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El antiguo azote de las tropas españolas en Irak, clave en la formación del Gobierno
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El antiguo azote de las tropas españolas en Irak, clave en la formación del Gobierno

Muqtada al Sadr, lider de la insurgencia contra EEUU desde 2003 y de una milicia que ejecutaba suníes, se convierte en la clave para formar un nuevo Gobierno en Irak

Foto: El clérigo Muqtada al-Sadr visita la tumba de su padre tras conocerse los resultados electorales, en Nayaf. (Reuters)
El clérigo Muqtada al-Sadr visita la tumba de su padre tras conocerse los resultados electorales, en Nayaf. (Reuters)

Soplan vientos de cambio en Irak tras las recientes elecciones, pero poco esperaban que el cambio vendría de la mano de Muqtada Al Sadr. El clérigo chií que lideró la insurgencia contra Estados Unidos tras la invasión de 2003. El líder de la milicia Ejército Al Mahdi. El cabecilla de los exterminios de suníes. El hombre que consiguió irrumpir en la Zona Verde y protestar contra la corrupción. El nacionalista. El populista. El religioso que no se casa con Estados Unidos ni con Irán. El estratega que forja alianzas con Arabia Saudí.

Los iraquíes están exhaustos después de años de conflicto. Ese hartazgo se ha reflejado en las urnas con una participación de poco más del 45%, según fuentes oficiales. La corrupción de la clase política ha sembrado la indiferencia en una ciudadanía drenada por la dictadura, los embargos, la invasión, la 'sectarización' y, la guinda del pastel, la ocupación de gran parte de su territorio, sobre todo en el norte, por parte de Daesh.

Muchos se preguntan qué ocurrirá con las 10.000 tropas de EEUU y con los contratos militares, dada su negativa a aceptar influencias foráneas

La victoria contra los extremistas del autodenominado Estado Islámico se declaró en diciembre de 2017, aunque los expertos reconocen que aún quedan focos sin controlar.

El actual primer ministro, Haider al Abadi, parecía destinado a rentabilizar en las urnas esa victoria, pero la corrupción ha alejado a los iraquíes de su clase política. La coalición que lidera quedó tercera en número de escaños tras la votación. Una sorpresa. O no tanto. En Irak aún son muchos los que sufren cortes de agua o luz y las infraestructuras funcionales son un sueño que muchos ya no se atreven a tener. Así que en las semanas previas a los comicios, los bagdadíes manifestaban su hartazgo y su desinterés en tomar parte en un proceso que consideran arreglado de antemano.

No les falta razón: para formar Gobierno las distintas coaliciones habrán de pactar. Nadie ha conseguido una mayoría suficiente. Los iraquíes esperaban las mismas caras que ya conocen y no tenían el menor interés en tomar parte en lo que consideraban una pérdida de tiempo y de dinero. Una imagen: el mismo día de los comicios los carteles y pancartas electorales empezaron a ser retirados. No por celo político o afán de regresar a la normalidad. El metal en el que se exhibían reportaría un buen dinero a los primeros en hacerse con él. Así que aún no se habían cerrado los colegios y los rostros de los casi 7.000 candidatos de las 42 listas de partidos ya llenaban los cubos de la basura.

Foto: Un miembro de las Unidades de Movilización Popular en la parte trasera de una camioneta frente a un mural a favor de la tolerancia religiosa en Bagdad, el 8 de mayo de 2018. (Reuters)

Pero a pesar del cansancio, las quejas y el enojo, los iraquíes quieren cambio. El primero, acabar con las divisiones sectarias en el país. En eso, la mayoría considera a Al Abadi, que ha logrado mantener un equilibrio entre Estados Unidos e Irán, el hombre adecuado para seguir liderando. Sin embargo no dependerá de él, sino de las alianzas que sea capaz de forjar durante los 90 días legales para formar Gobierno. Y el hombre que tendrá la llave para mantenerle o no como primer ministro no es santo de la devoción de muchos.

“Irak primero”

Muqtada al Sadr y su coalición han logrado alzarse con la victoria en las parlamentarias. Su alianza transversal Al Sairoon, que aboga por el “Irak primero”, ha ganado 54 asientos. Una mayoría alejada de la necesaria en una Cámara de 329 escaños. Pero, aun así, una mayoría que le otorga la capacidad de proponer primer ministro. El propio Al Sadr no se postula como tal y muchos respiran aliviados. Se le considera narcisista, egoísta, impulsivo. ¿Cómo entonces una figura tan controvertida ha logrado el apoyo de los iraquíes?

Su base está formada por la clase trabajadora chií que, el mismo día de la votación, celebraba los resultados no oficiales con disparos al aire en la plaza de la Liberación de Bagdad. También hombres de negocios suníes. Sus defensores defienden que ha cambiado y que sus acciones hablan por él. A finales de 2017 comenzó a recabar apoyos fuera de esa base, a hablar de luchar contra la corrupción, a ofrecer a sus opositores formar un nuevo movimiento político en el que profesionales no partidistas estuvieran en las posiciones de poder. Ese fue uno de los objetivos que Sadr marcó en la única entrevista concedida antes de las elecciones a su propio canal de televisión. Una agenda reformista en la que propugna reconstruir las instituciones del Estado para servir a los ciudadanos y no a los políticos.

A ese barco se unieron los comunistas, cuyo líder ha reconocido en diversas ocasiones que tuvieron muchas dudas al respecto. En otoño de este año, el líder del Partido Comunista visitó al clérigo en su casa en Nayaf. ¿Cómo pactar con alguien que tiene sangre en sus manos?, se preguntaban sus detractores. Pero no cabe duda de que Al Sadr ha sido capaz de atraer a las masas y podría ser el rostro del cambio por su insistencia en permanecer fiel a Irak en contraposición a la influencia de otros actores regionales. Finalmente, los comunistas, entre otros grupos, concurrieron a los comicios bajo el mismo paraguas de Muqtada Al Sadr, una alianza en la que la laicidad y la independencia de injerencias extranjeras fueron el principal argumento. Y no es un argumento baladí en Irak, un país que debe templar gaitas entre la influencia occidental de Estados Unidos y los lazos que les unen a Irán. Ambos, países no dispuestos a perder el control. Ambos con raíces profundas y aliados en Bagdad.

Foto: Miembros de una milicia chií en el norte de Irak, en septiembre de 2017. (EFE)

Gobierno de tecnócratas contra la corrupción

Sadr quiere formar Gobierno rápidamente para traer estabilidad al país. El pasado fin de semana se reunió con Hadi Al Amiri, el líder de Al Fattah, las milicias respaldadas por Irán que combatieron a Daesh, que ya han manifestado su intención de no vetar al actual primer ministro, Haider Al Abadi, y, dado que son la segunda fuerza en número de votos, su apoyo es necesario para formar Gobierno. El clérigo chií también se reunió con Al Abadi y, en declaraciones tras su primer encuentro, aseguró que tenían un mensaje claro y reconfortante para el pueblo iraquí: “Vuestro Gobierno cuidará de vosotros y será inclusivo y no excluirá a nadie. Trabajaremos juntos hacia la reforma y la prosperidad”.

Las prioridades para un acuerdo con Al Abadi serían formar un nuevo Gobierno cuanto antes y dar prioridad a la lucha contra la corrupción. También Al Abadi, en su discurso semanal a la prensa, hizo referencia a su charla con el clérigo y destacó que coincide casi en todos los puntos de vista con la lista de Al Sadr en la formación de un Gobierno de tecnócratas.

Pero si bien el propio Al Sadr no tiene aspiraciones de Gobierno, su influencia tendrá consecuencias importantes en la política regional. Muchos se preguntan qué ocurrirá con las 10.000 tropas estadounidenses y con los contratos militares, dada su negativa a aceptar influencias foráneas. Aunque el portavoz de Al Sadr, sin embargo, dejó claro tras las elecciones que dichos contratos de entrenamiento y de armas podrían continuar.

placeholder Muqtada al-Sadr se reúne en Nayaf con los embajadores de Turquía, Jordania, Arabia Saudí, Siria y Kuwait. (Reuters)
Muqtada al-Sadr se reúne en Nayaf con los embajadores de Turquía, Jordania, Arabia Saudí, Siria y Kuwait. (Reuters)

Nada más conocerse los resultados, Sadr se reunión en Nayaf con cinco embajadores de los países vecinos, entre ellos, Turquía y Arabia Saudí. No estuvo presente, sin embargo, el embajador iraní, aunque la coalición del clérigo no ha dejado claro si éste se habría reunido con el iraní por separado. Durante el encuentro con los enviados diplomáticos Sadr señaló que el principio fundamental de sus lazos con los países vecinos “se basa en la amistad” y pidió el fortalecimiento de las relaciones existentes “en interés del pueblo”.

Como Estados Unidos, Irán tampoco está dispuesto a perder su influencia en la región. Qassim Soleimani, jefe de la Fuerza Quds del Cuerpo de la Guardia Revolucionaria Islámica de Irán se ha estado reuniendo en los últimos días con las distintas fuerzas políticas en Bagdad buscando formar un bloque mayoritario que impida que Sadr dirija la creación del nuevo gabinete.

El clérigo no será un aliado fácil de seducir. Ya en 2013 hablaba en una entrevista con 'The Independent' de cómo veía las consecuencias de invitar a distintas potencias extranjeras a resolver los problemas de Irak: “Tienes un ratón y traes un gato para deshacerte de él. Luego quieres librarte del gato y traes un perro, entonces para librarte del perro traes un elefante y entonces… tienes que comprar un ratón…”.

Soplan vientos de cambio en Irak tras las recientes elecciones, pero poco esperaban que el cambio vendría de la mano de Muqtada Al Sadr. El clérigo chií que lideró la insurgencia contra Estados Unidos tras la invasión de 2003. El líder de la milicia Ejército Al Mahdi. El cabecilla de los exterminios de suníes. El hombre que consiguió irrumpir en la Zona Verde y protestar contra la corrupción. El nacionalista. El populista. El religioso que no se casa con Estados Unidos ni con Irán. El estratega que forja alianzas con Arabia Saudí.

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