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La prensa roja: un explosivo (y rentable) cóctel de sangre, humor negro y sexo
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2017 podría ser EL AÑO MÁS SANGRIENTO DE MÉXICO

La prensa roja: un explosivo (y rentable) cóctel de sangre, humor negro y sexo

Asesinatos, humor negro y sexo. Así es la prensa más vendida de México, donde este año se contabilizaron 23.968 asesinatos. 2017 podría convertirse en el año más violento para el país

Foto: Portadas de varios diarios de "nora roja", el género más popular de México. (A. Espallargas)
Portadas de varios diarios de "nora roja", el género más popular de México. (A. Espallargas)

“Hola, Gerardo. ¿Qué tal te va el jueves para la entrevista?”

“Estoy con unos muertos por bala y la situación es tensa, ahora te confirmo”, responde desde su móvil.

Gerardo no es policía, tampoco médico. Es reportero de “nota roja”, el género de prensa más popular en México. ¿Su contenido? Explícitas imágenes de cadáveres frescos -víctimas de asesinatos o accidentes de tráfico- que, combinadas con mordaces y burlescos titulares, cautivan a sus miles de fieles lectores en todo el país. Y, por supuesto, en la contraportada o en las páginas interiores se encuentran varias fotos de voluptuosas mujeres ligeras de ropa, transformando a estos periódicos en la prensa más vendida en México. Un explosivo cóctel de sexo, humor negro y sangre.

“Pierde Máscara”, dice una portada en la que se ve una cara despellejada. “¡Ay, mamá! ¡Dolores!”, grita otro titular que acompaña la foto de una persona asesinada cuando salía del gimnasio. Son algunos de los millones de ejemplos de portadas que publica un tipo de prensa que frivoliza a diario la violencia en un país en el que han muerto más de 100.0000 personas en los últimos seis años con un único fin: llamar la atención para poder vender. Y, ya se sabe, si hay sangre, vende.

placeholder Portada del diario 'Metro'.
Portada del diario 'Metro'.

Su éxito comercial es demoledor. No hay taxista que se precie en Ciudad de México que no tenga su diario “nota roja” encima del salpicadero de su coche para ojearlo en sus ratos libres. Se vende en la entrada del metro o del autobús para entretener a los oficinistas en su viaje diario y los miles de limpiabotas que trabajan en la megalópolis lo prestan para que sus clientes se distraigan mientras realizan su faena. “Cuentan las cosas como son”, defiende Enrique, taxista que desde hace más de 20 años trabaja en la capital. “No hablan prácticamente de política, por eso me gustan. Porque cuentan lo que ocurre en las calles todos los días. Y, además, son chistosos”, remata.

Con su bajo precio -apenas 20 céntimo de euro- los diarios de “nota roja” fabrican un producto sensacionalista que capea de manera exitosa la feroz crisis que atraviesa la prensa a nivel global. Así, 'El Gráfico', 'La Prensa' y 'Metro' -los tres principales medios de “nota roja”- suman una tirada diaria de 534.822 ejemplares, una cifra superior a los 425.000 que imprimen juntos los cinco representantes de la “prensa seria”: 'Reforma', 'El Universal', 'Milenio', 'La Jornada' y 'El Sol de México'; de acuerdo con datos facilitados por la académica Vera Zambrano, de la Universidad Iberoamericana.

“Van dirigidos a clases populares y están diseñados para llamar la atención”, sentencia la profesora, quien cataloga este tipo de prensa como un buen producto desde el punto de las ventas, pero aclara que lo que hacen no es periodismo. Sin embargo, esto es tampoco algo que preocupe ni a los editores ni a los lectores de estos periódicos, explica. “Tienen un estilo ingenioso que combina los dobles sentidos para ser sarcástico. Pero nadie espera encontrar grandes reportajes de investigación. Son periódicos que dan tema de conversación del día, están hechos para ser ojeados”, puntualiza. Su principal objetivo es vender y, para ello, realizar portadas que mezclan humor con morbo los hace resaltar entre el extenso número de cabeceras que existen en un país de 120 millones de personas.

Foto: Policías de paisano vistos desde un vehículo tiroteado en Michoacán, en enero de 2015. (Reuters)

“Una vez se coló un ladrón a robar en una casa. Bien, cuando el ratero salió, se electrocutó con los cables de la luz y quedó allí colgando. Ese día, 'El Gráfico' puso esa foto de portada y la tituló: ‘Brocheta de rata’. Me acuerdo mucho de esa portada”, ríe Hugo, reportero de este periódico desde hace casi una década. Balaceras, suicidios, víctimas de secuestro, disparos en la nuca, apuñalamientos, accidentes de tráfico… Hugo ha visto tantos muertos que ya ni se acuerda de la cifra. “Al final te acostumbras tanto que ni le das importancia. Si me preguntas por los detalles de un asesinato que, por ejemplo, ocurrió hace dos meses, es probable que ni me acuerde”, comenta.

Pero el primer muerto queda grabado en la memoria por siempre. Para Hugo, su primera noticia de nota roja fue un hombre asesinado en un bar al que habían 'grabado' un narcomensaje con un destornillador. “Nunca había visto ese tipo de violencia y me impactó mucho. Pero con el paso del tiempo lo normalizas porque se convierte en tu día a día”, añade.

¿Cómo se convive cada día con esta violencia? “Yo lo comparo siempre con el trabajo de un mecánico. Al inicio no te gusta ensuciarte, pero con el paso del tiempo no te importa reparar vehículos, ¿no? Pues en nuestro caso es así”, explica.

Reporteros trabajando con la muerte

“Aquí cada día es diferente”, dice Gerardo. Gerardo trabaja para Metro, el de mayor tirada dentro del género. “Es una profesión muy bonita y de mucha adrenalina”, dice. Aún recuerda cómo se aburría cuando trabajó en otro medio durante seis meses para cubrir la campaña de un candidato a presidente de México. “Le seguía a todos lados. Se reúne con no sé quién, inaugura un hospital, va al evento de tal, dice no sé qué, nota de prensa… era tedioso, todo muy estructurado. En cambio, en nota roja, los días son de todo menos aburridos”, explica.

Cada mañana, Gerardo llega a la Procuraduría General de la Ciudad de México -la Fiscalía- y se encuentra ahí con sus compañeros que cubren “nota roja” por su ubicación céntrica dentro de la megalópolis de más de 20 millones de personas. A partir de entonces, ya no sabe cómo va a desarrollarse el resto de la jornada. “Hay días que no sale nada y estamos todo el rato aquí sentados. Luego hay otros en los que hay muchos crímenes y estamos de un lado para otro”, comenta Iván, fotógrafo del diario 'La Prensa'.

placeholder Reporteros y fotógrafos en la Procuraduría General de Ciudad de México. (A. Espallargas)
Reporteros y fotógrafos en la Procuraduría General de Ciudad de México. (A. Espallargas)

En la Fiscalía, tienen una sala con cómodos sofás y conexión a internet gratis. Fotógrafos y 'plumillas', vestidos con chaquetas y pantalones de motorista, esperan a que ocurra un crimen en la inmensa Ciudad de México para salir escopetados en motos de alta cilindrada. Y es cuando salen a la caza de la noticia, el momento en el que la adrenalina comienza a hacer efecto. “Vamos a 150 kilómetros por hora sorteando coches. Con prisa y con incertidumbre por saber qué nos vamos a encontrar. El corazón se pone a mil”, añade excitado Iván, quien acaba de llegar de cubrir un intento de linchamiento a dos supuestos rateros. “Han estado encerrados en un edificio durante dos horas para evitar ser apaleados por una masa. Se han escapado por poco”, opina.

Y es que llegar pronto a la escena del crimen determina la calidad de la información que puedes obtener. “Si llegas rápido, puede que no esté ni la policía, por lo que puedes trabajar mejor. Puedes hablar con testigos y tomar mejores fotos. Ya cuando llegan las autoridades y los familiares de la víctima, la situación se pone tensa porque no quieren que saquemos imágenes”, explica Iván.

Un reportero se levanta de su silla y mirando el móvil dice: “Un herido de apuñalamiento en Nezahualcóyotl. Me voy para allá. Os paso la información al grupo de Whatsapp”. “¿Tú, no vas?”. “No, cuando lleguen no va a haber nada. Ya se lo habrán llevado y es sólo un herido. Si hubiera sido un tiroteo, habría cadáveres y todavía llegaríamos a sacar buenas fotos”, responde un reportero.

2017: el año más sangriento de México

2017 va camino de convertirse en el año sangriento en la historia de México con 23.968 asesinatos contabilizados hasta octubre. Son 79 muertos por día. De seguir a este ritmo, se espera que el año supere el récord de los 27.213 homicidios registrados en 2011, cuando el Gobierno mantenía una guerra abierta contra el narcotráfico. Y los reporteros de “nota roja” dan buena cuenta de cómo el 2017 se ha ido progresivamente tiñendo de rojo.

“Han subido mucho los asesinatos relacionados con el crimen organizado. Sobre todo, en el narcomenudeo, es decir, por el control de la venta de drogas en diferentes plazas”, explica uno de los reporteros. Son dos carteles, el Cártel de Jalisco Nueva Generación y la Unión de Tepito, los que se disputan el control de la Ciudad de México y del Estado de México, el cinturón industrial que rodea la capital. “La gran mayoría de los asesinatos que salen en estos periódicos son producto del narcotráfico. Mira por ejemplo esta noticia”, el periodista muestra un artículo en la que se ve un Mercedes blanco que ha sido tiroteado.

placeholder Forenses en la escena de un asesinato cerca de una escuela en Chilpancingo. (Reuters)
Forenses en la escena de un asesinato cerca de una escuela en Chilpancingo. (Reuters)

“Balean a tres hombres al salir de la Arena México”, dice el titular. La noticia explica que fueron acribillados por dos atacantes que iban en motocicleta y otro a pie. El lugar, la Arena México, es donde acuden las clases populares para ver espectáculos de lucha libre. “¿Un Mercedes blanco, en ese sitio -donde van las familias menos acaudaladas- y solo son tiroteados ellos tres desde una moto? Esto era un asesinato selectivo. Iban a por ellos y esto es un ejemplo de las muertes que provoca el crimen organizado”, explica a El Confidencial este experimentado periodista que prefiere guardar su anonimato.

Es precisamente en los lugares menos prósperos donde la ola de violencia se siente con mayor intensidad. Y es la “nota roja” quien cuenta a las clases populares qué ocurre en sus calles. “Son cínicos, sí. Pero probablemente sea lo único que sus consumidores leen de manera habitual porque consideran que los medios tradicionales están comprados”, indica la profesora Zambrano.

Desde la Gobernación de la Ciudad de México -la alcaldía- se niega que las bandas del crimen organizado campen a sus anchas en la capital, una teoría que colaboran en difundir los grandes medios de comunicación. Sin embargo, los reporteros de “nota roja” cubren una realidad muy diferente. “Mancera -el alcalde- dice que el problema de seguridad y del narcotráfico se sitúa en el norte del país, pues bien, nosotros todos los días vemos víctimas del narcotráfico. Pero los medios ‘serios’ apenas lo cubren”, añade este periodista. “Y si no lo hiciéramos nosotros, quién lo haría”, se pregunta.

“Hola, Gerardo. ¿Qué tal te va el jueves para la entrevista?”

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