El régimen despedirá a Fidel con una peregrinación funeraria de 1.000 km
Su cuerpo será cremado, y sus cenizas serán trasladadas desde La Habana hasta Santiago de Cuba, rememorando a la inversa el avance triunfal de los revolucionarios en 1959
“Fidel Castro ha muerto de viejo. ¿Qué celebran los cubanos en Miami? ¿Que no era eterno?”, decía esta mañana un avispado usuario de las redes sociales. El pueblo cubano, un poco como el resto del mundo, asiste algo incrédulo a la noticia de la muerte del hombre que durante medio siglo rigió con puño firme el destino de Cuba, que ha tardado en producirse mucho más de lo que esperaban casi todos, dentro y fuera de la isla. “El hecho biológico”, el eufemismo con el que se mencionaba la inevitabilidad del fallecimiento de Castro – y de su hermano Raúl-, parecía que no iba a llegar nunca.
Incluso a la hora de la muerte, el gran maestro de la puesta en escena y artífice de una Revolución que venera las efemérides, ha sabido escoger la fecha: exactamente sesenta años después de que el yate Granma partiese de México hacia Cuba, llevando a bordo a un puñado de combatientes que serían el germen de la victoriosa guerrilla de Sierra Maestra. Los festejos del 60º aniversario del desembarco en la isla, previstos para el 2 de diciembre, han sido aplazados un mes.
Los fastos para la despedida del comandante ya están organizados: este sábado será incinerado y a partir del día 30 y hasta el 3 de noviembre, en el plazo de los nueve días de luto que ha decretado el régimen, las cenizas de Castro harán un recorrido desde La Habana hasta Santiago de Cuba, su provincia natal. Es decir, el último viaje del histórico líder cubano será una peregrinación funeraria de 1.000 kilómetros que replica el itinerario de la Caravana de la Libertad de 1959. El funeral se celebrará el próximo 4 de diciembre.
El mal estado de salud de Castro había quedado de manifiesto la semana pasada, cuando tuvo que cancelar un encuentro con el primer ministro canadiense Justin Trudeau durante la visita oficial de éste a Cuba. Desde su cumpleaños había recibido también en su domicilio a otros mandatarios como el presidente de Irán, Hasán Rohaní; el de Portugal, Marcelo Rebelo de Sousa; o los primeros ministros de Japón, Shinzo Abe; de China, Li Keqiang, y Argelia, Abdelmalek Sellal. En abril, en el XVII Congreso del Partido Comunista de Cuba, Fidel Castro también reapareció y pronunció un discurso que sonó a despedida y en el que reafirmó la fortaleza de las ideas de los comunistas. "A todos nos llegará nuestro turno, pero quedarán las ideas de los comunistas cubanos, como prueba de que en este planeta si se trabaja con fervor y dignidad, se pueden producir los bienes materiales y culturales que los seres humanos necesitan, y debemos luchar sin tregua para obtenerlos", afirmó Castro en esa ocasión.
Con cada comparecencia pública, a los cubanos les quedaba claro el deterioro de su estado físico, visible en su apariencia: despeinado, de rostro demacrado, con la ropa arrugada. El Fidel Castro de hace apenas década y media, vanidoso y muy consciente de su imagen, jamás habría aceptado ser expuesto así en público. Por ello, sus apariciones eran cada vez más escasas, limitadas a momentos de gran simbolismo, como una reunión con el presidente venezolano Nicolás Maduro… justo durante la visita a Cuba de Barack Obama, con quien no se encontró. O cada vez que se hacía necesario demostrar que, a pesar de lo que decía la prensa anticastrista de Miami, Fidel Castro seguía vivo. Su figura seguía presente, sin embargo, en las “Reflexiones del compañero Fidel”, publicadas de cuando en cuando de forma obligatoria en todos los medios oficiales del país. En la calle cubana, el dicho popular era que “Fidel no está ni muerto ni vivo, está reflexionando”.
Hasta hoy. "Con profundo dolor comparezco para informarle a nuestro pueblo, a los amigos de nuestra América y del mundo que hoy 25 de noviembre del 2016, a las 10.29 horas de la noche falleció el comandante en jefe de la Revolución cubana Fidel Castro Ruz", explicaba anoche su hermano y sucesor, Raúl Castro. Visiblemente emocionado, el actual presidente cubano añadió que, “por voluntad expresa” de Fidel, sus restos históricos serán cremados. Las cenizas serán trasladadas desde La Habana hasta Santiago de Cuba, su provincia natal. Se despeja así una de las dudas que, medio en broma, se preguntaban muchos cubanos: si su cadáver sería embalsamado y expuesto al público como el de otros líderes comunistas “padres de su pueblo”, como Lenin o Ho Chi Minh.
Cuba ha decretado nueve días de luto oficial. Dividido entre el luto, el júbilo y la incertidumbre, el pueblo cubano debe ahora aprender a vivir sin el personaje que durante seis décadas ha marcado su día a día, incluso desde la distancia.
“Fidel Castro ha muerto de viejo. ¿Qué celebran los cubanos en Miami? ¿Que no era eterno?”, decía esta mañana un avispado usuario de las redes sociales. El pueblo cubano, un poco como el resto del mundo, asiste algo incrédulo a la noticia de la muerte del hombre que durante medio siglo rigió con puño firme el destino de Cuba, que ha tardado en producirse mucho más de lo que esperaban casi todos, dentro y fuera de la isla. “El hecho biológico”, el eufemismo con el que se mencionaba la inevitabilidad del fallecimiento de Castro – y de su hermano Raúl-, parecía que no iba a llegar nunca.