Locos por el muay thai Así viven los españoles que luchan en Tailandia
Entrenamientos interminables, sesiones extremas de preparación para los combates, lesiones y sufrimiento. Y, además, dificultades económicas. Pero, para ellos, compensa. Los españoles que pelean en Tailandia nos cuentan, desde dentro del mundo del boxeo tailandés, cómo es su pasión y su vida.
ace algo menos de tres décadas, el término 'muay thai' sonaba en España a poco más que a películas como ‘Kickboxer’, de Jean-Claude Van Damme, o videojuegos como ‘Street Fighter II’. A golpes durísimos y violencia en el ring. Una disciplina de combate desconocida por aquel entonces pero que a muchos les resultaba extrema. Sus golpes con codos y rodillas al descubierto no propiciaron la mejor de las famas a un deporte de contacto que tiene también mucho de tradicional.
Así lo cuentan los deportistas de élite españoles en esta disciplina. La misma que en la actualidad ha logrado mucho más reconocimiento y cuya imagen ha mejorado notablemente. También todo lo que rodea a este deporte de contacto, surgido de un arte marcial, se ha especializado, y aunque en nuestro país aún exista parte del estigma y sus practicantes casi no tengan soporte alguno, la afición es cada vez mayor.
Para vivir el 'muay thai' desde dentro, sus aficionados saben que hay que ir a Tailandia. Porque es en el país del sudeste asiático donde se puede experimentar el boxeo siamés como una forma de vida. Donde subirse al ring es fácil y entender los entresijos de la especialidad, una necesidad.
Entrenamientos interminables, preparaciones extremas para combates, lesiones y sufrimiento. Y, además, dificultades económicas. Pese a todo, para ellos compensa. Los españoles que pelean en Tailandia nos cuentan, desde dentro de un mundo que les apasiona, cómo es su vida.
Mientras conoces a los deportistas, podrás disfrutar de la Sarama, la música tradicional que suena durante los combates de Muay Thai. El sonido cambia en cada ‘round’...
Muchos de los boxeadores españoles que hay en Tailandia lo miran con respeto y admiración. Incluso con algo de envidia sana. “Es una máquina, está en otro nivel”. Por la potencia de sus golpes de codo o la forma en que tiene de atrapar las piernas de los tailandeses más expertos e inutilizar sus ataques. Marc Dass tiene solo 22 años y un palmarés de 66 peleas de las que ha ganado 48. Ha combatido en Thai Fight, en las Top King World Series y en estadios como Radjadamnoen, en Tailandia. Se ha subido al ring en China, Tailandia, Alemania, Francia y España. Y lo que le queda.
No se interesó Marc por el boxeo tailandés hasta bien avanzada su adolescencia. Antes, lo suyo fueron el baloncesto y el fútbol. “Me encantó este deporte de contacto”. Y le cambió la vida. En España, peleó como 'amateur', pero tan pronto como le fue posible se fue a Tailandia, la meca del deporte. “Es un país muy tranquilo, mi primer año allí fue muy bueno”, relata recordando su viaje iniciático en 2013. Una epopeya lejos de los tópicos que se escuchan del país. Fiestas salvajes, noches de playa o atracones de marisco no entraban en sus planes. Marc fue allí a entrenar y aprender, a mejorar. Y entrenaba hasta seis horas al día. Más que unas vacaciones, parecía un castigo. Así pudo conseguir una pelea en su primera estancia en el país.
Para su estreno en el ring, no le pusieron enfrente a un boxeador importante, sino a “un tailandés mayor y con barriguita” para que ganara fácilmente. Suele hacerse con los nuevos 'nak muay farang', luchadores de 'muay thai' occidentales, ya que aquí tanto los recién llegados como los fuera de serie suelen pelear con las mismas condiciones, guantes de ocho onzas y bucal como única protección. Las lesiones y las heridas son comunes. No salió muy contento Marc de aquel primer encuentro, pero pronto descubrió que, para pelear, “Tailandia está mejor que España u otros sitios”.
Marc lo dice abiertamente. “Disfruto peleando en el ring”. Tailandia y su deporte nacional le han dado “paz y espiritualidad”. No en vano, antes de cada combate los luchadores danzan al compás de la música tradicional siamesa en señal de respeto. Pero va más allá. “Yo me he ido a cenar y a tomar algo con quien he peleado ese mismo día muchas veces, nos respetamos mucho más que en el fútbol o el baloncesto”.
Cierto es que reconoce que el deporte es muy duro —hace pocos meses, sufrió un duro golpe de codo frente a las cámaras que se tradujo en un KO y varios puntos de sutura frente a uno de los mejores boxeadores tailandeses 0151, y que a veces cuando está en Tailandia echa mucho de menos a los suyos. También que no existe ayuda alguna a los deportistas de esta disciplina y que han de encontrar otro trabajo para poder llevar su vida. “Tú sufres mientras otros se llenan los bolsillos”. Pero, gracias al 'muay thai', Marc está feliz por haber viajado mucho y hacer algo que le apasiona y le compensa, pese a la dureza.
Cuando Edu llegó a Bangkok, tenía 4.000 euros, una mochila con lo justo y el sueño de ser profesional en 'muay thai'. De eso ya hace seis años. Ahora, este valenciano sigue poniéndose los guantes casi a diario, aunque sea solo por afición. Logró hacerse un hueco en los circuitos del mundillo del boxeo tailandés, pero no convertirse en un profesional reputado. Y no le importa, porque ese sueño le dio una vida en Tailandia que sin duda cambiaría por lo que tenía en España.
Escuchando su historia, más de uno podría pensar que el camino de Edu ha estado cargado de penurias. Durante un tiempo tuvo que 'sobrevivir' con 300 euros mensuales, viviendo en un apartamento pequeño sin aire acondicionado atenazado en el calor tropical de Bangkok. Entrenando a diario, sin efectivo para escaparse de vez en cuando de visita a España y mirando cada céntimo a la hora de comer. Y sin embargo, para él incluso los años más duros merecieron la pena y fueron de los mejores de su vida. “Yo no tengo vicios ni muchos gastos, me gusta estar aquí donde soy feliz y me compensaba”, explica. Disfrutaba de su rutina diaria de entrenamiento, de Bangkok, una ciudad que le fascina. Pasando el tiempo con sus tres novias y llevando una vida austera pero feliz. Si se quedó aquí, fue porque quiso, no por necesidad.
El sueño del 'muay thai', aun así, se le hizo cuesta arriba. “Empecé muy tarde, tenía 22 años y un peso de 80 kilos al ser muy alto, eso no ayuda”. En una disciplina donde la mayoría de tailandeses y profesionales pesan mucho menos, Edu se vio relegado a pelear sobre todo contra otros occidentales. Y la magia se rompió cuando descubrió la parte más fea del deporte que aún ama.
Pelear en Tailandia cuesta dinero, aunque seas profesional. De los 16 combates que disputó Edu en su carrera por hacerse un nombre, el máximo que cobró fueron unos 270 euros. Y eso por una pelea televisada en la cadena más importante del país el día del aniversario del rey. Otros combates le aportaron entre 30 y 50 euros. “Eso no te da ni para lo que gastas en la farmacia después de una pelea para curarte las heridas”, lamenta.
Fueron las ganas por pelear y su amor por un deporte que engancha de donde sacó fuerzas para seguir adelante. Aun cuando sus promotores “vagueaban a la hora de entrenar” o cuando veía que en el pesaje no le hacían mucho caso. “Todo era sobre la marcha, a veces me miraban y me seleccionaban un contrincante a dedo, sin comprobar el palmarés o el peso”. Con el tiempo, Edu vio que su futuro en el 'muay thai' como profesional se diluía. Pero amaba su vida en Tailandia. De repente, gracias al destino o a su persistencia, surgió una alternativa.
Cuando viajaba de Bangkok hacia Hua Hin para una de sus últimas peleas, se encontró con una joven rusa que le comentó que hacía trabajos de modelo y como actriz secundaria en Bangkok. La joven pensó que Edu tenía madera y le pidió unas fotos. Sin creérselo mucho, le envió unas instantáneas que él mismo se hizo con el móvil.
Aquella casualidad le brindó una llamada inesperada y se coló en un mundillo nuevo para él. Actualmente, Edu es actor secundario en Tailandia. Ha hecho una treintena de colaboraciones y es fácil verlo en culebrones en horario de máxima audiencia. Incluso ha participado en películas como en la última entrega de ‘Transporter’. Edu no ha conseguido tener un palmarés importante como boxeador, pero entrena 'muay thai' casi a diario por pasión. Y se gana la vida bien, trabajando pocas horas a la semana en un empleo que le apasiona. Así que agradece el camino al que le ha llevado su pasión por el boxeo.
Cuando Pau Illana llegó a Tailandia, no había visto ni una pelea de 'muay thai'. Tenía 20 años y, tras haber trabajado un par de meses en la Costa Brava con su familia, viajó a Phuket sin saber mucho de un deporte que empezaba a engatusarle. A los pocos días peleó oficialmente con un tailandés “muy flojo”, un encuentro organizado para que ganase. Fue el primero de 49 combates, de los cuales la mayoría han acabado en victoria. Además de en Tailandia, ha peleado en otros países como China, Hong Kong o Japón. Con 8.000 espectadores delante y cámaras de televisión. Aun así, eso le importa menos. “Yo lo que quiero es mejorar y pelear con los mejores boxeadores, quiero hacerlo bien”.
Desde luego no es por el dinero, aunque pueda parecerlo al verle en los mayores torneos o donde están los mejores profesionales. Porque, si bien cuando viaja a China o Japón tiene todo pagado, los mejores hoteles y una buena bolsa, la rutina es otra. “Te lo has de pagar tú todo, no hay ayudas, siempre vas justo de dinero”. Y Pau se sacrifica por el deporte que ama. Se levanta a las seis de la mañana, corre una hora y después entrena. A las 13:00 come, se da una ducha y a las 15:00 vuelve a entrenar. “Es muy duro y sacrificado, pero te acostumbras”.
Sin embargo, Pau añora a los suyos. “En Tailandia estoy tranquilo, no hay depresión ni malas miradas, pero echo de menos a mi familia”. Y lamenta que a veces los tailandeses sean “vagos y no expliquen nada” en el entrenamiento. Ya tiene ganas de regresar a Barcelona y entrenar en el gimnasio Antarai con Esteban Ramírez y David Calvo y en el Daithon Gym.
Pau Illana pone de manifiesto uno de los mayores calvarios de los luchadores de 'muay thai': la necesidad de perder peso para poder acceder a un combate. El drama que se cobró la vida de un luchador británico este año. “Todos los luchadores tratan de bajar peso perdiendo agua antes del pesaje, sin beber y sudando, si no lo haces, estás en inferioridad de condiciones”. Él prefiere ajustar su peso de una manera más limpia y sin correr riesgos innecesarios, con tiempo suficiente y con una alimentación específica. Sin dejar de beber agua ni forzar ningún límite. Porque su objetivo es pelear hasta que se canse, por pasión y sin pensar en la fama o el éxito, algo que está reservado a otros deportes. Todo lo que ha hecho Pau es por pasión.
Puede que en España haya mejorado mucho la imagen del 'muay thai', pero el estigma de la violencia y su asociación a un perfil social muy determinado siguen ahí. Algo contra lo que lucha Bernat Palanques, un castellonense que este año acaba la carrera de Derecho en la escuela de negocios Esade, en Barcelona, mientras compite profesionalmente en boxeo tailandés. Originario de un pueblo de la Comunidad Valenciana, se mudó a Barcelona hace cuatro años para estudiar y descubrió el 'muay thai' en el Daithon Gym de L’Hospitalet. “Empecé por hacer ejercicio, en seguida me gustó y descubrí que es mucho más que un deporte, es un estilo de vida”.
Su perfil no es el más común dentro de esta disciplina, y eso le gusta porque rompe estereotipos. Por ello, quiere mezclar su pasión deportiva con su carrera profesional. “En España, el 'muay thai' está en crecimiento, pero aún hay muchos prejuicios y falta profesionalización”. Incluso ha elaborado vídeos para “desmentir falsedades”. Aunque Bernat va mucho más allá.
En su parón veraniego en la universidad, este joven de solo 21 años empezó a viajar a Tailandia. “Vas de vacaciones, pero a hacer deporte; a sufrir, aunque se disfruta”. El Reino de Siam le apasiona, y ve su experiencia allí con los mejores ojos. “Te hace más duro psicológicamente, el deporte se desmitifica y empiezas a verlo con la sencillez de los tailandeses”, comenta. Le gusta también que sea tan fácil encontrar una pelea: a las tres semanas ya participó en el primero de sus combates disputados en Tailandia. El último fue el pasado verano.
Ahora mismo, Bernat acaba su carrera y se traslada a Madrid para especializarse en Derecho del Deporte y mejorar la imagen del 'muay thai'. “A mí me ayuda profesionalmente, la superación y la motivación que me da me sirven en mis relaciones de trabajo y en las personales”. No duda en fusionar su experiencia como luchador —lleva 15 peleas en total— con su trabajo. Y “todo por el 'muay thai' y por Tailandia”. Porque el país del sudeste asiático le parece casi tan fascinante como su deporte rey.
Es común ir a Tailandia a entrenar en 'muay thai' y regresar a casa con la experiencia y sin necesidad de atar lazos en Asia. Muchos echan de menos a la familia y no quieren dedicarse totalmente al boxeo. Pero unos pocos descubren un país que los seduce y, con el tiempo, acaba por ser su hogar. Ese es el caso de Víctor Martín, quien descubrió Siam por el boxeo tailandés y se quedó por la vida que le ofrece el país.
Con 19 años, Víctor conoció el boxeo tailandés de la mano de Francisco Yarz, propietario del Daithon Gym. Fue él quien le introdujo no solo en el arte del deporte, sino también en la cultura tailandesa y en la esencia del país. Prendado por esa imagen idílica, en un año Víctor voló a Tailandia para pasar sus primeras vacaciones en el sudeste.
“Solo entrenaba, durante 15 días me dedicaba a vivir la vida del 'muay thai”. Venía de una ruptura amorosa y la vía de escape fue viajar a Tailandia. Así estuvo tres años. “Me gustaba el país, el estilo de vida relajado, y ni siquiera sabía que había fiesta y por lo que se conoce Tailandia”, relata de una época en la que el Reino de Siam era menos popular entre los viajeros españoles.
Sin embargo, nunca quiso pelear. No le compensaba por las dificultades para perder peso. Pero entrenaba al mismo ritmo que los luchadores y con sus mismas rutinas.
Con el tiempo, verano tras verano, Martín descubrió otra cara de Tailandia. El país cada vez le gustaba más. “Me apasionaba el ambiente de feria y de verano”, relata. Tanto, que decidió meterse de lleno en el mundo de los negocios en Tailandia para vivir en el sudeste. Así fundó Nice Experience hace siete años, una agencia de viajes enfocada al mercado hispanohablante especializada en viajeros de alto poder adquisitivo.
Curiosamente, Martín abandonó el 'muay thai' en la tierra donde es el deporte rey y se pasó al boxeo occidental. También por una ruptura amorosa con una muchacha local. Y mientras trabaja en su agencia de viajes, practica el boxeo y ahora sí que se ha animado a pelear en los circuitos de Tailandia, donde los golpes solo son legales con los puños. Y no tiene pensado volver a España.