Cuba sin rumba: la 'ley seca' festiva de los turistas españoles

Miles de turistas españoles visitan Cuba todos los años. La Habana y Varadero son los destinos más solicitados. La isla nunca aburre. Pero estos días mucho menos. Quienes visitan la capital cubana estos días se han encontrado con un acontecimiento histórico: la muerte del líder de la revolución, comandante en jefe y presidente, Fidel Castro Ruz. Una oportunidad única, piensan la mayoría.

Pero que no cunda el pánico. La Habana es en estos días una ciudad totalmente tranquila. Más aún si se tienen en cuenta las medidas especiales de duelo aprobadas por las autoridades. Pubs y discotecas están cerradas. En muchos sitios no venden ni siquiera ron, la bebida más popular de la isla: “No ponen música ni alcohol. Aunque si uno insiste, puede que le den un mojito”, admite el turista granadino José Manuel Muñoz.

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Ignacio Isla. La Habana

Llegó a La Habana el mismo día en que murió Fidel. Se sorprendieron, pero pronto comprobaron que en la ciudad no cundía el nerviosismo: “No vemos nada raro. Estamos escuchando en algunos medios que no hay gente en la calle, pero al revés. Hemos visto un montón de personas, lo normal, nos dicen”, apunta José Manuel.

Eso sí, el acontecimiento también trae inconvenientes. Por ejemplo, la cancelación de algunas atracciones turísticas y culturales: "Hoy queríamos ver el cañonazo en el Malecón, y no pudimos. Lo habían cancelado por el duelo”, lamenta la madrileña Beatriz Antón.

Ambos turistas van a ir a visitar los restos del líder revolucionario cubano: “Ya que estamos, es turismo también, nos viene bien”, afirma Beatriz.

Quienes reciben a todas horas las preguntas de preocupación de los turistas son los turoperadores y transportistas turísticos de la isla: “La verdad es que muchos turistas están preocupados por la seguridad del país. Yo les he dicho que para mí La Habana está más tranquila que nunca. Quien se esperaba algún tipo de nerviosismo colectivo, se equivocaba”, comenta Ramón Gómez antes de recoger a unos turistas en el aeropuerto.

Le preocupa, por cierto, el efecto que el descenso de cooperación petrolera de Venezuela está teniendo en la economía de la isla. También en el negocio turístico. No hay tanta gasolina como antes. Pero tampoco tanta comida. Algunos cubanos han alertado de que el nuevo ‘boom’ de turismo estadounidense en la isla está derivando en algunos casos en menos alimentos en la isla.

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Ramón no va a acudir a rendir homenaje a las cenizas de Fidel. Tiene que trabajar, dice. Su vehículo no es suyo, sino del Estado. La apertura iniciada hace algunos años permitió, eso sí, que ya no tuviese que darle todo lo que ganaba a la Revolución. Ahora paga impuestos como cualquier otro ciudadano, pero logra embolsarse parte de la recaudación por su actividad.

Por las calles del Vedado, el barrio donde acaban muchos de los turoperadores, por la gran existencia de todo tipo de hoteles y hospedajes, así como uno de los epicentros del boom de las casas particulares de alquiler, camina ajetreada la madrileña Carmen Bay. A ella sí le ha desconcertado el fallecimiento del líder revolucionario: “Es una sorpresa. No lo esperaba para nada cuando vine”, comenta.

La viajera ve a los cubanos en estado de ‘shock’, al contrario que otros turistas: “Yo les veo conmocionados. Les ha sorprendido bastante. Ahora mismo lo importante es que haya un cambio”, reclama, algo que los cubanos no se atreven a pedir, ya sea ante una cámara o ante la libreta inquieta de un reportero.

“No os va a hablar ninguno”, habla otro turista español que prefiere mantener el anonimato. “No hablan por miedo a que los metan presos”, añade antes de marcharse fugazmente. Algunos asuntos siguen siendo secretos en La Habana.