Es noticia
El país que ha aprendido a protestar… con rock, moda y disfraces de Power Ranger
  1. Mundo
japón gira "a la izquierda" contra shinzo abe

El país que ha aprendido a protestar… con rock, moda y disfraces de Power Ranger

Hace poco, las manifestaciones se veían como algo inconcebible en Japón. Pero eso ha cambiado. El desastre de Fukushima y las herméticas políticas de Abe han convertido las protestas en algo habitual

Foto: Protesta contra las políticas del Gobierno de Shinzo Abe en Tokio, en junio de 2016. (Reuters)
Protesta contra las políticas del Gobierno de Shinzo Abe en Tokio, en junio de 2016. (Reuters)

En el metro de Japón está prohibido hablar por teléfono y hay que poner el terminal en silencio al entrar. Por eso de no molestar. Y en las librerías venden las novelas forradas con papel opaco para tapar la portada por completo. Así, cualquiera puede leer en público sin ofender a los demás con sus gustos. Porque el respeto -entendido como que hay que pasar desapercibido- es una máxima para los nipones. ¿Puede dar eso lugar a manifestaciones políticas en el país del sol naciente? Hasta hace relativamente poco, se veía como algo inconcebible. Pero eso ha cambiado.

Porque los japoneses están aprendiendo a protestar en público. O han recordado cómo se hace, ya que a finales de los 60 los estudiantes criticaron con fuerza los tejemanejes de Estados Unidos en su país. Sin embargo, esa lucha cayó en el olvido a partir de los años de bonanza económica. Ni siquiera las crisis económicas de las últimas décadas hicieron que la gente saliese a la calle. Algo muy grave tuvo que pasar para que los nipones, que no protestaban ante nada, empezaran a protagonizar manifestaciones casi todas las semanas.

La obsesión de Abe por militarizar el país, con el pretexto de las amenazas de Corea del Norte, es la principal causa de las protestas

Fue a partir del desastre de la central nuclear de Fukushima, enturbiado aun más por las herméticas políticas del primer ministro Shinzo Abe. “Éramos muy pasivos, tuvimos que vivir aquel desastre para ver que se nos ocultaba la verdad”, comentan unos jóvenes tokiotas.

Dicen que algo falla en el actual Gobierno de Abe para que las manifestaciones se hayan convertido en algo habitual en Japón. El mismo partido político que lleva desde casi siempre en el poder y que representa a la derecha tradicional. Votado masivamente por los grupos poblacionales más envejecidos y cada vez con menos apoyo en las capitales. Al que suelen ir casi todos los votos secretos. Y contra el que ahora el pueblo empieza a protestar.

El cerco a la información libre y las ansias por militarizar el país son las acciones de Abe que mayores manifestaciones provocan. Aunque las demandas ecologistas y sociales también hacen que la gente salga a la calle.

¿Cómo alzan la voz los japoneses?

Sin embargo, los nipones se manifiestan de una manera muy suya, a la japonesa. Por un lado, están los que se toman aquello como una fiesta o un escaparate. Como ocurre en algunas de las mayores protestas en el famoso cruce de Shibuya en Tokio. Música en directo, luces de discoteca y modelitos para la ocasión. Algunos jóvenes han llegado a fusionar protestas con diversión y escaparate. Como explica el profesor Koichi Nakano de la Universidad Sophia en Tokio, los manifestantes “proyectan una imagen en la que puedes ser una persona normal e ir a la moda al mismo tiempo que se está en política”.

Se refiere el catedrático a universitarios como el popular Aki Okuda, creador de la iniciativa Emergencia Estudiantil para la Democracia Liberal, quien se ha convertido en un icono en la lucha contra el Gobierno, pero siempre con estilo. Aprovecha el foco mediático para vestir a la moda, con sus tejanos apretados y sus gorros. Y sin problemas en fusionar conciertos de rock con protestas políticas. A alguien, no obstante, ha debido irritar, ya que incluso declaró haber sido amenazado de muerte por su batalla contra el poder.

Luego están los que quieren manifestarse sin ofender. Quieren participar en la protesta sin que se sepa. Son aquellos que se presentan en las manifestaciones con algunas de las populares máscaras niponas. Como las de Godzilla o Goku. O los que van más allá y se disfrazan de Ultraman o de Power Ranger para coger una pancarta. En parte su intención es hacer más llamativa la protesta, pero así de paso sus vecinos no les reconocen. Un sábado cualquiera es fácil ver en Kioto a un centenar de ecologistas por el eje comercial pidiendo que no se maltrate a los delfines. Y que un híbrido de Power Ranger y Ultraman con los colores del mamífero encabece la protesta.

Pero no son solo las manifestaciones su forma de alzar la voz. En los parques de las grandes ciudades han empezado a aparecer también grupos de gente que hace malabares o pequeñas actuaciones y que cuando alguien se les acerca a ofrecerles unas monedas, ellos las rehúsan. En cambio, los artistas les ofrecen panfletos políticos. También los hay que quieren poner su granito de arena aportando algo a la comunidad. Como el hombre vestido de soldado imperial de La Guerra de las Galaxias que recoge basura en el paseo del río en Kioto y pide a los suyos que sean más limpios. Con su cara bien tapada por el casco de la armadura.

El giro “a la izquierda” contra Abe

Shinzo Abe trata de cuidar su imagen pública de cara a los suyos y a los de fuera. Se puede vestir de Mario Bros para promocionar las próximas Olimpiadas de Tokio y usar rimbombantes nombres como 'Abenomics' para hablar de sus políticas económicas, pero en Japón ha defraudado a muchos.

Abe ha supuesto un acercamiento al nacionalismo exacerbado en un gesto que gusta a una parte de su electorado, pero que 'The Economist' calificó como “un temido gabinete de radicales de derecha. Lo que ha llevado a su pueblo a salir a la calle y a levantar la voz ha sido esta vuelta de tuerca nacionalista, sustentada sobre todo en sus ansias por militarizar el país y silenciar a la prensa.

Muchos japoneses ven que la economía no mejora y que el empleo es precario. Esperan que su Gobierno dé respuesta a la gran pérdida de contribuyentes en un país que se enfrenta al reto de tener más gente jubilada que trabajando. En cambio, cuando hay una necesidad de contratar más enfermeras para cuidar de una población cada vez más envejecida, la Administración prefiere fabricar robots enfermeros en lugar de plantearse la entrada de profesionales extranjeros.

Pero lo que más hace a los japoneses alzar la voz contra su Gobierno es la fascinación de Abe por militarizar el país a nivel externo, siempre con el pretexto de las amenazas de Corea del Norte y otros vecinos. Eso ha provocado la mayoría de las actuales manifestaciones, que se han considerado como parte de una lucha contra las políticas más derechistas. “Se está volviendo a mover el espectro político a la izquierda, es algo que no se veía en décadas”, explica Nakano.

Curiosamente, hay una pequeña iniciativa nipona que se ha ido manifestando cada año y a cuyos integrantes no les molesta el nacionalismo extremo de Abe. Son los "Uyoku dantai", un grupo de extrema derecha que alza la voz en cada una de las fechas clave de la historia imperial reciente nipona. Sus favoritas son los aniversarios de la Segunda Guerra Mundial y de la bomba atómica en Hiroshima. Sin embargo, se les ha considerado siempre en público como a “unos cuantos locos con altavoces en unas furgonetas”. Nada que ver con los nuevos manifestantes japoneses en contra de su Gobierno.

En el metro de Japón está prohibido hablar por teléfono y hay que poner el terminal en silencio al entrar. Por eso de no molestar. Y en las librerías venden las novelas forradas con papel opaco para tapar la portada por completo. Así, cualquiera puede leer en público sin ofender a los demás con sus gustos. Porque el respeto -entendido como que hay que pasar desapercibido- es una máxima para los nipones. ¿Puede dar eso lugar a manifestaciones políticas en el país del sol naciente? Hasta hace relativamente poco, se veía como algo inconcebible. Pero eso ha cambiado.

Japón Fukushima
El redactor recomienda