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El Senado rechaza legalizar el aborto: crónica del día que dividió a Argentina
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tras más de 12 horas de debate

El Senado rechaza legalizar el aborto: crónica del día que dividió a Argentina

Resultado de la votación: 31 votos a favor, 38 en contra y dos abstenciones, de un total de 72 escaños. El proyecto no se podrá volver a discutir en el Congreso hasta el 1 de marzo de 2019

Foto: Personas a favor de despenalizar el aborto se manifiestan en el exterior del Congreso en Buenos Aires. (EFE)
Personas a favor de despenalizar el aborto se manifiestan en el exterior del Congreso en Buenos Aires. (EFE)

Aunque las manifestaciones son algo común en la ciudad de Buenos Aires, a principios de año hubo una que fue diferente. Una agrupación llamada Campaña Nacional por el Derecho al Aborto Legal, Seguro y Gratuito llamó a protestar frente al Congreso. El 19 de febrero lograron juntar unas 5.000 personas y encendieron la mecha de un debate que ha estado a punto de cambiar la historia de Argentina.

Después de la manifestación, y tras una fuerte campaña de apoyo en redes, el presidente Mauricio Macri se declaró “pro-vida” públicamente, pero habilitó el debate en el Congreso e instó a que sus legisladores votaran a conciencia. Algo que ha sido visto por algunos sectores de la oposición como un acto de “distracción” y oportunismo político en un año malo para la economía argentina. De cualquier forma, el tema entró en la agenda de Diputados y cumplió su primer hito: el proyecto había sido presentado 7 veces en los últimos 13 años, siempre sin poder pasar de la mesa de entrada.

El 14 de junio la cámara baja aprobó un proyecto que prevé la interrupción voluntaria del embarazo hasta la semana 14. El debate ha durado dos meses, que incluyeron 738 intervenciones de figuras destacadas, como curas, periodistas, científicos y médicos. Anoche el proyecto se quedó en el Senado, pero ha ganado terreno, y podrá ser presentado nuevamente el año que viene.

Foto: El 'pañuelazo verde' es una marcha para pedir la despenalización del aborto en Argentina. (EFE)

Desde el día anterior se sentía en Buenos Aires el movimiento de carpas, toldos y buses que llenaron la ciudad de caras nuevas. Pañuelos celestes en contra y pañuelos verdes a favor del aborto tiñeron las calles. Los bandos se repartieron la Plaza de los Dos Congresos, y el Gobierno de la Ciudad dispuso un enrejado metálico entre ambos, plasmando la nueva grieta que divide a la sociedad argentina.

Media tarde. Van 7 horas de sesión y la calle está en movimiento. Llegar al extremo sur del Congreso, donde se ubica el “lado celeste”, no es complicado. Desde la avenida 9 de Julio se pueden hacer varios metros sin encontrar dificultades para caminar.

placeholder El 'lado celeste' de la Plaza, donde se concentran los manifestantes antiaborto (V. Furlan)
El 'lado celeste' de la Plaza, donde se concentran los manifestantes antiaborto (V. Furlan)

Una plaza, dos trincheras

Al final de la calle la situación cambia: la gente se agolpa frente a un escenario rodeado de puestos de comida. En este lugar el cura Gastón Funes de la Diócesis de San Rafael, Mendoza, acepta contar a El Confidencial cómo llegó hasta allí: “Vivimos a 900 km de Buenos Aires, pero vinimos a proteger las dos vidas junto a un grupo de fieles, acabamos de llegar”.

“Esperemos que los senadores no se dejen presionar por los medios de comunicación que no muestran lo que pasa en el interior del país, donde la militancia por la vida ha sido muy fuerte”, remata Funes.

Al fondo se divisa una estructura color rosa pálido. Es el famoso feto gigante conocido por este sector como “el bebito” que aparece en todas las manifestaciones “pro-vida” de la capital argentina. A pocos metros un grupo de jóvenes arma un rosario con globos de helio.

La reja termina a la altura de la plaza, dejando varias intersecciones abiertas. Con la precaución de quien cruza una frontera, los manifestantes que pasan de un lado al otro se escudriñan y se miran con recelo.

Sobre la Avenida de Mayo, ya del lado “verde”, se escuchan proclamas feministas en el aire. “Vamos a quedarnos hasta la noche, cuando se resuelva”. Silvina es docente y está con dos niños pequeños en una carpa tipo iglú sobre la calle. “Soy maestra de sexto y séptimo grado (11 y 12 años) en una escuela católica. Noto que los chicos están muy desinformados en cuanto a Educación Sexual, la mayoría busca las respuestas en la escuela y en internet”, relata.

Grupos de mujeres se encuentran y se abrazan en las calles del Congreso. Saben que ha sido su militancia lo que las trajo hasta este día.

placeholder Partidarios de la reforma legal para despenalizar el aborto posan para la cámara (V. Furlan)
Partidarios de la reforma legal para despenalizar el aborto posan para la cámara (V. Furlan)

Más allá de la brecha generacional

Algo en el cielo obliga a todos a mirar para arriba. Se trata del rosario “volador” que estaban armando del otro lado. “Quiero llorar”, se escucha medio en chiste y medio en serio del lado pro-aborto.

“Me llamo Micaela, tengo 20 años y defiendo la ley porque en mi familia hubo muertes por aborto. Es una ley que las mujeres necesitamos, no puede haber tanta hipocresía”, dice una joven con los labios pintados de verde. A su lado Bruno, de 19, sostiene que apoya la campaña porque no ha podido “mirar para otro lado”.

Sin embargo, no sólo el lado “verde” tiene caras jóvenes. Milagros y Camila cuentan que vinieron en transporte público desde Villa Celina, un distrito bonaerense a varios kilómetros del Congreso Nacional. “Tengo 15 años y apoyo a la vida porque Dios dio vida y no muerte. Aunque sea tu cuerpo, no se puede decidir sobre el bebé”, dice una de ellas resuelta.

Foto: Patricia Araujo, una brasileña embarazada de siete meses, junto a sus hijos en una chabola de Recife, Brasil, el 14 de febrero de 2016. (Reuters)
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“Estoy acá porque creo que las mujeres tenemos que tener derecho a decidir sobre nuestros cuerpos y nuestras vidas”, dice Jimena de 52 años. A su lado está Susana de 67: “Creo en el movimiento de las mujeres y en la sororidad”, recalca.

Pasan las horas y la plaza se va llenando de gente de ambos lados. El “lado verde” rebalsa hace horas y poco a poco el ambiente se vuelve intransitable. Las feministas han ganado la calle. La lluvia pronto sumará un tono épico a la noche, empapando a los que quieren pasar la noche en el frío esperando la votación en el Senado.

El resultado final no sorprende a nadie, pero desata las iras de muchos. Medio centenar de manifestantes comienzan a arrojar piedras y objetos a la policía, y varios incontrolados aprovechan el caos para lanzar dos cócteles molotov a los agentes que protegen la valla frente al Congreso. La madrugada se cierra con la detención de 7 hombres y una mujer, y la decepción de millones de argentinos ante un Senado que no supo escuchar.

Aunque las manifestaciones son algo común en la ciudad de Buenos Aires, a principios de año hubo una que fue diferente. Una agrupación llamada Campaña Nacional por el Derecho al Aborto Legal, Seguro y Gratuito llamó a protestar frente al Congreso. El 19 de febrero lograron juntar unas 5.000 personas y encendieron la mecha de un debate que ha estado a punto de cambiar la historia de Argentina.

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