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Malestar electoral en Cuba: el sistema margina a sus "héroes del pueblo"
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LAS ELECCIONES A LA ASAMBLEA SERÁN EN MARZO

Malestar electoral en Cuba: el sistema margina a sus "héroes del pueblo"

El comentario de la esposa de uno de "los Cinco", los espías encarcelados en EEUU durante década y media, ha puesto el dedo en la llaga sobre la representatividad de los diputados parlamentarios

Foto: Una integrante de la Comisión Electoral local prueba un micrófono antes de un acto de nominación de candidatos para las asambleas municipales, en La Habana, en septiembre de 2017. (Reuters)
Una integrante de la Comisión Electoral local prueba un micrófono antes de un acto de nominación de candidatos para las asambleas municipales, en La Habana, en septiembre de 2017. (Reuters)

Un mensaje en Facebook, surgido precisamente de donde menos se hubiera podido esperar, ha puesto en evidencia el punto más débil del sistema electoral cubano. No importa que solo permaneciera unas horas en línea; tampoco que para la mayoría de los residentes en la isla internet siga siendo poco más que la posibilidad de comunicarse a través de videochat con los familiares que emigraron; el hecho de que una de las esposas de “los Cinco” -el famoso grupo de espías cubanos encarcelados en EEUU durante década y media, hasta que la Administración Obama organizó su puesta en libertad- se cuestione el “más democrático de los procesos electorales”, basta para que salten las alarmas. Mucho más cuando, por primera vez en casi seis décadas, el país se enfrenta a la posibilidad de no ser dirigido –al menos formalmente– por un miembro de la familia Castro.

Cada cinco años, los ciudadanos de Cuba están llamados a las urnas para votar en las elecciones a la Asamblea Nacional del Poder Popular. Este parlamento unicameral fue creado en 1976, cuando Fidel Castro impulsó la aprobación de la Constitución Socialista todavía vigente. Al amparo de la misma, y de la ley electoral de 1992, los cubanos “eligen” un parlamentario a razón de cada veinte mil habitantes. (El entrecomillado no es gratuito. El día de los comicios –que este año han sido fijados para el 11 de marzo– los votantes recibirán una papeleta en la que figurará el mismo número de candidatos que de puestos a ocupar. Los ciudadanos tendrán ante sí la posibilidad de dar su respaldo a todos, a uno o a varios, o a ninguno. Fuera del abanico de opciones queda la de hacer nuevas propuestas).

Foto: Dos jóvenes pioneros saludan a un votante en las elecciones municipales en La Habana, el 19 de abril de 2015 (Reuters)
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Este año, en la lista de los candidatos figuran dos de los "Cinco Héroes". Pero la polémica surgió cuando, a finales de la semana pasada, Olga Salanueva, la esposa de uno de ellos, René González, publicó en su perfil de Facebook un comentario-explicación para todos aquellos que le preguntaban por qué su esposo no se cuenta entre los candidatos a diputado. “A la oficina de René un día llegó un representante del sindicato de Cultura, al cual él pertenece por ser vicepresidente de la Sociedad Cultural José Martí. Le dejaron una planilla a llenar con sus datos personales alegando que había sido propuesto por este sindicato a candidato a diputado. Él la llenó y la entregó. Al resto de los cinco les sucedió de igual manera, propuestos por diferentes lugares (...). Hasta ahí lo que sé, ayer de pronto el listado de candidatos y la avalancha de preguntas”, contaba Olga Salanueva en su texto de la red social.

En definitiva, solo dos de los Cinco consiguieron pasar el escrutinio del todopoderoso ente encargado de determinar quiénes conducirán los destinos del país: Gerardo Hernández –a quien muchos ven como un candidato presidenciable– será elegido por la ciudad de La Habana y Fernando González, por la de Santiago. La candidatura de los otros tres ha sido descartada sin que ni siquiera ellos, al menos en un primer momento, hayan sido informados de las razones.

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Leales al Gobierno cubano

Lo significativo del caso tiene relación directa con sus protagonistas. Los Cinco son las personas más conocidas de Cuba, después de Fidel y Raúl Castro. Ha sido así desde el 22 de junio de 2001, cuando el Comandante los presentó en uno de los más encendidos discursos de su larga carrera oratoria. “Héroes prisioneros en las entrañas del Monstruo” y “símbolos de la voluntad de lucha nuestro pueblo” fueron algunos de los calificativos que recibieron durante trece años de manifestaciones, campañas internacionales y negociaciones encubiertas con el gobierno de Estados Unidos, con el único fin de liberarlos.

René, Gerardo y Fernando, junto a Antonio Guerrero y Ramón Labañino, eran el remanente de la Red Avispa, una operación de espionaje desarrollada por los servicios de inteligencia cubanos a lo largo de los años 90 contra las organizaciones más agresivas del exilio de Miami. Durante años, sus informaciones permitieron a La Habana ir un paso por delante en numerosos planes terroristas. Sin embargo, la cesión de información al FBI y la posible traición de otros integrantes del grupo posibilitaron que la Administración Clinton diera el golpe de efecto de “desarticular una gran red de espías castristas en el sur de la Florida”, en septiembre de 1998.

Foto: Ana Belén Montes recibe un galardón de manos del director de la CIA, George Tenet, en 1997 (Foto: Wikimedia Commons)

Desde entonces los Cinco, los únicos miembros de la red que se negaron a cooperar con las autoridades estadounidenses, se vieron sometidos a una intensa presión, desde mantenerlos por más de un año en celdas de castigo hasta la negativa de permisos para que se encontraran con sus familiares y abogados. Tras el proceso más extenso de la historia judicial norteamericana, todos recibieron larguísimas condenas (consideradas desproporcionadas por los organismos de la ONU que analizaron el caso) y fueron confinados en prisiones de máxima seguridad. Su liberación, el 17 de diciembre del 2014, fue el gesto de buena voluntad con el que el presidente Barack Obama inició el “deshielo” entre ambas naciones.

placeholder René González con su nieto durante una marcha en 2014. (Reuters)
René González con su nieto durante una marcha en 2014. (Reuters)

“Todo atado”

Los candidatos que en abril próximo asumirán sus actas de diputados forman parte de las listas conformadas por las Comisiones de Candidatura, la piedra angular del sistema electoral isleño, del que constituyen uno de los engranajes menos conocidos. Sus decisiones las toman los representantes designados en cada municipio por las “organizaciones de masas”, suerte de sociedad civil reconocida por el gobierno de La Habana como representante de la voluntad ciudadana: la central única de sindicatos, la federación de mujeres, los Comités de Defensa de la Revolución (una agrupación de vigilancia vecinal de alcance nacional), las asociaciones de campesinos y veteranos de las instituciones armadas, y los movimientos de estudiantes de la enseñanza media y universitarios. En teoría, ni el Partido Comunista ni su ala juvenil tienen plaza en las Comisiones de Candidatura, que son presididas por el delegado gremial.

Solo en teoría, valdría aclarar. En realidad, las organizaciones mencionadas se subordinan al Partido, el cual determina sus programas de acción y las sostiene económicamente. De forma periódica, todas deben cumplir los llamados “procesos de Rendición de Cuentas”, en los que informan a la autoridad política de los resultados de su labor. Llevado al lenguaje empresarial, la relación podría compararse con la establecida entre un grupo de filiales y su casa matriz.

Foto: El presidente Raúl Castro se prepara para pronunciar un discurso durante la Asamblea Nacional en La Habana, el 21 de diciembre de 2017. (Reuters/Cubadebate)

El hecho de que la participación en los comicios se mantenga bordeando la frontera del 90% sirve de argumento para el triunfalismo de la propaganda oficial. Cuesta, sin embargo, encontrar un cubano de a pie que siga las esporádicas sesiones de la Asamblea Nacional o crea en el liderazgo de los dirigentes “electos”. El día de los comicios, tres razones fundamentales movilizan a los votantes: entender la consulta como una suerte de plebiscito sobre la Revolución, la inercia de lo ya establecido o el miedo a "marcarse”. Esta última nada tiene de paranoica, pues la práctica totalidad de los empleos de alguna valía dentro del sector estatal implican un “proceso de comprobaciones” en los anteriores centros de trabajo y barrios de los aspirantes; entre los aspectos de mayor peso está el “grado de participación” de que pueda darse fe.

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Un Parlamento sin sorpresas

Los bajos índices de natalidad de la isla​ han determinado que su población lleve más de quince años oscilando en torno a los 11 millones de habitantes. Como consecuencia, el Parlamento también ha “estabilizado” su número de miembros, por lo regular, en 600 y poco. Para la legislatura a punto de comenzar se espera que sean 605 los diputados. En el listado vuelven a incluirse los nombres de Raúl Castro y de José Ramón Machado Ventura (el segundo secretario del Partido), pese a que ambos superan los 85 años de edad y que el primero ya confirmó su compromiso a abandonar la Presidencia​. También permanecen numerosos integrantes de la “Generación Histórica” –el grupo que protagonizó el triunfo de la Revolución, en 1959-; muchos afrontan problemas de salud, y se duda de que sean capaces de completar el mandato de cinco años que establece la ley.

Según indica la lógica del sistema, la sucesión se producirá en dos etapas. La primera, en abril próximo, cuando Raúl Castro ceda la presidencia conjunta de los consejos de Estado y de Ministros; la segunda, en abril de 2021, cuando el Octavo Congreso del Partido defina el nuevo Primer Secretario, en cuyas manos se concentran todos los hilos del poder real. El camino hasta ese puerto de destino se perfila lleno de obstáculos y no parece haber comenzado con buen pie. En una coyuntura que ya no se caracteriza por el respaldo unánime –o al menos, de apabullante mayoría– del que disfrutó Fidel Castro en casi medio siglo de ejercicio del poder, la decisión de postergar a algunos de los Cinco ha despertado inconformidades.

Foto: Los miembros del Buró Político del PCC, durante el homenaje de despedida a Fidel Castro. (YouTube/C. Castellón)

Pero sobre todo ha motivado preguntas respecto a cómo se decide quienes asumirán los cargos decisorios. “Esta situación ocurre por tener un mecanismo invisible de selección de cuadros, que ha permitido privilegiar líneas de pensamiento determinadas dentro de las fuerzas que componen la Revolución (...) estábamos preocupados, conversábamos el tema pero nunca lo exteriorizamos por disciplina y fe en el sentido común”, apunta en un editorial el sitio La Joven Cuba, de gran influencia entre la izquierda local.

La propia Salanueva ha aclarado que no pretendía generar controversia con su comentario, que retiró rápidamente de su muro de Facebook. Pero lo sucedido ha evidenciado un malestar subterráneo respecto a este mecanismo electoral. Y lo más preocupante para el gobierno sería que éste se transforme en acciones concretas, como la propuesta por Israel Rojas, uno de los músicos más populares de la Isla. “Necesitamos líos de este carácter. Que nos estremezcan. No sé ustedes. Pero al menos en mi boleta electoral pondré los nombres de esos compañeros. Es mi derecho... y lo voy a ejercer”. "Demasiada” participación popular puede resultar peligrosa para el modelo socialista cubano. Bien lo saben en el Palacio de la Revolución de La Habana.

Un mensaje en Facebook, surgido precisamente de donde menos se hubiera podido esperar, ha puesto en evidencia el punto más débil del sistema electoral cubano. No importa que solo permaneciera unas horas en línea; tampoco que para la mayoría de los residentes en la isla internet siga siendo poco más que la posibilidad de comunicarse a través de videochat con los familiares que emigraron; el hecho de que una de las esposas de “los Cinco” -el famoso grupo de espías cubanos encarcelados en EEUU durante década y media, hasta que la Administración Obama organizó su puesta en libertad- se cuestione el “más democrático de los procesos electorales”, basta para que salten las alarmas. Mucho más cuando, por primera vez en casi seis décadas, el país se enfrenta a la posibilidad de no ser dirigido –al menos formalmente– por un miembro de la familia Castro.

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