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La oposición siria aceptaría a un Asad en el poder si Bashar es excluido de la transición
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LOS REBELDES se someten a rusia

La oposición siria aceptaría a un Asad en el poder si Bashar es excluido de la transición

La delegación rebelde acude a Astaná en su peor momento. Incluso asegura que no rechazaría a un miembro de la familia Al Asad como jefe del gobierno si el régimen inicia una verdadera transición

Las negociaciones de paz de Siria abren una nueva vía esta semana en Astaná, Kazajastán, en un encuentro amparado por Rusia y Turquía. Las conversaciones reúnen, una vez más, a la oposición y al régimen para sentar la base sobre la que construir un futuro tratado de paz. Astaná se centrará en asuntos militares, es decir, en aquello que acontece sobre el terreno como el alto el fuego y la entrada de ayuda humanitaria. Esa base servirá para reiniciar el compromiso político en Ginebra programado para el 8 de febrero. Por ello, son los representantes de las principales brigadas rebeldes quienes encabezan la delegación de la oposición.

Esta representación está formada por unos ocho nombres, cada uno relacionado con una milicia opositora, entre las que se encuentran el Ejército del Islam, el Frente al Shams, la Unión Fastaqim, la Legión al Sham, los Mártires de la Brigada del Islam y la División Sultán Murad. Otros grupos significativos se han negado a participar, como Ahrar al Sham o Nuredín al Zinki, aunque han declarado su apoyo a la delegación. El presidente es Mohamed Alloush, el líder político del Ejército del Islam y miembro de la familia salafista Alloush vinculada a Arabia Saudí. En la lista política opositora concurren miembros del Comité Nacional Sirio o del HNC (Alto Comité de Negociaciones) formado en 2015.

Turquía, principal valedor de los opositores, ha presionado a las milicias con la posible retirada de su apoyo económico y estratégico si no asumían el control ruso de la pacificación

“La hoja de ruta está clara”, afirma a El Confidencial Naser al Hariri, uno de los asistentes a Astaná como miembro de la lista política opositora, “si logramos acordar las condiciones para un nuevo alto el fuego -como las zonas, o la sanción para quienes lo incumplan- pasaremos a la segunda parte, la negociación sobre las áreas sitiadas o la liberación de prisioneros y así construir confianza entre las dos partes”. La última tregua puesta en marcha, que contó con el apoyo de una resolución del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, entró en vigor el 30 de diciembre pero se incumplió repetidamente desde las primeras horas.

El duo décimo intento por encontrar un fin a la guerra de Siria, que se aproxima a su sexto año de duración, reúne a las grandes potencias que participan en el conflicto. Kazajastán ha confirmado la asistencia del régimen sirio, la oposición, el enviado de Naciones Unidas para Siria Staffan de Mistura, así como representantes de Rusia, Turquía e Irán. En el último momento, Estados Unidos ha confirmado su presencia, aunque como mero observador y con una representación de menor nivel. El embajador norteamericano en Astaná, George Krol, será quien acuda al Hotel Rixos, lugar del encuentro, como delegación de Estados Unidos.

Rusia domina el proceso de paz

La intervención del ejército ruso en Siria en septiembre de 2015 invirtió el signo de la guerra y facilitó el avance del régimen en áreas donde perdía, como Latakia, que abría el paso hacia la base naval rusa de Tartús. Pero sobre todo ha impuesto la postura rusa en el proceso de paz que persigue la permanencia de Al Asad en el gobierno y la extinción de las brigadas opositoras. Una de sus principales exigencias en la negociación ha sido la separación de Jabhat Fatah al Sham (antes Jabhat al Nusra, marca de al Qaeda en Siria) del resto de las milicias. Entre otros motivos, porque JFS es uno de los elementos más poderosos sobre el terreno y ha logrado el progreso de los rebeldes en varios frentes.

“Se lo hemos dicho a Rusia muchas veces, JFS es un grupo diferente”, insiste al Hariri. “La lucha (de la oposición) contra JFS ya ha comenzado. Por ejemplo, hoy (una milicia opositora) Ahrar al Sham está combatiendo contra JFS en Idlib. (…) La división entre JFS y el resto de grupos armados ya existe”, asegura. Así pues, los rusos han logrado divisiones internas entre los grupos salafistas yihadistas que han sido los mejores combatientes durante años. Pero la oposición busca concesiones políticas a cambio de enfrentarse a los grupos terroristas. “Estamos dispuestos a luchar contra JFS, y contra cualquier otra filial de al Qaeda o Daesh, si comienza una verdadera transición”, recuerda al Hariri, “pero no habrá éxitos en la lucha contra el terrorismo mientras el régimen sirio siga atacando a la población”.

Foto: Captura de pantalla del video en el que Abu Mohamed Al Jolani anuncia la disolución del Frente Al Nusra

Casi seis años desde el inicio de la guerra, la delegación rebelde acude a Astaná en uno de sus peores momentos, tras la pérdida del último reducto en Alepo en diciembre, y con poco margen de negociación. Incluso, aseguran que no rechazarían a otro pariente de la familia Al Asad como jefe del gobierno si el régimen se compromete así a iniciar una verdadera transición. “Si conseguimos que Bashar al Asad se retire del proceso debemos poner todas las opciones sobre la mesa y elegiremos la que sea más favorable para nuestra gente. (…) Esperamos cualquier cosa”, asegura al Hariri a este diario.

El papel de Turquía

El 'rapprochement' entre Turquía y Rusia también ha conseguido la imposición de la visión rusa en el proceso de paz. Turquía, principal valedor de los opositores, ha presionado a las milicias con la posible retirada de su apoyo económico y estratégico si no asumían el control ruso de la pacificación. Incluso, en la Declaración de Moscú, firmada en diciembre por Rusia, Turquía e Irán, Ankara aceptó por primera vez la inclusión de JFS en la lista de grupos terroristas contra los que lanzar una ofensiva militar. “La petición de Rusia es muy legítima”, argumenta a El Confidencial Ünal Çeviköz, un diplomático turco que participó en un encuentro de la troika (Rusia, Turquía e Irán) en Moscú, “porque existe una resolución de Naciones Unidas donde al Nusra (JFS) se menciona como grupo terrorista”.

Los líderes opositores han aceptado las condiciones del nuevo encuentro, como la integridad territorial, “queremos salvar a Siria de la división, es decir, queremos lograr la unión y la integridad territorial del país”, asegura a EC Hadi al Bahra, antiguo presidente de la Coalición Nacional Siria de Fuerzas Revolucionarias. Al Bahra se refiere a frustrar las ambiciones separatistas de los kurdos del PYD (Partido de la Unión Democrática) que desde 2012 han formado un cantón independiente en el norte de Siria. Este podría ser otro de los compromisos de Rusia así como debilitar la influencia de Irán en el proceso político, según fuentes próximas a la negociación.

Otra de las novedades en favor de Rusia es la moderación del discurso de Turquía en cuanto a su rechazo a la permanencia de Bashar al Asad en el gobierno. “Los hechos sobre el terreno han cambiado drásticamente”, declaró el Viceprimer Ministro turco Mehmet Simsek, “así que Turquía no puede seguir insistiendo en un acuerdo de paz sin Asad, no es realista”.

Las negociaciones de paz de Siria abren una nueva vía esta semana en Astaná, Kazajastán, en un encuentro amparado por Rusia y Turquía. Las conversaciones reúnen, una vez más, a la oposición y al régimen para sentar la base sobre la que construir un futuro tratado de paz. Astaná se centrará en asuntos militares, es decir, en aquello que acontece sobre el terreno como el alto el fuego y la entrada de ayuda humanitaria. Esa base servirá para reiniciar el compromiso político en Ginebra programado para el 8 de febrero. Por ello, son los representantes de las principales brigadas rebeldes quienes encabezan la delegación de la oposición.

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