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Los bancos griegos, una silenciosa bomba de relojería que amenaza a la UE
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los créditos morosos superan el 50%

Los bancos griegos, una silenciosa bomba de relojería que amenaza a la UE

Son gigantes con pies de barro por su alta ratio de créditos morosos, que alcanzan cifras millonarias —la mitad que acumula Italia— y suponen un riesgo para toda la eurozona

Foto: Alexis Tsipras. (Reuters)
Alexis Tsipras. (Reuters)

El uno de octubre fue una fecha histórica para los bancos griegos. El Gobierno decretaba el fin del control de capitales —la limitación de disponer del dinero en las cuentas bancarias de los ciudadanos y empresas— tras un largo camino que duraba ya desde junio de 2015, cuando el pánico por la falta de acuerdo con los acreedores para los términos del tercer rescate estampó en la memoria colectiva varias noches y días de largas colas ante los cajeros y escenas de incertidumbre inauditas en las calles griegas. Hasta entonces, que la troika iba en serio no había calado en el estado de ánimo de la población.

El fin de los controles de capitales, junto a la reciente salida de Grecia de una década de rescates, supone pasar página a una época turbulenta. La progresiva bajada en su dependencia del ELA —la línea de liquidez de emergencia del BCE— de las entidades griegas y el aumento de los depósitos ya apuntaban a que la salida del rescate en agosto permitiría, gracias al acompañamiento de una cierta recuperación de la confianza general en los bancos, terminar con la anomalía del corralito.

Pero esto es solo la punta del iceberg, un movimiento simbólico, para con unos bancos que son gigantes con pies de barro por un problema conocido, aunque pospuesto: su alta ratio de créditos morosos. Grecia es de largo el país de la UE con mayor porcentaje de estos préstamos impagados, y su total (se estima 106.000 millones de euros) es aproximadamente la mitad de los que tiene Italia, con una economía mucho más pequeña.

placeholder Stournaras, el gobernador del Banco de Grecia, se ha alineado con el Gobierno para pedir calma. (Reuters)
Stournaras, el gobernador del Banco de Grecia, se ha alineado con el Gobierno para pedir calma. (Reuters)

En términos relativos, el 50% de los créditos bancarios son morosos. Las entidades más importantes y sistémicas tienen en cartera una proporción de ellos insostenible a corto plazo, como apunta Goldman Sachs, que avisaba recientemente de que cualquier turbulencia en la economía mundial derribará las entidades como castillos de naipes. Bancos como el Pireo (55% de créditos morosos), Alpha Bank (52%) y Banco Nacional (42%) han perdido en bolsa un 40% de su valor solo en el último año. Un 99% desde que empezó la crisis.

Hasta el presidente del Banco de Grecia, Yanis Stournaras, siempre presto a darle un capón al Gobierno por su gestión económica, ha echado un capote llamando a la tranquilidad y asegurando que esta bajada se debe a “causas externas”. La situación es grave cuando los enemigos cierran filas.

No quiere meter dinero en la banca

Uno de los problemas de cara a buscar una salida a esta situación es que el Ejecutivo de Alexis Tsipras, junto a su ministro de Finanzas, Euclides Tsakalotos, quiere evitar a toda costa dar la sensación de que está “metiendo dinero para salvar a los bancos”. De momento, un rescate a las bravas queda descartado. Y es que esto no solamente haría aumentar la ya monstruosa deuda (cerca del 180% del PIB) sino que además sería una propaganda destructiva de cara a las elecciones legislativas que se aproximan, justo cuando Atenas quiere arrancarle a la troika el compromiso de que puede congelar la enésima bajada de pensiones. Hay voluntad de acabar con el problema si eso no supone inmolarse políticamente.

placeholder Tsipras no quiere inyectar dinero público en los bancos. (Reuters)
Tsipras no quiere inyectar dinero público en los bancos. (Reuters)

Es por ello que el Ejecutivo podría estar barajando, por ejemplo, la creación de un banco malo en el que introducir estos activos tóxicos, como ya se ha hecho en otras partes de la UE recientemente, incluida España; aunque también podría probar un sistema de garantías para los bancos con ecos del programa de rescate de entidades bancarias aplicado ya con éxito por Italia.

Todos estos planes, hay que recordar, tienen que tener el visto bueno de la UE, algo que también restringe las opciones. De momento, se mantiene el mutismo desde el Ministerio de Finanzas heleno y en la portavocía de la Comisión Europea, así como un estado de negación del fondo de rescate de la eurozona, el MEDE, que descartaba estar implicado en el diseño de ningún plan para reestructurar los créditos de los bancos de Grecia.

La dificultad de hallar inversores

Otro de los grandes obstáculos para cualquier plan de reducción de los miles de millones de créditos malos de los bancos griegos es la falta de interés de los inversores extranjeros. Si bien las garantías de Italia sirvieron para reducir la carga en los libros de Banca Monte dei Paschi, está por ver si las garantías de uno que ha incumplido en repetidas ocasiones sus compromisos hacen el mismo efecto.

placeholder Más de la mitad de los créditos del Banco del Pireo, el más potente de Grecia, son morosos. (Reuters)
Más de la mitad de los créditos del Banco del Pireo, el más potente de Grecia, son morosos. (Reuters)

Si las escasas empresas griegas que pueden seguir creciendo y pidiendo créditos no los buscan en las entidades nacionales, sino que se desplazan al extranjero para financiar su expansión, es complicado que los extranjeros, salvo fondos buitre, se acerquen de buena fe a invertir en las entidades. El Gobierno griego busca, en medio de este panorama de crecimiento poco robusto y con los comicios a la vuelta de la esquina, un plan para resolver este problema sin que le explote en la cara y arrastre a su vez a la Unión Europea a otra crisis bancaria. No sería la primera vez que camina en el alambre y sale airoso.

El uno de octubre fue una fecha histórica para los bancos griegos. El Gobierno decretaba el fin del control de capitales —la limitación de disponer del dinero en las cuentas bancarias de los ciudadanos y empresas— tras un largo camino que duraba ya desde junio de 2015, cuando el pánico por la falta de acuerdo con los acreedores para los términos del tercer rescate estampó en la memoria colectiva varias noches y días de largas colas ante los cajeros y escenas de incertidumbre inauditas en las calles griegas. Hasta entonces, que la troika iba en serio no había calado en el estado de ánimo de la población.

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