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Apoyar a Trump en el bastión demócrata: los inesperados vencedores de California
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"es un hombre de negocios, al menos hará cosas"

Apoyar a Trump en el bastión demócrata: los inesperados vencedores de California

California es un estado tan firmemente demócrata que el candidato republicano apenas se molestó en hacer campaña allí. Incluso sus escasos partidarios locales daban por hecha la derrota

Foto: Protesta contra Donald Trump en Los Ángeles, California, uno de los estados más opuestos al magnate, el 1 de mayo de 2016 (Reuters)
Protesta contra Donald Trump en Los Ángeles, California, uno de los estados más opuestos al magnate, el 1 de mayo de 2016 (Reuters)

Al levantarse hoy por la mañana, Joanny Khabbac y George Mahroukian y se habrán encontrado con una inesperada noticia en la primera página.Estos dos pequeños empresarios armenios del norte de Los Ángeles iban a votar por Donald Trump, el candidato republicano a la presidencia de EEUU, y ambos estaban bastante convencidos, en la noche previa a la jornada electoral, de que no ganaría. No pensaban ni quedarse a seguir los resultados por la televisión.

No es fácil encontrar a un seguidor de Trump en Los Ángeles. Mejor dicho, no es fácil encontrar a un seguidor de Trump que lo quiera decir en público. La ciudad es profundamente demócrata (a veces no hay candidatos republicanos en la papeleta y en el ayuntamiento hay un solo concejal republicano). Apenas hay en California, y menos en Los Angeles, miembros de esa clase blanca trabajadora venida a menos que han encontrado en Trump al improbable defensor de sus intereses. Los más desposeídos económicamente en una de las ciudades más desiguales del país son trabajadores latinos: la combinación latino pro-Trump, aunque existe, es todavía más difícil de encontrar que la de angelino pro-Trump.

Foto: Marissa Jiménez, de 22 años, se registra para votar en Norwalk, Los Ángeles, el 22 de septiembre de 2016 (Reuters)

Uno de los pocos sitios donde mostrar abierta simpatía por Trump no provoca miradas de incredulidad o directa exasperación es el barrio de Glendale y sus alrededores, lugar donde vive la comunidad armenia más grande en la diáspora. Sus decenas de miles de votantes tienden a tener posturas conservadoras, aunque históricamente han apoyado a diferentes candidatos a la presidencia independientemente del partido (sin ir más lejos, apoyaron a Obama en las pasadas presidenciales). Pero estas elecciones eran especialmente amargas para ellos.

Por primera vez en décadas, el Comité Nacional Armenio no ha apoyado a ningún candidato. Traicionados por Obama (que les prometió "condenar el genocidio armenio" a manos de los turcos y, cuando llegó el momento, se limitó a calificarlo de "terrible tragedia") y profundamente desconfiados hacia Hillary Clinton, pero sin nada que esperar de Trump en lo que a su causa se refiere, se han limitado a hacer campaña por los candidatos estatales que se presentan a la asamblea de California (uno de ellos armenio) y a otros candidatos locales, pero han dejado a los votantes sin recomendación concreta sobre el candidato a la presidencia.


Contra el "malo conocido"

Algunos miembros de esta comunidad están tan desilusionados y descontentos que reconocen que han optado por Trump. "Al menos es sincero. No es un político, es un hombre de negocio, al menos construirá cosas", opina Joanny Khabbac, nacido en Líbano, que ha venido al centro de la comunidad armenia en Montrose, una zona del norte de Los Ángeles. "Mira qué desastre de política exterior ha dirigido Clinton: han destrozado Libia, Siria, Egipto..", enumera, mientras fuma un enorme puro y espera a que se le unan lo demás compañeros del juego de cartas que semanalmente les reúne en el centro comunitario armenio del barrio.

Todos entienden que Trump no haya ni intentado acercarse a ellos, a pesar de ser un lobby importante en California: para qué, si el estado estaba perdido en cualquier caso. Pero entre un candidato republicano que es una moneda al aire y una candidata demócrata que "miente y no es de fiar", y que es continuadora de la política de quien les prometió algo y no lo cumplió, han preferido lo primero.

Foto: Los ánimos en la fiesta demócrata en Madrid a medida que se conocían los resultados (Foto: Ernesto Torrico).

Sus compañeros de juego de cartas coinciden, al principio reacios, pero poco a poco más encendidos: la administración Obama ha sido desastrosa para ellos, con el Obamacare duplicando lo que pagan por su seguro médico, debido a la subida de las primas, y la subida del salario mínimo obligándoles a cerrar o reducir las plantillas de sus pequeños negocios de muebles o joyería. "Ya no hay clase media. O eres pobre, y el estado te ayuda, o eres muy rico". George Mahroukian, que lleva 46 años viviendo en California y se considera conservador, replica cuando se le pregunta por la postura ante la inmigración de Trump: "Los inmigrantes que vengan de manera legal, como lo hicimos nosotros". ¿Le parece que Trump sería de fiar al frente del Pentágono? "Para eso tienen sus asesores y sus militares. ¿Acaso sabía algo de todo eso Bush?".

No es entusiasmo lo que les hace apoyar a Trump, sino descontento. Quizá cuando vean o escuchen las noticias sean de los pocos en toda esta ciudad de casi 4 millones de habitantes que sientan un poquito de ilusión. A un día de las elecciones daban por hecho la derrota de su candidato, y repetían con poca convicción el mensaje del propio Trump: "Está ya todo decidido", decían, aludiendo vagamente a los "poderes económicos" y todos los grandes lobbies que apoyan a Hillary: "Las farmacéuticas, Wall Street...". Pero Marhoukian añadía sombrío: "Gane quien gane, creo que este país va a cambiar mucho. Vamos a ir a peor. La sociedad se va a dividir demasiado y va a haber malestar y disturbios. EEUU ya no va a ser el mismo país".

Al levantarse hoy por la mañana, Joanny Khabbac y George Mahroukian y se habrán encontrado con una inesperada noticia en la primera página.Estos dos pequeños empresarios armenios del norte de Los Ángeles iban a votar por Donald Trump, el candidato republicano a la presidencia de EEUU, y ambos estaban bastante convencidos, en la noche previa a la jornada electoral, de que no ganaría. No pensaban ni quedarse a seguir los resultados por la televisión.

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