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El peor momento de Merkel: claves de la nueva crisis que atenaza a la canciller
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El peor momento de Merkel: claves de la nueva crisis que atenaza a la canciller

El capital político de la canciller, antaño incontestable, aparece cada vez más erosionado e incluso han comenzado a sonar rumores de elecciones anticipadas. Merkel promete enmendarlo

Foto: Merkel y la que se perfila como su sucesora, AKK, en un congreso de la CDU. (Reuters)
Merkel y la que se perfila como su sucesora, AKK, en un congreso de la CDU. (Reuters)

Angela Merkel está en uno de sus peores momentos políticos. Las sucesivas crisis internas están consumiendo una gran coalición cada vez más mermada, una alianza contra natura profundamente fracturada en medio año a la que apenas mantiene unida el miedo a unas nuevas elecciones. El capital político de la canciller, antaño incontestable, aparece cada vez más erosionado. Merkel acaba de disculparse públicamente, en un gesto inédito, y ha tratado de reorientar el rumbo de un barco a la deriva. Está por ver si puede enderezarlo. En Berlín empieza a oler a cambio de era.

"Lo lamento mucho". Con estas inusuales palabras, la canciller ha tratado este lunes de pasar página a su última crisis interna, que arrastra desde hace más de dos semanas. Como ya sucedió justo antes del verano, un asunto controvertido se ha convertido —debido a la debilidad de la gran coalición— en una crisis interna. Y su solución, que debía conjugar intereses muy distintos, ha acabado por no satisfacer a nadie y generar un tsunami de críticas —tanto en la opinión pública como en los medios y en las bases de los partidos— que ha obligado a esta excepcional disculpa.

El desencadenante del último episodio de las desavenencias de la gran coalición es el ahora exjefe de los servicios secretos del interior Hans-Georg Maassen. Objeto de polémica durante el verano por haber mantenido varias reuniones de dudosa justificación con líderes del ultraderechista Alternativa para Alemania (AfD), Maassen afirmó el pasado 7 de septiembre que no había evidencias de que en Chemnitz se hubiesen producido 'cacerías' neonazis a extranjeros a finales de agosto. A pesar de los vídeos que las recogieron y los testimonios de varios testigos. La propia canciller había condenado los hechos. Y el presidente de la Oficina para la Protección de la Constitución (BfV) se permitió argumentar, en una entrevista que concedió al tabloide 'Bild', que los vídeos podían ser falsos y parte de una campaña de desinformación.

placeholder El exjefe de los servicios secretos del interior Hans-Georg Maassen. (Reuters)
El exjefe de los servicios secretos del interior Hans-Georg Maassen. (Reuters)

De seguido emergieron las grietas de la coalición. Porque el Partido Socialdemócrata (SPD) salió en tromba a exigir su cese, mientras el ministro de Interior, Horst Seehofer, a la sazón líder de la conservadora Unión Socialcristiana (CSU) de Baviera y responsable político de la BfV, respaldó al jefe del espionaje interno. Tras varios tiras y aflojas que pusieron en peligro los cimientos de la alianza, los tres partidos parecieron llegar a un acuerdo el martes de la semana pasada tras una negociación con el inconfundible sello Merkel. Maassen dejaría la Inteligencia alemana, como quería el SPD. Pero sería recolocado en el Ministerio de Interior, que le despejaba una Secretaría de Estado, siguiendo el deseo de mantenerlo de los conservadores bávaros.

Una renegociación 'in extremis'

La propuesta le explotó en las manos a la coalición. Por si la recolocación en un puesto político sensible no era suficiente, el salario de Maassen iba a pasar de más de 11.500 euros brutos al mes a unos 14.000. Un cese con forma de ascenso. La lluvia de críticas no dejó a nadie indemne en el Gobierno, pero se cebó especialmente con la presidenta del SPD, Andrea Nahles, que ya el viernes pasado pidió por escrito a Merkel y Seehofer un nuevo acuerdo. La canciller, viendo que la situación era insostenible, forzó una renegociación de los términos.

Así, Maassen pasará ahora a ser "consejero especial" para asuntos europeos e internacionales en el Ministerio de Interior. Manteniendo el sueldo anterior. Los partidos vendieron este lunes el nuevo acuerdo con precaución. La canciller recalcó que el nuevo acuerdo es "adecuado", porque las áreas competenciales son distintas, y "comprensible para el ciudadano", porque "no constituye un ascenso". Pero junto a este mensaje inicial, la canciller lanzó otro igual de importante. Merkel lamentó que en las últimas semanas la coalición se haya ocupado "mucho de sí misma" en lugar de "resolver los problemas de la gente". "Esto debe cambiar", sentenció Merkel, dando a entender que ahora viene el golpe de timón para recuperar el pulso político y la confianza derramada en estos desastrosos primeros meses de gobierno.

placeholder Seehofer abandona uno de los encuentros de la coalición para resolver la crisis. (Reuters)
Seehofer abandona uno de los encuentros de la coalición para resolver la crisis. (Reuters)

La encuesta 'Deutschlandtrend' del pasado viernes apuntaba que la gran coalición ha cedido 8,4 puntos porcentuales con respecto de las elecciones de septiembre y que el nombre ya le queda grande. Si entonces sumaron un 53,4% de los votos, ahora se quedarían en un 45%. Las culpas se reparten a medias. El bloque conservador de Merkel perdería casi cinco puntos y los socialdemócratas, tres y medio. Los dos grandes partidos tradicionales, en sus peores registros en décadas.

Elecciones en Baviera

Gran parte del nerviosismo viene de esta caída en los sondeos. Especialmente porque con las divisiones internas han arreciado los rumores de elecciones anticipadas. La decisión sería inusual, pero hay precedentes. Además, en el acuerdo de coalición —el catálogo de medidas que se pactaron para la legislatura—, se acordó que a los dos años se analizarían los avances y se decidiría si se seguía adelante. En la actualidad, la mayor parte de la población no quiere adelantar los comicios. Pero la opinión pública podría fluctuar si no se ataja el actual rosario de crisis.

Quien está especialmente pendiente de las encuestas es la CSU. Porque los de Seehofer tienen elecciones en Baviera el 14 de octubre y los sondeos pronostican que su partido, hegemónico desde hace siete décadas en el Land, parece abocado a un resultado históricamente malo ante el ascenso de AfD y de los ultraconservadores Electores Libres. La CSU seguirá siendo primera fuerza, pero necesitaría un socio de gobierno. Esto se ha saldado en el pasado con dimisiones. Seehofer lo sabe y por eso está escorándose hacia la derecha en el escándalo Maassen o en la cuestión migratoria. Para tratar de cerrar el paso a estas formaciones ante el temor de perder la presidencia del partido y quién sabe si también el Ministerio de Interior. Podría ser el fin de su carrera política. En Berlín, hay quienes confían en que el 15 de octubre se despeje el cielo con la salida del elemento más discordante del Ejecutivo y un amansamiento de la CSU.

placeholder Merkel, con Seehofer detrás, su socio y, a la vez, su principal dolor de cabeza. (Reuters)
Merkel, con Seehofer detrás, su socio y, a la vez, su principal dolor de cabeza. (Reuters)

Merkel, en su última legislatura, también podría irse por la puerta de atrás. El halo de gran estadista —que le valió el sobrenombre de 'líder del mundo libre' tras la elección de Donald Trump— se ha esfumado con los problemas para formar Gobierno, el mediocre acuerdo de coalición que carece de visión y ambición, la falta de estrategia frente a AfD y los problemas en la gestión de la migración (que no contentan ni a quienes quieren cerrar las fronteras ni a quienes abogan por mantenerlas abiertas).

Europa, mientras tanto, puede esperar sentada. Si Berlín ya era escéptica ante la reforma de la eurozona propuesta por el presidente francés, Emmanuel Macron, ahora ha dejado el grueso del plan en dique seco. El sistema de asilo común tampoco sale adelante. Del plan para avanzar hacia la integración en seguridad y defensa apenas se oye nada desde hace meses. El Gobierno no está ni se le espera. Al menos hasta el 15 de octubre.

Angela Merkel está en uno de sus peores momentos políticos. Las sucesivas crisis internas están consumiendo una gran coalición cada vez más mermada, una alianza contra natura profundamente fracturada en medio año a la que apenas mantiene unida el miedo a unas nuevas elecciones. El capital político de la canciller, antaño incontestable, aparece cada vez más erosionado. Merkel acaba de disculparse públicamente, en un gesto inédito, y ha tratado de reorientar el rumbo de un barco a la deriva. Está por ver si puede enderezarlo. En Berlín empieza a oler a cambio de era.

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