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Desmontando el mito de las pensiones públicas de Alemania
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"EL SISTEMA YA NO PROTEGE CONTRA LA POBREZA"

Desmontando el mito de las pensiones públicas de Alemania

Casi la mitad de los jubilados reciben menos 800 euros mensuales en el país más rico y poblado de la UE. El sistema "ya no protege contra la pobreza". Crisis demógráfica y bajos salarios son factores clave

Foto: Un hombre se relaja bajo un árbol durante una visita al Bundesgartenschau, en Schwerin, Alemania. (Reuters)
Un hombre se relaja bajo un árbol durante una visita al Bundesgartenschau, en Schwerin, Alemania. (Reuters)

Susanne Neumann trabajó más de treinta años como limpiadora de casas, edificios y oficinas. Hoy recibe 800 euros netos mensuales de pensión pública. Se trata de una pensión reducida por incapacidad laboral: enfermó de cáncer y tuvo que prejubilarse. Tras casi cuatro décadas de cotizaciones a la caja pública de pensiones, lo tendría realmente difícil para llegar a fin de mes con ese dinero. “Mi marido todavía trabaja y gana un buen sueldo”, confiesa. Susanne se siente una afortunada si mira a su entorno, porque su situación dista de ser excepcional en el país más rico y poblado de la Unión Europea.

El 48% de todas las pensiones públicas alemanas están por debajo de los 800 euros mensuales, y el 62%, por debajo de los 1.000. En el caso de las mujeres, las pensiones menores a 800 euros alcanzan incluso el 64% de todas las jubiladas. Un ingreso menor a 969 euros al mes es considerado el umbral que da acceso a la pobreza para hogares unipersonales en Alemania.

Todas estas son estadísticas oficiales del Ministerio Federal de Trabajo y Asuntos Sociales basadas en datos correspondientes al año 2016. El Gobierno federal se vio obligado a ofrecerlas a inicios del pasado julio tras recibir una pregunta parlamentaria de La Izquierda, uno de los partidos que conforman la oposición a la Gran Coalición gobernante (democristianos y socialdemócratas).

Sabine Zimmermann, presidenta de la comisión parlamentaria para Familia, Personas Mayores, Mujeres y Juventud, fue la diputada que hizo la pregunta. La respuesta desmonta el mito sobre las pensiones públicas alemanas especialmente extendido en países del sur de Europa, en los que suele cundir la idea de que en Alemania no hay cultura de compra de una vivienda porque las pensiones públicas son un auténtico seguro contra la pobreza en la tercera edad. Hace tiempo que eso dejó de ser así.

Foto: Una jubilada alemana camina por una calle comercial en Berlín (Reuters).
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“Lo cierto es que las estadísticas no me sorprendieron”, reconoce la diputada Zimmermann a El Confidencial. “El Gobierno federal alemán asegura que en el país sólo hay un millón de personas en la tercera edad que dependen de la ayuda social básica, pero investigadores de la pobreza apuntan que hay casi tres millones de jubilados que podrían solicitar esa ayuda estatal por tener pensiones muy bajas”.

La parlamentaria de La Izquierda se refiere a aquellos pensionistas que, avergonzados por la inesperada pobreza que sufren, prefieren no acudir el complemento de ayuda social básica estatal y se ven abocados a acudir a la caridad de los bancos alimentos o a recoger botellas retornables en las calles para obtener unos euros diarios que complementen sus insuficientes ingresos. Esta última es una imagen que se ha convertido en habitual en las grandes ciudades del país.

placeholder Varios pensionistas observan a un niño con un monopatín, en Berlín. (Reuters)
Varios pensionistas observan a un niño con un monopatín, en Berlín. (Reuters)

Relativización de las cifras

El gobierno federal de la canciller Angela Merkel relativiza las estadísticas oficiales. Según Berlín, estas no contemplan otras fuentes de ingresos, como los dividendos de acciones, los fondos de pensiones privados o las pensiones empresariales complementarias. Pese a esa relativización, el Gobierno alemán no ofrece datos sobre cuál es el porcentaje de jubilados con bajas pensiones que efectivamente cuentan con ingresos complementarios.

El trasfondo socioeconómico del incremento del número de pensiones insuficientes hace difícil, sin embargo, creer que ese porcentaje de jubilados sea mayoritario en Alemania: el avance del sector económico de salarios bajos (especialmente en el sector servicios), en detrimento de sectores industriales y más cualificados (con mejores convenios colectivos), va estrechamente unido al crecimiento de esas pensiones bajas. La precarización de importantes sectores económicos va ligada a la pobreza en la tercera edad. Y quien ha cotizado poco debido a sus bajos salarios, ¿con qué dinero habría podido comprar acciones o ahorrar en un fondo de pensiones privado?

El avance del sector económico de salarios bajos (especialmente en el sector servicios) está unido al crecimiento de esas pensiones bajas

Ese es precisamente el caso de Susanne Neumann, quien ha visto como la pobreza entre los mayores aumentaba en su entorno más cercano: “Yo provengo de la limpieza de edificios, es decir, de un sector de sueldos bajos y de trabajadores que se deben jubilar pronto porque el cuerpo no aguanta el ritmo de trabajo. Todas esas personas van de cabeza a la pobreza en la tercera edad, porque, cuando has cotizado cuarenta años, y aún así tienes una pensión pequeña y te ves obligada a pedir ayuda social básica estatal, te quitan todo lo que ganaste durante una vida”.

Susanne no es precisamente un ejemplo de persona conformista: milita desde hace años en el Partido Socialdemócrata alemán (SPD), fue representante sindical mientras estuvo activa laboralmente e incluso escribió un libro cuyo título lanza una incómoda pregunta: “¿Por qué trabajamos toda una vida y a pesar de ello nos empobrecemos?”. Neumann alcanzó cierta notoriedad pública cuando, en 2016, fue invitada por la dirección del SPD a mantener un diálogo con el entonces presidente del partido, Sigmar Gabriel. La trabajadora de la limpieza, con un lenguaje sencillo y directo, dejó en evidencia a un sorprendido líder socialdemócrata, que por momentos se quedó sin argumentos.

“Si salimos de la Gran Coalición, la CDU no regularizará voluntariamente el trabajo temporal ni los contratos definidos. Sólo lo hará porque nosotros le obligamos a ello. Así que, ¿qué debo hacer? ¿Salir de la coalición y dejarlo todo hecho una mierda con la esperanza de que si todo va bien, usted votará al SPD?”, le interpeló entonces Gabriel. Susanne respondió: “Si una trabajadora del servicio de limpieza pudiera decirte qué es lo debes hacer, entonces yo lo haría...”.

Foto: Un vagabundo pide limosna junto a una papelera en una zona peatonal de Dortmund, Alemania. (Reuters)

Incertidumbre y ultraderecha

“El sistema público de pensiones, que cubre al obrero, al funcionario y al millonario, ha sido tan debilitado a través de una serie reformas durante los últimos años que ya no protege contra la pobreza en la vejez”, asegura la diputada de la Izquierda, Sabine Zimmermann. Su partido apuesta por la introducción de una jubilación mínima y solidaria de 1.050 euros mensuales, que debería ser financiada con un impuesto sobre el patrimonio y a través de la obligatoriedad de todos los ciudadanos alemanes, ya sean funcionarios, trabajadores del sector privado o empresarios, de contribuir con sus cuotas al fondo de las pensiones públicas.

De momento, el actual Gobierno de Gran Coalición prevé la creación de una “renta básica” para todas aquellas personas que cotizaron al menos 35 años y que debería estar un 10% por encima de aquellos hogares que se ven obligados a solicitar la ayuda social básica por tener ingresos muy reducidos. Pese a los esfuerzos de los legisladores, una reciente encuesta del instituto de estudios sociológicos Allensbach, apunta que dos de cada tres ciudadanos alemanes tiene miedo a sufrir pobreza en la tercera edad.

“La calidad de vida no deja de bajar. Tenemos un alto porcentaje de extranjeros. Se enfrenta a nuestros pobres con los pobres de fuera”

La crisis demográfica de Alemania contribuye a ello: si actualmente, por cada ciudadano alemán mayor de 65 años hay tres ciudadanos en edad laboral, en 2050, esa relación será sólo de dos ciudadanos en edad laboral por uno en edad de jubilación. Así lo apunta un estudio de la Fundación Nueva Economía Social de Mercado. Cunde la incertidumbre sobre la viabilidad del sistema público de pensiones alemán.

Así las cosas, y pese a que la llamada crisis de los refugiados ha supuesto un innegable impulso para la joven ultraderecha de Alternativa para Alemania (AfD), es difícil no ver que el descontento social generado por un paulatino retroceso del Estado del Bienestar ha alimentado las posiciones xenófobas y ultranacionalistas. Susanne Neumann ve una relación directa entre el avance de la precariedad socio-laboral en su ciudad natal, y el incremento de los votos de AfD: “La calidad de vida en Gelsenkirchen no deja de bajar. Tenemos un alto porcentaje de extranjeros. Se enfrenta a nuestros pobres de aquí con los pobres de fuera”.

En las últimas elecciones federales de septiembre del pasado año, AfD fue, con casi 20.000 votos (16,9 % del total), la tercera fuerza más votada de Gelsenkirchen. Algunas encuestas ya incluso apuntan que los ultras podrían convertirse en el segundo partido más votado de Alemania en las próximas elecciones federales, por delante de la socialdemocracia en la que, pese a todo, Susanne Neumann sigue militando.

Susanne Neumann trabajó más de treinta años como limpiadora de casas, edificios y oficinas. Hoy recibe 800 euros netos mensuales de pensión pública. Se trata de una pensión reducida por incapacidad laboral: enfermó de cáncer y tuvo que prejubilarse. Tras casi cuatro décadas de cotizaciones a la caja pública de pensiones, lo tendría realmente difícil para llegar a fin de mes con ese dinero. “Mi marido todavía trabaja y gana un buen sueldo”, confiesa. Susanne se siente una afortunada si mira a su entorno, porque su situación dista de ser excepcional en el país más rico y poblado de la Unión Europea.

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