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Lo que Alemania y Europa se juegan en las elecciones de Baviera
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Lo que Alemania y Europa se juegan en las elecciones de Baviera

Las elecciones de Baviera del 14 de octubre son mucho más que unas regionales. Su onda expansiva se va a sentir con total intensidad en Berlín y podrían precipitar el fin de Merkel

Foto: Merkel en la reunión de la coalición conservadora en Berlín (EFE)
Merkel en la reunión de la coalición conservadora en Berlín (EFE)

Las elecciones de Baviera del 14 de octubre son mucho más que unas regionales. Su onda expansiva se va a sentir con total intensidad en Berlín. Y puede alcanzar Bruselas. En ningún caso para bien, si no yerran las encuestas. No se trata de su poderío económico. Ni de su influencia en Berlín. Ni siquiera de la irrupción en su parlamento de los ultraderechistas. Las urnas bávaras pueden precipitar la caída del Gobierno alemán, de una inestabilidad inédita. Y adelantar el fin de la era Merkel.

Según las cinco encuestas que se han publicado en las últimas seis semanas, los comicios bávaros van a arrojar unos resultados como nunca antes se han visto en este Land tan próspero como conservador. En muchos sentidos. La Unión Socialcristiana (CSU), hermanada a nivel nacional con la Unión Cristianodemócrata (CDU) de Angela Merkel, va a situarse entre el 34 y el 36 por ciento. Un mínimo histórico. En segundo lugar van a auparse Los Verdes, con entre un 16 y un 18 por ciento de los votos, toda una hazaña. Entre el 11 y el 13 por ciento de las papeletas serán para el Partido Socialdemócrata (SPD) que agudiza su caída en un estado que nunca le ha sido propicio y revela la erosión de la formación en todo el país.

Ya en cuarta posición se situará la ultraderechista Alternativa para Alemania (AfD), con entre un 10 y un 14 por ciento de los sufragios. Accede por primera vez al parlamento regional, pero con unos resultados por debajo de su media nacional. Entre un 7 y un 11 por ciento se le está pronosticando a los conservadores de los Electores Libres, que podrían lograr su mejor resultado en unas bávaras. A continuación iría el Partido Liberal (FDP) (5-6 %) y, por último, La Izquierda (4-5%), que podría irrumpir por primera vez en el Legislativo regional si supera la barrera legal del 5 por ciento.

AfD y la derecha anti-Merkel

Una primera evidencia es el alza de la derecha anti-Merkel. AfD y los Electores Libres sumarían hasta un cuarto de los votos. La querencia de la canciller por el centro ha arrastrado a su CDU a nivel nacional hacia el centro-derecha y, de alguna forma, descolocado a la CSU en su propio feudo (y la ha agrietado internamente). El partido, que haciendo bandera del conservadurismo ha reinado durante siete décadas interrumpidas Baviera, ha dejado un hueco en su flanco derecho en el que los Electores Libres y AfD, cada uno ha su manera, se han hecho fuertes. La idea de su líder más carismático, Franz Josef Strauß, de que nunca debía haber un partido legal más a la derecha de la CSU es ya historia. Como quizá también sea historia la omnipotencia de su formación en Baviera.

placeholder Seehofer en un acto de campaña en Baviera, donde se juega su futuro al frente de la CSU (EFE)
Seehofer en un acto de campaña en Baviera, donde se juega su futuro al frente de la CSU (EFE)

No obstante, AfD y los Electores Libres son formaciones bien distintas. Estos últimos provienen de una tradición de candidatos independientes, especialmente arraigada en Baviera, que ha acabado cuajando en un partido conservador, estricto en inmigración y con dejes euroescépticos, con raíces personales profundas en muchos municipios. AfD, en cambio, es un partido de nuevo cuño, abiertamente xenófobo y nacionalista, muy ducho en pescar descontentos en las redes sociales. Los Electores Libres nunca han accedido al Gobierno bávaro, pero podrían llegar a entrar en una coalición. No son unos apestados, como lo es AfD.

Los ultraderechistas siguen como un vendaval por las urnas alemanas y van a lograr entrar en otro parlamento regional. Cuando pongan el pie en el bávaro sólo les quedará el del estado federado de Hesse (que caerá también cuando el 28 de octubre celebre sus comicios). Sin embargo, llegar a Múnich será una sensación agridulce si las encuestas no se equivocan. Lograr entre un 10 y un 14 por ciento de los votos no es un resultado especialmente bueno para una formación que en los últimos sondeos a nivel nacional está entre el 16 y el 18 por ciento (por no hablar de los Länder orientales donde supera el 20 por ciento de apoyos).

La sorpresa verde

Una de las grandes sorpresas de estas elecciones -y de la que se está hablando poco- son Los Verdes. Van a pasar de ser un partido minoritario a segunda fuerza. Su éxito corre paralelo, aunque en sentido inverso, al deterioro de los socialdemócratas. Podrían suplantarles como referente del centro-izquierda. Esto no sería una novedad. En el vecino Land de Baden-Württemberg, también próspero y conservador, Los Verdes son la fuerza más votada.

La clave es un viraje hacia el centro de Los Verdes, una moderación que está dejando de lado a su ala más izquierdista y radical. La tendencia, que empezó en Baden-Württemberg, es ya claramente palpable a nivel nacional (donde también los sondeos les sitúan a punto de dar caza a un SPD a la baja). Precisamente en este estado federado colindante con Baviera, Los Verdes gobernaron en la anterior legislatura junto a los socialdemócratas. Pero en la actual se han aliado con los conservadores de Merkel. La canciller lo intentó a nivel federal, cuando tras las elecciones de hace un año negoció un tripartito con liberales y verdes. Pero no pudo ser. No porque Los Verdes no quisieran, sino porque el PFD se rajó en el último momento. Demasiadas cesiones. O quizá tan sólo miedo escénico.

El descalabro de la CSU

Pero el elemento decisivo de estas elecciones, el que puede provocar un verdadero terremoto, es el resultado de la CSU. Porque si como dicen las encuestas se queda entre el 36 y el 38 por ciento de los votos, rodarán cabezas (serían unos diez puntos porcentuales menos que en los anteriores comicios). Antiguos líderes de la formación tuvieron que dimitir tras no lograr el 50 por ciento hace no tantos años. Tanto el presidente del partido, Horst Seehofer, como el presidente bávaro y candidato a la jefatura del gobierno, Markus Söder, lo saben. Y por eso están hiperactuando desde hace semanas.

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Merkel y Seehofer mantienen una tensa relación, especialmente tras las últimas crisis de gobierno (REUTERS)

Sólo con este contexto se puede entender las dos grandes crisis que ha desencadenado Seehofer en el Gobierno alemán -donde es ministro de Interior- en apenas seis meses. La primera, antes del verano, amenazando con cerrar las fronteras para impedir la entrada de inmigrantes frente al criterio de Merkel. Amagó incluso con dimitir. Luego argumentó que había forzado a la canciller (con la que mantiene una pésima relación) a negociar devoluciones con otros países de la UE.

La otra crisis, hace apenas unas semanas, cuando se empeñó en mantener al jefe de los servicios secretos internos, pese a varias acciones que lo situaban demasiado cerca de la ultraderecha. Al final, logró evitar su cese fulminante y lo recolocó -en un dificultoso pacto con la canciller y la dirección del SPD- como asesor de su ministerio. Pero volvió a poner en jaque al gobierno con una retórica anti-Merkel, debilitándolo de forma difícilmente reparable.

En las dos ocasiones trató de posicionarse nítidamente a la derecha, buscando cerrar el hueco abierto por AfD y los Electores Libres, distanciándose de Merkel. Sobre todo en lo relativo a los refugiados. Como cuando dijo, provocando otra ventolera en Berlín a finales del verano, que la inmigración era "la madre de todos los problemas". Pensando que así podría recuperar votos en casa. Pero sus acciones, que han hecho tambalearse al Ejecutivo en Berlín mucho más que cualquier arremetida de la oposición, no han logrado mover las encuestas en su Land natal.

¿Redil o monte?

Así, las elecciones en Baviera son un gran pozo de incertidumbre. Porque pueden suponer la caída de Seehofer como presidente de la CSU. Y, quizá también, su marcha del Ministerio de Interior. Entonces ese partido desnortado y herido buscará un nuevo líder y una nueva dirección. Esto tendrá su reflejo en el socio de coalición que tendrán con seguridad que buscar para gobernar Baviera, pero también se evidenciará en la estrategia que vaya a seguir dentro del Ejecutivo en Berlín.

placeholder El líder del partido tradicional de extrema derecha 'Electores Libres' haciendo campaña (REUTERS)
El líder del partido tradicional de extrema derecha 'Electores Libres' haciendo campaña (REUTERS)

Si se opta por devolver a la CSU al redil moderado de Merkel, la calma regresará a Berlín. Los liberales podrían convertirse en socios de gobierno en Múnich, como entre 2008 y 2013. Improbable es que tratasen de negociar con Los Verdes, aunque dependiendo de la aritmética podrían verse forzados a ello. Sin embargo, si tras la debacle electoral toma las riendas de la formación un perfil aún más derechista, tratará de recuperar terreno ante AfD y los Electores Libres. Tirar al monte. Entonces los problemas en el Gobierno alemán no habrían hecho más que comenzar.

La parálisis se acrecentaría tanto en el ámbito nacional como en el europeo. El SPD tendría aún más motivos para dar carpetazo a una coalición en la que nunca estuvo a gusto. El actual run run de adelanto electoral y fin de la era Merkel de círculos políticos y mediáticos se volvería ensordecedor. ¿Y en Baviera? La CSU podría volverse hacia su derecha para buscar socio de gobierno. La ultraderecha está, parece, fuera de toda cuestión. Pero no los Electores Libres. Sería un nuevo tabú roto.

Las elecciones de Baviera del 14 de octubre son mucho más que unas regionales. Su onda expansiva se va a sentir con total intensidad en Berlín. Y puede alcanzar Bruselas. En ningún caso para bien, si no yerran las encuestas. No se trata de su poderío económico. Ni de su influencia en Berlín. Ni siquiera de la irrupción en su parlamento de los ultraderechistas. Las urnas bávaras pueden precipitar la caída del Gobierno alemán, de una inestabilidad inédita. Y adelantar el fin de la era Merkel.

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