Los recuerdos olvidados de un exlíder neonazi alemán
Achim Schmid fue el jefe del Ku Klux Klan europeo y una estrella de la escena musical ultraderechista; hoy, arrepentido de ese pasado, cuenta su historia en un libro
“Políticos y personalidades de la industria del entretenimiento, todos ellos acabarían en un campo de concentración. Todos los canales de televisión serían cerrados y solo quedaría propaganda sin su venenosa influencia. En su lugar, un canal del Reich. Enemigos del Estado, discapacitados y asociales serían deportados a un campo de concentración. También 'skinheads' como yo, de los cuales ahora el partido se servía, gente para la que mi banda actuaba. Gente como yo. ¿Tendría entonces que dejarme crecer el pelo y convertirme en un mamarracho más del partido? ¿O quería seguir siendo quien yo era?”
Este es un párrafo escrito por un antiguo líder neonazi alemán, por un exmilitante del Partido Nacionaldemócrata de Alemania (NPD), por una antigua estrella de la escena musical ultraderechista europea. Es uno de los párrafos con los que Achim Schmid explica en su libro 'Recuerdos olvidados. Una joven vida en la extrema derecha' las constantes contradicciones a las que se tenía que enfrentar alguien que militó en el neonazismo alemán y que al mismo tiempo tocaba en bandas de música oi! y rock radical para 'skinheads'.
El exlíder de la sección europea de Ku Klux Klan, arrepentido de su pasado racista, supremacista y nacionalsocialista, se abre ahora en canal para que los lectores intenten entender qué llevó a un joven alemán como él a convertirse en una de las referencias de la ultraderecha europea. Y también para encontrar caminos hacia la autoayuda.
“Para mí este libro fue algo más que una terapia. Cuando se escribe algo así, hay que mirar muy hacia atrás en el tiempo, buscar procesos que me marcaron durante mi infancia y mi juventud, y entender qué me llevó a hacer aquello”, cuenta por teléfono a El Confidencial Achim Schmid desde su actual residencia en Estados Unidos. “En la escena de la extrema derecha, no todos son personas con un bajo coeficiente intelectual, sino que también hay personas muy inteligentes. En aquella época me alegraba de tener ese tipo de gente en nuestras filas; hoy me pregunto cómo pudieron llegar a militar en el neonazismo”.
Radiografía del neonazismo
Achim Schmid ha cambiado radicalmente. Eso es algo que quiere dejar meridianamente claro desde el mismo inicio de la conversación telefónica que mantiene con este periodista. Asegura que hoy es un hombre diametralmente diferente de aquel que comenzó a militar en diferentes partidos y movimientos nacionalsocialistas a principio de la década de los noventa del siglo pasado.
Schmid, autoexiliado en Estados Unidos por motivos de seguridad personal, radiografía con su libro la escena del neonazismo alemán, europeo y estadounidense. Lo hace sin eufemismos e intentando que el lector se ponga en la piel de aquel joven desorientado que buscó cobijo y sentido a la vida hace más de 25 años en el ultraderechismo racista.
“¿Dónde se empieza realmente a ser de derechas? ¿Y a partir de cuándo se comienza a ser radical de derechas?¿O ultraderechista? Para el ciudadano normal estos últimos son conceptos apenas separables. Para gente situada fuera del movimiento, la realidad de los neonazis es absolutamente impenetrable”.
Este el tipo de preguntas y reflexiones que el lector encontrará en el libro. El exlíder neonazi explica con todo detalle cómo funcionan los círculos de la extrema derecha, cómo se entra y se asciende en ellos, cuáles son los mecanismos de atrincheramiento ideológico y de reclutamiento, cómo funciona la propaganda parda en la que la música juega un papel fundamental, por qué surgen los enfrentamientos entre las llamadas Viejas Derechas, herederas de las posturas clásicas del nacionasocialismo derrotado en la Segunda Guerra Mundial, y las Nuevas Derechas, reorganizadas tras la reunificación de Alemania y con referencias culturales y musicales más sofisticadas.
El relato está además plagado de detalladas descripciones sobre la cotidianidad de un militante neonazi: el alcohol, la violencia, las estrecheces económicas, el rechazo social, las amenazas, la música como válvula de escape, la tentación de desaparecer en la clandestinidad terrorista neonazi, la absoluta ruptura con la vida anterior y con los círculos familiares, la revolución vital que supone invertirlo todo en la causa nacionalsocialista y en la descabellada lucha diaria en defensa de la pureza de la raza blanca.
Violencia como punto de inflexión
Después de casi dos décadas de ciega militancia y de fiel activismo ultraderechista, en el año 2002 Achim decidió dar el paso definitivo para desconectar del neonazismo. Uno de los puntos de inflexión que le llevaron a tomar esa decisión fue una escena vivida durante un concierto neonazi en Dinamarca en el que Schmid tocó con una de sus bandas:
“Yo ya había visto mucha violencia. Debido al alcohol, y empujados por la música y los camaradas, la violencia era común. Pero cuando vi a ese joven danés tumbado sobre su propia sangre, observado desde arriba de forma ignorante por su contrincante, entonces empecé a reflexionar. Yo no quería algo así. Ni me quería sentir responsable de ello, ni tampoco lo quería poner en práctica. Pero me negaba a abrir los ojos. Estaba demasiado atrapado en la espiral del odio. El odio era un fin en sí mismo”.
Achim nunca llegó a saber si aquel joven danés, golpeado hasta la saciedad por un cabeza rapada, salvó su vida o acabó muriendo por la paliza recibida. El exmúsico ultraderechista salió de aquella sala de conciertos danesa con un cambio fundamental en su mente: aquella imagen de violencia gratuita supuso el inicio del fin de su apoyo incondicional al supremacismo blanco. Un cambio mental que finalmente desembocó en su abandono del neonazismo militante, y que también dio pie a la escritura del libro con el que hoy cuenta su historia.
Pero la decisión de abandonar el ultraderechismo es a menudo insuficiente: el proceso suele ser lento y muy complejo, y a veces fracasa. Los “camaradas” sustituyen a la familia, porque los círculos neonazis funcionan al fin y al cabo como un secta que ofrece soluciones sencillas a problemas vitales complejos. “Cuando uno queda atrapado en el mundo ideológico de la extrema derecha, se hunde en él cada vez más. Es como si se estuviera en arenas movedizas. Y como ocurre en las arenas movedizas, cada reacción procedente del exterior te hunde cada vez más profundo”, escribe Achim.
El miedo es otro de los frenos para los que quieren abandonar la militancia parda, porque los ultraderechistas que deciden sacrificar su vida a la causa nacionalsocialista se ven solos tras abandonar la militancia: fuera de los círculos radicales no suelen tener contactos, trabajo ni amigos. Fuera del neonazismo simplemente les espera la más absoluta de las nadas.
La asociación EXIT conoce bien esas trabas psicológicas y sociales. Esta asociación no gubernamental alemana trabaja desde 2000 ayudando a militantes ultraderechistas a dejar los círculos del odio supremacista para comenzar una reintegración social. El criminalista Bernd Wagner, presidente y fundador de EXIT en Alemania, sabe bien cuán complicado es conseguir que gente como Achim Schmid consiga el objetivo de abandonar exitosamente ese mundo: “La puerta de salida es al mismo tiempo la puerta de entrada. Y uno no puede quedarse en el umbral. Hay que cruzarlo para abandonar esa dimensión y entrar en una completamente nueva”. Desde su fundación, EXIT ya ha conseguido liberar a más de 500 exmilitantes neonazis.
Militancia asesina
La militancia a la que Achim Schmid perteneció obedientemente durante más de dos décadas es algo más que un simple puñado de biografías destrozadas por el odio nacionalsocialista y la ideología supremacista blanca. El neonazismo militante en Alemania mata: la violencia ultraderechista ha asesinado a casi 180 personas desde 1990. Así lo documenta la Fundación Amadeu Antonio, organización que trabaja contra el racismo y el antisemitismo. Desde palizas hasta tiros en la cabeza: la lista de víctimas mortales y de heridos sirve para recomponer lo que es un auténtico fenómeno terrorista neonazi que a menudo es presentado por medios y políticos como meras expresiones violentas aisladas.
La célula NSU (siglas en alemán para Clandestinidad Nacionalsocialista) fue la última de las organizaciones terroristas neonazis que salió a la luz: con una más que probable amplia estructura de apoyo social, la NSU asesinó a nueve ciudadanos de origen extranjero y a una agente de policía, ejecutó atentados con bomba y atracó bancos. Hace unos años, la fiscalía alemana llamó declarar a Achim Schmid por su presunta conexión con la célula terrorista, una conexión que él siempre ha negado rotundamente.
“Creo que es un error negar realidades evidentes. Alemania es un país de migración desde la década de los sesenta. Y eso alimenta evidentemente a la extrema derecha. Pero la política se niega a reconocer ciertos procesos”, lamenta Schmid al otro lado de la línea telefónica. El exlíder neonazi detecta un problema de doble filo en su país de origen: por una parte, la clase política alemana no quiere reconocer la existencia de una militancia neonazi estructural, y por otra, a las élites también les cuesta aceptar que la migración genera conflictos de convivencia que deben ser abordados abiertamente, sin tabús.
El neonazismo militante en Alemania mata: la violencia ultraderechista ha asesinado a casi 180 personas desde 1990
Esa dinámica negacionista parece haber contribuido a la aparición de un nuevo actor en la extrema derecha germana: el joven partido Alternativa para Alemania (AfD) supone un punto de inflexión, un cambio de paradigma en la organización, la comunicación política y la proyección electoral de las llamadas Nuevas Derechas alemanas.
Achim Schmid lo tiene claro: “AfD es un partido populista de derechas con tendencias ultraderechistas”. Y muestra una diferencia fundamental con respecto a los círculos en los que Schmid militó: AfD muestra una capacidad aglutinadora y una transversalidad social que el neonazismo nunca tuvo por presentarse ante el conjunto de la sociedad de forma demasiado radical. “La situación de hoy me recuerda mucho a la de la República de Weimar. Y todos sabemos lo que ocurrió tras la República de Weimar”, reflexiona el autor de Recuerdos olvidados. Una joven vida en la extrema derecha.
Al primer libro de Achim Schmid seguirán dos más; en las dos próximas entregas, el exlíder neonazi alemán explicará las dificultades que tuvo para abandonar el neonazismo y el proceso de reconstrucción vital que siguió a ese complejo proceso. Su objetivo es claro: “Si con ello consigo que una sola persona pueda abandonar esa ciénaga parda de la que yo salí, si con ello puedo evitar que más personas giren hacia la extrema derecha o que alguien de centro o de izquierdas busque el diálogo con alguien que se está perdiendo a la deriva hacia el ultraderechismo, entonces yo ya he ganado”.
“Políticos y personalidades de la industria del entretenimiento, todos ellos acabarían en un campo de concentración. Todos los canales de televisión serían cerrados y solo quedaría propaganda sin su venenosa influencia. En su lugar, un canal del Reich. Enemigos del Estado, discapacitados y asociales serían deportados a un campo de concentración. También 'skinheads' como yo, de los cuales ahora el partido se servía, gente para la que mi banda actuaba. Gente como yo. ¿Tendría entonces que dejarme crecer el pelo y convertirme en un mamarracho más del partido? ¿O quería seguir siendo quien yo era?”
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