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"Conté 8 orificios de bala en el cuerpo de mi hijo": los muertos sin justicia de Nicaragua
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entre 295 y 448 muertos desde abril

"Conté 8 orificios de bala en el cuerpo de mi hijo": los muertos sin justicia de Nicaragua

La mayoría de los fallecidos en las protestas contra el presidente Daniel Ortega son personas muy jóvenes, cuya muerte deja un vacío en sus familias imposible de llenar

Foto: Roberto Dávila muestra los documentos de su hijo Kevin, muerto en las protestas contra Daniel Ortega. (H. Estepa)
Roberto Dávila muestra los documentos de su hijo Kevin, muerto en las protestas contra Daniel Ortega. (H. Estepa)

Roberto Dávila no puede contener las lágrimas cuando se pone delante de los documentos de su hijo. Sobre la mesa está la tarjeta universitaria del joven. “Kevin Dávila. Medicina veterinaria. Universidad Central de Nicaragua”. Un sueño, dedicar la vida a salvar animales, que no podrá ser cumplido.

Kevin salió el pasado 19 de abril a manifestarse contra la reforma del Seguro Social decretada por el presidente Daniel Ortega. Nunca más volvió a casa. Se encontraba en los alrededores de la Universidad Politécnica (Upoli), sacando fotografías, explica su padre, cuando un francotirador decidió acabar con su vida. Un certero balazo le atravesó la cabeza. Acabó con sus sueños y devastó a su familia.

“El Gobierno me mató a mi hijo. Los jóvenes que han muerto andan sin armas. Esto no es una guerra. El Gobierno está matando a la gente en Nicaragua”, dice Roberto mientras muestra a El Confidencial el acta de defunción de su hijo. “Herida por arma de fuego. Edema cerebral severo”, puede leerse.

Foto: Paramilitares que apoyan a Daniel Ortega se sientan en una barricada de Monimbo, en Masaya. (Reuters)
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“Duele en lo más profundo. Lo que comamos. Lo que bebemos. Lo que compartíamos con él. En el cuarto donde él estaba. Él andaba conmigo. Era mi amigo, era mi hermano, era mi hijo. Donde yo salía él iba conmigo. Sólo vuelvo a ver y ¿dónde está mi hijo? Han pasado dos meses que mi hijo ha muerto y yo busco a mi hijo”, exclama Roberto.

Denuncia, como padres de otros jóvenes fallecidos, negligencia en el hospital público donde fue atendido Kevin. El joven sobrevivió en coma hasta el pasado siete de mayo. “En principio el primer gesto que hicieron los médicos de base, los neurólogos, fue decir ‘está bueno, quién los mandó ahí’ ¡En la cara de uno!”, denuncia Roberto. “Todo era un plan. El Gobierno ya había dado orientación de que los que llegaran heridos ni siquiera los atendieran y hasta el día de hoy continúa el mismo plan de operación del Gobierno con las instituciones que controlan los hospitales”.

placeholder Un manifestante empuña un mortero casero durante una marcha opositora en Managua, el 28 de julio de 2018. (Reuters)
Un manifestante empuña un mortero casero durante una marcha opositora en Managua, el 28 de julio de 2018. (Reuters)

"No tuvo miedo"

Diversas organizaciones de la sociedad civil han denunciado la negación de la correcta asistencia médica en los hospitales públicos a los manifestantes heridos en las protestas. El Gobierno nicaragüense ha rechazado las acusaciones y asegura que son falsas. “El régimen no quiere que la gente se levante. Quieren que la gente tenga miedo, y eso es precisamente lo que no tiene Nicaragua. Ya hemos vivido varias guerras”, dice Roberto.

No pudo retener a su hijo, a pesar de que le advirtió de la peligrosidad de las protestas. “Todos los jóvenes de la etapa de los 80 y 90 fuimos a la guerra. Yo le contaba mi experiencia a él. Que es lo más horrible. Y él se quedaba asombrado. Pero eso no lo paró. No tuvo miedo, y continuó”, rememora Roberto.

Más de 60 familias perdieron a sus hijos en abril. Fueron asesinados a balazos en las protestas antigubernamentales. Sus asesinatos permanecen impunes.

Foto: Estudiantes de la Universidad Politécnica armados con morteros de fabricación casera. (Héctor Estepa)

“Mi hijo lo era todo para mí”, dice Juana Ramírez, madre de Marlon Manases, un joven de 20 años asesinado en la Universidad Nacional de Ingeniería el pasado 20 de abril. Quería ser policía o ingeniero. “Ellos estaban dentro del recinto cuando del Estadio Nacional sale un grupo de civiles enmascarados y detrás la policía, disparando. Y se metieron dentro de la universidad. A mi hijo le disparan en la cabeza”, rememora la mujer.

“La protesta era pacífica. No había nada de armas. Recuerdo aquel día. Había muchas madres llorando. Nos mataron a nuestros hijos esos cobardes. Yo le echo la culpa a los policías. Ellos fueron. Tengo dos testigos. No he dado sus nombres porque no quiero que a ellos me los maten también”, dice la madre. “Él era un joven alegre. Le gustaba a hacer bromas. Ayudaba a mi hijo menor en sus tareas. Cuando le mandaban dibujos o maquetas, él se las hacía. El viernes que él se fue, a su hermano le tocaba hacer un dibujo y estaba muy mal porque decía que ahora quién le iba a ayudar a hacer los dibujos”.

placeholder La madre de un estudiante llamado Jeisson Chavarria, muerto en las protestas, enarbola su foto durante una marcha de las Madres de Abril, el 10 de mayo de 2018. (Reuters)
La madre de un estudiante llamado Jeisson Chavarria, muerto en las protestas, enarbola su foto durante una marcha de las Madres de Abril, el 10 de mayo de 2018. (Reuters)

Madres de abril

Juana ha formado el grupo ‘madres de abril’ junto a los familiares de otros jóvenes asesinados. Van a la mayoría de las marchas de la oposición. Ocho personas fueron asesinadas el pasado 30 de mayo, día de la madre en Nicaragua, durante una manifestación de apoyo a las madres de los fallecidos en las protestas. “Vamos a marchar y vamos a hacer lo que tengamos que hacer para defender a nuestros hijos. Ellos comenzaron esta lucha. Nosotros la vamos a seguir y Dios primero que esto va a terminar pronto”, dice.

La violencia se extendió muy rápido por Nicaragua el 19 de abril. Uno de los primeros fallecidos en las protestas fue Richard Eduardo Pavón Bermúdez. Tenía tan sólo 17 años. Vio por televisión cómo los ancianos que protestaban contra la reforma del Seguro Social eran agredidos y fue a la alcaldía de Tipitapa, la localidad donde vivía, a manifestarse. No volvió.

Foto: Un partidario de Daniel Ortega se dirige a una celebración del 39º aniversario de la Revolución Sandinista en Managua, el 19 de julio de 2018. (Reuters)

“Yo conté ocho orificios de bala. Uno lo llevaba en la boca. Uno en el tórax. Otros en el brazo, cuello y espalda”, recuerda con dolor Carlos Pavón, su padre. El ensañamiento de sus asesinos fue total. “Hay tres sospechosos. Están el guardia de seguridad de la alcaldía, el secretario político y el alcalde. La gente comenta, pero a la fecha no se ha sabido nada todavía de parte de la fiscalía”. El asesinato del joven ha dejado destrozada a la familia. “No es fácil perder a un hijo. Lloramos a diario y nos hace falta su presencia”.

Tres meses de protestas antigubernamentales han dejado entre 295 y 448 muertos, según los datos de distintas asociaciones. El Gobierno reivindica las decenas de muertes de simpatizantes de Ortega, la mayoría de ellos policías, pero también civiles. Denuncia que los manifestantes opositores son quienes están ejerciendo la violencia. Considera a quienes protestan en las calles como “vándalos” y “terroristas” pagados por Estados Unidos y promocionados por la derecha.

La oposición critica que Daniel Ortega controla de forma autoritaria todos los poderes del Estado, y consideran al presidente como un dictador. Denuncian una brutal represión estatal por parte de la Policía Nacional y de paramilitares encapuchados leales al líder nicaragüense. El país centroamericano se enfrenta a su mayor crisis desde la guerra civil de los 80 entre revolucionarios y contrarrevolucionarios.

Roberto Dávila no puede contener las lágrimas cuando se pone delante de los documentos de su hijo. Sobre la mesa está la tarjeta universitaria del joven. “Kevin Dávila. Medicina veterinaria. Universidad Central de Nicaragua”. Un sueño, dedicar la vida a salvar animales, que no podrá ser cumplido.

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