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Juncker carga contra la "cerrazón nacionalista": "Es un veneno peligroso"
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pide unidad y aprobar medidas antes de mayo

Juncker carga contra la "cerrazón nacionalista": "Es un veneno peligroso"

Doce meses. Eso es lo que le resta a Jean-Claude Juncker como presidente de la Comisión Europea, un tiempo que espera aún aprovechar con inmunerables frentes abiertos.

Foto: Juncker llamando al orden, en una reunión semanal del colegio de comisarios (EFE)
Juncker llamando al orden, en una reunión semanal del colegio de comisarios (EFE)

Los suyos afirman que Jean-Claude Juncker no está aún de salida. Que en los doce meses que le restan de mandato, pretende dar aún guerra. Y lo reafirman con una lista de nuevas propuestas que hoy la Comisión Europea ha puesto a los países para que aprueben cuanto antes. Pero Juncker, aunque sigue siendo un firme europeísta, ha perdido la pasión. O no le quedan fuerzas, o está desencantado. Sabe que la Unión Europea se encamina hacia unas elecciones en las que la ultra derecha va a ganar terreno. Y que, mientras, los países se pierden en los grandes debates, incapaces de ponerse de acuerdo y de dar soluciones a los grandes problemas europeos: cómo gestionar la migración, cómo reforzar el euro o la fiscalidad.

Si las capitales necesitan un incentivo para mover sus posiciones, qué mejor que el avance de la ultra derecha, que hoy ha optado en su mayoría por no acudir a escuchar las palabras de Juncker. Y, como tal, lo ha recordado. "Nación y Europa deben ir de la mano, no se excluyen (...) El patriotismo es una virtud, la cerrazón nacionalista es un veneno peligroso", ha advertido. Ante los ultras y la extrema derecha que "destruye", que propaga el "odio", hace falta unión y soluciones europeas, ha asegurado.

"Europa es demasiado pequeña para dividirse", ha dicho Juncker, en un llamamiento a las capitales a abandonar los enfrentamientos norte/sur, este/oeste, para buscar soluciones comunes. Juncker, que ha querido liderar la Comisión Europea más política, se ha chocado con el muro de la realidad. Vino con ideas, muchas de ellas buenas -las cuotas obligatorias de reparto de refugiados, por ejemplo- pero no ha logrado empujar a los países a dejar de lado las dudas. Sin voluntad política en las capitales europeas, poco puede hacer Bruselas.

Juncker ha recordado que no hay motivos para dormirse en los laureles. Lo lleva diciendo desde que tomó las riendas en Bruselas, cuando advirtió que la suya era la "Comisión de la última oportunidad". Y, en buena medida, esta oportunidad ha sido perdida. No porque Juncker y los suyos no hayan presentado propuestas -muchas de ellas han salido adelante, más de la mitad- en estos cuatro años, sino porque los grandes temas siguen sin resolverse. Y eso es culpa, mayormente, de los gobiernos europeos. "Cuando vayamos a votar en mayo, los ciudadanos no querrán saber lo que la CE ha propuesto", sino qué ha hecho la UE, recalca. Apunta a un caso claro: la "Tasa Google", que tras un buen comienzo, ahora parece que podría embarrarse en los detalles técnicos. Para variar.

Guardacostas y retornos más rápidos

Durante su discurso, más monótono de lo que acostumbra, Juncker ha propuesto crear una verdadera guardia fronteriza y costera europea que proteja las fronteras exteriores de la Unión Europea. Este cuerpo contaría con 10.000 efectivos para 2020, tal y como adelantaron El País y este diario, que se coordinarían con los agentes nacionales. Su presupuesto, financiado con fondos europeos, se vería aumentado respecto al que recibe ahora Frontex y su mando, estaría centralizado a nivel comunitario. Una idea que ya levantó ampollas en 2015, cuando Juncker propuso la creación de un cuerpo similar con 1.500 agentes.

placeholder Juncker, durante un discurso templado, pese al momento crucial que atraviesa la Unión Europea (REUTERS)
Juncker, durante un discurso templado, pese al momento crucial que atraviesa la Unión Europea (REUTERS)

La idea está en línea con las demandas de los países que abogan por aplicar mano dura con la inmigración, pero también con aquellos que piden una mejor gestión de la migración, para garantizar un mayor control en los accesos y evitar que las capitales se vean tentadas a cerrar sus fronteras dentro de la UE, como ya ha sucedido a raíz de la crisis de refugiados de 2015. Sin embargo, esta medida dificilmente contentará al gobierno italiano, ya que no va acompañada de un reparto entre los países europeos de aquellos que llegan a sus costas, pese a todo. Y crea recelos en otros países, ya que se podrán enviar agentes a sus fronteras sin su consentimiento.

Juncker ha recordado a los países sus obligaciones e insistido en la necesidad de que lleguen a un consenso que desbloquée propuestas legislativas clave, como la reforma de Dublín -el sistema de reparto de refugiados. Y ha contratado con nuevas propuestas, como la que plantea reforzar las normas europeas que regulan las condiciones en las que pueden ser devueltos los migrantes irregulares. "Hay que acelerar los retornos", ha dicho.

Según ha podido saber el Confidencial, el texto contempla las devoluciones exprés en algunos casos concretos, como los saltos de las vallas de Ceuta y Melilla, aunque pide que todas estas personas tengan acceso a poder pedir asilo si es necesario, algo que a día de hoy no se cumple, según un reciente informe del Tribunal de Estrasburgo. Pero Bruselas también cree que la UE debe abrir nuevas vías legales para que lleguen migrantes, por lo que pondrá el debate sobre la mesa con una comunicación, pero aún no una propuesta de ley. "Va a seguir llegando gente a Europa, se trata de gestionar a futuro", explicaron las citadas fuentes europeas.

placeholder Migrantes en Ceuta, una de las fronteras de la UE que más presión recibe a día de hoy (REUTERS)
Migrantes en Ceuta, una de las fronteras de la UE que más presión recibe a día de hoy (REUTERS)

Juncker también quiere que se refuerze la Agencia Europea para el Asilo (EASO), para que deje de ser un órgano de mera coordinación y pase a tener enjundia propia. Y ha hecho especial hincapié en la necesidad de reforzar los vínculos con África, dentro de lo que la Comisión propone abrir contactos para establecer acuerdos de libre comercio entre ambos bloques: UE-África, en lugar de negociar país con país. La idea es dejar de lado la retórica parternalista y "humillante" para África, para apostar por el continente vecino como una gran oportunidad para Europa en la que otros, como China, ya están invirtiendo.

Medidas electorales y poner fin a los bloqueos

Con las próximas elecciones europeas, unos comicios en los que la extrema derecha y los eurófobos pretenden ganar terreno, Juncker quiere ofrecer resultados concretos a los ciudadanos. Y apuesta por centrase en los próximos doce meses en las cosas "pequeñas", pero tangibles, como la "Tasa Google", la supresion del cambio de hora verano/invierno en la UE, que hoy la Comisión Europea propone formalmente y la prohibición de los plásticos de un solo uso. Plantea también medidas de más altos vuelos, como reforzar el rol internacional del euro frente al dólar o reforzar la seguridad -con especial atención a que no haya intervenciones y manipulaciones en los comicios europeos de mayo.

Una medida de especial calado, que puede sonar técnica pero que, de facto, es muy potente, es la propuesta de Juncker poner fin a que un solo país pueda vetar una propuesta europea. Para ello, Juncker impulsa recurrir a una solución nunca antes utilizada: "la cláusula pasarela". Ésta permite pasar de la exigencia de aprobar propuestas por unanimidad -requerida en campos especialmente sensibles, como la Política Exterior o la Fiscalidad. Su propuesta legislativa para hacer estos cambios llegará antes de finales de año.

Los suyos afirman que Jean-Claude Juncker no está aún de salida. Que en los doce meses que le restan de mandato, pretende dar aún guerra. Y lo reafirman con una lista de nuevas propuestas que hoy la Comisión Europea ha puesto a los países para que aprueben cuanto antes. Pero Juncker, aunque sigue siendo un firme europeísta, ha perdido la pasión. O no le quedan fuerzas, o está desencantado. Sabe que la Unión Europea se encamina hacia unas elecciones en las que la ultra derecha va a ganar terreno. Y que, mientras, los países se pierden en los grandes debates, incapaces de ponerse de acuerdo y de dar soluciones a los grandes problemas europeos: cómo gestionar la migración, cómo reforzar el euro o la fiscalidad.

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