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El Vaticano y la Administración Trump empiezan su relación con mal pie
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la iglesia católica critica las últimas medidas

El Vaticano y la Administración Trump empiezan su relación con mal pie

La prohibición de viajar a un obispo iraquí es el último episodio de un conflicto. Pero tal vez era inevitable: la hostilidad entre Trump y el Papa Francisco viene de bastante lejos

Foto: Fotografías de archivo del Papa Francisco y Donald Trump en 2015 (Reuters)
Fotografías de archivo del Papa Francisco y Donald Trump en 2015 (Reuters)

El pasado lunes, el obispo caldeo de Erbil, el iraquí Bashar Matti Warda, ofreció una rueda de prensa en la asociación de corresponsales extranjeros de Roma. El tema de la reunión eran los cristianos perseguidos en Oriente Medio, pero pronto el debate se desvió hacia otras latitudes: según informó el mismo, a causa de las restricciones migratorias, ni siquiera él había podido embarcarse en Roma para viajar hasta Washington. “Yo soy una de esas personas que no han podido viajar. Esperemos que mañana sepa si puedo hacerlo. Veremos”, dijo Warda, cuyo viaje había sido organizado para participar en una conferencia de juristas republicanos y demócratas.

La espera fue vana. Tanto que, al día siguiente, Warda ya se encontraba en un avión de regreso a su país. “El obispo no ha podido viajar y por eso regresó a Irak”, confirmó a El Confidencial el asistente de Warda, el padre Rebwar Basa. Warda, quien poseía un visado estadounidense en su pasaporte iraquí, se convirtió así en el primer caso conocido de un alto cargo de la Iglesia en no poder ingresar en EEUU. “Iba [a Washington] para hablar sobre cómo empezar a reconstruir Irak después de las recientes acciones militares”, precisó Basa.

Foto: El papa Francisco preside la misa por la Epifanía del Señor en la Basílica de San Pedro en el Vaticano. (EFE)

Este episodio es uno de los más destacados en la espinosa relación que el Vaticano parece estar estableciendo con la Administración Trump, y que no podría haber empezado con peor pie, en medio de un cruce de reproches mutuos que viene de lejos. Ante dos personalidades tan dispares como la de Jorge Mario Bergoglio, el papa Francisco, y la de Donald Trump, al vez no podía ser de otro modo.

Todo empezó hace exactamente un año, en febrero de 2016. Francisco regresaba en avión de un viaje por tierras mexicanas, y el entonces candidato republicano enarbolaba biblias ya inmerso en su campaña electoral. “Una persona que piensa solo en hacer muros, sea donde sea, y no hacer puentes, no es cristiano”, dijo entonces el Papa, respondiendo a una pregunta sobre el político estadounidense. “Sobre si aconsejaría votar o no votar, no me meto. Solo digo: este hombre no es cristiano”, prosiguió.

En pocas horas, el malestar del republicano fue en aumento hasta desembocar en la publicación de un abrasivo comunicado. "Que un líder religioso cuestione la fe de una persona es vergonzoso", se leía. “El Papa desearía y rezaría por que yo fuera presidente si el Vaticano fuera atacado por el Estado Islámico”, continuaba Trump.

Un comunicado inusual

Desde entonces hasta ahora, quizá aconsejados por algún avezado asesor experto en diplomacia, entre el Papa y Trump no hubo más polémicas de calado. Hasta que Trump tomó posesión del cargo presidencial. Ese día, desde la oficina de prensa vaticana, tan poco acostumbrada a enviar comunicados en ocasión de citas políticas, se emitió una alerta. El Papa enviaba sus “mejores deseos y oraciones” al nuevo mandatario y recordaba que “la familia humana está atravesando por una crisis humanitaria grave que exige respuestas políticas con visión”. Por ello, se esperaba que el nuevo presidente, decía el documento, luche por la “dignidad humana” y la “libertad en todo el mundo”. Ni siquiera tras la elección en 2015 del presidente argentino, Mauricio Macri, había ocurrido que el Papa enviara un mensaje a una nueva Administración, y menos uno planteando demandas. En la Casa Blanca no sentó nada bien.

Así, a medida que avanzaban los días, el conflicto se fue complicando entre el líder máximo de la Iglesia católica y Trump, un declarado presbiteriano, una influyente rama del protestantismo vinculada al puritanismo calvinista suizo y escocés. La tensión mundial provocada por las decisiones de Trump y la habilidad, tan vaticana, para nadar entre dos (o más) aguas alimentaron así un debate que está lejos de apagarse.

Foto: El papa Francisco (centro) posa junto a obispos y cardenales. (EFE)

El viernes 20 de enero, a la misma hora en la que asumía su cargo como presidente, el Papa concedió una entrevista al diario 'El País' en la que esquivó toda pregunta sobre Trump y mantuvo la prudencia. “A ver qué pasa. Pero asustarme o alegrarme por lo que pueda suceder, en eso creo que podemos caer en una gran imprudencia”, dijo. “Se verá. Veremos lo que hace y ahí se evalúa”, continuó. No obstante, las malas noticias entraron como cohetes en los despachos internacionales, incluidos los del Vaticano: entre otros, el muro y las amenazas a México, el veto por 120 días al programa de acogida de refugiados de EEUU y la suspensión durante 90 días de visados para ciudadanos de siete países de mayoría musulmana.

La reacción del entorno del Papa ante este veto ha sido la de intensificar las críticas. Este martes, 'L’Osservatore Romano', el diario oficial del Vaticano, publicó un artículo titulado 'El cierre no es progreso'. “Solo un análisis muy superficial puede hacer pensar que la lucha contra las deformaciones de una globalización mal gestionada implique el cierre de fronteras o la construcción de muros cada vez más altos”, escribió el rotativo. Asimismo, recordó también las protestas, “también de la parte católica”, que se están llevando a cabo en EEUU.

"¡Por eso nunca seré Papa!"

Luego fue el turno de los oficiales del Vaticano. “Ciertamente, hay una preocupación porque somos mensajeros de otra cultura, de la apertura”, afirmó Angelo Becciu, el sustituto para los asuntos generales de la Secretaría de Estado vaticana (organismo equivalente al Consejo de Ministros). El Papa insiste en “la capacidad de integrar en nuestra sociedad y en nuestra cultura a quien viene en nuestra sociedad”, continuó Becciu. Es “un momento oscuro en la historia de Estados Unidos”, pues el decreto antiinmigrantes está “en contra de los valores católicos y estadounidenses”, opinó por su parte el cardenal Blase Cupich, arzobispo de Chicago.

En Estados Unidos, de hecho, el clero se mostró unido como nunca alrededor de la postura del pontífice argentino. El obispo de San Diego (California), Robert McElroy, calificó la situación de “vergonzosa”. Por su parte, el cardenal Daniel Di Nardo, presidente de la Conferencia de Obispos Católicos de los Estados Unidos, el arzobispo José Gómez, de origen mexicano y vicepresidente, Joe Vasquez, de la diócesis de Austin, y Donald Wuerl, de Washington, se promulgaron en contra de la orden sobre los refugiados y subrayaron la importancia de la defensa de todas las religiones.

Foto: El Papa Francisco con José Mújica. (EFE)

Cabe recordar que ya antes del año pasado había indicios de antipatía entre Francisco y Trump. Tanto que cuando el papa Francisco en 2013, recién elegido, pagó en persona y de su bolsillo el alojamiento donde estuvo en los días previos al cónclave, Trump opinó en Twitter que eso no era conveniente para un jefe de Estado. Cuando se le respondió mencionando la humildad de Francisco, él respondió en tono de burla: “¡Esa es la razón por la que nunca seré Papa!”. “¡El papa Francisco es un hombre muy humilde, muy parecido a mí, por eso me gusta mucho!”, ironizó Trump en otro tuit, de diciembre de ese año.

Sendos ataques contra Francisco también han llegado de la web de noticias Breitbart, una plataforma muy cercana a Trump —su exdirector, Steve Bannon, es hoy estratega jefe de la Casa Blanca— a la que se culpa de haber promovido ideas de la “derecha alternativa”, la fórmula con la que se conoce a los nuevos supremacistas. En un artículo de septiembre de 2015, el portal criticó las ideas progresistas del Papa sobre la inmigración porque provienen de un pontífice que vive en “un Estado rodeado, literalmente, por gigantescos muros”. En otro de diciembre del año anterior, titulado “la fastidiosa manipulación del Papa sobre Cuba”, se le criticaba por sus posiciones demasiado tibias de condena contra la Administración de Raúl Castro. Una postura en línea también con cierta hostilidad a las ideas de Francisco que algunos 'lobbies' conservadores de Estados Unidos han mostrado en estos años.

El pasado lunes, el obispo caldeo de Erbil, el iraquí Bashar Matti Warda, ofreció una rueda de prensa en la asociación de corresponsales extranjeros de Roma. El tema de la reunión eran los cristianos perseguidos en Oriente Medio, pero pronto el debate se desvió hacia otras latitudes: según informó el mismo, a causa de las restricciones migratorias, ni siquiera él había podido embarcarse en Roma para viajar hasta Washington. “Yo soy una de esas personas que no han podido viajar. Esperemos que mañana sepa si puedo hacerlo. Veremos”, dijo Warda, cuyo viaje había sido organizado para participar en una conferencia de juristas republicanos y demócratas.

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