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¿Puede ganar un candidato desde la cárcel? Así dirige la campaña el favorito de Brasil
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lula convierte su celda en un comité político

¿Puede ganar un candidato desde la cárcel? Así dirige la campaña el favorito de Brasil

Lula ha conseguido trazar desde la cárcel una estrategia eficiente hasta situarse como favorito. Los expertos creen que el apego a su figura es una estrategia suicida para el PT

Foto: Seguidores de Lula protestan ante el tribunal de apelaciones en Porto Alegre, Brasil, el 8 de julio. (Reuters)
Seguidores de Lula protestan ante el tribunal de apelaciones en Porto Alegre, Brasil, el 8 de julio. (Reuters)

Desde la presentación oficial del expresidente Luiz Inácio Lula da Silva como candidato a la presidencia por el Partido de los Trabajadores (PT), Brasil vive una situación tan peculiar como inédita. Lula, que es el candidato favorito con un 33% en intención de voto, está en la cárcel desde el pasado 7 de abril después de haber sido condenando en segunda instancia a 12 años y un mes de cárcel por corrupción y lavado de dinero.

La pena del que ya fue el presidente más popular de Brasil -en 2010 alcanzó un 87% de aprobación- está relacionada con un escándalo de propinas por parte de la constructora OAS, materializadas en un piso de tres plantas en Guarujá, localidad de veraneo del litoral paulista. Desde el comienzo del juicio la defensa de Lula ha proclamado su inocencia, alegando que las pruebas presentadas son indiciarias y concluyentes. El PT, por su parte, ha empezado una campaña de victimización que aspira a presentar a Lula como un preso político dentro y fuera del país. El apoyo incondicional al fundador del partido culminó el 4 de agosto con el nombramiento de Lula como candidato oficial a las elecciones del 7 de octubre, durante una convención del partido apoteósica en la que los asistentes usaron máscaras con la cara de Lula para mostrar su alineación con el líder.

“Se trata de aguantar hasta el último momento para que las urnas electrónicas salgan a la calle con la foto de Lula”

En sus primero cuatro meses de cárcel Lula ha hecho de todo menos descansar. Desde el principio su celda se ha convertido en su comité político, electoral y de resistencia. En su cubículo de 15 metros cuadrados, en el que el expresidente se entrena a diario en una cinta andadora autorizada por la justicia, Lula no ha dejado de trazar estrategias para su partido y de buscar alianzas con otras formaciones políticas.

¿Cómo lo hace? A través de su extensa corte de abogados que tienen permiso para visitarlo en la cárcel. Ocho lo hacen con regularidad, además de la presidenta del PT, Gleisi Hoffmann. De este selecto grupo forman parte no solo los defensores que actúan en el juicio, sino también los políticos que poseen un registro profesional de abogados. Es el caso del exministro de Justicia Eugênio Aragão, y del delfín y recién nombrado candidato a la vicepresidencia, Fernando Haddad, que ya fue alcalde de São Paulo. Además, todos los jueves Lula recibe la visita de dos políticos. Hasta el momento han pasado por la cárcel de Curitiba el expresidente de Uruguay, José Mujica, y el Nobel de la Paz Adolfo Pérez Esquivel, entre otros.

Cada mañana, los abogados de Lula le entregan un resumen de la prensa y de los principales sitios de Internet, así como las grabaciones de las reuniones del PT. Además, el candidato preso ve a diario los principales programas de televisión para mantenerse informado. Para comunicarse con el exterior, Lula utiliza audios y notas escritas a mano, que su colaboradores más estrechos fotografían con sus móviles y divulgan por email o WhatsApp. En estas pequeñas notas, Lula pide a los líderes de su partido que escriban informes sobre las negociaciones y la coyuntura política nacional o de un determinado Estado. Gracias a esta estructura, a menudo el informe requerido llega a manos del expresidente esa misma tarde.

placeholder Lula da Silva rodeado de simpatizantes frente a un sindicato en Sao Bernardo do Campo, Brasil. (Reuters)
Lula da Silva rodeado de simpatizantes frente a un sindicato en Sao Bernardo do Campo, Brasil. (Reuters)

Este sistema de comunicación permite que Lula pueda participar en todas las decisiones importantes del PT en tiempo real, desde el posicionamiento del partido sobre las elecciones a las cámaras de los Estados federados hasta las negociaciones con los posible aliados en la lucha por la presidencia. Cada vez que Lula ataca al Gobierno de Michel Temer, critica la privatización de Petrobras, la reforma laboral o la paralización del proyecto “Minha casa, minha vida”, creado durante su administración para impulsar la construcción de casas populares, los dirigentes o militantes de su partido reciben un 'feedback' a través de los abogados que tienen acceso a la cárcel.

La ley brasileña protege la intimidad de las conversaciones entre un preso y sus letrados, por lo que no hay control sobre el contenido de los mensajes enviados por Lula desde la prisión de Curitiba a las sedes del PT en São Paulo y Brasilia. Las redes sociales, administradas por sus colaboradores, permiten alimentar sus canales de comunicación directa con los votantes.

“Los objetivos de esta prisión ilegal, que eran aislarlo y conducirlo hacia el olvido, e intentar construir una candidatura alternativa, no han sido cumplidos”, afirma Paulo Teixeira, uno de los tres diputados del PT que el pasado mes de julio pidieron un 'habeas corpus' para conseguir la liberación de Lula, y que finalmente lanzaron el sistema judicial de Brasil hacia un profundo caos plagado de decisiones contradictorias.

De esta forma, Lula ha conseguido trazar desde la cárcel una estrategia eficiente en la recta final de las convenciones de partidos para intentar garantizar la presencia de su formación en la segunda vuelta de las elecciones presidenciales. Consciente de que su candidatura a la presidencia puede ser anulada después del 15 de agosto por el Tribunal Superior Electoral (TSE) en base a la Ley de la Ficha Limpia, que prohíbe la participación en las elecciones de ciudadanos condenados en segunda instancia, Lula se ha dedicado por un lado a neutralizar a su adversario directo, Ciro Gomes, del Partido Democrático Laborista (PDT), y por el otro a atraer hacia el PT a sus aliados tradicionales, como el Partido Comunista de Brasil (PCdoB) y el Partido Socialista Brasileño (PSB).

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Lula concibe estratégicamente y controla con pulso firme cada paso que da su partido. Un ejemplo es su respuesta a la exigencia del TSE de nombrar para el 6 de agosto al candidato a la vicepresidencia. En las pasadas elecciones, los partidos pudieron esperar hasta el 15 de agosto, día en el que finaliza el plazo del registro oficial de las candidaturas en dicho tribunal. Este año, aunque no se haya producido un cambio en la ley electoral, se exigió declarar nueve días antes de lo previsto el nombre del 'vice'.

Fuentes del PT aseguran que Lula quedó muy irritado con esta petición y estudió hasta el último momento las posibilidades legales para derribarla. Ante el riesgo de que su lista fuese anulada por incumplimiento de las reglas electorales, accedió a nombrar al coordinador del programa de Gobierno, Fernando Haddad, que para muchos es quien le substituirá si finalmente el TSE anula su candidatura. Pero su táctica, mucho más compleja que la de otros políticos, preveía dos decisiones simultáneas.

“Poliamor político progresista”

Al tiempo que nombraba a Haddad, Lula cerraba un acuerdo con Manuela D’Ávila, que hasta aquel momento era candidata a la presidencia por el PCdoB. Con ese jaque mate, Lula ha inaugurado lo que en las redes sociales ha sido bautizado como un “poliamor político de corte progresista”, eso es, un triángulo político que aspira conseguir la mayoría en los comicios de octubre. Al mismo tiempo, Lula ha logrado dinamitar desde su celda el acuerdo entre Ciro Gómez, un político de centro-izquierda que podría hacerse con una parte de los votos del PT, y el PSB.

Lula ha logrado dinamitar desde su celda el acuerdo entre Ciro Gómez, que podría hacerse con parte de los votos del PT, y el PSB

Todo eso responde a una estrategia muy bien planificada en el PT, que consiste en mantener a Lula como candidato hasta el último momento y substituir su nombre el último día útil previsto por la ley electoral, es decir, el 17 de septiembre, tan solo tres semanas antes de la primera vuelta de las elecciones presidenciales. “Todos los expertos que hemos consultado nos han confirmado que, cuanto más tarde se anuncie al sucesor, mejor. Lula es nuestra primera opción y no vamos a trabajar con un plan B antes de tiempo. Lo haremos solo si el TSE no nos obliga a ello. Mientras haya posibilidades de recurrir, lo haremos”, explica a El Confidencial el diputado petista Wadih Damous, autor junto a Teixeira de la petición de un salvoconducto para Lula.

Se trata de aguantar hasta el último momento para que las urnas electrónicas salgan a la calle con la foto de Lula. Si cambiamos de candidato en el último momento, no habrá tiempo suficiente para cambiar su nombre y eso nos favorece sobre todo en el Nordeste, donde Lula tiene su mayor potencial electoral y donde la marca Lula es imbatible”, explica otra fuente del PT.

A pesar de su increíble capacidad de trabajo, Lula no podido escapar de su condición de fantasma en los debates televisados de la precampaña. El candidato favorito está ausente porque no ha obtenido el permiso judicial para participar en los debates de forma presencial o por videoconferencia. El artículo 41 de la Ley de Ejecución Penal no prevé ningún mecanismo para que un candidato preso pueda salir de la cárcel durante la campaña electoral. Es más, a mediados de julio una jueza prohibió expresamente que Lula concediese entrevistas dentro de la cárcel.

placeholder Seguidores de Lula da Silva ante los cuarteles de la policía en Curitiba, Brasil. (Reuters)
Seguidores de Lula da Silva ante los cuarteles de la policía en Curitiba, Brasil. (Reuters)

Eso sí, durante su cautiverio, el segundo de su vida, ya que estuvo preso un mes durante la época de la dictadura militar, Lula llegó a ser durante unos días comentarista deportivo. El expresidente escribió varias crónicas sobre los partidos de Brasil durante los Mundiales de Fútbol, leídas en el televisión TVT por un amigo que es periodista deportivo. Tampoco ha tenido que renunciar a los cuidados espirituales. De momento ha recibido la visita de varios líderes religiosos, tanto católicos, como evangélicos y de cultos afrodescendientes.

En estos meses, el expresidente también se ha labrado la fama de preso modélico. Desde que ha ingresado en la cárcel, nunca se ha quejado de la comida o de las condiciones de su celda, aunque ya ha perdido unos kilos. Además de hacer ejercicio, Lula ve la televisión, lee y escucha música popular brasileña, que guarda en un 'pendrive'.

En las calles, a pesar de no haberse producido las esperadas protestas masivas, quedan ciertos focos de resistencia. Ante de la cárcel de Curitiba hay un campamento de militantes que fue montado el 7 de abril, cuando Lula ingresó en prisión. Desde entonces, medio centenar de voluntarios se reúne a diario para apoyar al líder de forma permanente. Además, el 31 de julio un grupo de militantes en Brasilia comenzó una huelga de hambre por tiempo indeterminado, solicitando la liberación de Lula.

El líder del PT ha planificado de forma milimétrica toda la estrategia de esta atípica campaña electoral. A pesar de la negación de que exista un plan B y de la insistencia de que el único plan es el de Lula presidente, hay quien dice que, antes de entrar en la cárcel, el expresidente grabó un vídeo indicando a su sucesor y pidiendo la deseada transferencia de votos, consciente de que un simple papel no es suficiente para movilizar a un electorado fiel, pero desconcertado con esta extraña situación.

La mayoría de los politólogos entrevistados consideran que el empecinamiento de Lula, la incapacidad de promover una renovación interna y la reiteración de una narrativa de corte victimista pueden resultar contraproducentes para el PT. “El apego a la figura de Lula es una estrategia suicida. No tiene mucho sentido. El PT está errando y es probable que pierda muchos diputados y senadores en las próximas elecciones”, opina Sérgio Praça, profesor de Ciencias Políticas en la Fundación Getúlio Vargas. “Llevar al límite la candidatura de Lula es una estrategia arriesgada. Una cosa es aliarse con Lula y el PT, y otra cosa es aliarse con el PT sin Lula”, agrega Eduardo Grin, politólogo de esta misma fundación. Habrá que esperar un mes para saber si finalmente el TSE excluye al candidato favorito de la contienda electoral de Brasil.

Desde la presentación oficial del expresidente Luiz Inácio Lula da Silva como candidato a la presidencia por el Partido de los Trabajadores (PT), Brasil vive una situación tan peculiar como inédita. Lula, que es el candidato favorito con un 33% en intención de voto, está en la cárcel desde el pasado 7 de abril después de haber sido condenando en segunda instancia a 12 años y un mes de cárcel por corrupción y lavado de dinero.

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