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Escribir un libro con el hombre que te violó: el polémico caso de Thordis Elva
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"AL PERDONARle, PUDE DEJAR ATRÁS LA CULPA"

Escribir un libro con el hombre que te violó: el polémico caso de Thordis Elva

Años después de sufrir abusos sexuales a manos de su novio cuando eran adolescentes, la periodista islandesa le contactó y lo pusieron todo por escrito. Ahora cuentan su experiencia por todo el mundo

Foto: La periodista Thordis Elva comparte escenario con Tom Stranger, el hombre que la violó cuando ambos eran adolescentes. (Fuente: TED)
La periodista Thordis Elva comparte escenario con Tom Stranger, el hombre que la violó cuando ambos eran adolescentes. (Fuente: TED)

El día que Thordis Elva le dijo a su padre que iba a encontrarse a solas con su violador, aquel montó en cólera. El hombre temía el peligro que aquella reunión pudiese tener para su hija, especialmente desde el punto de vista físico. “Si me reduces a una mera víctima y a él a un agresor, entiendo que esto te parezca incomprensible. Pero somos mucho más que eso, papá”, respondió ella.

Porque la persona que, según sus propias palabras, había destruido su vida no era ningún inadaptado con problemas mentales agazapado en un portal, ni un agresivo extraño que la hubiese acorralado aprovechando un descuido. Su violador había sido su primer amor.

Los hechos habían ocurrido cuando ambos eran adolescentes, tras una fiesta de Navidad en Reykjavik. Thordis, islandesa, tenía 16 años, y su novio en aquella época, el australiano Tom Stranger, 18. Ella se había emborrachado y él la había escoltado caballerosamente a su cuarto. La muchacha observó con gratitud cómo su pareja le quitaba el vestido lleno de vómito, pero pronto se horrorizó cuando él empezó a bajarle las bragas para después abusar sexualmente de ella durante dos interminables horas.

"El hecho de que Tom no fuese un monstruo me hizo más difícil ver este crimen como lo que era", afirma Elva

Para él había sido poco más que sexo nocturno. Ella tardó años en aceptar que había sido víctima de una violación. “Se me ha preguntado por qué no presenté cargos inmediatamente, y la respuesta simple es que yo era una chica de 16 años con nociones ingenuas sobre la violación”, ha escrito después. “El hecho de que Tom no fuese un monstruo, sino una persona que tomó una decisión horrible, me hizo más difícil ver este crimen como lo que realmente era. De ese modo, la demonización de los perpetradores en los medios se interpuso en mi recuperación”, indica.

Hoy, Elva comparte escenario por todo el mundo con él, presentando el libro que han escrito de forma conjunta, 'South of Forgiveness' (Al sur del perdón), donde explican su experiencia. En cada ocasión, como sucedió hace dos días en Londres, son recibidos con una mezcla de expectación, curiosidad y rechazo por el hecho de que se permita a un violador expresarse de esa manera, “normalizando” su crimen.

"Sé que no soy un enfermo"

“Estoy aquí porque siento que un violador se está beneficiando de su violación. No creo que deba haber impunidad jamás para un violador”, afirmaba Diane Langford, de 75 años y víctima de un abuso de este tipo en su juventud, durante una protesta frente al Royal Festival Hall del Southbank Centre, donde Elva y Strangers hablaron públicamente el pasado martes. Para evitar este tipo de críticas, él está estudiando formas de que su parte de lo recaudado por el libro sea donado a obras de caridad.

Más controvertidas son las reservas de las asociaciones de víctimas de violaciones, divididas respecto a cómo reaccionar ante esta iniciativa. “Damos la bienvenida al debate con cautela, dado que cada experiencia es única”, afirma Fay Maxted, de la organización The Survivors Trust. Otros grupos creen que esto puede potenciar que otros agresores traten de contactar a sus víctimas, lo que podría tener consecuencias nefastas. “Si hay algún violador leyendo sobre esto que esté considerando hacerlo, le instamos a que no lo haga. No es su derecho ni su decisión”, dice Katie Russell, portavoz del grupo Rape Crisis, a la BBC.

"Si un violador sopesa contactar a su víctima, que no lo haga. No es su decisión", afirma una activista

Sin embargo, Elva no lo ve así. “La gente de algún modo cree que le das algo al perpetrador cuando le perdonas, pero, desde mi punto de vista, es exactamente lo contrario. El perdón fue, para mí, el poder dejar ir todo el sentimiento de culpa y vergüenza que había albergado incorrectamente, que me estaban corroyendo y arruinándome la vida”, explicó recientemente en Sídney, Australia.

Para ella no fue fácil. Tras años de darle vueltas al asunto, en 2005 decidió contactar a Stranger por 'email', básicamente para echarle en cara todo lo que sentía. Pero su respuesta le hizo adoptar otro enfoque. “Créeme cuando digo que no he olvidado lo que hice, y cuán repulsivo debo ser para mí mismo. No sé cómo responder. Quiero llamarme a mí mismo enfermo (pero sé que no lo soy)”, escribió él. “Quiero agradecerte que no me odies, aunque es lo que me habría gustado. Me lo habría hecho más fácil (…) Esa es una parte oscura de mi memoria. He intentado suprimirla. Pero esto no es sobre mí. Sea lo que sea lo que te puedo ofrecer, estoy más que dispuesto”.

Encuentro en Sudáfrica

Ahí comenzó una tortuosa relación epistolar que culminó en un encuentro en 2013 a mitad de camino entre Islandia y Australia: en Ciudad del Cabo, Sudáfrica. De esa reunión surgió todo lo que vendría después, la decisión de escribir el libro y de que ambos lo presentaran juntos. Elva, hoy periodista de profesión, llevaba años hablando en público sobre su experiencia como víctima de una violación, pero hasta ese momento no había mencionado la identidad de su agresor.

“Sabía que mi colaboración con Tom sería controvertida, y las reacciones de los 'trolls' de internet no me sorprendieron. Pero me preocupa la rapidez de algunas personas a la hora de juzgar la forma 'incorrecta' en la que trabajé durante mi experiencia. Yo no estaba 'lo bastante enfadada', debería haber presentado cargos, estaba sentando un 'precedente peligroso', debería 'avergonzarme'. Aunque dejé claro que mi perdón no era para mi agresor sino para mí misma, y que sin él no seguiría viva, aún me siguen diciendo que no debería haberle perdonado”, afirma Elva. “Como sociedad, es nuestro deber luchar contra la violencia. Como individuos, tenemos derecho a curarnos”, sostiene.

"Las únicas personas verdaderamente capaces de prevenir las violaciones son quienes las cometen", insiste Elva

Pese a las críticas, la escritora insiste en la validez de su enfoque. “Era un intento de contrarrestar la normalización de los asaltos sexuales como 'parte de la cultura de los hombres y las charlas de vestuario'. Estamos tratando de darle la vuelta a esa narrativa y decir que está mal y se deben tomar responsabilidades, incluso cuando el sistema legal no pueda absorberlo”, aseguró el pasado 6 de marzo en Sídney.

“En realidad, las únicas personas capaces de prevenir las violaciones son aquellos quienes la cometen, y aún así se nos dice desde edad temprana que podemos evitarlo vistiéndonos y comportándonos de cierta manera. Esta cultura de culpar a la víctima alimenta la idea de que hay una forma 'correcta' de reaccionar ante esta violencia”, escribe Elva en un artículo de opinión en el diario 'The Guardian'. “Entiendo a aquellos que se sienten incómodos e incluso rabiosos cuando ven y escuchan a Tom sobre el escenario, sabiendo que ha perpetrado violencia sexual. Al mismo tiempo, dado lo prevalente que es este tipo de abuso y lo poco que se denuncia este crimen, con toda probabilidad vemos y escuchamos a perpetradores a diario, la única diferencia es que no sabemos que lo son”.

El día que Thordis Elva le dijo a su padre que iba a encontrarse a solas con su violador, aquel montó en cólera. El hombre temía el peligro que aquella reunión pudiese tener para su hija, especialmente desde el punto de vista físico. “Si me reduces a una mera víctima y a él a un agresor, entiendo que esto te parezca incomprensible. Pero somos mucho más que eso, papá”, respondió ella.

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