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China se lanza a la conquista del Ártico
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China se lanza a la conquista del Ártico

China intenta consolidar su presencia en el Ártico. Además de la explotación de yacimientos de gas y petróleo y la creación de rutas comerciales, Pekín espera incrementar su seguridad energética

Foto: El rompehielos chino "Xuelong" en el puerto de Tianjin, China. (Reuters)
El rompehielos chino "Xuelong" en el puerto de Tianjin, China. (Reuters)

Se trata de una de las rutas marítimas más traicioneras del mundo, que se ha cobrado la vida de decenas de exploradores, y que no fue conquistada hasta 1905 por el noruego Roald Amundsen. Así que cuando el pasado septiembre el rompehielos chino Xuelong (‘Dragón de Nieve’) consiguió cruzar el Paso del Noroeste, que une el océano Pacífico y el Atlántico a través de la costa norte de Canadá y Alaska, los medios estatales no dudaron en afirmar que el navío había conseguido “abrir una nueva ruta marítima para China”.

La travesía acorta la distancia entre Shanghái y Nueva York en unas 2.000 millas náuticas (unos 3.700 kilómetros) respecto al itinerario que cruza el Canal de Panamá.

La expedición china pone de manifiesto el creciente interés de Pekín por consolidar su presencia la zona ártica, pese a su lejanía respecto a la región. El deshielo del Ártico causado por el calentamiento global está abriendo la puerta a nuevas oportunidades económicas en la región, incluido la explotación de yacimientos submarinos de gas y petróleo, y la creación de nuevas rutas comerciales.

"Rusia no tiene otra elección que aceptar capital chino para construir las infraestructuras necesarias para explotar los recursos [debido a las sanciones occidentales]"

“La situación del Ártico trasciende los estados […] de la región, es también de vital interés para los estados que no pertenecen a la región y la comunidad internacional”, afirma el Gobierno chino en el primer documento que detalla su estrategia en la zona ártica, que publicó el pasado enero. El texto resalta el interés de China en la investigación científica y la preservación medioambiental en el círculo polar ártico, pero también el deseo de aprovechar las oportunidades económicas que presenta el deshielo polar.

“No es necesario ocultar que existe un interés económico, pero también es cierto que China pretende cooperar de manera responsable con los países de la región, siguiendo las normas”, afirma Kai Sun, experto en la geopolítica del Ártico en la Universidad del Océano de China, en el puerto de Qingdao.

Al igual que España, China es uno de los trece estados observadores del Consejo del Ártico, un órgano formado por los países de la zona (Canadá, Estados Unidos, Dinamarca, Finlandia, Islandia, Noruega, Rusia y Suecia) y destinado a gestionar la gobernanza del Círculo Polar Ártico.

“Podemos recibir con brazos abiertos la participación de China, pero debemos mostrarnos cautelosos ante posibles extralimitaciones”, afirmaba David Balton, ex subsecretario adjunto para Océanos y Pesca del Departamento de Estado de Estados Unidos, durante un panel de discusión sobre el tema organizado por el centro de investigación norteamericano Wilson Centre.

Foto: Un trabajador en un yacimiento de petróleo de la compañía Rosneft, en Krasnoyarsk, Siberia (Reuters).

Los nuevos recursos en juego

El Ártico podría contener hasta un 30% de las reservas de gas natural aún por descubrir a nivel mundial, y un 13% de los yacimientos petrolíferos, según estimaciones del Servicio Geológico de los Estados Unidos.

Sin embargo, los estados árticos contarán con los derechos exclusivos sobre la mayor parte de estos recursos una vez queden delimitadas sendas zonas de influencia marítima, explica el profesor Frédéric Lasserre, experto en geopolítica del Ártico de la Universidad de Laval, en Québec. Ante esta situación, China busca potenciar la cooperación empresarial internacional para ganar acceso a las reservas de combustibles fósiles, especialmente en Rusia.

Rusia no tiene otra elección que aceptar capital chino para construir y desarrollar las infraestructuras necesarias para explotar los recursos [debido a las sanciones económicas occidentales]. Otros estados aceptarán la inversión china siempre y cuando Pekín no acabe teniendo demasiada influencia en el Ártico”, dice Lasserre.

El pasado diciembre, la compañía de energía rusa Novatek puso en funcionamiento una planta de desarrollo de gas natural licuado en la península siberiana de Yamal, financiada en aproximadamente un 30% por la Corporación Nacional del Petróleo de China y por un fondo de inversión estatal chino (la francesa Total cuenta con una participación del 20% en el proyecto). Se prevé que el centro subministre cuatro millones de toneladas de gas natural licuado a China anualmente.

placeholder La planta de gas licuado de Yamal LNG durante su construcción en el puerto de Sabetta. (Reuters)
La planta de gas licuado de Yamal LNG durante su construcción en el puerto de Sabetta. (Reuters)

Distintas compañías chinas también participan en la extracción de minerales en Canadá o Groenlandia, pero no todas las empresas han conseguido superar las suspicacias que aún genera el gigante asiático a nivel internacional.

Dinamarca rechazó en 2016 la oferta de una compañía china para comprar una base naval abandonada en Groenlandia debido a cuestiones de seguridad, recogía ‘Reuters’. De modo similar, aunque China ha fortalecido los lazos económicos con Islandia, el país vetó la polémica venta de una parcela de 300 kilómetros cuadrados en el noreste del país al empresario y antiguo dirigente del Partido Comunista de China Huang Nubo en 2011.

Sun, de la Universidad del Océano de China, afirma que las acciones de las compañías chinas son motivadas por “criterios económicos” y no por “decisiones gubernamentales”.

“Las inversiones chinas son tratadas de modo distinto a las de otros países, debido al poder político y económico del país, y a que los estados árticos aún no están seguros de si Pekín cuenta con intenciones ocultas”, explica Lasserre.

En su primer documento estratégico sobre la región, China reafirma que respetará la normativa internacional, incluida la Convención de las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar, que regula la gestión de los océanos y delimita los derechos marítimos de los países costeros. Pese a ello, Pekín se ha negado a reconocer una sentencia en la Corte Permanente de Arbitraje de La Haya de 2016 en relación con su disputa territorial con Filipinas en el Mar Meridional de China, basada en la Convención de la ONU.

placeholder La ex primera ministra de Islandia, Johanna Sigurdardottir, durante una reunión con Wen Jiabao en Reykjavik. (Reuters)
La ex primera ministra de Islandia, Johanna Sigurdardottir, durante una reunión con Wen Jiabao en Reykjavik. (Reuters)

Ruta de la Seda polar

El deshielo del Ártico también ha impulsado la exploración de rutas de transporte marítimas alternativas a las actuales, que acorten la distancia entre Asia y Europa. China, la mayor potencia exportadora mundial, ha expresado su interés en desarrollar una “Ruta de la Seda Polar” a través de la creación de nuevas infraestructuras.

El Gobierno vincula así el transporte en la región con la macroiniciativa “Una Franja, Una Ruta”, uno de los proyectos estrella del Ejecutivo chino, que promueve la construcción de infraestructuras para mejorar las conexiones de China con el resto de Asia, África y Europa.

“Añadiendo la ruta ártica al proyecto, será mucho más fácil movilizar recursos”, explica Sun. “Una Franja, Una Ruta” cuenta con el apoyo de un fondo de inversión chino de más de 30.000 millones de euros, y de un banco de inversión con más de 70 países miembros, el Banco Asiático de Inversión en Infraestructuras.

En 2013, un carguero de la transportista china COSCO realizó un primer viaje desde el puerto chino de Dalian a Rotterdam a través del Pasaje Noreste, que une Europa con Asia a través de la costa septentrional de Rusia y de la península escandinava. El viaje consiguió reducir en un tercio el tiempo del trayecto respecto a la ruta por el Océano Índico y el Canal de Suez, según recogía la agencia oficial Xinhua, y COSCO ha mostrado su interés en seguir usando este recorrido alternativo.

Sin embargo, un estudio del Instituto Internacional de Estudios Estratégicos advertía en 2014 que, pese a la menor distancia recorrida, la viabilidad comercial de la ruta a través del Pasaje Noreste se ve reducida por la necesidad de usar cargueros de menor tamaño, la estacionalidad del trayecto y las condiciones extremas en las que se realiza el viaje. “Desde el inicio del deshielo, se empezó a hablar de nuevas rutas comerciales más cortas, pero, 20 años después, los barcos siguen sin aparecer”, sentencia Lasserre.

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Más allá de posibles beneficios económicos, China espera incrementar su seguridad energética a través de las rutas comerciales árticas. Actualmente, la mayor parte de carburantes importados por el gigante asiático atraviesan el estrecho de Malaca, que une el Océano Índico con el Mar Meridional de China. Pekín ha expresado en el pasado su malestar ante la dependencia de la ruta malasia, y la apertura de nuevos trayectos septentrionales supondría, sin duda, un alivio para los mandatarios chinos.

Un último factor parece justificar el aumento de la presencia de China en el Ártico, en este caso a través de expediciones científicas, y por motivos puramente domésticos.

Un estudio publicado en la revista científica ‘Science Advances’ en 2017 advertía que el deshielo del Ártico era uno de los principales causantes del ‘apocalipsis’ que el noreste de China sufrió en enero de 2013, cuando toda la región quedo sumida en una densa capa de polución durante varias semanas.

El Gobierno chino ha luchado de manera activa contra la polución en el país durante los últimos años y, sin duda, buscará entender mejor cómo el deshielo del Ártico repercute en el medio ambiente del país, uno de los problemas que más preocupan a la población china.

Se trata de una de las rutas marítimas más traicioneras del mundo, que se ha cobrado la vida de decenas de exploradores, y que no fue conquistada hasta 1905 por el noruego Roald Amundsen. Así que cuando el pasado septiembre el rompehielos chino Xuelong (‘Dragón de Nieve’) consiguió cruzar el Paso del Noroeste, que une el océano Pacífico y el Atlántico a través de la costa norte de Canadá y Alaska, los medios estatales no dudaron en afirmar que el navío había conseguido “abrir una nueva ruta marítima para China”.

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