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La estirpe olvidada de Atatürk: Turquía ignora a los descendientes de su fundador
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LA VIDA MODESTA DE los familiares del mito

La estirpe olvidada de Atatürk: Turquía ignora a los descendientes de su fundador

Tras la caída del Imperio Otomano, Mustafá Kemal "Atatürk" estableció la moderna República Turca, que durante décadas ha reverenciado su figura. Pero sus parientes viven hoy en el anonimato

Foto: Un espejo que perteneció a Atatürk. En la foto, Agca Kuzulu, uno de sus descendientes vivos, en Iskenderun (Alejandreta), en el sur de Turquía. (Onur Çakir)
Un espejo que perteneció a Atatürk. En la foto, Agca Kuzulu, uno de sus descendientes vivos, en Iskenderun (Alejandreta), en el sur de Turquía. (Onur Çakir)

Nadie en el puerto conoce el respetado linaje de su estirpe. Y muy pocos lo acertarían. Un muchacho se despide de él cuando abandona el muelle. “¡'Aleikum Salam', buenas tardes!”, contesta Feyzullah Aldirma. El jubilado teje unas redes de hilo, tras una jornada de pesca, en un contenedor prefabricado que hace la función de caseta. A sus 53 años todavía conserva el ánimo y la forma física para pescar en el pequeño golfo de Iskenderun (Alejandreta), en el sur de Turquía. Además de la vitalidad propia del sol y del aire marino, la captura de gambas le aporta una ganancia extra para completar una pensión modesta.

“Durante los 26 años que trabajé en la Armada -como técnico de reparación de sistemas de aire acondicionado- nunca le conté a nadie que era un descendiente de la familia de Atatürk”, revela el patriarca de los Aldirma en una entrevista exclusiva a El Confidencial, “somos una familia sencilla”. Lo dice porque toda su vida ha estado apartado del reconocimiento, la ambición o la opulencia. A los 12 años quedó huérfano de padre y se vio obligado a abandonar la escuela. Así, encontró un empleo en las instalaciones militares de su ciudad donde se ganó el jornal hasta la jubilación.

Feyzullah Aldirma es el patriarca de los sucesores del primo del fundador de la República de Turquía: Mustafa Kemal Atatürk. Abdurrahman Efendi fue un hombre próximo al núcleo familiar cuyo nombre incluso aparece en el testamento de la madre de Atatürk. Fue el jefe de la legendaria estación de tren Haydarpasa -última parada del Orient Express- hasta su siguiente cargo como oficial en el sureste del país, en Dortyol, un distrito de Iskenderun. Desde entonces, las siguientes generaciones de los Aldirma echaron raíces en la provincia de Hatay.

placeholder Mustafá Kemal Atatürk y su descendiente, Ahmet Mete, el abuelo de Agca Kuzulu y el miembro de la familia que mayor parecido conservó con su antecesor
Mustafá Kemal Atatürk y su descendiente, Ahmet Mete, el abuelo de Agca Kuzulu y el miembro de la familia que mayor parecido conservó con su antecesor

“Recuerdo vagamente el coche de Makbule [la hermana de Atatürk]. Ella solía pasar el verano aquí y el invierno en Estambul”, evoca Birsen Aldirma, ahora una anciana, sobre los tiempos en los que ella era una niña. Las generaciones más longevas del pueblo recuerdan las idas y venidas de Makbule, así como la estrecha relación con su primo Abdurrahman. Juntos pasaban largas veladas en una casa con un jardín de naranjos que le había regalado su hermano. Una mansión que heredó la familia pero que ha sido recientemente demolida por una constructora para la edificación de apartamentos.

Noventa años después de aquello, la primera época de la Turquía moderna, la fotografía familiar ha perdido el brillo y la distinción que rodeaba a la figura de Atatürk. En las paredes y librerías de la modesta vivienda de los Aldirma no hay ni rastro del legado del hombre más importante de la historia del país. Ni siquiera guardan relación alguna con el museo del pueblo, “El Primer Museo de Balas y Casa de Atatürk”, íntegramente gestionado por la municipalidad. Los únicos trofeos que conserva esta rama de los Aldirma, con poco interés en la conservación de tan singular genealogía, son una cómoda, un espejo y un juego de espadas.

Ignorados por las autoridades

Antes de morir, el padre de la Turquía moderna donó sus pertenencias al Estado y al recién fundado Partido Republicano del Pueblo (CHP). “De nuestros antecesores hemos aprendido a ser humildes, igual que Atatürk, y esta costumbre es la herencia que hemos recibido de él. Nunca desearíamos presumir, preferimos un estilo de vida corriente”, mantiene Agca Kuzulu, tataranieto de Abdurrahman, que ahora hace turnos en unos grandes almacenes de electrónica y tecnología TeknoSA en un centro comercial de Alejandreta. En un coche antiguo y destartalado conduce hasta un pequeño piso, decorado al estilo popular, donde dice que “apenas unos pocos” conocen su ascendencia.

placeholder Feyzullah Aldirma, en su bote, después de una jornada de pesca. (P. Cebrián)
Feyzullah Aldirma, en su bote, después de una jornada de pesca. (P. Cebrián)

“Las autoridades nunca nos han contactado”, insiste Agca Kuzulu. Una postura que contrasta con el revisionismo histórico puesto en práctica por el Gobierno para facilitar el regreso de los parientes del Sultán del Imperio Otomano Abdul Hamid II a la esfera pública del país. En el 100º aniversario de su muerte en febrero, el Ayuntamiento de Estambul organizó un evento por todo lo alto. A él asistieron los herederos; algunos de ellos afincados en el extranjero tras el exilio posterior a la desintegración del sultanato. Los medios afines al gobierno, e incluso una nueva fundación, insisten en la necesidad de otorgarles sueldos vitalicios, la nacionalidad para aquellos que la perdieron y la devolución de algunas de sus propiedades.

“Quizá tienen derecho a reclamar su patrimonio privado”, sugiere Feyzullah, “pero pensar que van a restaurar el Califato no es realista”. Toda la parentela Aldirma, formada por trabajadores sin estudios superiores, insisten en que la suya es una vida de placeres sencillos. Y que ellos, a diferencia de los Osmanoglu, nunca reclamarían semejante atención. “Cuando Abdurrahman se mudó a Dortyol, le pidió ayuda a Atatürk para que le diera algunas tierras”, comenta Agca. “Él le contestó: ninguna de mi ropa me pertenece, todas mis posesiones son de la nación. No os puedo obsequiar con ventajas o tierras”.

Los valores del kemalismo -la ideología sobre la que se fundó Turquía en 1923- como el laicismo, la igualdad de la mujer, el reformismo o el republicanismo, han sido puestos en cuestión tras las recientes políticas conservadoras, religiosas y autoritarias emprendidas por el partido en el poder -el AKP, Partido de la Justicia y el Desarrollo-. Sin embargo, los sucesores de Atatürk, como cualquier otro ciudadano turco de clase media, evitan hacer crítica al ejecutivo de Recep Tayyip Erdogan. “Yo no veo ninguna diferencia entre los valores del Gobierno y los de Atatürk”, sentencia, incluso, Agca Kuzulu.

placeholder Feyzullah Aldirma rodeado de su familia: su hija y su mujer, su madre, Birsen Aldirma, y su hermana. (Onur Çakir)
Feyzullah Aldirma rodeado de su familia: su hija y su mujer, su madre, Birsen Aldirma, y su hermana. (Onur Çakir)

Atatürk quiso desvincularse de su familia

La desconexión entre la figura del "padre de los turcos" y su familia fue emprendida por el propio líder del país y su entorno político. “El CHP nunca tuvo demasiado interés en establecer un vínculo entre los parientes y el partido o el gobierno”, afirma el biógrafo Ryan Gingeras, autor de “Atatürk. Heredero de un Imperio”, “porque el mito de Atatürk es el de aquel que no requiere de relaciones públicas, que no tiene descendencia, una especie de criatura única e individual en la historia”.

Mustafa Kemal era consciente de su repercusión: el impulsor de una nueva era, de la adaptación de un país a la edad moderna y su defensa ante la invasión del enemigo en un período colonial tras la Primera Guerra Mundial. Por ello, él mismo contribuyó a la creación de un líder revolucionario que trascendía lo material. “Sus hijos adoptivos [nunca tuvo descendencia biológica] no heredaron importantes sumas de dinero”, sigue Gingeras. “Antes de morir, donó sus posesiones al Estado: su granja en Ankara, el Palacio Blanco, su colección de libros, el yate… (…) se aseguró de que ninguno de sus hijos pudiera hacerse rico por su parentesco”.

Unos ideales que Ginegeras considera mistificados ya que “era bastante materialista, residía durante el verano en el Palacio de Dolmabahçe -donde murió- y pasó varios años visitando diferentes resorts”. Pero él quiso pasar a la historia como un líder, casi espiritual, modesto y humilde. Ni siquiera la familia adquirió el sobrenombre de Atatürk cuando se aprobó la ley para crear los apellidos en 1934 (la población utilizaba el nombre del padre durante el período del Imperio Otomano). “Fue Atatürk quien eligió Aldirma para nosotros”, comenta Feyzullah. Una forma en imperativo que significa "que nada te importe".

Nadie en el puerto conoce el respetado linaje de su estirpe. Y muy pocos lo acertarían. Un muchacho se despide de él cuando abandona el muelle. “¡'Aleikum Salam', buenas tardes!”, contesta Feyzullah Aldirma. El jubilado teje unas redes de hilo, tras una jornada de pesca, en un contenedor prefabricado que hace la función de caseta. A sus 53 años todavía conserva el ánimo y la forma física para pescar en el pequeño golfo de Iskenderun (Alejandreta), en el sur de Turquía. Además de la vitalidad propia del sol y del aire marino, la captura de gambas le aporta una ganancia extra para completar una pensión modesta.

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