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Los aspirantes a presidir el Eurogrupo (y por qué De Guindos no está entre ellos)
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EL NOMBRAMIENTO SE DECIDIRÁ EN DICIEMBRE

Los aspirantes a presidir el Eurogrupo (y por qué De Guindos no está entre ellos)

La salida del holandés Jeroem Dijsselbloem en enero deja vacante el cargo. En la lista de candidatos es notoria la ausencia del Ministro de Economía español, que hasta ahora había sido favorito

Foto: Montaje: C. Castellón
Montaje: C. Castellón

Uno de los puestos más influyentes en Europa se queda vacío. El holandés Jeroen Dijsselbloem dejará en enero la presidencia del Eurogrupo. El juego de las sillas ya está en marcha para hacerse con un puesto que, si bien es informal y requiere tiempo, esfuerzo y dotes diplomáticas, es uno de los más prestigiosos del bloque. Hay ya cuatro nombres en lid en los mentideros comunitarios para la elección, que se decidirá en diciembre. Y ninguno es el de Luis de Guindos, pese a ser el ministro de Economía más veterano de la eurozona. Sus ojos, apuntan, están puestos en Fráncfort.

Por el momento ningún ministro de Finanzas ha anunciado oficialmente su candidatura. Pero algunos ya han expresado su interés en el cargo. Hay quienes han empezado a recabar apoyos entre sus colegas. Dar con el sucesor de Dijsselbloem, sin embargo, puede resultar complejo, como sucede con cualquier puesto comunitario. El candidato no debe tener a nadie frontalmente en contra y tiene que lograr, a la vez, despertar el mayor número de afinidades posibles tirando de su identidad política o nacional. No es lo mismo ser socialdemócrata que conservador, de Europa central que de la periferia, del este que del oeste, de una gran economía que de un país pequeño. El elegido debe siempre ayudar al mantenimiento de múltiples equilibrios en la familia comunitaria.

Bruno Le Maire (Francia, 1969)

El francés tiene varios puntos a su favor. Cuenta con el respaldo de un gran país y ha logrado, en menos de un año en el cargo, recuperar con Berlín la sintonía perdida en el quinquenio Hollande (en parte, por su alemán fluido). Su capacidad para poner temas encima de la mesa y negociar con diplomacia y flexibilidad le han granjeado cierto reconocimiento en Bruselas y han contribuido a situarlo entre los favoritos. En contra de Le Maire, por otro lado, se esgrime el hecho de que Francia ya tiene, con Pierre Moscovici como comisario de Asuntos Económicos y Financieros, un puesto económico de primer orden en el bloque. Dos serían demasiados. Además, está su filiación política. Proviene de la derecha francesa, aunque ahora milite en La república en marcha, algo que podría hacer que los socialdemócratas pusiesen reparos a su persona. Y su partido no esta incluido en ninguna de las grandes familias políticas europeas, lo que no le facilita la búsqueda de apoyos.

Pero el propio Le Maire parece dudar de la idoneidad de su candidatura, según han difundido varios medios en los últimos días. Sería más apropiado, según el francés, que un país pequeño llevase las riendas del Eurogrupo, ya que París mantiene posturas demasiado nítidas como para tratar a la vez de ejercer de muñidor de acuerdos. Además, él ya tiene bastante con sacar adelante la ambiciosa agenda de reformas económicas que se ha propuesto el presidente Emmanuel Macron.

Pierre Gramegna (Luxemburgo, 1958)

Ministro desde 2013, este antiguo diplomático es uno de los más veteranos en el Eurogrupo y tiene, entre sus principales bazas, su centrismo y el hecho de estar acostumbrado a las negociaciones inherentes de un Ejecutivo de coalición como el que gobierna en el gran ducado. Sabe tender puentes y tejer apoyos. Provenir de Luxemburgo tiene su lado positivo, pues es un país con una gran tradición europea y acostumbrado al rol de mediador bisagra, pero también una innegable contra. Jean-Claude Juncker, también luxemburgués, es el actual presidente de la Comisión Europea. Y dos puestos clave son demasiados para cualquier país, especialmente uno tan pequeño.

Mario Centeno (Portugal, 1966)

En su haber destacan varios atributos. En primer lugar, que proviene de un país de la periferia y rescatado, pero que está recuperando músculo económico y creciendo con fuerza tras años de dificultades. Más aún, está logrando embridar el déficit por debajo de los límites impuestos por Bruselas. Además, cuentan también a su favor su currículo -fue economista en el Banco Central de Portugal-, pertenecer a un gobierno de coalición y ser políticamente independiente, aunque dentro de la bancada socialista. En su debe, sólo está su escasa experiencia como ministro, apenas dos años, y cierto retraimiento en el Eurogrupo, donde no se le conocen iniciativas y se pone en duda su capacidad de liderazgo.

placeholder El presidente del Eurogrupo, Jeroen Dijsselbloem, toca la campana que da comienzo a la reunión del Eurogrupo en Bruselas el 6 de noviembre de 2017. (EFE)
El presidente del Eurogrupo, Jeroen Dijsselbloem, toca la campana que da comienzo a la reunión del Eurogrupo en Bruselas el 6 de noviembre de 2017. (EFE)

Peter Kazimir (Eslovaquia, 1968)

En el eslovaco destacan su experiencia, seis años al frente de Finanzas, y su militancia en el Partido Socialista. Esta última cuestión no es menor, ya que su partido, aunque es el segundo más importante de la Eurocámara, cuenta en la actualidad con tan sólo un puesto clave en la UE, el de la italiana Federica Mogherini, la responsable de Política Exterior de la UE. Europa es siempre una cuestión de equilibrios. Además, Kazimir proviene de un país pequeño y de Europa oriental, una aliciente para aquellos que en Bruselas aspiran a ampliar el euro hacia el este.

No obstante, su candidatura podría embarrancar. Pese a pertenecer oficialmente al centro-izquierda, sus posiciones han sido muy ortodoxas durante la crisis de la deuda y, en muchas ocasiones, se ha alineado con el hasta ahora ministro de Finanzas de Alemania, Wolfgang Schäuble, señor de la austeridad. Así, muchos socialdemócratas podrían descartarle por verle demasiado escorado a la derecha y, a la vez, muchos conservadores y liberales podrían rechazarlo por ser de otra familia política.

¿Y De Guindos?

Desde el Ministerio de Economía español se ha dado a entender que De Guindos no está interesado en la presidencia del Eurogrupo. Y el español tiene, a priori, muchos puntos a su favor. Es el titular más veteranos del ramo, procede del sur de Europa y España es uno de los ejemplos, al menos a ojos de Bruselas y Berlín, de país que ha superado con éxito un programa de rescate y se ha recuperado económicamente gracias a una serie de reformas estructurales.

Quienes le señalan olvidan a menudo que De Guindos ya lo intentó. Fue en 2013. Pero en el último momento Dijsselbloem le arrebató el puesto tras lograr que Berlín, que en un primer momento se había decantado por el español, acabase optando por el holandés, que había accedido al Ministerio de Finanzas apenas dos meses antes. Dijsselbloem, tras un inicio desafortunado, acabo mostrándose muy cercano y fiel a Schäuble y logró reeditar mandato en 2015 con el imprescindible beneplácito alemán.

Ahora, además, Madrid anhela otro puesto para De Guindos. Sus ojos se han posado en un asiento si cabe aún más importante, asegura Der Spiegel. En Fráncfort, en el Banco Central Europeo (BCE). Desde la salida de José Manuel González-Páramo en 2012, España es la única gran economía de la eurozona que no tiene un miembro permanente en el comité ejecutivo de la entidad. Según el semanario alemán, el Gobierno español aspira a colocar a De Guindos en la vicepresidencia de la autoridad monetaria, que quedará vacante el año que viene, cuando Vitor Constancio cumpla sus ocho años en el cargo.

Y en esta empresa De Guindos para eso podría contar con un renovado aliado: Berlín. Alemania está ya maniobrando para que el sustituto de Mario Draghi, que debe sustituir al italiano en 2019, sea su actual presidente del Bundesbank, el halcón de la ortodoxia fiscal y monetaria Jens Weidmann. Y para lograr este puesto -que nunca antes ha alcanzado Alemania por las reticencias de algunos socios como Francia- sería necesario un representante de un país periférico como vicepresidente. Todo, siempre, cuestión de equilibrios.

Uno de los puestos más influyentes en Europa se queda vacío. El holandés Jeroen Dijsselbloem dejará en enero la presidencia del Eurogrupo. El juego de las sillas ya está en marcha para hacerse con un puesto que, si bien es informal y requiere tiempo, esfuerzo y dotes diplomáticas, es uno de los más prestigiosos del bloque. Hay ya cuatro nombres en lid en los mentideros comunitarios para la elección, que se decidirá en diciembre. Y ninguno es el de Luis de Guindos, pese a ser el ministro de Economía más veterano de la eurozona. Sus ojos, apuntan, están puestos en Fráncfort.

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