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Las fuerzas especiales de Corea del Norte: el arma más letal de Kim Jong-un
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tienen planes para secuestrar a occidentales

Las fuerzas especiales de Corea del Norte: el arma más letal de Kim Jong-un

Estos cuerpos cuentan con al menos 180.000 efectivos, un número similar al de los marines estadounidenses. En caso de conflicto armado, supondrán un enemigo formidable para sus rivales

Foto: Miembros de las fuerzas especiales norcoreanas marchan durante el desfile del pasado 15 de abril de 2017. (Reuters)
Miembros de las fuerzas especiales norcoreanas marchan durante el desfile del pasado 15 de abril de 2017. (Reuters)

Un grupo de hombres aprovecha la oscuridad para deslizarse al otro lado de la frontera. Vestidos al estilo local, se dirigen al sur sin ser detectados. Transportan un maletín que manejan con mucho cuidado. Al llegar a la capital, colocan su carga en un lugar estratégico y la activan antes de retirarse. El maletín es la carcasa de un arma química o biológica, o de un artefacto nuclear de pequeño tamaño. Miles de personas mueren.

Este escenario es uno de los que barajan los planificadores militares surcoreanos y estadounidenses, y, aunque lo consideran muy poco probable, está lejos de ser imposible: el régimen de Kim Jong-un podría recurrir a una medida similar si considera que se encuentra en una situación desesperada, acorralado por una operación militar estadounidense de gran envergadura. “En los últimos años, analistas de seguridad nacional y altos cargos de defensa han sugerido que podría no ser los misiles balísticos o la artillería lo que se use para lanzar un ataque a gran escala contra Corea del Sur o instalaciones estadounidenses, sino comandos norcoreanos potencialmente armados con armas químicas o biológicas”, señala Dan Lamothe, experto en cuestiones militares del diario The Washington Post.

A pesar de que la Administración Trump parece haberse decidido por favorecer la aplicación de nuevas sanciones antes que por una posible intervención militar, la opción de un enfrentamiento armado con Corea del Norte no termina de desaparecer. Pyongyang realizó este fin de semana una nueva prueba de sus misiles que terminó en fracaso, pero cuyo carácter provocativo es imposible de ignorar. Japón ha enviado un portaaviones como escolta del grupo de ataque Carl Vinson, ya situado en aguas de la península coreana. Y el presidente Donald Trump afirma en cada entrevista que una guerra con Pyongyang sigue siendo una posibilidad.

Foto: Piezas de artillería disparan durante un ejercicio militar, en una imagen difundida por la agencia oficial norcoreana en marzo de 2016. (Reuters)

Corea del Norte todavía no tiene la capacidad de miniaturizar las armas nucleares que posee y aplicarlas a su programa balístico, y el despliegue del escudo antimisiles THAAD en Corea del Sur, que estará operativo dentro de muy poco como refuerzo a los sistemas de defensa ya existentes, hacen que el éxito de un ataque con misiles sea cada vez más incierto. Por eso, a los analistas militares no les ha pasado desapercibido la importancia creciente que Pyongyang otorga a las fuerzas especiales.

El último ejemplo fue el desfile militar del pasado 21 de abril, en el que una nueva formación, los “Comandos Relámpago”, marchó mostrando sus armas de última generación. Analistas occidentales creen que ha sido creada específicamente para contrarrestar a unidades de los Navy Seals estadounidenses entrenadas recientemente para infiltrarse en Corea del Norte y acabar con la vida de Kim Jong-un y otros altos cargos del régimen, en caso de que se produzca un conflicto armado entre ambos países. Una idea que confirman los ejercicios militares que el Ejército de EEUU ha realizado en Corea del Sur, como la operación Foal Eagle el pasado marzo. “Foal Eagle incluía escenarios en los que el Pentágono lanzaba ‘incursiones de decapitación’ contra líderes norcoreanos y ataques militares contra instalaciones nucleares”, señala Lamothe.

Misión: secuestro de occidentales

El ejército norcoreano cuenta con 1,2 millones de soldados, lo que lo convierte en el cuarto mayor del mundo. Las fuerzas especiales rondan los 180.000 efectivos, un número similar al del cuerpo de marines de EEUU. “A medida que las capacidades convencionales de Corea del Norte declinan respecto a Corea del Sur y EEUU, [Pyongyang] parece ver cada vez más las capacidades de sus Fuerzas Especiales como vitales para la coerción asimétrica”, señala un informe del Pentágono de 2015. “Unidades estratégicas de Fuerzas Especiales dispersadas por el territorio norcoreano parece diseñada para operaciones de ofensivas rápidas, defensa interna contra ataques extranjeros, o ataques limitados contra objetivos vulnerables en Corea del Sur como parte de un esfuerzo de diplomacia coercitiva. Operan en unidades especializadas, incluyendo reconocimiento, inserción por vía aérea o marítima, comandos y otras especialidades. Todas ponen el énfasis en la velocidad de movimientos y los ataques sorpresa para cumplir sus misiones”, afirma.

Una de esas misiones podría ser el secuestro de occidentales en territorio surcoreano para utilizarlos como moneda de cambio en un conflicto. Así lo asegura Ung-gil Lee, un desertor de este cuerpo entrevistado por el diario británico Daily Mail hace dos semanas. “Teníamos que infiltrarnos en el sur, cambiarnos de ropa, dirigirnos a zonas donde hay muchos extranjeros y capturar a algunos de ellos. Memorizamos lugares, números de teléfono y las matrículas de los coches de las principales embajadas”, señala Lee en la entrevista. “El mejor escenario sería capturarlos y llevarlos al norte, pero si no, tomarán a los extranjeros como rehenes en la propia Corea del Sur. Pero todos morirán, pase lo que pase”, añade. La afirmación parece verosímil, dado el historial de secuestros de extranjeros del régimen norcoreano.

Según su testimonio, Lee estuvo seis años en el 11º Cuerpo Tormenta, una unidad mixta compuesta por un centenar de soldados de elite de marina y paracaidistas, que, además, recibían entrenamiento en el manejo de agentes nerviosos, tanto para llevar a cabo asesinatos como para suicidarse en caso de ser capturados. “Eran misiones suicidas. Obviamente se esperaba que volviésemos, pero si no, se nos ordenó quitarnos la vida”, indica.

Foto: Una soldado norcoreana tras una valla de seguridad en la orilla del río Yalu, en Chongsong, Corea del Norte (Reuters).

Pero el interés de Pyongyang en sus fuerzas especiales viene de lejos. Por ejemplo, ya estuvieron implicadas en un intento de asesinar al presidente surcoreano Park Chung-hee en 1968: tras prepararse durante más de dos años, 31 soldados norcoreanos de la llamada Unidad 124 se infiltraron a través de la Zona Desmilitarizada con órdenes de asaltar la Casa Azul, la residencia presidencial en Seúl. No obstante, se toparon con cuatro jóvenes excursionistas, a los que, en lugar de asesinar, trataron de convencer de las bondades del sistema político al norte del Paralelo 38, antes de ponerles en libertad.

Los muchachos les denunciaron ante las autoridades surcoreanas, y en consecuencia se desató una verdadera cacería humana que se saldó con 26 surcoreanos muertos y 66 heridos –la mayoría civiles atrapados en los tiroteos-, y 4 estadounidenses caídos mientras intentaban impedir la huida de los norcoreanos. De éstos, 29 fueron abatidos, uno fue capturado y acabó desertando, y el último logró volver a Corea del Norte, donde con el tiempo acabaría convertido en uno de los hombres de confianza de Kim Jong-Il.

Desde entonces, las fuerzas especiales se han asegurado de no volver a cometer los mismos errores. Los servicios de inteligencia militar estadounidenses y surcoreanos han detectado intentos constantes de estas unidades de poner a prueba y recabar información sobre las defensas de Corea del Sur. En 2015, dos soldados surcoreanos fueron mutilados por una mina en la Zona Desmilitarizada, presuntamente colocada por los norcoreanos. Cierto o no, nadie duda de que en un conflicto armado, sea del tipo que sea, estos combatientes supondrán un adversario formidable.

Un grupo de hombres aprovecha la oscuridad para deslizarse al otro lado de la frontera. Vestidos al estilo local, se dirigen al sur sin ser detectados. Transportan un maletín que manejan con mucho cuidado. Al llegar a la capital, colocan su carga en un lugar estratégico y la activan antes de retirarse. El maletín es la carcasa de un arma química o biológica, o de un artefacto nuclear de pequeño tamaño. Miles de personas mueren.

Park Chung Hee Corea del Sur
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