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El día que Wikileaks puso en peligro a las mujeres de Turquía
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un 43% de turcas sufre violencia física o sexual

El día que Wikileaks puso en peligro a las mujeres de Turquía

La publicación de una base de datos con información personal de millones de mujeres habría sido grave en cualquier país. En el contexto del machismo turco, puede acabar provocando muertes

Foto: Un caminante pasa sobre una ilustración para atraer la atención sobre la violencia de género en el centro de Estambul, el 8 de marzo de 2013 (Reuters)
Un caminante pasa sobre una ilustración para atraer la atención sobre la violencia de género en el centro de Estambul, el 8 de marzo de 2013 (Reuters)

El día después de que Turquía sufriera un intento de golpe de Estado el pasado 15 de julio, Wikileaks hacía pública una filtración con enlaces a miles de supuestos correos del Partido de la Justicia y el Desarrollo, el gobernante AKP, que aportaron poco o nada relevante sobre las políticas o el partido y que no pertenecían al círculo cercano del presidente islamista, Recep Tayyip Erdogan. Sí lograron, sin embargo, algo que no estaba en los planes: dejar al descubierto los nombre e información privada (direcciones, números de teléfono…) de gran parte de las mujeres de Turquía.

Fue Zeynep Tufekci, profesora asociada de la universidad de Carolina del Norte, en Estados Unidos quien destapó el escándalo. Denunció la filtración como “irresponsable, carente de interés público y potencialmente peligrosa para millones de inocentes, especialmente millones de mujeres”. ¿Por qué?

Hace dos años en Esmirna, en la costa turca, una mujer de 20 años logró que un juez fallara a su favor para que el Estado asumiera los gastos de su nueva vida: nueva identidad, universidad, casa… y hasta una nueva cara gracias a la cirugía estética. Incapaz de lidiar con el acoso, las amenazas y la violencia de su exnovio la chica recurrió a los tribunales para poner su vida patas arriba, e intentar comenzar una nueva. Era sólo una más del 43% de turcas que sufren violencia física y/ o sexual cada año, según datos de 2014 del Ministerio de Familia.

Una tendencia que prevalece: entre enero y octubre de este año han sido asesinadas en Turquía 274 mujeres, según datos de ese mismo informe. El 60% murió a manos de sus exparejas, el 21% a manos de familiares. En el último lustro la media anual de mujeres asesinadas es 286. Muchas denuncian, otras cambian de domicilio huyendo de sus parejas para evitarlo. Por obra y gracia de Wikileaks en julio los datos de millones de turcas fueron puestos a disposición de aquellos exmaridos, exnovios, compañeros de trabajo, familiares o desconocidos que quisieran usarlos. A un click.

Tres horas después de publicarse el artículo de Zeynep Zufekci, uno de los difusores del enlace de WikiLeaks desactivó el enlace. Aún así el daño estaba hecho y aquel que quiso hacer copias de los archivos con la información confidencial tuvo tiempo de hacerlo. La información se compartió y se descargó innumerables veces antes de que la retiraran.

La legislación por un lado y la práctica por otro

“La violencia contra las mujeres en Turquía es un problema social que amenaza sus vidas y dificulta su integración en la sociedad”, denuncia Human Rights Watch. Un estudio de la organización de 2011 subrayaba que Turquía ha legislado para proteger a las víctimas de violencia de género pero que las leyes y órdenes de protección para mujeres víctimas de malos tratos no sirven si los que deben aplicarlas: policía, fiscales, jueces, etc., no lo hacen adecuadamente.

“Hemos visto una mejora en la legislación contra la violencia, sobre todo desde principios de los 2000 con la reforma del Código Penal. Sin embargo ha decaído la implementación de esas leyes en los dos últimos años” explica Sehnaz Kiymaz, consejera de la organización turca Mujeres por los derechos de las Mujeres. “Muchas veces se culpabiliza a la mujer y no se aplican sentencias contundentes. De ese modo es como si se legitimara al agresor”, apunta la feminista. Kiymaz denuncia que además parecen haber desaparecido “la intención política [de acabar con el maltrato] y el discurso a favor de la igualdad de géneros”. La sociedad turca se vuelve más conservadora a pasos agigantados y eso juega en contra de las mujeres, señala la activista. Una deriva que debe mucho a la actitud del propio presidente turco, el islamista Recep Tayyip Erdogan que, que accedió al cargo en 2014 tras 11 años como primer ministro.

Foto: Un simpatizante de Erdogan grita consignas tras la bandera. (Reuters)

En marzo Erdogan celebró el Día Internacional de la Mujer señalando que para él “la mujer es ante todo una madre", durante un discurso en Ankara. “No se puede liberar a la mujer mediante la destrucción de la noción de familia”, explicó el líder turco en su discurso en el que aludió a los versos del Corán en los que se ensalzan las virtudes de la maternidad, citando: “El paraíso está bajo los pies de nuestras madres”. No era la primera vez. El líder turco ha denominado “mujeres incompletas” a aquellas que no tienen hijos y promovido la familia numerosa de tres hijos. Con esa retórica las turcas se encuentran en los últimos años con una lucha en la que sus derechos van por una misma carretera en dos sentidos distintos: mientras por un lado reconocen que se ha mejorado la legislación, por otro denuncian que el discurso del gobierno busca devolver a las mujeres al hogar. “Las desigualdades de género favorecen la violencia de género y viceversa”, explica la consejera de Mujeres por los derechos de las mujeres, “es una pescadilla que se muerde la cola”.

“Los derechos que hemos conseguido están amenazados”, explica Özden Öz, de la Asociación Acabaremos con el feminicidio. “El Gobierno está acabando con el secularismo”, argumenta la activista. Hace unos meses una chica iba escuchando música en el autobús y un hombre la golpeó por llevar pantalones cortos. Ahora el agresor está libre”, denuncia Öz. El caso, que tuvo gran repercusión en los medios turcos obtuvo incluso comentarios del primer ministro, Binali Yildirim que señaló que no se debería haber golpeado a la joven sino reprenderla. Öz explica que la laxitud de los jueces se ha convertido en la norma y que la indumentaria o la actitud de la mujer se utilizan para eximir de responsabilidad al atacante.

Cinco veces menos alfabetizadas

De algún modo desde el Gobierno se proyecta la idea de que es la mujer “la que debe llevar la casa, la que debe criar a los hijos” explica Öz. Lo que deviene en una desigualdad en la que la mujer queda excluida del mercado laboral. Otro de los factores que inciden en las tasas de maltrato y violencia de género: el 30% de las mujeres ha tenido que abandonar su trabajo en algún momento a causa de sus parejas, o estas les han negado apoyo económico. Esa desigualdad incide de forma directa en la capacidad de ellas para reaccionar ante la violencia.

En enero de 2015 hasta los hombre turcos se echaron a la calle en minifalda para llamar la atención sobre esa asignación de roles que incentiva el gobierno y defender a sus compañeras. “No vale con legislar, hay que prevenir. Nuestra experiencia es que las mujeres que conocen mejor sus derechos, que son más independientes, están más preparadas para defenderse o plantarse ante la violencia”, concluye la consejera de Mujeres por los derechos de las Mujeres, basándose en su experiencia en seminarios y cursos de formación. “No sirven los intentos de proteger a las víctimas si no se trabaja en prevenir lo que la ocasiona”, subraya Sehnaz Kiymaz.

Da otro ejemplo: La educación es un factor fundamental en la protección contra la violencia machista. Sin embargo, la tasa de alfabetización de las mujeres turcas es cinco veces inferior a la masculina, según una encuesta del Instituto de Estadística de Turquía (TUIK) de marzo de este año. En 2014 las mujeres representaban el 49,8 por ciento de la población de Turquía, y casi el 10% de ellas no sabían leer ni escribir. En el caso de los hombres la tasa desciende a un 1,8 por ciento. La consejera de Mujeres contra la Violencia argumenta que si bien sobre el papel hombres y mujeres tienen el mismo acceso a la educación esas políticas que promueven su reclusión en la vida doméstica no lo favorecen.

A pesar de que Turquía ha ratificado la convención de Estambul, conocida oficialmente como la convención del Consejo Europeo para la prevención y la lucha para acabar con la violencia contra las mujeres los asesinatos, intentos de violación y abusos continúan y van en aumento. Pero las turcas no están dispuestas a dar marcha atrás en una lucha que ha logrado grandes avances. Esta misma semana sus protestas lograron hacer retroceder al Ejecutivo que pretendía pasar una ley en el Parlamento que permitiría salir de la cárcel a abusadores que aceptaran casarse con sus víctimas. Queda mucho por hacer, coinciden las organizaciones, desde la instauración del Estado de Emergencia “la retórica del Gobierno contra el secularismo se ha recrudecido”, denuncia Öz, y eso tiene un efecto directo sobre las libertades de las mujeres y su vulnerabilidad ante la violencia. Pero como explica Özgun Öz, no han llegado hasta aquí “para dar ni un paso atrás”.

El día después de que Turquía sufriera un intento de golpe de Estado el pasado 15 de julio, Wikileaks hacía pública una filtración con enlaces a miles de supuestos correos del Partido de la Justicia y el Desarrollo, el gobernante AKP, que aportaron poco o nada relevante sobre las políticas o el partido y que no pertenecían al círculo cercano del presidente islamista, Recep Tayyip Erdogan. Sí lograron, sin embargo, algo que no estaba en los planes: dejar al descubierto los nombre e información privada (direcciones, números de teléfono…) de gran parte de las mujeres de Turquía.

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