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Nord Stream 2, el gasoducto que siembra la discordia dentro y fuera de la UE
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Nord Stream 2, el gasoducto que siembra la discordia dentro y fuera de la UE

En pleno tira y afloja entre Alemania y sus socios, con Rusia de telón de fondo, este verano entró en el tablero un nuevo jugador, EEUU, que amagó con sancionar a las empresas europeas implicadas

Foto: Las primeras tuberías del Nord Stream 2 en una planta de OMK, en Vyksa, Rusia. (Reuters)
Las primeras tuberías del Nord Stream 2 en una planta de OMK, en Vyksa, Rusia. (Reuters)

Dicen que segundas partes nunca fueron buenas. En el caso del gasoducto Nord Stream 2, no son pocos lo que coinciden con esta máxima. Y eso a pesar de que -o precisamente porque- el ambicioso proyecto que pretende desplegar una tubería bajo el mar Báltico para transportar directamente gas de Rusia a Alemania está rodeado de luchas de poder, dinero, sanciones diplomáticas e incluso conflictos armados.

Pese a la tensión que genera Nord Stream 2, Alemania no pretende renunciar a un proyecto que le dará la llave de la distribución de la mayor parte del gas del que depende Europa. Y no está dispuesta a que ni sus socios comunitarios, Bruselas, ni Estados Unidos con sus sanciones, se metan de por medio.

Pero los principales damnificados -los países que sienten que han sido dejados al margen, como los Bálticos o los del Este- tampoco pretender dar su brazo a torcer. Ni aquellos que temen que Moscú extienda nuevos tentáculos en la Unión Europea a través de Gazprom, reforzando su influencia sobre su principal economía, Alemania.

En manos rusas

La disputa en torno al gas ruso no es nueva: antes incluso de que la agresión de Rusia a Ucrania, ambos países habían protagonizado encontronazos en los que Moscú cerró el grifo del gas a Kiev, lo que dejó tiritando a buena parte de la Europa que mantiene una fuerte dependencia de este combustible: Croacia, República Checa, Estonia, Hungría, Letonia, Lituania, Polonia, Eslovaquia y Rumanía.

EEUU amagó con extender las sanciones a las empresas europeas que participan en Nord Stream 2

Después de que Rusia se anexionara la provincia ucraniana de Crimea, la UE fue una vez más consciente de que depender de Rusia tenía sus peligros. Por ello, decidió diversificar sus fuentes de gas y buscar suministros más seguros. Sin embargo, y pese a las sanciones que se impusieron a Moscú por la agresión ucraniana, Alemania nunca renunció al gasoducto.

“No vemos en qué va a contribuir a estos objetivos la construcción del gasoducto Nord Stream 2”, señala el comisario europeo de Acción por el Clima y Energía, Miguel Arias Cañete. El exministro español recordó esta semana una vez más las objeciones de Bruselas a este proyecto que supondrá afianzar la dependencia europea del gas ruso, en lugar de optar por el combustible de otros orígenes, como Egipto, Chipre o Israel.

También permitirá a Rusia 'castigar' a sus antiguos territorios soviéticos sin hacer sufrir a la Europa occidental, plantea cuestiones medioambientales y pone en riesgo los derechos de tránsito que cobra Ucrania, un golpe económico para un país que está recibiendo ayuda financiera de la UE. Todo esto en un momento en el que los esfuerzos de Moscú por influenciar la política de los Balcanes Occidentales o incluso las elecciones francesas mantienen en alerta a Europa.

placeholder El presidente ruso Vladimir Putin (c) y el presidente de Gazprom, Alexey Miller (der)en la ceremonia de lanzamiento de la tubería de gas de Nord Stream en la estación Portovaya. (EFE)
El presidente ruso Vladimir Putin (c) y el presidente de Gazprom, Alexey Miller (der)en la ceremonia de lanzamiento de la tubería de gas de Nord Stream en la estación Portovaya. (EFE)

La batalla legal: Bruselas

Es paradójico que una infraestructura del tamaño de Nord Stream 2, un proyecto de 1.200 kilómetros, se encuentre en un vacío legal, pero así es. Recorre el fondo marino del Báltico, pasando por territorio de otros países europeos, hasta llegar a Alemania, pero más allá de las fronteras comunitarias y por tanto no pueden aplicársele normas europeas como las que evitan monopolios.

El problema se acentúa por la participación de la rusa Gazprom, que pone la mitad de la inversión, a la que Bruselas ha abierto numerosos expedientes. “No va en el interés de la UE que Nord Stream 2 se construya en un vacío jurídico”, advierte Arias Cañete. Por eso, Bruselas pidió en junio a los países que le den un mandato específico con el que tendría poderes para negociar directamente con Rusia las condiciones a las que estaría sujeto el proyecto. Una idea que no gusta a Berlín.

La batalla diplomática: Estados Unidos

En pleno tira y afloja entre Alemania y sus socios, con Rusia de telón de fondo, este verano entró en el tablero un nuevo jugador: Estados Unidos. Washington, que también mantiene sanciones sobre Rusia, amagó con extender estas penalizaciones a las empresas europeas que participan en Nord Stream 2: las alemanas Uniper y Wintershall, la holandesa Shell, la austriaca OMV y la francesa Engie.

La UE reaccionó con un profundo malestar a esta advertencia transatlántica, que considera una injerencia y que obligó al presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, a saltar al estrado para defender un proyecto que no gusta en Bruselas. “Estamos listos” para adoptar represalias, llegó a avisar Juncker.

Este otoño, las reuniones de técnicos, embajadores y ministros volverán a tener a Nord Stream 2 en sus agendas, para una discusiones que se prevén difíciles y que, con el enfrentamiento este-oeste que han generado propuestas como la de hacer avanzar la UE “a varias velocidades”, puede terminar por echar más gas al fuego.

Dicen que segundas partes nunca fueron buenas. En el caso del gasoducto Nord Stream 2, no son pocos lo que coinciden con esta máxima. Y eso a pesar de que -o precisamente porque- el ambicioso proyecto que pretende desplegar una tubería bajo el mar Báltico para transportar directamente gas de Rusia a Alemania está rodeado de luchas de poder, dinero, sanciones diplomáticas e incluso conflictos armados.

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