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Rebelión bávara en el Gobierno alemán: Merkel cuestionada
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Rebelión bávara en el Gobierno alemán: Merkel cuestionada

En enfrentamiento con su partido gemelo en Bavaria, el CSU, por las poíticas migratorias y de asilo debilitan a Merkel en un momento muy delicado para la Unión Europea

Foto: Reunión por separados de los grupos parlamentarios del cdu y spd
Reunión por separados de los grupos parlamentarios del cdu y spd

Angela Merkel, a la que se llegó a apodar “Queen Europe” durante la crisis del euro, no pasa por su mejor momento. La CDU de la canciller tardó 136 días en lograr un acuerdo de gobierno que le permitiese dar comienzo a su cuarto y, previsiblemente, último mandato. Y en tan solo tres, está viviendo una dura crisis que amenaza con fracturar su ejecutivo. La rebelión, sin embargo, no la han provocado sus socios socialdemócratas de la “Gran Coalición”, sino el líder de su partido gemelo en Bavaria: Horst Seehofer.

En su día, ya se leyó como una muestra de debilidad el hecho de que Merkel tuviera que aceptar a Seehofer como su ministro de Interior para que los conservadores del CSU bávaro aceptaran respaldar la “Gran Coalición”. Especialmente, porque a nadie se le escapaba que era cuestión de tiempo que el ministro y la canciller colisionaran a cuenta de las políticas migratorias: Seehofer, que defiende una línea dura en materia de migración y el asilo, fue uno de los mayores críticos de la decisión de Merkel de abrir las puertas a los refugiados durante la crisis de 2015.

El choque ha llegado. El desencuentro es tal que este jueves transcendió a la opinión pública. Merkel se niega a apoyar un plan para gestionar la migración que lleva la firma de Seehofer. Éste plantea dar poderes a la policía alemana para que devuelva en caliente a aquellos que crucen la frontera alemana y ya hayan pedido asilo en algún otro país de la Unión Europea. Una medida contraria al espíritu de acogida defendido por Merkel, que supondría un viraje hacia posicones de extrema derecha del gobierno alemán.

Teniendo en cuenta que las normas de acogida actuales -las del sistema de Dublín, pendiente de una reforma que se encuentra bloqueada por las discrepancias entre los Estados miembros- estipulan que aquellos que lleguen a la UE deben pedir asilo en el primer país al que lleguen, esto supondría cerrar a cal y canto las puertas a todos aquellos que se la hayan jugado para llegar por mar o tierra a territorio europeo, pisando primero Italia, Grecia o España, por ejemplo.

El plan de Seehofer apela directamente a todos aquellos alemanes, conservadores o no, que ven en la llegada de migrantes y refugiados una amenaza y que consideran que esta está relacionada con los ataques terroristas que ha sufrido el país en los últimos años. Pero, además, tiene un marcado tinte electoralista, ya que compite con los ultraderechistas de la AFD, que amenazan con seguir su expansión a costa de los votos de los conservadores CDU/CSU.

La canciller dio un puñetazo en la mesa y logró asegurarse el apoyo de su grupo parlamentario del CDU, pese a que varios sectores son también críticos con sus políticas migratorias. Merkel tiene la vista puesta en la cumbre de jefes de Estado y de Gobierno de la Unión Europea, la primera en la que participará Pedro Sánchez. En principio, la cita iba a estar centrada en la reforma del euro, pero tras el caso Aquarius y la llegada de La Lega de Matteo Salvini y Cinco Estrellas de Luigi di Maio al gobierno italiano, todo apunta a que la migración será el tema más candente.

Merkel ha prometido que tratará de llegar a acuerdos concretos con sus socios europeos para facilitar los retornos de aquellos que hayan solicitado asilo en esos países vecinos, una idea que no ha convencido a Seehofer, que se enfrenta a elecciones en Bavaria en octubre. Pero la canciller logró capear el temporal, pero no sin consecuencias y sin haber logrado cerrar un enfrentamiento que promete volver más pronto que tarde.

La rebelión debilita aún más su posición, lo que refuerza la creciente sensación de que es una canciller de salida a la que se le escapa el control de los acontecimientos en su país. Un problema no solo para Alemania, sino también para la Unión Europea, siempre dependiente del ritmo al que rueda la locomotora alemana, en un momento especialmente delicado por el Brexit, el enfrentamiento con Donald Trump y el auge del autoritarismo en varios países europeos.

Angela Merkel, a la que se llegó a apodar “Queen Europe” durante la crisis del euro, no pasa por su mejor momento. La CDU de la canciller tardó 136 días en lograr un acuerdo de gobierno que le permitiese dar comienzo a su cuarto y, previsiblemente, último mandato. Y en tan solo tres, está viviendo una dura crisis que amenaza con fracturar su ejecutivo. La rebelión, sin embargo, no la han provocado sus socios socialdemócratas de la “Gran Coalición”, sino el líder de su partido gemelo en Bavaria: Horst Seehofer.

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