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Por qué el caos en Libia amenaza con agrietar el 'muro antimigratorio' de Europa
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LA ONU LOGRA UN ALTO EL FUEGO EN TRÍPOLI

Por qué el caos en Libia amenaza con agrietar el 'muro antimigratorio' de Europa

La crisis ha puesto en evidencia la debilidad del gobierno sostenido por la ONU. El contexto libio influye decisivamente en la cifra total de llegadas a las fronteras de la Unión Europea

Foto: Inmigrantes en una patrullera de la Guardia Costera libia, en Trípoli, en mayo de 2017. (Reuters)
Inmigrantes en una patrullera de la Guardia Costera libia, en Trípoli, en mayo de 2017. (Reuters)

La batalla de Trípoli es decisiva para el futuro de Libia pero también para el plan antimigratorio de Italia. La capital vive los peores combates desde el inicio de la guerra civil, en 2014, después de que una de las milicias más poderosas del país (la Séptima brigada) lanzase una ofensiva contra grupos rivales en Trípoli, donde tiene su sede el Gobierno apoyado por la comunidad internacional. Tras excluir categóricamente una intervención militar, el Ejecutivo italiano ha puesto en marcha su maquinaria diplomática para apagar un fuego que amenaza con incendiar el Mediterráneo mientras acusa a Francia de “provocar” el caos actual.

La misión de la ONU para Libia (UNSMIL) ha anunciado la firma de un alto el fuego permanente-del que todavía no se conocen todos los detalles- para poner fin a diez días de cruentos combates en Trípoli, que han acabado con la vida de 61 personas y han obligado a miles a escapar.

El contexto libio influye decisivamente en el número total de llegadas a las fronteras de la Unión Europea (junto con el acuerdo UE-Turquía). El escenario actual supone un grave quebradero de cabeza para el Gobierno italiano, desesperado por consolidar cierto grado de estabilidad en Libia y detener el flujo de inmigrantes. Libia es el principal punto de partida en la ruta del Mediterráneo central, un país de seis millones de habitantes que 'acoge' actualmente a 800.000 migrantes, según la Organización Internacional para las Migraciones.

Los acuerdos Roma-Trípoli han reducido la inmigración irregular a través de la ruta mediterránea hasta su nivel más bajo desde que estalló la "crisis migratoria", en 2015, según datos de la ONU difundidos este lunes. Por otro lado, la cifra de muertos cuando intentaban alcanzar Italia desde el Norte de África ha marcado un nuevo récord. Por cada 18 personas que llegaron a Italia por mar en los primeros siete meses de 2018, otra se ahogó durante el viaje. La cifra casi triplica la tasa de muertes en el mismo periodo de 2015.

placeholder Inmigrantes en un refugio tras ser trasladados de centros de detención en Trípoli por los combates. (Reuters)
Inmigrantes en un refugio tras ser trasladados de centros de detención en Trípoli por los combates. (Reuters)

La crisis actual pone en tela de juicio la capacidad de Libia para controlar la inmigración irregular hacia Europa. El ministro del Interior italiano y líder la ultraderechista Lega, Matteo Salvini, visitó Trípoli a finales de junio para renegociar los acuerdos cerrados por su antecesor, Marco Miniti, para que Trípoli impida las salidas de embarcaciones hacia las costas europeas. En ese viaje surgió la propuesta de crear centros de internamiento de inmigrantes en el sur de Libia, una respuesta a Francia y España, que propusieron poner en marcha centros "cerrados" de migrantes en la UE.

El acuerdo firmado entre Italia y el Gobierno de Trípoli a principios de 2017 situó a Roma en la vanguardia de las políticas para frenar los flujos migratorios a través del Mediterráneo central. Aquel pacto supuso la reactivación de la Declaración de Trípoli, firmada entre Silvio Berlusconi y Muamar Gadafi para canjear inversiones en la excolonia italiana por un mayor control migratorio. Italia debía ofrecer “apoyo y financiación a programas de desarrollo para las regiones (libias) afectadas por la inmigración ilegal” y dotar de “soporte tecnológico” a la Guardia costera libia y a las fuerzas del ministerio del Interior responsables de frenar las salidas. El acuerdo incluía desarrollar “un sistema de control de las fronteras terrestres en el sur” de Libia.

Foto: Inmigrantes interceptados en el Mediterráneo son llevados a una base de los guardacostas libios en Trípoli, en noviembre de 2017. (Reuters)

Italia vuelve a responsabilizar a Francia

Mientras la violencia devoraba Trípoli durante diez días de combates, Salvini descartó este lunes lanzar una intervención militar, acusó a Francia de provocar el caos en Libia y confió en la labor de intervención de la ONU. “Excluyo una intervención militar porque no resuelve nada, y esto deben entenderlo también otros. Italia debe ser la protagonista de la pacificación en el Mediterráneo. Las incursiones de otros, que tienen otros intereses económicos, no deben prevalecer sobre el bien común, que es la paz”, dijo este lunes tras una reunión del Consejo de Ministros.

Preguntado por periodistas sobre los combates en Trípoli, el líder de la Lega respondió: “Pregunten a París”. "Estoy preocupado. Mi temor es que alguien por motivos económicos nacionales ponga en riesgo la estabilidad del norte de África, y consecuentemente de Europa", zanjó Salvini. También la ministra de Defensa, Elisabetta Trenta, del Movimiento 5 Estrellas, evocó la "responsabilidad" de Francia por su papel en la intervención militar de 2011 contra Gadafi. "Es indiscutible que hoy este país se encuentra en esta situación porque alguien, en 2011, privilegió sus intereses", afirmó.

Siete años después del derrocamiento del dictador -Italia siempre se opuso a aquella intervención de la OTAN- la revolución ha terminado en un estado fallido en el que se disputan el poder decenas de milicias y dos gobiernos, ambos con sus bancos centrales y compañías petroleras estatales: el Gobierno de Acuerdo Nacional de Trípoli, reconocido por la ONU y dirigido por el primer ministro Fayez al-Sarraj, y el Gobierno con sede en Tobruk aliado del general Jalifa Haftar, una figura clave en el conflicto que controla casi el 60% del país.

La batalla de Trípoli es decisiva para el futuro de Libia pero también para el plan antimigratorio de Italia. La capital vive los peores combates desde el inicio de la guerra civil, en 2014, después de que una de las milicias más poderosas del país (la Séptima brigada) lanzase una ofensiva contra grupos rivales en Trípoli, donde tiene su sede el Gobierno apoyado por la comunidad internacional. Tras excluir categóricamente una intervención militar, el Ejecutivo italiano ha puesto en marcha su maquinaria diplomática para apagar un fuego que amenaza con incendiar el Mediterráneo mientras acusa a Francia de “provocar” el caos actual.

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