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Un español 'convertido' en chaleco amarillo: "Lo que más pedimos es llegar a fin de mes"
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Un español 'convertido' en chaleco amarillo: "Lo que más pedimos es llegar a fin de mes"

"Nuestros políticos no han sabido construir una Europa para la gente pequeña". Miguel Ángel, que llegó a Francia en 1961, resume el malestar de muchos franceses. El país se blinda ante las protestas

Foto: Chalecos amarillos ante una pintada que reza "No renunciamos a nada" durante una protesta en Cissac-Medoc, Francia. (Reuters)
Chalecos amarillos ante una pintada que reza "No renunciamos a nada" durante una protesta en Cissac-Medoc, Francia. (Reuters)

"Nuestros políticos no han sabido construir una Europa para la gente pequeña. Se han preocupado mucho de los ricos, de las multinacionales, de los que tienen dinero y saben esconderlo, pero no de los pequeños que no tienen ni qué evadir". Miguel Ángel, que nació en un pueblo de Toledo y llegó a Francia con 12 años en 1961, resume de forma sencilla el malestar que sienten muchos franceses y que le ha llevado a él y a sus vecinos a enfundarse un chaleco amarillo desde hace tres semanas.

Mientras Francia, y especialmente París, se blinda ante el riesgo de violencia en las protestas convocadas para este sábado, Miguel Ángel advierte que esta es una cólera que viene de lejos. "Por eso las reivindicaciones son múltiples, lo de la tasa de los carburantes es solo una gota. Los chalecos amarillos también quieren que haya medidas para luchar contra el calentamiento global, pero quieren que todo el mundo pague, no solo los pequeños. Pero lo que más pide aquí esta gente, los jubilados y los jóvenes, es poder tener salarios decentes, jubilaciones decentes, poder terminar el mes sin problemas", explica.

"Tengo amigos que no han ido al cine desde que se jubilaron hace 15 años, que no pueden ni tomarse una caña"

Este manchego, que vive en Lormont, en la periferia de Burdeos, y que lleva jubilado ocho años, reconoce que "si soy chaleco amarillo no es porque a mí me falte, sino por solidaridad, porque hay gente que lo está pasando muy mal". Miguel Ángel tiene una buena pensión después de haber trabajado durante décadas en la petrolera Total como conductor, aunque solo se ha revalorado en dos euros en los últimos cinco años. Pero conoce de primera mano que son muchos los que pasan necesidad porque durante una década fue voluntario con los "Restos du Coeur", una asociación caritativa que ofrece almuerzos a los más necesitados. "Hay vecinos a los que les ha quedado una pensión de 700, 800 o 900 euros y tienen que pagar un alquiler y no pueden. Y hay jóvenes que, aunque trabajan, tienen que ir a comer a los 'Restos du Coeur', así que mucha gente ha dicho basta".

Siempre ha votado a los socialistas, aunque en las próximas europeas se abstendrá "porque aquí en Francia el Partido Socialista está muerto". Hace años, asegura, que la gente "ya no vota en Francia por las etiquetas, izquierda, derecha, centro... mira más por lo que cada uno propone y si consigue llevarlo a cabo, la gente está harta del politiqueo", y augura que en las elecciones de mayo "el partido del presidente se va a pegar un buen tortazo, sobre todo si empezamos el año y no ha habido contestación por lo menos a la mitad de los puntos que hablamos en las reuniones".

Foto: Un chaleco amarillo colgado tras una vitrina rota en una tienda en París, el 2 de diciembre de 2018. (Reuters)

En los últimos años, Miguel Ángel ha visto cómo su pensión cada vez da para menos. "Ahora intento coger mucho menos el coche porque llenar el depósito sale por un dineral, y luego hay que pagar los peajes, por ejemplo, que aquí en Francia casi todas las autopistas son de peaje. Pero hay gente que si no coge el coche no puede ni hacer la compra", señala. El encarecimiento de la vida deja poco margen al ocio: "Tengo amigos que no han ido al cine desde que se jubilaron hace 15 años, que no pueden ni ir a una cafetería a tomarse una caña".

Desde hace semanas, Miguel Ángel, acude periódicamente a una rotonda en su pueblo a informar a los conductores de las reclamaciones de los chalecos amarillos. "Les damos octavillas y si alguno quiere hablar, charlamos con ellos". No ha faltado a ninguna de las manifestaciones desde que comenzaron el 17 de noviembre, y hoy estará también en la calle. Pacíficamente, por supuesto. Y no cree que la crisis se vaya a solucionar pronto. "A ver cómo llegamos a la Navidad. Pero a mí me da igual. Si no hay turrón, comeré unas sopas".

El Gobierno habla de manifestantes armados

Para el Gobierno francés, el movimiento se está deshinchando y degenerando en violencia, instrumentalizado por grupúsculos extremistas. Ante el mutismo del presidente Emmanuel Macron —argumenta que no hablará hasta después de las manifestaciones para no atizar el fuego— el primer ministro, Édouard Philippe, y el titular de Interior, Christophe Castaner, fueron ayer los encargados de comunicar la estrategia del Elíseo.

Castaner subrayó ayer la deriva violenta en las tres últimas semanas de un movimiento manipulado, en su opinión, por "grupúsculos extremistas". El titular de Interior teme la presencia de armas en las protestas de este sábado —asegura que en las investigaciones tras los últimos altercados "se han descubierto armas"— y destaca a su vez la caída de la movilización. Desde las 282.000 personas que la policía contabilizó en la primera jornada de manifestaciones, el 17 de noviembre, se ha pasado a unos 10.000 manifestantes, "una pequeña minoría", en palabras de Castaner.

Foto: Manifestantes alimentan un fuego durante las protestas en París, el 24 de noviembre de 2018. (Reuters)

París ha decidido blindarse ante la posibilidad de que las manifestaciones puedan derivar en un estallido de violencia y disturbios, como ya sucedió el pasado sábado. El Gobierno prevé "una movilización excepcional" de 89.000 agentes de las fuerzas del orden en todo el país, de los cuales 8.000 en la capital. Los principales monumentos de París, una de las ciudades con mayor número de turistas del mundo, cerrarán este sábado como medida de seguridad. Si el jueves ya se anunció que la Torre Eiffel, la Ópera de París o el Grand Palais iban a impedir el acceso a visitantes, ayer el Centro de Monumentos Nacionales (CMN) informó de que lugares tan emblemáticos como el Arco del Triunfo o las torres de la catedral de Notre Dame harán lo mismo.

"Nuestros políticos no han sabido construir una Europa para la gente pequeña. Se han preocupado mucho de los ricos, de las multinacionales, de los que tienen dinero y saben esconderlo, pero no de los pequeños que no tienen ni qué evadir". Miguel Ángel, que nació en un pueblo de Toledo y llegó a Francia con 12 años en 1961, resume de forma sencilla el malestar que sienten muchos franceses y que le ha llevado a él y a sus vecinos a enfundarse un chaleco amarillo desde hace tres semanas.

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