con su hermosa voz de narrador, como si contase un cuento junto a una chimenea de leños chisporroteantes. "En el núcleo de aquello contra lo que luchamos está Satán; contra las fuerzas de la luz".

Una señora pide la palabra. Dice que, en un colegio del condado, una profesora está obligando a los alumnos a ver una hora de CNN al día. La reacción del público, esta vez, es mucho más sonora, como si todo lo anterior, los "escuadrones de la muerte" que prepara Antifa y la invasión de criminales centroamericanos organizada por las Maras y el ISIS, fuese lo esperable.

placeholder Imagen de un grupo de Oath Keepers, milicia ultra de EEUU. (oathkeepers.org)
Imagen de un grupo de Oath Keepers, milicia ultra de EEUU. (oathkeepers.org)

Los vecinos de Chino Valley escuchan embelesados. Con su pelo blanco, sus camisas de leñador y su amigable disposición a charlar no se parecen a los Oath Keepers que hemos visto en algunos episodios de tensión: esos fornidos hombretones con chalecos antibalas y fusiles de asalto apostados en los tejados de Ferguson, en Misuri, durante los disturbios. Ni a quienes intimidaron a los agentes del Gobierno federal en Nevada, cuando estos quisieron confiscar el ganado de un ranchero que no pagaba impuestos.

Jim Arroyo, que fue miembro del 75 Regimiento de Rangers encargado de liberar a los rehenes americanos de la embajada de Teherán en 1980, reitera que los Oath Keepers no son una milicia, sino que están ahí para ayudar a la comunidad. Así que le presento un escenario hipotético: ¿qué pasaría si esta supuesta guerra civil empeorase y los radicales izquierdistas de Antifa, por ejemplo, saliesen a matar gente por las calles de Chino Valley?

"Si hubiera un asalto de Antifa", responde, "esta organización no saldría a enfrentarse a Antifa con violencia. Estamos aquí como un elemento de apoyo a las fuerzas de seguridad y a nuestra Guardia Nacional en lo que se refiere a la cuestión médica, para tratar a los heridos y a las bajas de ambos lados". ¿Sin armas? "Sin armas. Esta organización no está autorizada, bajo ninguna condición". Luego hace una diferenciación respecto a los exmilitares como él: "Estoy obligado a servir en una emergencia si el gobernador llamara a la milicia, o la Guardia Nacional declarase el estado de emergencia y fueran a activar al expersonal militar. Entonces eso estaría en mi capacidad como exmilitar y fuerza de seguridad; no como Oath Keeper".

El objetivo de los Oath Keepers es aprovecharse de los miedos de las comunidades locales y revitalizar el movimiento americano de las milicias

¿Y los Oath Keepers que se presentaron en Ferguson, o en algunos mítines de Donald Trump, no iban completamente armados? "Lo que intentamos hacer es decir: va a haber un mitin aquí, esto podría generar un problema. Les informamos [a los presentes] de las cuestiones políticas y les decimos que tengan cuidado si están ahí (...). En EEUU tenemos el derecho de la autodefensa, tenemos la Segunda Enmienda. Podemos defendernos a nosotros mismos y a nuestras familias y las armas de fuego son parte de ello".

Respecto a resistir las órdenes presuntamente inconstitucionales del Gobierno, Arroyo reivindica el derecho, según el código militar, a desobedecer, por ejemplo, la orden de internar a ciudadanos en campos de concentración. O una más sujeta a los matices en este país: desarmar a los civiles.

Esta es la postura de la organización en Yavapai Valley. Según el mencionado Southern Poverty Law Center, consultado en más de una ocasión por El Confidencial, el objetivo de los Oath Keepers es "aprovecharse de los miedos y preocupaciones de las comunidades locales y revitalizar el movimiento americano de las milicias, todo bajo el disfraz de la vigilancia y autosuficiencia vecinal". El fundador del grupo, el abogado y exmilitar Stewart Rhodes, habría reconocido públicamente este objetivo. Oath Keepers cuenta al menos con una sucursal en cada estado del país y decía tener más de 30.000 miembros en 2016. Una cifra que no ha sido corroborada.

"Nuestros derechos como país están basados en dos documentos: la Constitución y los diez mandamientos. Cosas que no se pueden alterar", declara Rick Hochman, un señor de barba gris con dos pistolas en la sobaquera. Su atuendo negro con aire militar, lleno de correas y enganches, lo coloca en otra dimensión. Un lugar en el que no existen las dudas. "Si alguien con un cargo público viola esas leyes", continúa, "tiene que ser hecho responsable y la organización tiene que decírselo".

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