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El norte pide menos impuestos; el sur, renta mínima: el imposible puzle de una Italia rota
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"le deseo suerte a la deuda pública"

El norte pide menos impuestos; el sur, renta mínima: el imposible puzle de una Italia rota

Se ha producido una revolución en el mapa electoral. En la Italia meridional, el M5S ha arrasado. En el norte, la Liga de Salvini supera a Forza Italia con su retórica antiinmigrantes

Foto: El candidato a las elecciones generales de Italia por el Movimiento Cinco Estrellas (M5S), Luigi Di Maio, ofrece una rueda de prensa en Roma. (EFE)
El candidato a las elecciones generales de Italia por el Movimiento Cinco Estrellas (M5S), Luigi Di Maio, ofrece una rueda de prensa en Roma. (EFE)

Hay un eslogan —otrora parte de la retórica de Silvio Berlusconi— que se ha oído a menudo durante la campaña italiana en boca de los políticos de la ultraderechista Liga de Matteo Salvini. “Bajaremos los impuestos”, volvió a decir este lunes el propio Salvini, en una de sus primeras declaraciones tras las elecciones generales del domingo. Un mensaje radicalmente opuesto al del Movimiento Cinco Estrellas (M5S), que considera necesaria “una renta asistida de ciudadanía”, destinada a unos nueve millones de italianos, según cálculos de esta formación de ideología confusa (y alejada de la izquierda en muchos aspectos).

“El sur quiere la renta mínima. El norte quiere menos impuestos. Le deseo buena suerte a la deuda pública y al presupuesto”, fue el comentario irónico de Jacopo Iacoboni, periodista especializado en información política y autor del libro 'El experimento sobre el M5S'.

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“La Liga y el M5S son dos partidos populistas. Pero el mensaje del primero ha sido una mezcla de rechazo a la inmigración y la propuesta de la 'flat tax' [una especie de impuesto único para todos], muy apreciados por los empresarios del norte. El M5S, en cambio, centró su campaña electoral en promesas asistencialistas, en especial durante sus mitines en el sur del país”, dice Iacaboni a El Confidencial. “El problema es que, además de ser dos propuestas incompatibles, nadie sabe de dónde sacarán el dinero”, añade el analista.

Es la Italia dividida que arrojan las elecciones del pasado domingo, una 'guerra de guerrillas' norte-sur en la que hay dos claros ganadores: el M5S, en la Italia meridional, donde ha arrasado en Sicilia y Cerdeña, así como en las regiones de Calabria, Apulia, Campania, Molise y en Los Abruzos; y La Liga, que por primera vez se ha impuesto como el partido más votado entre sus socios de la coalición de centroderecha, antes liderada por el partido Forza Italia, de Berlusconi. Ha sido el partido más votado en las regiones de Piamonte, Lombardía, Véneto y Friuli Venezia-Julia, así como en Emilia Romaña y Umbría.

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Una Italia partida en dos por su tejido social, su cultura y ahora su fragmentado espectro político. “Ha sido un resultado posideológico”, dijo Luigi Di Maio, el líder del M5S. “Un triunfo absoluto”, añadió, en un discurso en el que recordó los endémicos problemas de desarrollo y desigualdad social que afectan a Italia —en especial al sur—. No tocó el asunto de la mafia, aunque es parte del problema, tanto en el sur, donde las mafias se han originado, como en el norte, donde se han infiltrado.

En el maltrecho sur de Italia, donde la renta per cápita no aumenta desde hace años (aunque, a nivel macro, la economía crece levemente), el resultado de los 'indignados' italianos ha sido contundente. También ha enterrado los anhelos de quienes gobernaban en esos territorios, el Partido Democrático de Matteo Renzi y Forza Italia. En Sicilia incluso lograron hacerse con todos los colegios uninominales, cuatro meses después del triunfo del centroderecha en las elecciones autonómicas. En Campania —región a la que acudirá Di Maio este martes para festejar el resultado electoral— y Apulia, se han beneficiado de un inesperado aumento de la participación.

Mientras, en las acaudaladas regiones del norte, las quejas de la ciudadanía giran desde hace tiempo en torno a la inseguridad y la supuesta 'invasión' de inmigrantes. No es nada nuevo. Ya en 2013, el instituto italiano Demos había registrado que la percepción de inseguridad —ligada a la inmigración— era “particularmente alta” en el norte, “especialmente” en el noroeste.

placeholder El fundador del M5S, Beppe Grillo, y Luigi Di Maio pronuncian un discurso durante un acto electoral celebrado en Roma. (EFE)
El fundador del M5S, Beppe Grillo, y Luigi Di Maio pronuncian un discurso durante un acto electoral celebrado en Roma. (EFE)

“Las tres primeras cosas que haremos serán atender las demandas de más empleos, de [bajar] los impuestos y de los inmigrantes, con las expulsiones”, dijo Salvini en su primera aparición poselectoral. Su discurso recuerda a la vieja retórica de Umberto Bossi, el fundador de la Liga Norte, quien ya a comienzos de los dosmil firmó una de las medidas más restrictivas sobre la inmigración.

No es posible que nuestras mujeres se sientan amenazadas”, reclamaba un votante de esta formación que, bajo el liderazgo de Salvini, ha dejado de poner el foco en "los vagos del sur" para cargar con los inmigrantes como causa de todos los males de Italia. La excepción en el norte ha sido la región de Trentino-Alto Adigio, donde la minoría autonomista alemana contribuyó a la victoria del centroizquierda.

“Se ha producido una revolución en la geografía electoral italiana. En la Italia meridional, el M5S ha arrasado, llegando a obtener hasta el 40% [en algunas provincias] y más del 50% en algunas zonas de Campania”, ha considerado el centro de estudios electorales de la Universidad Luiss de Roma. Mientras, “la Liga obtuvo más votos que Forza Italia en todas las regiones del norte y en la antigua zona roja [Emilia Romaña, Toscana, Umbría y Las Marcas]. En Véneto cosechó el triple de los votos que FI, en Lombardía, el doble. Solo en el sur FI se mantuvo como fuerza líder en la coalición de centroderecha”, añadió.

Foto: Musulmanes durante la oración del viernes frente al Coliseo, en Roma. (Reuters)

Salvini contra Di Maio

El lunes, tanto Salvini como Di Maio reclamaron el derecho a encabezar el próximo Ejecutivo italiano. “El centroderecha es la coalición que ha ganado, la que puede gobernar”, dijo Salvini, omitiendo que no tiene los números para gobernar en solitario. “Asumimos la responsabilidad de dar un Gobierno a Italia delante de la comunidad internacional, de todos los que nos observan y, especialmente, delante de los inversores y de los ciudadanos”, afirmó Di Maio dos horas después, también obviando que no tiene una mayoría suficiente para gobernar.

Los números, en efecto, no alcanzan. Con la práctica totalidad de los votos escrutados, la coalición de centroderecha alcanzaba el 37% en el Congreso; como resultado de los votos de la Liga (17%), los de Forza Italia (14%) y los de otros socios menores de la coalición. En cambio, el M5S alcanzaba el 32% de los votos, transformándose en el partido más votado del país. El PD se desplomaba hasta el 18%, lo que provocó la dimisión de Renzi como líder de la formación progresista (después de la formación del nuevo Gobierno).

Antes de abandonar la sede del partido en Roma, Renzi tiró un último dardo. “No nos aliaremos con ninguna fuerza populista”, dijo, en referencia al M5S. De inmediato se dispararon las alarmas porque, horas antes, también Salvini había excluido “alianzas extrañas” con otras fuerzas políticas ajenas a la coalición de centroderecha. “Me genera mucha curiosidad saber cómo acabará este papelón, más aún después de que Salvini haya robado a Berlusconi parte de su ideario”, concluye el analista Iacoponi.

Hay un eslogan —otrora parte de la retórica de Silvio Berlusconi— que se ha oído a menudo durante la campaña italiana en boca de los políticos de la ultraderechista Liga de Matteo Salvini. “Bajaremos los impuestos”, volvió a decir este lunes el propio Salvini, en una de sus primeras declaraciones tras las elecciones generales del domingo. Un mensaje radicalmente opuesto al del Movimiento Cinco Estrellas (M5S), que considera necesaria “una renta asistida de ciudadanía”, destinada a unos nueve millones de italianos, según cálculos de esta formación de ideología confusa (y alejada de la izquierda en muchos aspectos).

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