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La "guerra santa" de Alexis Tsipras para recortar poderes de la Iglesia ortodoxa
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acuerdo entre syriza y el patriarcado

La "guerra santa" de Alexis Tsipras para recortar poderes de la Iglesia ortodoxa

El Gobierno de Syriza quiere que los 10.000 clérigos ortodoxos dejen de ser funcionarios, entre otras medidas. Es un guiño a los votantes de izquierdas que la oposición tacha de "electoralista"

Foto: Un sacerdote ortodoxo frente a la Acrópolis de Atenas. (Reuters)
Un sacerdote ortodoxo frente a la Acrópolis de Atenas. (Reuters)

Parece siempre un mal momento para enfrentarse a la todopoderosa Iglesia ortodoxa, pero Alexis Tsipras debe sentirse un hombre con suerte.

A pesar de ir ocho puntos por detrás de los conservadores en las encuestas, tiene algunos motivos para empezar a ver el viento de cara: el Parlamento acaba de aprobar la cancelación del recorte de pensiones que debía aplicar el año que viene de acuerdo con la troika. Los buenos datos macro le permiten dar un respiro a los jubilados, que han perdido un 40% de su poder adquisitivo desde 2009 con el beneplácito de los acreedores. Una victoria. Por otro lado el acuerdo sobre el nombre de Macedonia avanza lento pero más seguro de lo previsto; de momento la sociedad griega parece estar metabolizándolo mejor de lo esperado. El ultranacionalista Panos Kammenos, que amenazó con cargarse su Gobierno, fue de nuevo perro ladrador.

En esta línea de querer marcar una agenda reformista y valiente, y apuntarse un tanto a la izquierda, a la que tiene abandonada, está su última propuesta para separar más la Iglesia del Estado. Como tituló con mucha pompa Avgi, el periódico del partido Syriza, su “guerra santa”.

Foto: El patriarca Filaret, cabeza de la Iglesia Ortodoxa Ucraniana del Patriarcado de Kiev, conduce un servicio en la Catedral Volodymysky, el 11 de octubre de 2018. (Reuters)

Tsipras alcanzó hace unas semanas un acuerdo con el patriarca de la iglesia griega, el arzobispo de Atenas Jerónimo II para que los alrededor de 10.000 clérigos bajo su mando pierdan el estatus de funcionarios que ahora ostentan y pasen a ser empleados de la Iglesia. Aún así sería un paso simbólico: seguirían cobrando del Estado a través de un fondo que aportaría sus sueldos y cotizaciones que cuesta unos 200 millones de euros anuales.

“De hecho... no hubo negociación. El Gobierno decidió dar la impresión de que implementaba su compromiso de separar la Iglesia del estado para así movilizar a un electorado en desbadada”, critica Panayote Dimitras, portavoz de la Unión Humanista Grecia, una de las pocas organizaciones dedicadas a promover el laicismo en Grecia. “Las medidas contemplan dejar de pagar directamente a los clérigos… pero seguir pagándoles a través de una subvención a la Iglesia”, dice. Tampoco entre los clérigos caló esta propuesta. Los más conservadores acusaron a Jerónimo II de dejarse engatusar por Tsipras. Una votación de los mandamases de la Iglesia Ortodoxa, el Santo Sínodo, dio una amplia mayoría a los refractarios.

placeholder SYR01. Thessaloniki (Greece), 14 12 2018.- Greek Prime Minister Alexis Tsipras delivers a speech in a political gathering of SYRIZA party in Thessaloniki, northern Greece, 14 December 2018, while hundreds of people staged a rally to protest against the name dispute agreement between Greece and FYROM. (Protestas, Grecia, Salónica) EFE EPA SOTIRIS BARBAROUSIS
SYR01. Thessaloniki (Greece), 14 12 2018.- Greek Prime Minister Alexis Tsipras delivers a speech in a political gathering of SYRIZA party in Thessaloniki, northern Greece, 14 December 2018, while hundreds of people staged a rally to protest against the name dispute agreement between Greece and FYROM. (Protestas, Grecia, Salónica) EFE EPA SOTIRIS BARBAROUSIS

Una medida "electoralista"

Hay que entender que detrás de esta belicosidad, además de la obvia reticencia a la pérdida de estatus eclesial, hay una preocupación de los obispos y sacerdotes, muchos de ellos casados y con hijos, por el futuro de sus pensiones y las posible pérdida de beneficios sociales. Dimitras matiza que “el rechazo del Santo Sínodo, así como del Patriarcado, que controla directa o indirectamente casi la mitad de las diócesis, no ha llevado al Gobierno a retirar los planes, aunque es cuestionable cuándo y cómo los va a poder legislar”.

La clave sobre cuándo podría ser llevada esta votación al Parlamento la dio el portavoz del Ejecutivo, Dimitris Tzanakopoulos, que, para calmar las aguas, dio un plazo de tres o cuatro meses, es decir, a tiempo para la campaña electoral, donde todos los partidos tendrán que retratarse. Otra nueva papeleta para Nueva Democracia, que no consigue imponer su agenda de centrar el debate en los recortes de Syriza. Los conservadores parecieron aceptar en principio el acuerdo, pero luego lo rechazaron como “electoralista” tras conocerse las reticencias de la Iglesia. Las tensiones entre los moderados y los derechistas vuelve, como en el caso macedonio, a causarles problemas internos.

Foto: Tsipras ha pasado de ser el rebelde antisistema a un aliado para los europeos. (EFE)

El tema de la iglesia-estado es en el que Tsipras ha caminado con mayor consistencia, que no es decir mucho, sabiendo que es un asunto absolutamente minado en Grecia. Una reciente encuesta del Pew Research Center constató que es uno de los países más religiosos de la UE, solo superado en algunos aspectos por Rumanía. Un 55% de los griegos (frente a un 22% de los españoles) dicen que la religión es muy importante en su vidas. El 59% cree sin ningún género de duda que Dios existe (frente a un 25% en España).

Tsipras, que no está casado por la Iglesia y que fue el primer jefe del Ejecutivo en prometer su cargo y no jurarlo sobre la Biblia, ha mantenido una actitud de respeto a la Iglesia, intentando buscar un hueco por el que dar el latigazo sin que escueza. Una reciente encuesta publicada por uno de los periódicos de referencia “Efimerida Ton Syntakton”, revelaba que el 49% de los griegos están a favor del acuerdo entre Jerónimo II y Tsipras, y el 43 en contra. Un 54% concuerda con que los clérigos dejen de ser funcionarios; un 34% está en contra.

placeholder Un sacerdote ortodoxo griego se manifiesta contra el acuerdo alcanzado en la disputa sobre el nombre de Macedonia, en Atenas, en junio de 2016. (Reuters)
Un sacerdote ortodoxo griego se manifiesta contra el acuerdo alcanzado en la disputa sobre el nombre de Macedonia, en Atenas, en junio de 2016. (Reuters)

La religión, en la Constitución

Hay una bolsa de resistencia importante entre los más religiosos, que se oponen tradicionalmente a la separación entre el estado y iglesia. La Constitución helena les ampara, pues nombra en su preámbulo a la Santísima Trinidad, y la influencia de la religión en todos los ámbitos, desde los actos oficiales a la educación está fuera de toda duda. Uno de los términos del acuerdo que ha pasado más desapercibido, quizás porque requiere de más apoyo parlamentario, es la enmienda constitucional que sacaría esa fórmula de la Carta Magna para declarar en el Estado griego la “neutralidad religiosa”, aunque permaneciara la ortodoxa como la “religión dominante”.

Más allá de lo que termina siendo una cuestión política, uno de los problemas más profundos con los que podría terminar este acuerdo si finalmente sale adelante es el de las propiedades inmobiliarias dudosas de la Iglesia. Grecia es un estado de formación relativamente reciente (siglo XIX) que además no tiene un catastro como tal -se está completando todavía, y en las ciudades está mucho más avanzado que en los pueblos-. En esa circunstancia la Iglesia parte con una “ventaja” que no tiene en otros países de la UE.

Foto: El primer ministro griego Alexis Tsipras abraza al líder de Griegos Independientes Pano Kammenos tras la victoria en las elecciones de septiembre de 2015. (Reuters)

Muchas de las propiedad que la iglesia reclama y gestiona vienen otorgadas, por ejemplo, por decretos de la dominación otomana, imposibles de contrastar hoy en día. El Estado lleva décadas tratando de desenmarañar el entramado de posesiones del que es el mayor propietario de tierras del país. La Iglesia, además, ha estado involucrada en enormes casos de corrupción vinculados a estas propiedades, como el célebre del monasterio de Vatopedi, y además de estar exenta de muchos impuestos. Esto da una sensación general, especialmente tras el inicio de la crisis, de un privilegio injustificado e injusto. Quizás esto haya hecho saltar las alarmas en la Iglesia misma, preocupada por su imagen.

Así, Jerónimo II y Tsipras acordaron que muchas de estas posesiones disputadas pasarían a un fondo común del que ambas partes podrían obtener beneficios. Una decisión salomónica a un problema enquistado. Muchos expertos consideran tras el tira y afloja se dará una solución salomónica también a los clérigos: los nuevos que sean ordenados ya no serán funcionarios y los que ahora lo son seguirán en el régimen hasta que se retiren. Y Tsipras habrá empujado un poco más a la iglesia fuera de la estructura del Estado.

Parece siempre un mal momento para enfrentarse a la todopoderosa Iglesia ortodoxa, pero Alexis Tsipras debe sentirse un hombre con suerte.

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