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La peligrosa carrera armamentística de Oriente Medio
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La peligrosa carrera armamentística de Oriente Medio

Los países de la región se arman por temor a sus vecinos... animando a su vez a éstos a adquirir a su vez más equipos militares. El riesgo de guerra es bajo a corto plazo, pero sigue aumentando

Foto: Una mujer fotografía a su amiga delante de un caza saudí durante una exhibición aérea en la base de Sakir, en Bahréin. (Reuters)
Una mujer fotografía a su amiga delante de un caza saudí durante una exhibición aérea en la base de Sakir, en Bahréin. (Reuters)

Aunque Oriente Medio ya era antes la región más militarizada del planeta y una de las más inestables, las políticas estadounidenses, la legendaria inquina y miedo de los vecinos y las nuevas compras tanques o cazas multiplican las posibilidades de un enfrentamiento devastador. Los expertos lo llaman el ‘dilema de la seguridad’. Se refieren a que cuanto más cree un estado que aumenta su seguridad -por ejemplo, adquiriendo carros de combate-, más la reduce porque sus vecinos responden haciendo lo mismo. Eso es lo que Alberto Priego, experto en Oriente Medio de la Universidad Pontificia de Comillas, dice que está ocurriendo en uno de los vecindarios más peligrosos del mundo.

Una consecuencia típica del ‘dilema’ es una carrera armamentística entre los líderes regionales que multiplique las posibilidades de una guerra a gran escala. La espiral del miedo al otro y la desconfianza se convierten en la gasolina que cualquier chispa aparentemente minúscula puede prender hasta provocar la explosión.

Desde 2011 a 2016, el gasto oficial en armas de Israel pasó de 15.000 millones a 19.000 millones de dólares. En 2017, los ministerios de Defensa y de Finanzas han negociado un nuevo incremento, todavía no aprobado, de 1.500 millones. Ahora van a poder utilizar como excusa la intifada palestina que se prevé tras la decisión de Trump de considerar Jerusalén como la capital del estado judío.

Foto: Un manifestante palestino quema una bandera de EEUU durante choques con las fuerzas de seguridad israelíes en Ramala, Cisjordania. (Reuters) Opinión

Jesús Núñez Villaverde, codirector del Instituto de Estudios sobre Conflictos y Acción Humanitaria (IECAH), apunta que esa eventual intifada es, al menos por ahora, un problema bastante menos acuciante para los israelíes que “la amenaza real o imaginada de Irán, que Hezbolá siga fortaleciéndose en el Líbano y que se posicionen los partidarios sirios de Irán a pocos kilómetros de su frontera, en los Altos de Golán”.

El presupuesto oficial en Defensa de Arabia Saudí estuvo a punto de duplicarse desde 2011 a 2016, cuando alcanzó los 81.500 millones de dólares. A pesar de eso, el pasado mes de mayo, anunciaron que iban a comprar 110.000 millones de dólares más en armas a Estados Unidos. Alberto Priego, el experto de Comillas, cree que, irónicamente, la menor implicación de Washington en la región y el acuerdo de congelación del programa atómico de Irán ayudan a explicar la decisión de Riad. ¿Cómo es posible?

Para empezar, según Priego, “Obama buscó una solución negociada con Irán y, por lo tanto, suavizó su postura con el país poniendo nerviosos a sus rivales, entre los que destacan Arabia Saudí e Israel”. Para continuar, “tanto Obama como Trump han prometido que el ejército estadounidense va a reducir su presencia en la región y descartan más intervenciones militares como las de Irak o Afganistán”. Las potencias de la zona, a veces con armas y el soporte de la inteligencia americana, tendrán que asumir la responsabilidad de estabilizar su región y eso, para los saudíes, significa modernizar su ejército.

placeholder Un blindado saudí dispara contra posiciones de los rebeldes huthíes en la frontera con Yemen, en 2015. (Reuters)
Un blindado saudí dispara contra posiciones de los rebeldes huthíes en la frontera con Yemen, en 2015. (Reuters)

Armándose de razones

Por supuesto, siempre hay más motivos para armarse hasta los dientes. Eduard Soler, experto en geopolítica de Oriente Medio en el think tank CIDOB, añade que “el príncipe heredero saudí, mucho más rápido en sus decisiones y también más partidario de asumir riesgos, ha apostado por una guerra en Yemen y por imponer un boicot a Qatar para castigar sus medias tintas con la primavera árabe [especialmente en la cobertura de Al Jazeera desde 2011], para que ni se le ocurra acercarse a la órbita de Irán y para que, en definitiva, se pliegue el liderazgo saudí”. Al mismo tiempo, advierte, “los saudíes saben que ya no van a poder contrarrestar la influencia iraní en Irak y en Siria como esperaban y, por eso, se han concentrado en no perder terreno en Líbano, Yemen y Qatar”.

Precisamente, Qatar, con una población de menos de tres millones de personas, se convirtió el año pasado en el tercer mayor importador de armas del mundo. Según SIPRI, entre 2012 y 2016, multiplicó en un 245% sus importaciones oficiales de armamento en comparación con los cuatro años anteriores. En 2017, se espera otro fuerte incremento por las amenazas de Arabia Saudí y los Emiratos Árabes Unidos (que ya se han traducido en un embargo en vigor desde principios de junio), por la nueva agresividad del príncipe heredero saudí y por la cooperación militar que han acordado los saudíes y los jeques de Emiratos.

De hecho, sólo en el último mes y medio, Qatar ha cerrado una compra de armamento a Francia y Reino Unido por un valor total que supera los 20.000 millones de dólares. Se sumará, entre otras, a la adquisición de 12.000 millones de dólares en armas estadounidenses que realizó Qatar a finales de la primavera y a la autorización para adquirir 9.000 millones más en armamento que emitió la Casa Blanca poco después de que Trump acusase al emirato de patrocinar el terrorismo.

Foto: El presidente de EEUU, Donald Trump, camina junto al rey de Arabia Saudí, Salman Bin Abdulaziz, durante una cumbre en Riad. (Reuters)   Opinión

¿Pero qué sentido puede tener que Arabia Saudí, con menos de 40 millones de habitantes, o el diminuto Qatar estén importando más tanques, cazas de combate o fusiles de asalto que países con cinco e incluso diez veces más población que ellos como India o Brasil?

La respuesta, según Jesús Núñez Villaverde, del IECAH, es “que intentan cultivar la amistad de países influyentes [Estados Unidos, Francia y Reino Unido son grandes proveedores y miembros del Consejo de Seguridad de la ONU] y que parte de esas armas no las van a utilizar sus ejércitos sino los mercenarios que contraten”. Otro elemento importante es el poder de disuasión que esperan que tengan sus nuevos y relucientes cañones ante sus rivales.

Son muchos los enigmas que flotan como la pólvora en la región. Quizás el principal sea la verdadera respuesta de Irán ante semejante despliegue en contra de sus intereses. Las cifras oficiales de su gasto en Defensa, con un embargo sobre la venta de armas que impide por ejemplo que la Unión Europea y Estados Unidos les vendan equipo, no son muy creíbles. En teoría, su presupuesto militar no superó los 12.500 millones de dólares en 2016 mientras el de su rival, Arabia Saudí, rebasaba los 80.000 millones. También en teoría, su gasto no va a aumentar más de 800 millones este año, aunque los saudíes hayan anunciado la compra de 110.000 millones en armas sólo a Estados Unidos.

placeholder Miembros de la Guardia Revolucionaria de Irán marchan durante una conmemoración de la guerra contra Irak de los años 80. (Reuters)
Miembros de la Guardia Revolucionaria de Irán marchan durante una conmemoración de la guerra contra Irak de los años 80. (Reuters)

La incógnita de Irán

Irán podría tener más motivos para armarse que la pura competición por la hegemonía regional. Parece haber encontrado en Rusia a un proveedor fiable de armamento además de un aliado formidable en Siria y, según Jesús Núñez Villaverde, del IECAH, “los iraníes han comprendido que los yihadistas del Daesh y Al Qaeda son un problema que también les afecta a ellos”.

Por si esto fuera poco, los ayatolas necesitan disuadir a las potencias que los amenacen directamente -Israel- o indirectamente, es decir, atacando a países cuyos líderes los ven con simpatía (Siria, Irak) o, al menos, con más simpatía que antipatía (Yemen, Qatar). En diciembre, Estados Unidos aportó pruebas de que Irán había suministrado misiles de corto alcance a los yemeníes en su guerra contra Riad.

Foto: Milicianos kurdos montan guardia junto a un blindado estadounidense en la localidad siria de Ghanamya, cerca de la frontera con Turquía, en abril de 2017. (EFE)

Turquía es la última gran pieza de este gran polvorín que es Oriente Medio. El régimen de Recep Tayyip Erdoğan podría aumentar en un 30% el gasto oficial en Defensa el año que viene, revirtiendo la tendencia de los últimos siete años. Hay que recordar que en 2016 esa partida estuvo a punto de rozar los 15.000 millones de dólares y que, aunque aseguran que redujeron en casi un 20% su presupuesto militar entre 2011 y 2016, posiblemente el descenso fue algo menor porque los números de 2016, con un golpe de estado fallido en medio, son discutibles.

Turquía , según el analista del CIDOB Eduard Soler, desea “asegurar sus fronteras ante los problemas con Siria, garantizar la seguridad interior después de que se rompiera la paz con los kurdos del PKK en 2015 y seguir jugando el papel del liderazgo regional aunque ya no aspire a la hegemonía que se disputan Irán o Arabia Saudí”. Ese liderazgo regional, añade, “la ha llevado a alinearse con Qatar en aspectos como el apoyo a los Hermanos Musulmanes y con Kuwait o Jordania en las críticas a que Jerusalén se convierta en la capital de Israel”. Eso no quiere decir que, según Núñez Villaverde, “no se haya acercado a los israelíes para cooperar en temas de Defensa”.

placeholder Armas en exposición durante al Conferencia y Exhibición Internacional de Defensa en Abu Dhabi, en febrero de 2017. (EFE)
Armas en exposición durante al Conferencia y Exhibición Internacional de Defensa en Abu Dhabi, en febrero de 2017. (EFE)

El poder de Rusia... y de los lobbies

Es verdad que esta peligrosísima carrera de armamentos en la región más militarizada y probablemente más volátil del mundo no se debe exclusivamente a la reducción de la intervención estadounidense, al miedo al enemigo interno de los regímenes autoritarios o la espiral diabólica del dilema de la seguridad. Hay otros elementos con menos protagonismo pero que son importantes de todos modos.

Uno es el ascenso del poder de Rusia en la región como aliado político y militar. Putin, después de su éxito al marcar la agenda en Siria, está haciendo que Trump ceda más de lo que hubiera cedido probablemente en otras circunstancias, porque sus aliados sólo tiene que comprar armas a Rusia para poner nervioso al Pentágono.

Foto: Vladímir Putin y el ministro de Defensa ruso Serguéi Shoigu ven el desfile de tropas rusas en la base de Hmeymim, en Siria, el 11 de diciembre de 2017. (Reuters)

Otro elemento que también hay que tener en cuenta, según advierte Eduard Soler, es la considerable influencia de los lobbies del armamento en capitales como Washington, Londres, París o Moscú. Su poder es lo único que explica que una de las vías principales que utilizan en Oriente Medio para seducir a las grandes potencias sea la compra de miles de millones en cazas o tanques a sus empresas.

Eduard Soler, Jesús Núñez Villaverde y Alberto Priego rechazan, a pesar de la nueva carrera armamentística, la posibilidad de una guerra a corto plazo. Sin embargo, cuando se multiplican los arsenales y el miedo al otro, también se multiplica la capacidad destructiva de una minúscula chispa que acabe incendiando la región. La sangre es más espesa que el agua, pero el pánico nacionalista y las armas son más espesos que la sangre.

Aunque Oriente Medio ya era antes la región más militarizada del planeta y una de las más inestables, las políticas estadounidenses, la legendaria inquina y miedo de los vecinos y las nuevas compras tanques o cazas multiplican las posibilidades de un enfrentamiento devastador. Los expertos lo llaman el ‘dilema de la seguridad’. Se refieren a que cuanto más cree un estado que aumenta su seguridad -por ejemplo, adquiriendo carros de combate-, más la reduce porque sus vecinos responden haciendo lo mismo. Eso es lo que Alberto Priego, experto en Oriente Medio de la Universidad Pontificia de Comillas, dice que está ocurriendo en uno de los vecindarios más peligrosos del mundo.

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