Primer aniversario del artículo 50 de Lisboa: balance del 'Año I' del Brexit
El 29 de marzo de 2017, Londres envió a Bruselas la misiva en la que activaba oficialmente el divorcio con Europa. ¿Qué se ha avanzado en este año y qué queda por resolver?
Este jueves se cumple el primer aniversario de la activación del artículo 50 del Tratado de Lisboa: el 29 de marzo de 2017, Londres entregaba a Bruselas la misiva donde comunicaba oficialmente su solicitud de divorcio. “Este es un momento histórico para el que no hay vuelta atrás”, aseguraba la premier Theresa May en la Cámara de los Comunes. En este último año se han resuelto algunas dudas: la fecha fijada para que el Reino Unido abandone el bloque será el 29 de marzo de 2019, existirá un periodo transitorio hasta el 31 de diciembre de 2020 y Downing Street insiste en que también se saldrá del mercado único y la unión aduanera. Pero todo está aún sujeto a una importante votación que, previsiblemente, tendrá lugar a finales de este año en Westminster. Aquí las 10 claves para conocer el estado actual de las negociaciones del Brexit y el panorama que May tiene en casa para afrontar un reto sin precedentes.
El fracaso de las elecciones anticipadas
Tras activar el artículo 50, May convoca elecciones anticipadas. Envalentonada por los sondeos, que le daban gran ventaja, el objetivo era doble: por un lado, conseguir una barrida histórica a la oposición laborista que le diera fuerza de cara a las negociaciones con Bruselas; por otro lado, certificar su propia autoridad. Al fin y al cabo, se había convertido en primera ministra sin pasar por las urnas tras la dimisión de David Cameron. Pero el órdago fue un auténtico fracaso. Acabó perdiendo la mayoría absoluta y se vio obligada a pactar con los norirlandeses unionistas del DUP. Sus “aliados” son los que están marcando ahora las pautas respecto a la frontera de Irlanda del Norte en las negociaciones del Brexit, una de las cuestiones más complejas.
¿Qué es el acuerdo de divorcio?
Aunque Londres siempre quiso negociar paralelamente su salida y las futuras relaciones comerciales, Bruselas dejó claro que primero tenía que haber un acuerdo de divorcio. A finales de 2017 se logró, al fin, acercar posturas en las tres cuestiones fundamentales:
A) Factura: no hay figuras específicas aunque el Reino Unido podría tener que pagar entre 40.000 y 49.000 millones de libras (de 45.000 millones a 55.000 millones de euros).
B) Ciudadanos: se garantiza que se respetarán sus derechos
C) Frontera de Irlanda: ambas partes se comprometieron a que no habrá una frontera “dura”.
¿Qué es el acuerdo de transición?
Tal y como solicitó Londres, Bruselas aceptó este mes de marzo que, tras la salida del Reino Unido del bloque, exista un periodo de transición (o implementación como los llaman los británicos) para dar sobre todo tiempo a las empresas a aclimatarse a la nueva situación. Este plazo empezará el 29 de marzo de 2019 y terminará el 31 de diciembre de 2020, que es cuando finaliza el actual marco financiero plurianual. Durante este tiempo, el Reino Unido seguirá beneficiándose de los “pros” de la UE como si fuera miembro. Seguirá dentro del mercado único (con la libertad de movimiento que ello conlleva) y la unión aduanera. Seguirá contribuyendo al presupuesto europeo. Pero no tendrá ni voz ni voz en las instituciones europeas ni en la toma de decisiones. Eso sí, podrá negociar y firmar acuerdos comerciales con terceros, aunque no podrá implementarlos hasta que el periodo de transición haya concluido.
La frontera de Irlanda: principal escollo
Aunque ambas partes se han comprometido a que no haya una frontera dura entre la república de Irlanda e Irlanda del Norte –la única terrestre que existirá entre el Reino Unido y la UE tras el divorcio- aún no se han materializado ninguna solución concreta. Si Londres insiste en que el país saldrá también del mercado único y la unión aduanera, la frontera parece inevitable. En este sentido, Bruselas propone la alineación de las regulaciones, es decir, que Irlanda del Norte quede de alguna manera dentro de la normativa comunitaria. Pero May, presionada por el DUP, se niega y asegura que la provincia no va a quedar en una situación distinta a la del resto del país. La UE ha dado de plazo a Downing Street hasta junio para que aporte una solución al problema.
Derechos de los ciudadanos, ¿resueltos?
Actualmente hay tres millones de ciudadanos de la UE que viven en el Reino Unido. Londres ha propuesto que todos los que lleven viviendo en el país cinco años se les concederá el estatus de “asentados en Reino Unido” para que gocen de los mismos derechos que los británicos en materia de sanidad, educación, prestaciones sociales y pensiones. A los que lleven menos de cinco años en el momento del Brexit, se les dará tiempo para acumular todo el plazo y lograr todos los derechos. A los que lleguen durante el periodo de transición, también se les permitirá solicitar el permiso de residencia cuando lleven cinco años acumulados. El trámite aún no está publicado, pero May promete que será fácil, on line y con un coste similar al de renovar el pasaporte. Eso sí, la oferta está condicionada a que la UE garantice la “reciprocidad” con el millón y medio de británicos que residen en el continente.
¿Cómo queda Gibraltar?
El acuerdo de transición incluye a Gibraltar. Pero su aplicación dependerá de la negociación bilateral entre Madrid y Londres, después de que la UE diera a España “poder de veto”. En este sentido, España pretende que, si el Peñón quiere seguir disfrutando durante la transición del mercado único y unión aduanera, Londres tendrá que hacer luego concesiones acerca del uso compartido del aeropuerto de Gibraltar y sobre las prácticas fiscales agresivas gibraltareñas, entre otros aspectos.
¿Cómo serán las furas relaciones comerciales?
Cerrado el acuerdo de divorcio y el del periodo de transición, ambas partes deben negociar ahora cómo serán las furas relaciones comerciales. Los Veintisiete han rechazado la propuesta de Londres de un acuerdo “sector por sector”. La intención de May era tener más o menos acercamiento según las áreas. Pero Bruselas cierra la puerta al “cherry-picking” –coger lo que más convenga y dejar el resto- y deja muy claro que no habrá ningún tratamiento especial para la City. A principios de marzo, May reconoció, por primera vez, que fuera del mercado único y la unión aduanera “la vida será diferente”.
¿Qué está pasando en Escocia y Gales?
Actualmente, Westminster está debatiendo la llamada “Gran ley de derogación” para pasar a la legislatura británica todas las actuales normativas comunitarias acumuladas desde la adhesión de Reino Unido al bloque en 1973. La polémica se centra en la cláusula 11. El Gobierno central propone que, de los 111 poderes y responsabilidades transferidos actualmente a Bruselas, 86 pasen directamente a Edimburgo y Cardiff y 25 se “congelen temporalmente” en Londres, a fin de establecer un marco común en todo el Reino Unido. El problema es que no hay un periodo de tiempo establecido para que estos poderes se devuelvan luego a Escocia y Gales. Los gobiernos “autonómicos” quieren que se repatrien los 111 poderes en su totalidad. Y no están dispuestos a esperar. Por eso, Edimburgo y Cardiff han comenzado a tramitar su propia ley del Brexit. Se trata de la crisis institucional más grave hasta la fecha en materia de competencias derivadas. En definitiva, un órdago en toda regla que podría terminar en el Tribunal Supremo.
¿Abandonará el Reino Unido la unión aduanera?
May quiere sacar al país del mercado único –para controlar la inmigración- y la unión aduanera –para poder negociar libremente acuerdos con terceros países-. Sin embargo, la conservadora rebelde pro-UE Anna Soubry ha presentado una enmienda al proyecto de ley del Gobierno sobre Comercio que se debate actualmente en Westminster, para que el Reino Unido permanezca en una unión aduanera. La débil mayoría de May tan sólo se sustenta en 13 asientos y podría sufrir una gran derrota porque los laboristas podrían apoyar a los tories rebeldes después de que el líder de la oposición, Jeremy Corbyn, se haya mostrado partidario de la pertenencia a una unión aduanera. El proyecto de ley no será debatido en la Cámara de los Comunes hasta que finalice el próximo receso parlamentario de Semana Santa. Aunque, consciente de que existen altas posibilidades de derrota, el Gobierno podría aplazar el voto hasta después de las elecciones locales de mayo, donde se espera que el Partido Conservador coseche malos resultados. El escenario se pone realmente interesante.
¿Por qué es clave el cierre de año?
Hasta ahora, todo lo pactado entre Londres y Bruselas está siendo una declaración de intenciones. Pero no tendrá validez legal hasta que se cierre el “acuerdo final de salida”. Y la clave está en que el Gobierno británico se ha comprometido a que, antes de firmarlo, lo someterá a una votación en Westminster –donde, recordemos, no tiene mayoría absoluta-. La mayoría de los diputados en los Comunes hizo campaña por la permanencia en la UE. Y ahora podrían defender que el acuerdo no es lo suficientemente bueno para el futuro del país. El Gobierno insiste en que, si Westminster lo rechaza, el Reino Unido saldrá en cualquier caso de la UE. Pero llegado a este escenario se podría crear una gran crisis institucional que podría desencadenar en la convocatoria de elecciones generales o un nuevo referéndum.
Este jueves se cumple el primer aniversario de la activación del artículo 50 del Tratado de Lisboa: el 29 de marzo de 2017, Londres entregaba a Bruselas la misiva donde comunicaba oficialmente su solicitud de divorcio. “Este es un momento histórico para el que no hay vuelta atrás”, aseguraba la premier Theresa May en la Cámara de los Comunes. En este último año se han resuelto algunas dudas: la fecha fijada para que el Reino Unido abandone el bloque será el 29 de marzo de 2019, existirá un periodo transitorio hasta el 31 de diciembre de 2020 y Downing Street insiste en que también se saldrá del mercado único y la unión aduanera. Pero todo está aún sujeto a una importante votación que, previsiblemente, tendrá lugar a finales de este año en Westminster. Aquí las 10 claves para conocer el estado actual de las negociaciones del Brexit y el panorama que May tiene en casa para afrontar un reto sin precedentes.
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