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Un adolescente indonesio sobrevive 49 días a la deriva en una cabaña de pesca
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BEBÍA AGUA DE MAR FILTRADO EN SU ROPA

Un adolescente indonesio sobrevive 49 días a la deriva en una cabaña de pesca

El joven, de 19 años, se quedó en mitad del mar después de que una fuerte tormenta arrasara con el anclaje de su barco

Foto: El rompong en el que Aldi permaneció 49 días (Foto: Facebook del Consulado de  Indonesia en Osaka)
El rompong en el que Aldi permaneció 49 días (Foto: Facebook del Consulado de Indonesia en Osaka)

El de Aldi Novel Adilang sea, posiblemente, uno de los trabajos más duros que hay en el mundo: el joven tenía que pasar seis meses en soledad en una cabaña de pescador en mitad del mar encendiendo y apagando la luz para atraer a los peces. Sólo vería humanos una vez a la semana, que serían los encargados de llevarle provisiones como agua, comida, fuel para cocinar, etc. Pero como todo puede ir siempre a peor, Aldi ha sufrido una historia conmovedora.

El trabajo de Aldi es común en Indonesia. Existen unos botes con forma de cabaña conocidos como ‘rompong’ que sirven para pescar gracias a unas trampas que llevan incorporadas en los bajos. El trabajo de Aldi consiste en encender una luz cada noche para atraer a los peces y apagarla cada mañana cuando llega el día. El barco no se mueve en mitad del mar al estar sujeto al fondo con anclas y se suspende con varias boyas. Está a 125 kilómetros de la costa.

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Sin embargo, el pasado 14 de julio una tormenta arrasó el anclaje del ‘rompong’ de Aldi, que quedó a la deriva y fue arrastrado por las olas. Durante un mes y medio no se supo nada de él hasta que un barco con bandera panameña lo encontró el pasado 31 de agosto. Durante ese tiempo, el joven indonesio ha tenido que alimentarse de los peces que capturaba el barco, cocinándolos con madera que iba arrancando a la cabaña. Conseguir agua ha sido imposible y ha tenido que conformarse con beber agua del mar filtrada a través de su propia ropa para quitarle algo de salinidad.

Se recupera en casa

No es de extrañar que Aldi pensara más de una vez en el suicidio, como ha reconocido al diario local TribunManado. Estaba convencido que moriría en el medio del mar, aunque los consejos de sus padres sobre rezar en momentos de angustia y la biblia que tenía en el barco evitaron que diera el paso.

El barco panameño acogió a Aldi y le cuidó hasta que llegaron una semana después al puerto japonés de Tokuyama. Fajar Firdaus, un diplomático indonesio que trabaja en el consulado de Osaka, asegura al Jakarta Post que “cada vez que el joven veía a un barco se llenaba de esperanzas, pero pasaron más de 10 barcos junto a él sin verle”.

Esta vez, como parecía que tampoco le iban a ver, lanzó una señal de socorro por la radio que resultó su salvación. Aldi voló dos días después de vuelta a casa, en la ciudad indonesia de Manado, y goza de buena salud, aunque, probablemente, cambie de trabajo en el futuro.

El de Aldi Novel Adilang sea, posiblemente, uno de los trabajos más duros que hay en el mundo: el joven tenía que pasar seis meses en soledad en una cabaña de pescador en mitad del mar encendiendo y apagando la luz para atraer a los peces. Sólo vería humanos una vez a la semana, que serían los encargados de llevarle provisiones como agua, comida, fuel para cocinar, etc. Pero como todo puede ir siempre a peor, Aldi ha sufrido una historia conmovedora.

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