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"Lo más difícil es salir del armario en casa": en Asia el matrimonio gay aún es un sueño
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este es EL PRIMER LUGAR DONDE PODRÁN CASARSE

"Lo más difícil es salir del armario en casa": en Asia el matrimonio gay aún es un sueño

Viajamos al que podría convertirse en el primer lugar de Asia en el que las personas del mismo sexo se casen. Cuenta atrás para una consulta clave promovida por grupos cristianos conservadores

Foto: Hare Lin y Cho Chia-Lin posan para una fotografía en Taoyuan, Taiwán. (Reuters)
Hare Lin y Cho Chia-Lin posan para una fotografía en Taoyuan, Taiwán. (Reuters)

Los llaman “xiǎo mìfēng” (abejitas), porque revolotean de un lado a otro con su mensaje. Es la estrategia de la organización Hotline, para los derechos de las personas LGBTI de Taiwán, como respuesta a la campaña homófoba de una coalición de grupos conservadores de la Isla. Se preparan para el referéndum que consultará a los taiwaneses, el 24 de noviembre, su opinión sobre el matrimonio entre personas del mismo sexo. Actúan en las bocas de metro, trenes y ahora también en redes sociales. Su objetivo es “convencer a parte del 60% de indecisos de que somos personas normales”. En la semana en que España celebra su fiesta anual del Orgullo, activistas taiwaneses analizan la situación del que podría convertirse en el primer lugar de Asia en que gais y lesbianas se den el “sí quiero”.

El 24 de mayo de 2017 Taiwán estuvo a punto de cambiar la historia. Iba a convertirse en el primer país de la región en aprobar el matrimonio homosexual. Tras años de intensa lucha de los activistas de la Isla, el Tribunal Constitucional -conocido como Judicial Yuan- sentenció que la actual legislación sobre el matrimonio “violaba la libertad de matrimonio del pueblo” y era incompatible con “la igualdad”. Concedió al Parlamento dos años para enmendar o promulgar las leyes del Código Civil al respecto. Actualmente el artículo 972 se refiere a “las partes masculina y femenina”. Era el principio de una victoria. Las euforia duró solo unos meses.

“Lo que significa la decisión del tribunal es que el código civil actual es inconstitucional porque no permite que las parejas del mismo sexo se casen y dice que en el futuro deberían hacerlo. Así que el tribunal dio al Parlamento de plazo hasta el 24 de mayo de 2019 para modificarlo, pero se trata solo de una interpretación que el Parlamento debe aprobar o no”, explica a El Confidencial Chu-Yuan (Joyce) Teng, directora de Lobbying de Hotline, una organización que pretender “usar el diálogo para encontrar un atajo para el amor en Taiwán”, reza su web. Las paredes de la oficina, en un antiguo edificio del centro de Taipéi, están decoradas con banderas arcoíris y pósters. En uno de ellos, un unicornio de melena de colores cabalga con una familia a cuestas.

“Hace falta tres lecturas de la recomendación”, continúa Joyce Teng. “Entre la primera y la segunda, un comité profesional tenía que revisar la enmienda, artículo por artículo. Eso se produjo en diciembre de 2017. Creo que fue muy duro para el comité. Con 200.000 personas en la calle protestando”.

Detrás del referéndum anti-gay de Taiwán

Aquel día, cientos de taiwaneses celebraron este primer paso en la calle con banderas arcoíris, abrazos y lágrimas. Entre la multitud se encontraba Joyce, emocionada por lo que consideraba “un comienzo”. Pero en las calles de Taipéi no todo era felicidad. Otros cientos de ciudadanos, en contra del matrimonio igualitario, con el apoyo de grupos cristianos conservadores como la Coalición para la Felicidad de la Próxima Generación o la Alianza de grupos religiosos para el amor de las Familias, se congregaron en la puerta del Tribunal Constitucional para protestar. Algunos llevaron a sus hijos con carteles que rezaban: “Hecho por papá y mamá” o “el comportamiento gay es contagioso”.

placeholder Daphne Chiang y Kenny Jhuang buscan un vestido de boda en una tienda de Taipéi, Taiwán. (Reuters)
Daphne Chiang y Kenny Jhuang buscan un vestido de boda en una tienda de Taipéi, Taiwán. (Reuters)

Las tres preguntas del referéndum

Casi un año después de que las personas LGBTI de Taiwán vieran su sueño casi cumplido, sobre el arcoíris de la isla aparecieron nubarrones. El 17 de abril de 2018, a petición de la Alianza para la Felicidad de la próxima generación, la Comisión Electoral Central de Taiwán aprobó tres propuestas de referéndum nacional contra el matrimonio entre personas del mismo sexo.

El referéndum está previsto para el 24 de noviembre, el día que los taiwaneses eligen a sus alcaldes. “Lo han hecho coincidir con las elecciones locales por temor a que nadie participe en el referéndum”, explica Teng.

Si se consiguen las firmas necesarias para convocarlo, ese día, se consultará a los taiwaneses tres preguntas: si aprueban la protección a los derechos de las parejas del mismo sexo a través de uniones alternativas distintas al matrimonio; si están de acuerdo en que en la escuela Primaria y Secundaria se implemente la educación sobre homosexualidad como se detalla en la Ley de Equidad de Género y si están de acuerdo en que el matrimonio sea definido como una unión entre un hombre y una mujer. “La primera puede sonar a que quieren proteger a las parejas del mismo sexo, pero realmente lo que quieren son leyes que diferencien a unos y otros. No quieren que nuestro matrimonio sea como el suyo”, especifica la activista.

Foto:  (Imagen: E.V.)

Contra la educación sobre LGBTI en los colegios

Una de las preguntas claves es la que se refiere al aspecto educativo. “Taiwán cuenta con una ley denominada ‘Gender Equaty Education Act’ (Ley para la educación en equidad de género), aprobada en 2004, por la que todos los colegios e Institutos deben dedicar al menos cuatro horas cada semestre a temáticas sobre LGBTI”, explica Teng, que asegura que antes, “podíamos ir a los colegios, sin problema, y dar formaciones a los alumnos, pero cada vez es más difícil, incluso atacan a los profesores”. Y algunos, “por miedo, están evitando la temática o limitando las cuatro horas a cuestionen muy básicas sobre el hombre y la mujer.”

El edificio de la organización Hotline se sitúa en el centro de Taipéi, no muy lejos del Distrito de la Casa Roja, donde se concentran decenas de bares de copas adornados con banderas arcoíris, explícitamente ‘gay friendly’. Taiwán “probablemente sea más abierto que otros países asiáticos, en términos generales –puntualiza Teng— pero no en términos de representación; por ejemplo, Corea y Japón tiene algunos políticos que han declarado ser LGBTI, algo que no ha ocurrido aquí.” “Así que la sociedad es más abierta pero no creo que el ámbito público y político sea tan abierto, si no, el proceso para la legalización no hubiera sido tan largo”.

La principal brecha “es entre generaciones”, reconoce la activista.“Posiblemente hay un 20% de personas en Taiwán que nunca nos apoyarían, hables con ellos o no. Hay otro 20% totalmente a favor”. Así que, dice, que su principal acción se dirige a ese 60% que puede que tenga miedo de hablar del asunto “para demostrarles que somos personas normales”.

El movimiento de las abejas

Con este objetivo, han creado una red de voluntarios que en mandarín llaman “Xiǎo mìfēng” (Abejitas). La mayoría de las ‘abejitas’ son jóvenes. Anteriormente elegían un punto de la calle, como la salida de las estaciones de tren y se quedaban allí para hablar con la gente, ahora necesitamos crear conexiones sociales en internet. Es algo nuevo por hacer”.

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Participantes en un desfile del Orgullo Gay celebrado en Taipéi, en octubre de 2017. (Reuters)

“Lo más difícil: salir del armario en casa”

Durante la entrevista en Hotline, los teléfonos suenan sin descanso. Los activistas, hombres y mujeres jóvenes, entran y salen de las oficinas. Es la red que trabaja para apoyar y resolver las dudas del colectivo. “La mayoría de las personas que llama lo hace con cuestiones sobre cómo afrontar las relaciones, cómo hacer amigos, como actuar si les gusta alguien, sobre enfermedades de transmisión sexual…”, explica el activista Sih-Cheng Du, que luce una camiseta azul en la que se lee “VIH + OK”. También celebran encuentros mensuales, en los que “los jóvenes suelen preguntar si deberían salir del armario con sus compañeros de clase o esconderlo o si deberían decírselo a sus padres y cómo hacerlo.” “Decirlo en casa siempre es lo más difícil”, añade.

"Sé que quieren la felicidad para los otros pero tener un hijo gay en casa es distinto”

Pese a que Teng y Cheng Du trabajan como activistas en una ONG para los derechos de las personas LGBTI no han contado que son gay y lesbiana a sus respectivos padres. Teng bromea con que la mayoría de los padres usan la estrategia llamada “no preguntes, no digas”. No saben lo que votarán en el referéndum. “Sé que quieren la felicidad para los otros pero tener un hijo gay en casa es distinto”, puntualiza Teng. Con el objetivo de sensibilizar a las generaciones más mayores, el año pasado, Hotline creó una vídeo en el que aparece un padre, con marcado acento local, que se entera de que su hija es lesbiana y al final, lo acepta y es feliz con su nueva familia: su hija, su pareja y la nieta.

"Y si el referéndum es favorable, ¿vosotros querríais casaros?", preguntamos.

Risas. Teng y Du se miran uno a otro. “No se trata de si nosotros queremos casarnos o no, sino de que tengamos los mismos derechos que el resto de personas”, resuelve Teng.

Sih-Cheng Du duda. Su pareja contrajo una enfermedad grave el año pasado y ahora solo tienen a la madre de su novio que les apoya. “Si le pasa algo, con la ley actual, nadie reconocería nuestra relación”. “Pero no todo el colectivo querrá casarse por la ley de adulterio”, añade Lu. Taiwán es uno de los pocos lugares del mundo que penaliza la infidelidad como delito, como hacen algunos estados de EEUU, países regidos por la Ley Islámica como Arabia Saudí, Pakistán y Somalia y en Asia, Filipinas además de Taiwán. Corea del Sur descriminalizó la infidelidad en 2015. Desde los 80 hasta esa fecha, 35.000 surcoreanos fueron a la cárcel por engañar a sus cónyuges, cifra el diario 'Wall Street Journal'. “Esa es otra lucha que tenemos pendiente”, concluye Du.

El referéndum de Taiwán del 24 de noviembre abre el debate sobre si las cuestiones relacionadas con los derechos humanos deberían votarse. En Hotline, de momento dicen, lo han tomado “como una oportunidad para que la sociedad hable del tema en vez de cómo un obstáculo”, asegura Teng. “Para eso tenemos las abejas”.

Los llaman “xiǎo mìfēng” (abejitas), porque revolotean de un lado a otro con su mensaje. Es la estrategia de la organización Hotline, para los derechos de las personas LGBTI de Taiwán, como respuesta a la campaña homófoba de una coalición de grupos conservadores de la Isla. Se preparan para el referéndum que consultará a los taiwaneses, el 24 de noviembre, su opinión sobre el matrimonio entre personas del mismo sexo. Actúan en las bocas de metro, trenes y ahora también en redes sociales. Su objetivo es “convencer a parte del 60% de indecisos de que somos personas normales”. En la semana en que España celebra su fiesta anual del Orgullo, activistas taiwaneses analizan la situación del que podría convertirse en el primer lugar de Asia en que gais y lesbianas se den el “sí quiero”.

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