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¿Dónde está el heredero del imperio Red Bull? Al 'Boss' se le acabó la impunidad
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tailandia ha revocado su pasaporte

¿Dónde está el heredero del imperio Red Bull? Al 'Boss' se le acabó la impunidad

Vorayuth Yoovidhya, nieto del fundador de la empresa, se encuentra en paradero desconocido tras desaparecer en Singapur para evitar ser llevado a juicio por un accidente mortal

Foto: El heredero del imperio Red Bull
El heredero del imperio Red Bull

Lo último que se supo de Vorayuth Yoovidhya, el heredero de la popular bebida energética Red Bull, es que había abandonado su jet privado en el aeropuerto de Singapur, a donde había llegado después de que las autoridades de su Tailandia natal emitiesen una orden de busca y captura contra él. Ocurrió el pasado 25 de abril. Dos días después, Yoovidhya abandonó el país. Desde entonces se encuentra en paradero desconocido.

Hasta ese momento, su vida tenía poco que envidiar a la de un millonario cualquiera. Más conocido por su apodo 'Boss', Yoovidhya, de 32 años, se alojaba en habitaciones de lujo a 800 euros por noche, viajaba en aviones privados y tenía un Porsche negro para recorrer las calles de Londres con una matrícula personalizada - B055 RBR, que significa Boss Red Bull Racing. Nada sorprendente, salvo porque Yoovidhya llevaba casi 5 años eludiendo la justicia de su país natal, Tailandia, por atropellar y matar en 2012 a un policía con su Ferrari mientras conducía a alta velocidad por una de las principales arterias de la capital, Bangkok.

Foto: Un policía observa el lugar de un accidente desde un puente en Bangkok, el 27 de marzo de 2012 (Reuters)
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El lujoso tren de vida del heredero, revelado por la agencia AP, y sus continuos desplantes a las autoridades no han gustado, sin embargo, a muchos tailandeses que llevan meses pidiendo en las redes sociales que la justicia sea igual para todos. “El objetivo es posponer la vista”, decía uno de los memes que han circulado por la red en el que se veía un dibujo de Boss rodeado de bolsas de dinero al volante de su Ferrari, tirado por dos de los famosos toros de Red Bull y chorreando sangre. “Los tailandeses de a pie no creen en la justicia. Creen que es sólo un papel”, explica Papop Siamhan, coordinador en la Human Rights and Development Foundation, una organización que da asistencia jurídica a colectivos vulnerables. “Si eres pobres, no puedes acceder a un proceso justo”, continúa.

Siamhan asegura que ha habido numerosos casos recientes que han alimentado la sensación de un sistema con una justicia para ricos y otra para pobres, como el del brutal asesinato de una pareja de británicos en la turística isla de Koh Tao, por el que dos inmigrantes birmanos han sido condenados a muerte a pesar de las dudosas pruebas que había contra ellos. Otro de los más sonados fue el de otra niña rica, Orachorn 'Praewa' Thephasadin Na Ayudhya, quien mató a nueve personas tras chocar con una 'minivan' en una autopista elevada de Bangkok. Praewa, que tenía entonces 16 años y no tenía carnet de conducir, fue condenada a sólo dos años de libertad condicional.

La polémica parece, sin embargo, estar haciendo mella. En estos cinco años, Yoovidhya había optado por no comparecer en ninguna de las ocho sesiones de su juicio, sin que nada sucediese. El pasado 27 de abril volvió a eludir de nuevo su cita con la justicia, pero, a diferencia de la anterior pasividad de las autoridades, esta vez la policía emitió una orden de arresto. Ya era tarde: el 'Boss' había huido del país. El 5 de mayo, el Ministerio de Exteriores de Tailandia revocó su pasaporte.

“Si la noticia hubiera saltado hace unos años, cuando las redes sociales eran menos populares, probablemente muy poca gente habría conocido la noticia y la polémica habría sido menor”, asegura Arthit Suriyawongkul, fundador de la Thai Netizen Network, una organización que defiende los derechos de los internautas en el país. El activista, advierte, sin embargo que “es poco probable que se consiga cambiar algo” de forma permanente. “Ya ha habido otros casos controvertidos en el pasado y no se ha cambiado nada”, asegura.

Foto: El actor Salman Khan sale de los tribunales tras ser absuelto de homicidio, en diciembre de 2015 (EFE)

Los Yoovidhya son el paradigma de la nueva clase rica que ha surgido en Tailandia durante las últimas décadas al calor de la modernización del país, pero también del incremento de las diferencias económicas entre ricos y pobres. Así, según el último informe de Credit Suisse sobre ‘Riqueza Mundial’, Tailandia es el tercer país, sólo por detrás de Rusia e India, con una mayor concentración del dinero en el 1% de la población más pudiente, que controla el 58% de los recursos del país.

Chaleo Yoovidhya, el abuelo de Boss y creador de la popular bebida Red Bull, fue unas de esas manos repletas de dinero. Procedía de una familia pobre de origen chino que se dedicaba a la agricultura y la ganadería. Chaleo era, no obstante, más ambicioso que sus progenitores y decidió mudarse a la capital a probar fortuna. En los años 70, lanzó una bebida energética que bautizaría como Krathing Daeng, en referencia a una especie de toro salvaje nativo del Sudeste Asiático. La bebida no tendría mucha popularidad hasta que en los 80 la descubrió el empresario austríaco Dietrich Mateschitz, quien lanzó toda la campaña de marketing que ha hecho a Red Bull conocido internacionalmente. El éxito de la bebida dio sin dudas alas a Yoovidhya para ir escalando puestos en los rankings de la alta sociedad tailandesa y, a su muerte en 2012, era la tercera persona más rica del país, según Forbes.

Una libertad de expresión limitada

Prestar batalla en Tailandia, incluso a través de las redes sociales, puede ser, sin embargo, una tarea para valientes. El país asiático tiene en su legislación varias regulaciones que castigan los comentarios críticos con penas de cárcel cuyo uso se ha incrementado desde la llegada al poder de los militares en un golpe de Estado en mayo de 2014. La más dura es la regulación sobre lesa majestad, que contempla penas de prisión acumulativas de entre tres y 15 años a cualquiera que "difame, insulte o amenace al rey, la reina, el heredero o el regente", según dicta el artículo 112 del Código Penal del país. Según la Federación Internacional de Derechos Humanos (FIDH) los casos con transfondo político se han incrementado durante los últimos años y que mientras que solo seis personas estaban en prisión por lesa majestad cuando los militares tomaron el poder en 2014, la cifra se había elevado a 53 a mediados de febrero de 2016, casi nueve veces más.

Tailandia tiene además una de las pocas regulaciones sobre difamación del mundo que prevé, además de multas y reparaciones, penas de cárcel para aquellos que sean condenados por desacreditar a una persona o institución. Por su parte, la Ley de Delitos Informáticos permite a las autoridades bloquear o cerrar sitios considerados "dañinos" para el Estado y encarcelar a los autores de noticias y comentarios que atenten contra la "seguridad nacional", así como a los responsables de los portales que alberguen tales contenidos. “En Tailandia aún algo más de libertad de expresión que en otros países asiáticos, pero desde que el gobierno está bajo la junta ha habido un importante retroceso”, asegura Arthit. “Los tailandeses tienen miedo a criticar pero han desarrollado su propio lenguaje cifrado para poder hablar de ciertos temas sensibles sin mencionarlos directamente”, continúa.

Foto: Un monje budista pasa junto a un tigre mientras funcionarios tailandeses desmantelan el polémico Templo de los Tigres, en junio de 2016. (Reuters)

El gobierno, mientras, da una de cal y otra de arena. Así, durante los últimos años ha suspendido o modificado propuestas de ley y proyectos polémicos, como el último borrador de la ley de prensa. Pero también ha prohibido cualquier tipo de manifestación o concentración de contenido político. El último durante el mismo Día Internacional de la Libertad de Prensa, celebrado el 3 de mayo, en el que el gobierno anuló un panel crítico organizado por el Club de Corresponsales Extranjeros sobre la desaparición de un símbolo del golpe de Estado de 1932 que puso fin a la monarquía absoluta e instauró una democracia que nunca ha llegado a consolidarse.

Pero, por una vez, la indignación popular ha logrado abrirse paso entre la censura. A Yoovidhya, en este momento, su ingente fortuna no le ha servido para librarse de la pesadilla de verse convertido en un fugitivo.

Lo último que se supo de Vorayuth Yoovidhya, el heredero de la popular bebida energética Red Bull, es que había abandonado su jet privado en el aeropuerto de Singapur, a donde había llegado después de que las autoridades de su Tailandia natal emitiesen una orden de busca y captura contra él. Ocurrió el pasado 25 de abril. Dos días después, Yoovidhya abandonó el país. Desde entonces se encuentra en paradero desconocido.

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