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EEUU corre el riesgo de quemar a sus fuerzas especiales
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trump ha ordenado 100 operaciones en 6 meses

EEUU corre el riesgo de quemar a sus fuerzas especiales

Las fuerzas especiales de EEUU han caído víctimas de su propio éxito. Reciben tantas misiones que ya no dan abasto y están al límite de capacidad. En seis meses, Trump ha ordenado un centenar

Foto: Funeral por Charles H. Keating, miembro de los Navy Seals, en Conorado, California. (Reuters)
Funeral por Charles H. Keating, miembro de los Navy Seals, en Conorado, California. (Reuters)

Eligen las noches sin luna para batirse en la oscuridad, arropados por la mejor tecnología. Señalan y abaten desde el aire en Somalia o Afganistán. Bajan a las calles de Saná, en Yemen, derriban puertas, entran en cuevas, o peinan la cuenca del río Chad para liquidar a sus enemigos más buscados. Las fuerzas especiales de EEUU han caído víctimas de su propio éxito. Reciben tantas misiones que ya no dan abasto y están al límite de su capacidad.

La tendencia al uso masivo de fuerzas como la Navy Seal no es nueva, pero se ha acentuado en 2017. En los últimos seis meses de la Administración Obama, Washington ordenó 21 operaciones especiales en todo el mundo. En sus primeros seis meses, la Administración Trump ha ordenado un centenar: cinco veces más. La mayoría en Yemen.

Muchos líderes de las Fuerzas de Operaciones Especiales hablan sobre el ritmo insostenible de las misiones y los despliegues

“Hablando en general, están pasando por un momento difícil”, dice a este diario Alexander Powell, investigador senior del Centro de Análisis Naval y autor de un informe sobre cómo usar más eficazmente las fuerzas especiales. “Muchos líderes de las Fuerzas de Operaciones Especiales (SOF) hablan sobre el ritmo insostenible de las misiones y los despliegues, y sobre el riesgo de quemar la fuerza. Aunque las SOF han crecido en número desde 2001, la demanda continúa siendo mayor que la oferta”.

A mayor uso, mayor posibilidad de incidentes. El presidente Donald Trump inauguró su mandato con una accidentada misión en Yemen. Un comando de Navy Seal, desplegado al amanecer un domingo de enero, se batió durante una hora con militantes de Al Qaeda. Un norteamericano cayó muerto y tres fueron heridos. Al Qaeda sumó 14 fallecidos. Hubo otros percances. A principios de este mes de octubre un grupo radical de Níger emboscó y mató a tres boinas verdes que patrullaban junto a 40 soldados nigerinos.

El brazo militar responsable de este tipo de acción es el Comando Conjunto de Operaciones Especiales, conocido como JSOC. El JSOC agrupa a los Navy Seal, que lograron notoriedad pública al matar a Osama Bin Laden en 2011; los Delta Force, el 75° Regimiento de Rangers y otras divisiones, algunas de ellas secretas. El JSOC fue creado en 1980 a raíz de una dolorosa lección: el fracasado intento de rescatar a los rehenes americanos en Teherán. Una de las razones que costaron la presidencia a Jimmy Carter.

placeholder Dos efectivos de los Nay Seal durante una misión de reconocimiento en Afganistán. (Reuters)
Dos efectivos de los Nay Seal durante una misión de reconocimiento en Afganistán. (Reuters)

El JSOC desplegó todo su poder nueve años después. Corría 1989 y el primer presidente Bush ordenó derrocar al dictador panameño Manuel Noriega, que se había vuelto contra quienes lo colocaron allí. Las fuerzas especiales lo persiguieron día y noche; cortaron las salidas, interrogaron a sus colaboradores y finalmente lo encontraron. Noriega, refugiado en la embajada vaticana, se rindió. Y sus calzoncillos rojos, que en teoría lo protegían de la muerte, acabaron expuestos en el cuartel de los Delta Force, en Carolina del Norte.

El destino reservaba un papel aún mayor al JSOC. Las invasiones de Irak y Afganistán incluyeron un aumento de operaciones especiales para matar a líderes insurgentes como Al Zarqawi, localizado y bombardeado en 2006. Fueron los Delta Force quienes atraparon a Sadam Husein en una madriguera de Tikrit y a día de hoy centenares de operativos combaten al grupo terrorista ISIS en Irak y en Siria.

En lugar de aumentar el número de comandos, la Casa Blanca ha tendido a reforzar la carga de trabajo. Entre 2001 y 2008 el presupuesto del Comando de Operaciones Especiales se multiplicó por cuatro, pero sus filas crecieron apenas un 16%. El presidente Barack Obama siguió redoblando el número de operaciones.

“Es seguro decir que, en los últimos 16 años, los gestores políticos de Estados Unidos han aumentado constantemente su dependencia de las SOF como baza a la que acuden para misiones que consideran ‘de no fallar’ o que son particularmente ‘difíciles’”, declara por email Alexander Powell. “No veo que esta tendencia se vaya a revertir a corto plazo”.

placeholder Soldados estadounidenses en la Army Ranger School, en Fort Benning, Georgia. (Reuters)
Soldados estadounidenses en la Army Ranger School, en Fort Benning, Georgia. (Reuters)

Los comandantes llevan años denunciando la excesiva carga de trabajo. “El desgaste sólo se ha acelerado”, dijo en 2013 el entonces jefe administrador del Comando de Operaciones Especiales, William McRaven. Su sucesor, el general Joseph Votel, reconoció ante el Congreso en 2015 que las fuerzas especiales y sus familias estaban sometidas a “niveles de estrés sin precedentes”.

La Administración Trump, de momento, intensifica esta estrategia. Su primer y efímero consejero de seguridad nacional, Michael Flynn, hizo carrera perfeccionando la localización y neutralización de enemigos, según explicó en su libro Field of Flight (“Campo de vuelo”): “Debemos enfrentarnos a los islamistas violentos estén donde estén, sacarlos de sus guaridas, y matarlos o capturarlos”.

Según Powell, aún es pronto para definir una “Doctrina Trump”, pero sí se puede apreciar una propensión al uso de la fuerza. No sólo se multiplican los ataques selectivos; los bombardeos contra el ISIS han aumentado significativamente y la Casa Blanca quiere potenciar el presupuesto militar un 9%. Mientras, la diplomacia se repliega con una bajada a la mitad de los enviados especiales y un recorte previsto del 30% del dinero en el Departamento de Estado. En la América de Trump, los halcones ganan a las palomas.

Eligen las noches sin luna para batirse en la oscuridad, arropados por la mejor tecnología. Señalan y abaten desde el aire en Somalia o Afganistán. Bajan a las calles de Saná, en Yemen, derriban puertas, entran en cuevas, o peinan la cuenca del río Chad para liquidar a sus enemigos más buscados. Las fuerzas especiales de EEUU han caído víctimas de su propio éxito. Reciben tantas misiones que ya no dan abasto y están al límite de su capacidad.

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