"Limpieza étnica" y milicianos extranjeros bajo su mando: cómo Irán se hizo con Siria
El país de los ayatolás controla desde las decisiones políticas a las militares en el palacio de Assad. Varios expertos creen que está orquestando incluso un cambio demográfico
Desde el estallido de la guerra civil en Siria, la cifra de musulmanes suníes -que componían las dos terceras partes de la población del país- ha caído a la mitad: de 16 a 8 millones en apenas seis años. El resto sobreviven como refugiados en los países de la región o en Europa, o han muerto en los bombardeos. ¿Se trata, como afirman algunos analistas, de una limpieza étnica promovida por Irán, el país chií más importante de la zona?
Siria está viviendo un cambio demográfico en relación a la mayoría suní, que “en un futuro próximo se convertirá en minoría por primera vez durante siglos”, advierte Yaron Friedman, profesor de la Universidad de Haifa y especialista en Oriente Medio. “Desde hace tiempo, los medios árabes suníes están denunciando que el régimen sirio y los grupos pro-iraníes en Irak y Hezbollah en el Líbano impiden a los refugiados suníes regresar a sus hogares, para alentar el asentamiento de chiíes en zonas predominantemente suníes y crear una nueva situación demográfica en la región”, asegura.
“Irán está tratando de beneficiarse del caos en Siria y en Irak”, puntualiza. Según Friedman, existe un “plan iraní” para “realinear el país en zonas de influencia chií, que los partidarios de Bashar Al Assad, liderados por Irán, podrán controlar directamente y utilizar para promover intereses más amplios”. Las permutas de población suní a chií se están dando principalmente en el oeste de Siria (entre Homs y Damasco), donde la gran mayoría de la población suní ha huido, y también en la región alauí de Latakia-Tartous-Jabal Akrad (noroeste), donde los suníes han sido expulsados bajo el pretexto de "cribar la zona de terroristas".
Según el analista, el proceso es el siguiente: en la primera fase se llevan a cabo bombardeos aéreos, asedio y hambruna de la población, y las operaciones de “limpieza de terroristas”. Después, en la siguiente etapa, se establece un alto el fuego y la población local que sobrevivió es expulsada de la zona. Por último, las fuerzas del régimen entran y preparan la fase final: el asentamiento de chiíes.
Basam Lahod, de la Universidad Libanesa Americana, cree que mientras Rusia, en alianza con Turquía, está usando el acuerdo de alto al fuego para impulsar “un consenso político entre el régimen de Assad y la oposición en el exilio”, Irán, mientras tanto, “se está moviendo para impulsar un proyecto que alterará el paisaje demográfico de Siria, con el fin de reforzar el bastión de Hezbollah en el noreste del Líbano, y consolidar su influencia en la frontera norte de Israel". “El propósito de los muchos altos el fuego iniciados por Rusia e Irán es hacer conocer gradualmente a la oposición la nueva realidad en la que los suníes están perdiendo la tierra que habían ocupado durante siglos”, argumenta Mohamed Nimer, en un artículo de opinión publicado en el diario libanés Al Nahar.
En el pasado había una pequeña minoría de chiíes en Siria, que eran aproximadamente el 5% de la población, y la mayoría de ellos vivían cerca de la frontera con el Líbano. “Ahora se ven en todas partes y en todas las ciudades en el oeste de Siria, explica Khaled, periodista sirio y refugiado en Beirut. En Damasco, por ejemplo, familias chiíes adineradas están adquiriendo por precios muy bajos las viviendas de refugiados suníes que huyeron de sus casas y no tienen los documentos que acrediten la propiedad porque fueron destruidos durante la guerra, asegura.
¿Despliegue de "pacificadores" iraníes?
Los nuevos “colonos” no sólo son musulmanes chiíes originarios de Siria, sino que también provienen del Líbano, Irak e incluso Afganistán y Pakistán, afirma por su parte el articulista israelí Shimshon Zamir. “Irán quiere aprovechar las luchas internas en los países de mayoría suní para crear un arco chií de oeste a este: Pakistán, Afganistán, Irán, Irak, Siria, y el Líbano hasta el Mediterráneo. También está extendiendo su influencia en el Golfo Pérsico, en Bahrein, y el Yemen”, explica a El Confidencial. Pero como el traslado masivo de iraníes a Siria sería algo "demasiado visible" y no conveniente a nivel Internacional , matiza Zamir, entonces "utiliza a chiíes de Pakistán y Afganistán, así como de Irak, con el pretexto de la lucha contra el ISIS”.
“La situación en Siria debe preocupar a Israel. Los chiíes otorgan una muy fuerte influencia a Irán y a Hezbolah que está extendiendo sus bases a zonas fronterizas dentro de Siria. Toda base de Hezbolá es otro frente contra Israel en el futuro”, advierte Zamir. Desde que empezó la rebelión contra el gobierno de Assad en 2011 e Irán salió en defensa de su socio, la Guardia Revolucionaria iraní ha perdido más de mil combatientes en territorio sirio. Pero a cambio, la influencia de Irán en las áreas progubernamentales de Siria se ha extendido hasta el punto de que domina tanto la escena política como la militar, junto con Rusia, el otro aliado incondicional de Damasco.
Ahora, el régimen de Damasco ha transferido a Irán el entrenamiento y la financiación de las milicias progubernamentales que operan conjuntamente con las fuerzas iraníes en territorio sirio. Casi 90.000 hombres sirios, entre civiles y militares, se integrarán en las denominadas “Brigadas de Defensa Local”, con el propósito de “operar bajo el mando iraní y en responsabilidad financiera hasta el final de la crisis en Siria o hasta nuevo aviso”, reza un memorando, fechado el 11 de abril, 2017 y con firma de Bashar Al Assad, en calidad de comandante en jefe de las fuerzas armadas sirias. Están convocados a prestar su servicio a estas milicias “desertores del ejército y reclutas que han estado evadiendo el servicio militar obligatorio y el de la reserva", y "civiles cuyo estatus ha sido arreglado y que están trabajando con la parte iraní también deberán incorporarse a las Brigadas de Defensa Local", reza el documento traducido por el Instituto de Investigación de Medios de Información del Medio Oriente (MEMRI).
Desde hace unos meses, el aumento de las actividades militares estadounidenses en la frontera norte de Jordania ha puesto nerviosos a los iraníes, que ven ese movimiento como una amenaza potencial, en forma de un posible ataque contra Siria desde territorio jordano. La inquietud de Teherán coincide con el establecimiento de cuatro zonas de “distensión” en Siria, un pacto firmado por Rusia, Irán y Turquía, y una de cuyas cláusulas es el despliegue de tropas de los tres países impulsores del plan para el mantenimiento de las zonas seguras.
Hace unas semanas, el Ministerio de Exteriores iraní volvió a reincidir en la necesidad de enviar tropas para “monitorear” el alto el fuego. Con un posible despliegue de fuerzas iraníes en el sur de Siria, el régimen de Damasco y sus aliados tendrán controlados los cuatro puntos cardinales del país. Hasta ahora, en las regiones del sur - Deraa, Suweida y Quneitra (en los Altos del Golán)- hay fuerte presencia de la oposición, por lo que, con el envío de soldados iraníes para el “mantenimiento” del cese de hostilidades, el régimen tendrá el control la única frontera que estaba en manos de los rebeldes.
Desde el estallido de la guerra civil en Siria, la cifra de musulmanes suníes -que componían las dos terceras partes de la población del país- ha caído a la mitad: de 16 a 8 millones en apenas seis años. El resto sobreviven como refugiados en los países de la región o en Europa, o han muerto en los bombardeos. ¿Se trata, como afirman algunos analistas, de una limpieza étnica promovida por Irán, el país chií más importante de la zona?