Europa de luto para su primer funeral: despedida a Helmut Kohl, el reunificador

Un féretro envuelto en una bandera azul, con doce estrellas doradas. Nunca antes se había visto una imagen así. En él descansa Helmut Kohl, el ex canciller alemán que hizo posible la reunificación, no solo de Alemania, sino de una Europa aún marcada por las heridas de la II Guerra Mundial. Un político que, pese a su caída en desgracia en sus últimos años en activo, se ha convertido en un “monumento europeo”, como le ha reconocido el presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker.

El primer funeral europeo ha teñido de negro las bancadas del Parlamento Europeo, donde se han reunido personalidades no solo del Viejo Continente, sino también de Estados Unidos, Rusia e Israel. Veinte jefes de Estado y de Gobierno se han desplazado a Estrasburgo, esa ciudad fronteriza que tanta sangre francesa y alemana ha visto verterse a lo largo de los siglos.

Entre ellos, Angela Merkel y Emmanuel Macron han presenciado la ceremonia sentado uno al lado del otro. La imagen no es tan poderosa como el momento en que Kohl y François Mitterrand se cogieron de la mano en Verdún, aquella que marcó una época. Pero el gesto también pretende marcar el comienzo de una nueva época, tras unos años de distanciamiento entre Berlín y París, que reviva el eje franco-alemán sobre el que se asienta la construcción Europa.

Merkel ha recordado al que fuera su mentor -hasta que los escándalos financieros la llevaron a dejarle caer- como un hombre de “envergadura mundial” pese a una proximidad que, dice, le hacía muy humano. Y no ha dudado en mencionar las confrontaciones que ella, como tantos otros, mantuvo con el ex canciller. Pero sobre todo ha recordado lo que supuso para ella, una mujer nacida en la Alemania oriental, bajo dominio soviético, aquel hombre que defendió la unidad “mientras otros dudaban” y que, a la vez, “nunca perdió de vista lo que es más grande que Alemania”.

Veinte jefes de Estado y de Gobierno se han desplazado a Estrasburgo. Bill Clinton comparte fila con Angela Merkel y Emmanuel Macron

El joven presidente francés, por su parte, ha hecho hincapié en que para su generación y las posteriores Kohl era ya parte de esa historia de Europa que les permite ser hoy quienes son. Y ha aprovechado para mandar un duro mensaje a aquellos que califican a la UE de “tecnocracia”: “Quiero decirles, delante de Kohl, que esto es porque vosotros habéis retirado la amistad (entre los europeos), habéis retirado la llama donde se forjó ese destino” común.

En la misma fila que los líderes de Alemania y Francia se ha sentado también Bill Clinton, otro símbolo de una alianza, hoy maltrecha: la Atlántica. Y su mensaje ha sido un dardo contra las políticas cortoplacistas. “Mirando a todos, a aquellos que estaban antes en sus cargos, que vinieron hoy porque Helmut Kohl era una oportunidad de estar involucrados en algo mas grande que nosotros, que nuestro cargo o que nuestras carreras. Todos nosotros estaremos un día en un ataúd como éste, y solo podemos dejar la libertad a nuestros hijos”, ha asegurado el ex presidente norteamericano.

Por parte de España, han acudido los reyes eméritos Juan Carlos I y Sofía, así como el ministro de Asuntos Exteriores, Alfonso Dastis. No ha acudido el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, quien había sido invitado pero cambió de parecer unos días antes. También estaban presentes los ex presidentes José María Aznar y Felipe González. El socialista ha tomado la palabra como “un amigo”, para recordar el “sentido de la historia” de Kohl, un hombre que apostó por “una Alemania europea, para no repetir nunca más una Europa alemana”.

Medvédev ha destacado de Kohl su comprensión “del peligro de la confrontación y el valor de la paz”

De división ha hablado también el primer ministro ruso, Dmitri Medvédev, que ha recordado de Kohl “el gran hombre político” que fue capaz de unificar, por encima de las tensiones y las divisiones. En un momento en el que Rusia mantiene una confrontación política con sus vecinos europeos tras la anexión ilegal de Crimea, Medvédev ha destacado de Kohl su comprensión “del peligro de la confrontación y el valor de la paz”. Eso es lo que, según él, “permitió a los enemigos del ayer crear una nueva relación”. Eso sí, ésta, señala, debe estar basada “en el respeto común”, una fórmula a menudo empleada por Moscú para exigir a los occidentales que no pisen el terreno que considera propio, como el este de Europa o los Balcanes.

La ceremonia ha servido para honrar la memoria de una Europa que surgió de las cenizas de dos grandes guerras, para recordar viejas alianzas y estrechar lazos más modernos. Pero, sobre todo, ha sido un sentido homenaje a los que hicieron posible que hoy, a las puertas del Brexit y con un eje franco-alemán dispuestos a recobrar el impulso perdido, los europeos puedan plantearse libremente la disyuntiva clave. “Elegir esperanza, o miedo”, en palabras del presidente de la Eurocámara, Antonio Tajani. Y Kohl murió sabiendo de qué lado de la historia estaba. Es el turno de los líderes del ahora.