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La improbable alianza blanca que dio la victoria a Trump
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NO GANÓ EN NINGUNA CIUDAD DE MÁS DE UN MILLÓN

La improbable alianza blanca que dio la victoria a Trump

El ya presidente electo generó un corrimiento de tierras entre los blancos: regiones obreras que siempre habían votado demócrata cambiaron de opinión este año

Foto: Votantes de Trump participan en el evento Rolling Thunder, en Washington, el 29 de mayo de 2016. (Reuters)
Votantes de Trump participan en el evento Rolling Thunder, en Washington, el 29 de mayo de 2016. (Reuters)

El sorprendente resultado electoral del martes en EEUU reflejó dos tendencias paralelas: la consolidación a la derecha de blancos de clase media o media baja, y la falta de ganas entre los clásicos de la izquierda: minorías, jóvenes y votantes de las grandes ciudades. Este fue el factor principal. La famosa “gran coalición” que aupó dos veces a Barack Obama llegó desgastada al 8 de noviembre; sus elementos perdieron fuerza.

Los afroamericanos votaron demócrata en la misma proporción que desde 1964: un 88%, cinco puntos menos en 2012. También disminuyó su participación. Hace cuatro años, el 13% de los votantes eran negros, frente al 12% de este año. Su menor movilización fue clave en la pérdida de Carolina del Norte.

Hillary Clinton consiguió el apoyo mayoritario de los latinos, pero a un nivel menor que Obama en 2012: el 65%. La diatriba antiinmigración de Trump no generó una movilización especial. De hecho, el magnate mejoró la marca republicana de 2012 entre los latinos de Florida.

El paisaje es igualmente decepcionante (para los demócratas) entre la juventud. El 55% de los menores de 29 dieron su apoyo a Clinton; a Obama se lo dieron el 60% en 2012 y el 66% en 2008. Ni siquiera las mujeres, con la perspectiva de romper el monopolio masculino del poder, y más aún contra un hombre del lenguaje de Trump, votaron más a Hillary que a Obama. Sin embargo, esta perdió cinco puntos entre los hombres.

Como resultado, Hillary Clinton ganó 59,9 millones de votos: casi 10 millones menos que Obama en 2008 (el mayor número jamás alcanzado por un político de EEUU). No se ha prestado mucha atención al porqué de su derrota: Clinton no transmite, representa al 'establishment', es más de lo mismo. Simplemente no ilusiona los suficiente. Con todo, superó a Donald Trump por 200.000 votos. Pero no en los estados adecuados.

El bloque republicano ofrece una lectura más interesante. Donald Trump ganó algo menos votos que Mitt Romney en 2012, pero los obtuvo donde le convenía: Pensilvania, Michigan, Wisconsin. Estados que no votaban republicano desde hacía décadas le dieron la victoria, junto con Florida, Ohio, Carolina del Norte y los rojos tradicionales.

El ya presidente electo generó un corrimiento de tierras entre los blancos: si bien una fracción de las élites conservadoras de las grandes ciudades, los republicanos educados y de los negocios le habrían dado la espalda, regiones obreras que siempre habían votado demócrata cambiaron de opinión este año. Por eso ganó en estados tradicionalmente demócratas. Por eso recibió el apoyo masivo de los condados de mayoría blanca. Por eso, Trump no ganó en ninguna ciudad de más de un millón de habitantes.

Donald Trump, pese a pertenecer al 0,1% más rico del país, se presentó como un candidato insurgente, un antisistema. Se opuso al 'establishment' que promueve desde hace 25 años la globalización que ha desmontado la base productiva de muchas regiones. Hillary, aunque demócrata, representa ese mismo 'establishment'.

La “coalición trumpista” es un grupo que, según las estadísticas, es más viejo y menos educado, muere antes, se droga más y pierde peso proporcional

Es llamativo su éxito en los condados del Medio Oeste, regiones agrícolas donde el voto republicano salió disparado con respecto a 2012. Si uno volara sobre los Estados Unidos de Trump, no solo vería fábricas abandonadas y ciudades convertidas en solares, sino también praderas, 'cowboys' y caballos trotando con las crines al viento. Montañas rocosas, lagos y cabañas con forma de iglesia. Lugares donde, paradójicamente, hay un sentimiento antiinmigración, pese a que casi no tienen inmigrantes.

La “coalición trumpista”, sin embargo, está limitada por una tendencia de fondo: es el único grupo demográfico que ha perdido esperanza de vida en los últimos años; un grupo que, según las estadísticas, es más viejo y menos educado, muere antes, se droga más y pierde peso proporcional a gran velocidad. Hasta los años sesenta representaba más del 90% de EEUU, hoy el 62% y en 2044, según el censo, menos del 50%. Una tendencia cuyo reflejo en las instituciones, por ahora, se ha quedado aparcado.

El sorprendente resultado electoral del martes en EEUU reflejó dos tendencias paralelas: la consolidación a la derecha de blancos de clase media o media baja, y la falta de ganas entre los clásicos de la izquierda: minorías, jóvenes y votantes de las grandes ciudades. Este fue el factor principal. La famosa “gran coalición” que aupó dos veces a Barack Obama llegó desgastada al 8 de noviembre; sus elementos perdieron fuerza.

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