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La fuerza militar conjunta con la que Centroamérica quiere acabar con las 'maras'
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es la región más peligrosa del mundo

La fuerza militar conjunta con la que Centroamérica quiere acabar con las 'maras'

Honduras, Guatemala y El Salvador forman una alianza contra unos grupos criminales que cada vez actúan de forma más internacional. Contará con un cuerpo propio de policías, soldados e inteligencia

Foto: Miembros de la Fuerza de Reacción Especial, que combina efectivos especiales y militares de El Salvador, antes de su despliegue, en octubre de 2016 (Reuters)
Miembros de la Fuerza de Reacción Especial, que combina efectivos especiales y militares de El Salvador, antes de su despliegue, en octubre de 2016 (Reuters)

Murieron a balazos. Rafael Ángel Martínez, Juan Ramón Cerrato y los hermanos Víctor y Óliver López Chin no se conocían. Quizás ni compartieran aficiones. Vivían separados por cientos de kilómetros de distancia en tres países distintos. Guatemala, Honduras y El Salvador. El Triángulo Norte de Centroamérica. La región más peligrosa del mundo, según la ONU. Esa fue su perdición. Les unió la barbarie. Los cuatro fueron asesinados con escasas horas de diferencia a principios de la semana pasada.

Al día siguiente continuó la muerte en una tierra que parece maldita. Rafael, Juan, Víctor y Óliver engrosan ya la funesta estadística de la violencia regional. En 2015 fueron asesinadas 16.527 personas en los tres países, donde viven 31 millones de personas, la mayoría sin recursos. Una crueldad crónica ejercida principalmente por pandilleros, pero también por otras expresiones del crimen organizado y narcotraficantes.

Muchos dirigentes han intentado parar los asesinatos. Ninguno lo ha conseguido. Los tres países han decidido ahora aunar esfuerzos ante el fracaso. El pasado noviembre fundaron la inédita Fuerza de Tarea Trinacional, conocida ya en Centroamérica como la Fuerza Trinacional Antipandillas. Su objetivo es claro: reducir los índices de violencia. Quizás la unión haga la fuerza.

Foto: Un miembro de los Vatos Locos juega con una pistola antes de posar junto al grupo. Desde que nacen, según la zona, ya pertenecen a la pandilla del barrio (Foto: Javier Arcenillas).
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“Les vamos a dar de su misma medicina”, dijo el presidente hondureño, Juan Orlando Hernández, en el acto fundacional de la organización. El cuerpo estará formado por militares, policías, expertos en inteligencia y unidades desplegadas en fronteras. Serán respaldados con equipo logístico y transporte por tierra y aire. Vigilarán unos 600 kilómetros repartidos entre los tres países.

El Triángulo Norte responde así a la sofisticación de los pandilleros, organizados en dos clanes principales, la Mara Salvatrucha y el Barrio 18, enfrentados entre ellos y con una drástica presencia en los barrios marginales de toda la región. Surgieron en las calles de Los Ángeles en torno a la gran migración producida por las guerras civiles centroamericanas de los 80. Volvieron a sus países de origen tras la finalización de los conflictos militares.

Pero ya no son esos jóvenes llegados con lo puesto de Estados Unidos. Poco a poco se han profesionalizado, aumentado espectacularmente en número. Se calcula que el total de pandilleros está en torno a los 70.000. Se encuentran divididos en subgrupos, conocidos como ‘clicas’, compuestos por centenares de miembros.

Lucha por el territorio

Manejan poderosas redes de extorsión y sicariato, casi inexpugnables para las autoridades: “Sus operaciones giran alrededor de lograr cierto control territorial para poder delinquir con menos riesgo y familiaridad. Su actividad principal son las extorsiones. La practican contra sus vecinos o contra actividades económicas como el transporte o los mercados”, comenta Francisco Quezada, experto guatemalteco en seguridad. Las pandillas han expandido sus actividades ilícitas en los últimos años tejiendo numerosos nexos con el narcotráfico.

Se les considera responsables de las altísimas tasas de asesinato registradas en los tres países. Hasta 108 homicidios por cada 100.000 habitantes en El Salvador. Unos 60 en Honduras y 35 en Guatemala. El promedio de homicidios mundial es de 8,9 por cada 100.000 habitantes.

La influencia de las pandillas en las estadísticas de violencia está totalmente probada. En 2012 se produjo una tregua entre la Mara Salvatrucha y el Barrio 18 en El Salvador. Los homicidios bajaron a la mitad. La tregua se rompió en 2013 y volvieron las cifras habituales de muertes violentas.

Foto: Un miembro de una mara fotografiado en la prisión de Quetzaltepeque, en El Salvador (Reuters).
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La mayor preocupación de las autoridades es su amplio despliegue geográfico. Las bandas se han internacionalizado y protagonizan un intenso flujo migratorio entre las fronteras de Guatemala, El Salvador y Honduras. Esa expansión se ha dado en torno a la vulnerabilidad de las zonas límite entre los tres estados y la poca presencia policial y militar.

Más de 360 pandilleros provenientes de El Salvador han sido detenidos en lo que llevamos de año dentro de las fronteras de Guatemala, dificultando la labor de búsqueda de las autoridades y favoreciendo su impunidad. Por eso la Fuerza Trinacional insiste en la coordinación de los tres países para compartir información de inteligencia y realizar extradiciones de la manera más expedita posible.

Las bandas no sólo colaboran con grupos criminales locales. Han tejido nexos con delincuentes de todo el continente. Los precursores del nuevo grupo de acción han subrayado que no tratan de frenar sólo a las pandillas, sino a todas las expresiones de crimen organizado, responsables también de los altos niveles de violencia en la región.

"Nos enfrentamos a un monstruo"

“Estamos enfrentando a un monstruo que puede tener un pie en México o Estados Unidos, otro pie aquí en Centroamérica, y América del Sur, con varias caras. La cara del narcotráfico, de las maras, del tráfico de armas, del tráfico de dólares, del tráfico de personas y del contrabando”, dijo el presidente de Honduras.

Entre los objetivos de la Fuerza Trinacional, además de neutralizar a las maras, está suprimir esas actividades de tráfico conexas, neutralizar la delincuencia común y propiciar un ambiente de seguridad para la población fronteriza. “Su enfoque principal es el combate al trasiego de drogas en esa región dónde es significativo”, comenta el experto Quezada.

Propósitos muy ambiciosos para unos cuerpos policiales con amplias acusaciones de corrupción. En los tres países se ha denunciado en años anteriores la creación de escuadrones de la muerte policiales. Está por ver si la cooperación ‘trinacional’ ayuda a erradicar la corruptela de los cuerpos de seguridad.

El novedoso proyecto cuenta con apoyo de EEUU. Se engloba dentro de la ‘Alianza de la Prosperidad’ firmada entre los tres países y Washington. Es un programa destinado a crear empleos e infraestructura en el Triángulo Norte y así desincentivar la migración hacia territorio norteamericano. Se calcula que el 10% de la población de Guatemala, El Salvador y Honduras han dejado sus países escapando de la violencia y la pobreza.

Foto: Marcha en protesta por el asesinato de Berta Cáceres en Tegucigalpa, el 5 de marzo de 2016 (Reuters)

El plan no está exento de críticas. Sus detractores denuncian que favorecerá la militarización de la región y la liberalización de las economías locales. La Fuerza Trinacional Antipandillas también ha recibido su ración de críticas. Según varios expertos, no soluciona el problema de fondo que propicia el crecimiento de las maras: la pobreza y la desigualdad.

Washington aprobó el desembolso de unos 700 millones de euros para la Alianza de la Prosperidad. La decisión fue tomada antes de la victoria de Donald Trump. Existen dudas sobre la continuidad del proyecto tras la toma de posesión del nuevo inquilino de la Casa Blanca.

El magnate norteamericano, sin embargo, ha aliviado a muchos centroamericanos dejando clara su intención de acabar con las maras. Lo hizo al más claro estilo Trump. Categórico. Sin miramientos: “Están matando y violando a todo el mundo allá. Son ilegales. Y llegó su fin”, clamó el presidente electo en declaraciones a la revista ‘Time’, tras ser nombrado personaje del año. Dijo estar dispuesto a combatir a esos grupos tanto en EEUU, donde aún operan, como en el exterior. El multimillonario líder norteamericano no es, desde luego, el enemigo que las pandillas quisieran tener.

Murieron a balazos. Rafael Ángel Martínez, Juan Ramón Cerrato y los hermanos Víctor y Óliver López Chin no se conocían. Quizás ni compartieran aficiones. Vivían separados por cientos de kilómetros de distancia en tres países distintos. Guatemala, Honduras y El Salvador. El Triángulo Norte de Centroamérica. La región más peligrosa del mundo, según la ONU. Esa fue su perdición. Les unió la barbarie. Los cuatro fueron asesinados con escasas horas de diferencia a principios de la semana pasada.

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