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El declive del think tank en la era Trump: "Hay que neutralizar el peligroso populismo"
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"nadie sabe cómo sería el mundo sin ellos"

El declive del think tank en la era Trump: "Hay que neutralizar el peligroso populismo"

Los think tanks son un pilar del sistema liberal en declive. La victoria de Trump, un outsider que atiza la frustración anti-establishment, un anti-intelectual, preocupa al gremio

Foto: El Capitolio durante un ensayo para la ceremonia de investidura de Donald Trump, el 15 de enero de 2017 (Reuters).
El Capitolio durante un ensayo para la ceremonia de investidura de Donald Trump, el 15 de enero de 2017 (Reuters).

De todas las personas que amanecieron con resaca el 9 de noviembre, con los ojos hinchados y la autoestima en los pies, nadie peor que los pensadores. Ese gremio de expertos, politólogos, consejeros e investigadores que forman la corteza de Washington, los think tanks, y cuyo calmado análisis fue salvajemente refutado aquella noche.

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Los think tanks son un pilar del sistema liberal en declive. Tras la Segunda Guerra Mundial se multiplicaron los estados-nación, creció la sociedad civil, los gobiernos se fortalecieron, y llegaron los think tank para conectar los puntos y guiar en el parto del nuevo mundo. Su saber enderezó economías, navegó la Guerra Fría y regaló a los medios de comunicación un caudal de etiquetas con las que llenar espacio.

Según la Universidad de Pensilvania, hoy existen más de 6.800 think tanks en el mundo, de análisis, lobby o consulta; unos independientes, otros corrompidos. Un puente que une la universidad con el gobierno y la empresa. Sin embargo, desde 2014 su número ha caído por primera vez en 30 años y la victoria de Donald Trump, un 'outsider' que atiza la frustración anti-establishment, un anti-intelectual, preocupa al gremio.

James McGann, director del Programa de Think Tanks y Sociedades Civiles de la Universidad de Pensilvania (TTCSP por sus siglas en inglés), ha lanzado una iniciativa llamada “Por qué son los think tanks más importantes que nunca”. Una agenda de conferencias en varias ciudades del mundo para alarmar sobre el retroceso del saber tradicional y de las instituciones frente al populismo.

“En un mundo donde la evidencia y los hechos parecen no importar, es en ese momento cuando los think tanks son importantes”, declara McGann a El Confidencial. “Necesitamos a aquellos que tienen ideas para que aporten hechos, los contrasten y den evidencias que contrarresten las peligrosas tendencias populistas en EEUU y Europa”.

Foto: (Ilustración: Raúl Arias)

McGann compara a Trump con el activista de extrema izquierda de los años sesenta Jerry Rubin, un experto en canalizar la protesta contra el sistema. “Está poniendo a todo el mundo a la defensiva y provocando para desmantelar o desafiar el orden existente”, declara. “Muchas de las personas que crearon la UE y la OTAN, que las entendieron y sentían pasión por ellas, se han ido. Y hay gente, incluido Trump, que quiere acabar con esas instituciones, pero no saben, nadie lo sabe, cómo sería el mundo sin ellas”.

El proceso de transición entre dos políticos tan marcadamente diferentes como Barack Obama y Donald Trump, que va a culminar con la investidura este viernes, tiene en vilo a los think tanks de Washington. No saben si la nueva administración contará con ellos en los próximos años o si tendrán que invertir su pedigrí en otros sectores.

'Hay gente, incluido Trump, que quiere acabar con esas instituciones, pero no saben, nadie lo sabe, cómo sería el mundo sin ellas'

“El presidente electo favorece a gente que ha tenido éxito en el sector privado y amasado una fortuna personal, frente a aquellos que lograron prominencia en los campos de la academia o la administración”, escribe Josh Rogin en 'The Washington Post', y se pregunta si asistimos a “la muerte de los think tanks”.

La indiferencia del nuevo gabinete hacia los pensadores se habría gestado en campaña. Muchos think tanks conservadores, igual que parte del liderazgo del Partido Republicano, se opusieron públicamente a Trump, por ejemplo en el área de seguridad nacional. El pasado agosto 50 expertos republicanos dijeron en una carta abierta que Trump pondría al país “en riesgo”. Ahora pagan sus palabras con el ostracismo.

Uno de ellos, Eliot Cohen, tendió una rama de olivo a la gente de Trump después de las elecciones y pidió a sus colegas que dejasen las diferencias a un lado y se pusieran a disposición del nuevo Gobierno por el bien de América. Cohen habló con el entorno de Trump. Días después, tuiteó lo siguiente: “Manteneos lejos. Están enfadados, son arrogantes, gritan ‘¡Habéis PERDIDO!’ Va a ser feo”.

La actitud del presidente electo hacia las agencias de inteligencia, que comparó con la “Alemania nazi” por considerar que le están saboteando, preocupa a centros conservadores como el American Enterprise Institute. Su agresividad hacia China, su opinión sobre la Unión Europea, cuyo destino, ha reconocido, le es indiferente, o el decir que la OTAN está “obsoleta”, hace de Trump el factor número uno de riesgo mundial en los informes de firmas como Eurasia Group o Bank of America.

Según Rogin, la facción del entorno de Trump que más desconfía de los think tanks está formada por Stephen Bannon, el jefe de estrategia de la Casa Blanca y referente de la ultraderecha, y el yerno de Trump, Jared Kushner. Verían Washington como un pantano de intereses creados en el que sobran instituciones y expertos.

Algunos centros sí están teniendo influencia en la transición. “Donald Trump depende de lo que yo llamo ‘las tres haches’: Hoover Institution, Hudson Institution y sobre todo Heritage Foundation, todos ellos think tanks conservadores”, declara James McGann a este diario. El exCEO de ExxonMobil y próximo secretario de Estado, Rex Tillerson, fue miembro del Center for Strategic and International Studies y el que será jefe del Pentágono, el general James Mattis, participó en la Hoover Institution. El vicepresidente de Heritage Foundation ha dirigido la transición en el departamento de Estado.

'Espero que Trump se dé cuenta rápido de que necesita las agencias de inteligencia, a estas instituciones, cuando se manifieste una amenaza real económica o de seguridad'

El paisaje tampoco promete en el lado progresista. La mayoría de think tanks de Washington son de izquierdas; tres de los más importantes están dirigidos por antiguos colaboradores de Hillary Clinton y la campaña demócrata dependió de muchos de ellos para sus propuestas. Igual que la fracasada campaña, los centros progresistas no se centrarán en idear una alternativa, sino en seguir criticando a Donald Trump.

La CEO del Center for American Progress, Neera Tanden, ha declarado que su objetivo “es convertirse en el centro de la resistencia [contra] Trump”. El centro promete vigilar que la nueva administración cumpla su promesa de reconstruir la clase media. La campaña se llamará “Resist”. Otro bastión demócrata, American Bridge, ha lanzado su propia iniciativa anti-Trump y la ha llamado “Gabinete de guerra”.

Los think tanks de izquierda están en caos”, dice James McGann. “Están en una posición fetal. No saben qué ocurrió ni qué hacer”. Y añade: “Espero que Donald Trump se dé cuenta rápido de que necesita las agencias de inteligencia, a estas instituciones, cuando se manifieste una amenaza real económica o de seguridad”.

De todas las personas que amanecieron con resaca el 9 de noviembre, con los ojos hinchados y la autoestima en los pies, nadie peor que los pensadores. Ese gremio de expertos, politólogos, consejeros e investigadores que forman la corteza de Washington, los think tanks, y cuyo calmado análisis fue salvajemente refutado aquella noche.

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