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La venganza de Frauke Petry: fractura en la ultraderecha alemana
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La venganza de Frauke Petry: fractura en la ultraderecha alemana

Una de los líderes de AfD se desmarca por sorpresa del partido, evidenciando las fuertes diferencias internas entre los dos sectores que lo conforman. La clave ahora es ver el poder de arrastre de Petry

Foto: Frauke Petry, copresidenta de AfD, anuncia que no se sumará al grupo parlamentario de su partido en el Bundestag, en Berlín. (Reuters)
Frauke Petry, copresidenta de AfD, anuncia que no se sumará al grupo parlamentario de su partido en el Bundestag, en Berlín. (Reuters)

A la ultraderechista Alternativa para Alemania (AfD) la alegría de la noche electoral le ha durado poco. Su copresidenta y rostro más conocido, Frauke Petry, ha anunciado por sorpresa que no se sumará al grupo parlamentario de su partido en el Bundestag por sus diferencias con el resto de la dirección. La tormenta posterior evidencia las fracturas que sufre este joven partido desde su formación entre sus sectores nacional-conservador y radical, algo que había quedado soterrado durante la campaña para evitar contrariedades en las urnas. Esa dualidad, que han sabido aprovechar a su favor en los comicios, puede ser ahora el talón de Aquiles de la formación.

Apenas habían pasado unas horas desde la última copa de champán que había compartido la dirección de AfD en el Traffic, la sala de fiestas que habían alquilado para celebrar los resultados de las elecciones. Las urnas les habían convertido en la tercera mayor fuerza política en el Bundestag, con el 12,6% de los votos y 94 escaños. Eran la primera fuerza ultraderechista que entraba el parlamento desde las primeras elecciones de la República federal. Habían puesto patas arriba el sistema político alemán. Todo eran sonrisas y abrazos.

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Y entonces Petry dio un golpe de Estado. En la rueda de prensa convocada para analizar los resultados electorales, el icono mediático de AfD anunció, por sorpresa, que no se iba a integrar en el grupo parlamentario de su partido. Que iba a ir por libre, como parlamentaria independiente. "Hay diferencias abiertas en AfD y creo que no debemos callarlas como una tumba", subrayó Petry, que tachó a su formación de "anárquica". Entonces recogió sus cosas y se marchó dejando estupefactos en la sala de prensa a decenas de periodistas y fotógrafos. Además de a los otros tres líderes de la formación: los dos cocandidatos a la Cancillería, Alice Weidel y Alexander Gauland, y al otro copresidente del partido, Jörg Meuthen. Ninguno de los tres había sido informado por adelantado de las intenciones de Petry.

Foto: Un cartel electoral de Alternativa para Alemania, en Berlín, a finales de agosto de 2017. (Reuters)

Una "bomba"

Meuthen dijo en ese mismo momento que Petry acababa de soltar una "bomba". Poco después, algo repuestos del impacto inicial, cargaron contra la disidente, con la que es sabido que ninguno de los tres confraterniza. Petry representa al sector menos radical, al denominado nacional-conservador, mientras que los otros tres encabezan el ala que sistemáticamente causa polémica por sus declaraciones xenófobas y antieuropeas. Weidel exigió poco después su salida del partido. Gauland dijo sentir "tristeza".

Petry aseguró a las puertas de la conferencia de prensa que su objetivo era ser "una cara política y una voz razonables" y que aspiraba a conformar un "nuevo comienzo conservador". Algo más tarde, lanzó una declaración en la que criticó abiertamente al partido y elaboró algo más sus planes de futuro. AfD desacredita y "marginaliza de forma progresiva desde hace casi un año a los representantes realistas", algo que está poniendo en peligro la posibilidad de ofrecer un "sólido programa político", argumentó. "La marcha silenciosa de afiliados serios de todas las federaciones es un doloroso signo al respecto", señaló. Por eso, la líder de AfD se comprometió a seguir activa "de otra forma" para "como muy tarde en 2021", en relación a las próximas elecciones generales, poder contribuir al "cambio social", dejando la puerta abierta a la creación de una nueva plataforma política.

Las luchas por el poder en AfD eran bien conocidas desde hace tiempo. De hecho, el partido nació en 2013 como una formación euroescéptica y fue Petry quien consiguió destronar a su fundador, Bernd Lucke, tras un tenso congreso a principios de 2015. Y de una forma similar ella se vio apartada del poder el pasado abril, en el congreso en el que se debía elegir a los dos candidatos al Bundestag. Retiró su candidatura apenas unos días antes de la cita, sabiendo que no tenía apoyos suficientes. El sector más radical había logrado hacerse con casi todos los respaldos a nivel nacional. Allí salieron Gauland y Weidel elegidos como cabezas de cartel y, aunque a Petry se la dejó como copresidenta, su imagen salió muy perjudicada.

placeholder Alexander Gauland, principal candidato de AfD, reacciona durante al anuncio de Petry de renunciar a su escaño, en Berlín. (Reuters)
Alexander Gauland, principal candidato de AfD, reacciona durante al anuncio de Petry de renunciar a su escaño, en Berlín. (Reuters)

Poli bueno, poli malo

No obstante, los ultraderechistas habían logrado soterrar sus diferencias durante la campaña. Las críticas se articularon hacia fuera, principalmente contra la gran coalición de conservadores y socialdemócratas que gobernaba en Berlín. Y los trapos sucios se fueron lavando en casa. Pero Petry llevaba semanas elaborando su venganza. "Cualquiera que me conozca sabe que no he hecho esto de forma espontánea", aseguró tras dar su golpe de efecto.

Ha sido, según los expertos, la estrategia del poli bueno, poli malo. El sector más radical lanzaba los dardos que agradaban a los sectores ultraderechistas del país —como Gauland llamando a los alemanes a sentirse "orgullosos" de los soldados nazis—. Luego estaban Petry y los suyos, pescando votos en el caladero contiguo. Así maximizaba AfD sus opciones electorales, a costa de ignorar sus disonancias. Poniendo el reloj de la bomba para después de los comicios.

La clave ahora es ver el poder de arrastre de Petry. Poco después de su espantada, se produjo un pronunciamiento. Cuatro diputados de AfD en el parlamento regional de Mecklemburgo-Antepomerania abandonaron su grupo y formaron uno nuevo. Alegaron diferencias "personales y políticas". Pero entre los nuevos parlamentarios del Bundestag, nada se ha oído. Los expertos dudan de una fuga en masa, aunque no se descartan nuevas deserciones. Petry necesitaría 35 diputados para poder formar un grupo.

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A la ultraderechista Alternativa para Alemania (AfD) la alegría de la noche electoral le ha durado poco. Su copresidenta y rostro más conocido, Frauke Petry, ha anunciado por sorpresa que no se sumará al grupo parlamentario de su partido en el Bundestag por sus diferencias con el resto de la dirección. La tormenta posterior evidencia las fracturas que sufre este joven partido desde su formación entre sus sectores nacional-conservador y radical, algo que había quedado soterrado durante la campaña para evitar contrariedades en las urnas. Esa dualidad, que han sabido aprovechar a su favor en los comicios, puede ser ahora el talón de Aquiles de la formación.

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