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Veinte euros la entrada para escuchar a Puigdemont 'loco de rabia' en Ámsterdam
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no se espera a políticos holandeses

Veinte euros la entrada para escuchar a Puigdemont 'loco de rabia' en Ámsterdam

Será el 2 de octubre, tan solo un día después de que se cumpla un año del referendo ilegal del 1-O sobre la independencia de Cataluña

Foto: Puigdemont presenta su nuevo libro en Bruselas. (EFE)
Puigdemont presenta su nuevo libro en Bruselas. (EFE)

Un total de 20 euros. Ese es el precio que hasta 750 personas pagarán por escuchar, en directo, a una figura hoy controvertida. No es una estrella del rock ni un artista. Se trata, nada menos, que del expresidente de la Generalitat, hoy reconvertido en líder espiritual del independentismo catalán, Carles Puigdemont. Será el 2 de octubre, tan solo un día después de que se cumpla un año del referendo ilegal del 1-O sobre la independencia de Cataluña, cuando la policía intentó desalojar los colegios y las imágenes dieron la vuelta al mundo, marcando una nueva cota máxima en la tensión catalana, que culminó con la declaración unilateral de independencia.

Un año después, Puigdemont está 'mad as hell' (loco de rabia), si atendemos al título que han dado los organizadores al evento en que presentará su libro. Se celebrará en el centro de debate más popular de Ámsterdam, De Balie. Un escenario donde no es la primera vez que se da voz a los independentistas catalanes. Consideran sus responsables que en España están “oprimidos”, que “no se les permite hablar”, por lo que este espacio cultural —privado, autofinanciado, pero con una subvención municipal del 18%—, situado en el Teatro Internacional de Ámsterdam, es el lugar perfecto para dar a conocer “qué pasa realmente” en Cataluña, según dicen a El Confidencial fuentes de la institución.

Foto: Foto: Reuters.

Fue aquí donde el pasado junio el artista Santiago Sierra o el expreso del franquismo Pablo Mayoral afirmaron que Madrid sigue “aferrada a los cimientos de Franco” y que existen “presos políticos” encarcelados en “peores condiciones que las de la dictadura con los disidentes. Entre el público, se vieron miradas de asombro, acompañadas por aplausos de simpatía hacia Txell Bonet, la pareja de Jordi Cuixart, quien relató “la tortura de los viajes semanales a Madrid” para visitar al padre de su bebé, en prisión preventiva desde hace casi un año.

placeholder La obra 'Presos políticos' de Santiago Sierra que fue censurada en la pasada edición de ARCO. (EFE)
La obra 'Presos políticos' de Santiago Sierra que fue censurada en la pasada edición de ARCO. (EFE)

Uno tras otro contaron su versión de los hechos, en un monólogo en que el intercambio de opiniones con los presentes destacó por su ausencia. Pero el centro de debates De Balie lo celebró como un auténtico logro. En el próximo evento, quieren repertir éxito. Apelan al público con un título potente: 'Signo de los tiempos: loco de rabia', la traducción que más se acerca a la expresión inglesa 'mad as hell'. Y, según la publicidad, el expresidente catalán hablará “sobre la ira en Europa” a un público que variará entre los catalanes residentes en Holanda —muy activos en los últimos meses en las redes sociales pidiendo la liberación de los presos del ‘procés’— y algunos holandeses dispuestos a pagar los 20 euros de entrada para escuchar a uno de los políticos más populares de los últimos tiempos.

Curiosidad entre los holandeses

No hay ningún indicador que permita cuantificar el grado de simpatía existente hacia la causa catalana entre los holandeses. Pero, sin duda, la cuestión suscita interés. Los holandeses han visto los vídeos de intervención policial del 1-O, al (entonces) presidente huido por la puerta de atrás de Cataluña abandonnado el barco con parte de su tripulación aún dentro, medio Govern en prisión por rebelión y titulares de todos los medios augurando problemas para un país miembro de la Unión Europea. Con estos ingredientes, la crisis catalana está en boca de todos.

Y se suman a la propia leyenda negra que precede a lo español enHolanda, país que tiene su propia memoria histórica de los conflictos pasados y las rebeliones propias contra la Corona española. De hecho, es raro el holandés que al conocer a un español por primera vez no mencione al duque de Alba (por aquella Guerra de los Ochenta Años que este duque dirigió y que supuso la independencia de los Países Bajos del imperio español de Felipe IV), para después pasar a "qué pasa en Cataluña", empujado por la curiosidad sobre aquella región del sur en la que veranea cada año.

placeholder Sala en la que hablará Puigdemont, a 20 euros la entrada. (Jan Boeve / De Balie)
Sala en la que hablará Puigdemont, a 20 euros la entrada. (Jan Boeve / De Balie)

El único intento que hubo de crear un movimiento público de presión a favor de la independencia catalana en los Países Bajos se dio hace 11 meses. Con poco éxito. Alguien creó un evento en 'petities.nl', una web de recogida de firmas 'online'. Solo logró siete rúbricas. “Todos hemos visto las terribles imágenes de la intervención de la policía española (…) Esas son las prácticas de Franco que han tenido lugar últimamente. Intentan impedir la independencia (…) Así es como España intenta asustar a los catalanes”, rezaba la petición, apoyada por dos personas anónimas. El objetivo era enviar una carta firmada al Parlamento holandés, en la que se pedía al Gobierno que presionara a España o “tomara medidas si es necesario”. Poco respaldo tuvo aquello, que murió en el intento.

El Gobierno holandés, al margen

De momento, ningún miembro del Gobierno del liberal Mark Rutte parece querer involucrarse en un evento como este, que le puede costar tensiones en las relaciones con España. Holanda necesita más que nunca el apoyo español (y el italiano) para hacer frente al eje Macron-Merkel en los debates en el seno de las instituciones europeas, tras perder el tradicional respaldo británico a consecuencia del Brexit a partir del próximo marzo. El Ejecutivo holandés está formado por cuatro partidos diferentes, los liberales de Rutte (VVD), los democristianos (CDA), los progresistas (D66) y Unión Cristiana, que en ciertas cuestiones no hablan al unísono, pero en general tienen claro que la cuestión catalana es “un asunto interno” de España y que debe solucionarse con el diálogo.

Foto: Los portavoces de la Crida Nacional per la República, Gemma Geix (c), Ferran Mascarell (d) y Antoni Morral (i), durante la rueda de prensa. (EFE)


Después del referéndum ilegal del pasado 1 de octubre, el primer ministro holandés consideró que España estaba en “su derecho” de frenar aquello, aunque pidió que “se resuelva en el marco del diálogo político”. El líder de D66, Alexander Pechtold, consideró que Bruselas debía mediar en busca de una solución. Del resto de partidos, varios reaccionaron contra la acción policial que se utilizó para desalojar los colegios pero nadie mostró claras simpatías con la figura de Puigdemont como 'héroe de la causa'. Ni siquiera lo hizo el propio Geert Wilders, del Partido de la Libertad (PVV), a diferencia de lo que sí hicieron sus homólogos de la ultraderecha europea, apoyando públicamente al 'expresident' cada vez que visitaba sus respectivos países, como fue el caso de Dinamarca, Finlandia, Alemania o Bélgica.

Wilders, siguiendo su línea eurófoba y aprovechando cualquier oportunidad, compartió en su Twitter las imágenes de la actuación policial del 1-O asegurando que “esta es la Europa” de 2017, pero no se ha mostrado muy activo con la causa catalana. Al líder antiislamista le va otro tipo de marcha, como la organización de un concurso de caricaturas de Mahoma que ha tenido que cancelar a última hora presionado por las amenazas a la seguridad nacional. Desde hace un año, no ha vuelto a decir nada sobre la crisis en Cataluña y su partido no confirma ni desmiente si el político ultraderechista tiene pensado ir al evento como gesto de apoyo. Tampoco es habitual conocer su agenda, ya que se trata del político más amenazado del país y solo sale a la calle acompañado de su equipo de seguridad.

Oposición y fieles

Para De Balie, a quien tampoco le gustaría que su nombre se relacionara con la ultraderecha ni con el discurso de Wilders, Puigdemont es “alguien que provoca mucha oposición en el endurecido debate político europeo, pero que también sabe jugar con el cabreo popular en su lucha por una Cataluña independiente”. Por ello, y durante el evento en el que el líder catalán presentará también su libro 'La crisis catalana, una oportunidad para Europa', se pretende responder a dos preguntas primordiales: “¿Tenemos que encontrar una manera de superar la ira política? ¿O es la ira una sentimiento indispensable en la lucha por la igualdad de derechos?”.

placeholder Puigdemont, ante la 'prisión' portatil con que la ANC quiso recordar a los 'presos políticos'. (Reuters)
Puigdemont, ante la 'prisión' portatil con que la ANC quiso recordar a los 'presos políticos'. (Reuters)

Será el propio director del De Balie, Yoeri Albrecht, quien lo entreviste esa misma noche en el marco de su programa 'Signo de los tiempos', donde hasta ahora se han debatido temas sociales como las identidades sexual, política o colonial. Estas jornadas llevaron al escenario a importantes políticos, como el líder de Foro para la Democracia, Thierry Baudet, o la alcaldesa de Ámsterdam, Femke Halsemae, entre otros. En su conferencia, Puigdemont tendrá la oportunidad de dirigirse a un público interesado en conocer más sobre su ansia por la independencia, pero también podrá hacer balance ante sus más fieles seguidores en Holanda un año después de aquel 1-O que acabó con su carrera como ‘president’, convirtiéndolo —como le espetó hace dos días un periodista belga— en un “mártir” de la causa que mantiene en vilo a Europa.

Un total de 20 euros. Ese es el precio que hasta 750 personas pagarán por escuchar, en directo, a una figura hoy controvertida. No es una estrella del rock ni un artista. Se trata, nada menos, que del expresidente de la Generalitat, hoy reconvertido en líder espiritual del independentismo catalán, Carles Puigdemont. Será el 2 de octubre, tan solo un día después de que se cumpla un año del referendo ilegal del 1-O sobre la independencia de Cataluña, cuando la policía intentó desalojar los colegios y las imágenes dieron la vuelta al mundo, marcando una nueva cota máxima en la tensión catalana, que culminó con la declaración unilateral de independencia.

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