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Trump, el victorioso: cómo el presidente ha logrado moldear el Partido Republicano
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los republicanos se adaptan a la administración

Trump, el victorioso: cómo el presidente ha logrado moldear el Partido Republicano

A su llegada al poder, muchos opinaban que las estructuras de la formación acabarían por atemperar a Trump. Lo que ha sucedido ha sido exactamente lo contrario

Foto: El presidente de EEUU, Donald Trump (d), y el senador republicano de Carolina del Sur Tim Scott (i) asisten a una reunión sobre impuestos en el Despacho Oval. (EFE)
El presidente de EEUU, Donald Trump (d), y el senador republicano de Carolina del Sur Tim Scott (i) asisten a una reunión sobre impuestos en el Despacho Oval. (EFE)

Como el oleaje que moldea invisiblemente las rocas de la costa, Donald Trump está cambiando la orografía del Partido Republicano. Sus tuits abren pequeños surcos y sus decisiones erosionan lentamente unos aspectos mientras dan relieve a otros. Algo que se empieza a percibir en el liderazgo de Washington y en los candidatos que surgen a nivel local.

“Gracias Bruce Rauner por oponerte a la aplicación de la ley y por hacer de Illinois un estado santuario de inmigrantes ilegales criminales”, dice un anuncio de la candidata republicana a gobernar Illinois, Jeanne Ives. En él varios actores caracterizados como izquierdistas dan las gracias al actual gobernador por decisiones supuestamente catastróficas. El anuncio fue calificado de “sexista” y “racista” y generó un rechazo general en el estado, incluso de la propia dirección del partido. “No hay lugar en el Partido Republicano de Illinois para una retórica que ataca a nuestros conciudadanos de Illinois respecto a su raza, género o humandad”, declaró el presidente estatal del partido, Tim Schneider, que exigió la retirada inmediata de este anuncio. El gobernador atacado, Bruce Rauner, ni siquiera es demócrata, sino republicano.

Foto: El exjefe de estrategia de la Casa Blanca, Stephen Bannon, durante una reunión entre Trump y líderes del Congreso. (Reuters)

La candidata Ives no es la primera que se convierte en el centro de atención agitando las aguas con mensajes ofensivos. En Virginia, el republicano Corey Stewart, antiguo miembro de la campaña de Trump y aspirante al Senado, ha propuesto sentar en los tribunales a los alcaldes de las “ciudades santuario”, donde las autoridades no exigen a los habitantes que prueban su ciudadanía o permiso de residencia. Su campaña por el escaño será “agresiva” y “despiadada”. El juez ultraconservador Roy Moore, apartado de la judicatura dos veces por sus opiniones políticas, lanzó una campaña similar en Alabama, que perdió contra un demócrata por apenas punto y medio de diferencia. Moore estuvo considerando presentarse a las elecciones a gobernador.

placeholder Partidarios del juez Roy Moore esperan los resultados de la elección en Montgomery, Alabama, el 12 de diciembre de 2017. (Reuters)
Partidarios del juez Roy Moore esperan los resultados de la elección en Montgomery, Alabama, el 12 de diciembre de 2017. (Reuters)

Trump, catalizador del cambio

El antiguo sheriff del condado más populoso de Arizona, Joe Arpaio, se ha animado a lanzar su candidatura al Senado. Arpaio logró fama nacional por su mano dura contra los inmigrantes sin papeles, a quienes encarcelaba ilegalmente en una prisión hecha de tiendas de campaña de la guerra de Corea en pleno desierto. Arpaio, de 85 años, fue condenado por su tratamiento vejatorio a las personas indocumentadas. Donald Trump le otorgó el perdón presidencial en agosto.

“El partido está cambiando, pero ya estaba cambiando antes de Donald Trump”, dice a El Confidencial Ernesto Calvo, profesor de gobierno y política en la Universidad de Maryland-College Park. “Es un partido que ya estaba fracturado en tres: el sector de la derecha religiosa, un sector conservador más tradicional y un sector más activado del Tea Party. Lo que Trump hizo fue capitalizar este sector y consolidarse”.

Foto: Captura de pantalla de un video de Fox News en el que Kellyanne Conway, asesora de Trump, critica la investigación del fiscal Robert Mueller

Calvo recuerda que, a pesar de ganar las elecciones, Donald Trump no representa una mayoría en Estados Unidos; ganó casi tres millones de votos menos que Hillary Clinton, sólo que venció en los estados adecuados. “Las encuestas daban como ganadores a la gran mayoría de los candidatos republicanos y justamente lo daban como perdedor a él. Así que es un sector que está muy activado dentro del partido, pero no es mayoría ni dentro del partido ni dentro del país”.

El secreto está en la base electoral. Una minoría partidaria de endurecer la política migratoria, opuesta al 'establishment' y sensible a las guerras culturales contra lo “políticamente correcto”. No son muchos, pero son activos, y su presión hace que las vacas sagradas del partido miren hacia otro lado cuando el comandante en jefe suelta una llamarada.

placeholder El senador republicano Jeff Flake, en el Capitolio, el pasado 17 de enero de 2018. (Reuters)
El senador republicano Jeff Flake, en el Capitolio, el pasado 17 de enero de 2018. (Reuters)

"Lo que importa es la lealtad"

“Ya no se trata de la ideología, sino de la lealtad al presidente”, declaró en ABC News el representante republicano Charlie Dent. “La prueba del algodón ha cambiado. La cuestión es la lealtad al hombre, al presidente”. Dent es de los escasos republicanos críticos con Trump, igual que Bob Corker, senador de Tennessee, o Jeff Flake, senador junior de Arizona.

“Estamos viendo como normales cosas que no deberíamos ver como normales, y esta degradación de la cultura política es una verdadera preocupación”, declaró Flake en referencia al comportamiento de Trump. El senador republicano plantó cara al presidente el pasado octubre; dijo que dejaría su escaño en 2018 y que desde entonces se dedicaría a criticarlo. “Ya no estamos indignados cuando deberíamos de estarlo y eso es un problema”, añadió. Flake condenó los recientes ataques del presidente al FBI y al Departamento de Justicia, y dijo que el lenguaje con el que trata a sus críticos es igual al que usaba Stalin.

Foto: Visitors react as U.S. President Donald Trump poses for a picture as he departs the Oval Office of the White House for Dallas, in Washington D.C.

La noble postura de Flake tiene un matiz: no tiene posibilidades de repetir como senador. Quizás por su falta de sintonía con el emergente nacionalismo de corte trumpiano, su popularidad en Arizona apenas ronda el 18%. Ni él ni las otras dos o tres voces discordantes del partido se presentarán a la reelección. El resto, incluidos sus líderes, Mitch McConnell en el Senado y Paul Ryan en la Cámara de Representantes, se limita a aplicar la agenda conservadora ignorando o pasando de puntillas por los exabruptos del jefe de Estado. Una actitud diferente a cuando lo acusaron en campaña de traicionar los valores del partido y hacer “comentarios racistas”.

“Hay miembros republicanos del Congreso a quienes [el presidente Donald Trump] no les cae bien en absoluto; eso en privado”, dice a este diario Evan Siegfried, estratega republicano y autor del libro ‘El GPS del GOP: Cómo encontrar a los millennials y votantes urbanos que el Partido Republicano necesita para sobrevivir’. Siegfried señala un dilema en el seno del partido: mantener activa a la base sin perder a los moderados, con vistas a las legislativas del otoño. “Necesitan entusiasmar a su propia base para movilizarla. La base demócrata está enardecida y motivada para salir y ganar de la forma que sea. Los independientes se están apartando del Partido Republicano”. Según Siegfried, el secreto está en la lealtad de las mujeres blancas de las periferias de las ciudades. Un elemento clave en las presidenciales de 2016 que, según diferentes encuestas, se está perdiendo.

Como el oleaje que moldea invisiblemente las rocas de la costa, Donald Trump está cambiando la orografía del Partido Republicano. Sus tuits abren pequeños surcos y sus decisiones erosionan lentamente unos aspectos mientras dan relieve a otros. Algo que se empieza a percibir en el liderazgo de Washington y en los candidatos que surgen a nivel local.

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